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Marino Blanes Giner, Beato |
Padre de Familia y Mártir
Martirologio Romano: En Alcoy, cerca de
Alicante, en España, beato Marino Blanes Giner, mártir, que, siendo
padre de familia, recibió de Dios la vida eterna después
de sufrir la muerte a manos de hombres, en días
de persecución religiosa durante la guerra civil española (1936).
Fecha de
beatificación: El 11 de marzo del año 2001, el papa
Juan Pablo II beatificó a 233 mártires de
la persecución religiosa en España (1936-39), entre ellos consta el
Beato Marino Blanes
El Beato Marino
Blanes Giner nació el 17 septiembre de 1888 en la
ciudad de Alcoy, provincia de Alicante, diócesis de Valencia. Fue
bautizado en la Iglesia parroquial de Santa María de la
ciudad de Alcoy, el 19 septiembre del mismo año. Sus
padres Jaime Blanes Reig y Josefa Giner Botella educaron a
su hijo "en un ambiente muy católico de una gran
raigambre religiosa". El 8 de agosto de 1902, de manos
del Excmo. y Revdmo. Sr. D. Juan Benlloch, recibió el
sacramento de la confirmación en la parroquia de Santa María
de la ciudad de Alcoy. El 26 septiembre 1913 en
la Iglesia de San Mauro y San Francisco de Alcoy,
a la edad de veinticinco años, contrajo matrimonio canónico con
Julia Jordá Lloret, que tenía veintidós años. Formaron un hogar
cristiano bendecido por Dios con 9 retoños, 4 de los
cuales, cuando se instruyó el proceso de beatificación de Marino
Blanes Giner, sobrevivían Julia Isabel, María de los Desamparados, María
del Milagro y Marino Francisco. Pertenecía a la Asociación de
la Doctrina Cristiana.
Vivió auténticamente su vocación laical, tratando de impregnar
de espíritu evangélico la realidad temporal en la cual la
Providencia divina lo llevó a ejercer su trabajo cotidiano al
servicio y en la construcción de la sociedad civil valenciana
como empleado del Banco Español de Crédito y como concejal
del Ayuntamiento de Alcoy.
Hombre profundamente religioso, movido por del Espíritu
Santo se dedicó al apostolado organizado siendo miembro de varias
asociaciones laicales, fue Terciario de San Francisco, miembro del Santísimo
Viático, de San Jorge, del Niño de Jesús del Milagro,
de San Juan de Dios y presidente de la Adoración
nocturna. Fue también miembro de las Conferencias de San Vicente
de Paúl, de la Escuela de Cristo, de San Mauro,
de Santísima Trinidad, de San Antonio, del Apostolado de la
oración, de la Virgen del Carmen, de la Virgen de
los Desamparados y de otras. Además fue fundador del Centro
Instructivo Católico.
Colaboró en estrecha relación con el párroco en la
catequesis; solía ir los domingos a las masías ya que
pertenecía a la "Asociación San Ignacio" que tenía como misión
enseñar el catecismo en las aldeas circundantes a Alcoy, como
son Paly, Mariola, Barchell, Batoy y Carabenchell.
Apóstol social ejercía la
caridad hasta donde le permitía su posición económica. Su ayuda
a los necesitados llegó al extremo de la quiebra, así
nos lo narra el sobrino del Beato: "Su madre Josefa
Giner, le montó un negocio de curtidos de cuero... negocio
que fue a la quiebra porque muchos zapateros acudían a
él en demanda de género, aludiendo que ya le pagarían
luego, pues estaban necesitados de género y precisaban las materias
para salir adelante, y el todo corazón les servía, produciéndose
lo inevitable: el cierre. En el mismo local, su madre
le volvió a montar un comercio de comestibles y nuevamente
se vio abocado a la quiebra".
Los domingos ayudaba a las
hermanas que prestaban asistencia en el Hospital Oliver para el
aseo personal de los enfermos. Por la intensa actividad apostólica
que realizaba y por haber impedido la quema de la
iglesia de San Mauro era considerado por los enemigos de
la Iglesia como un católico ferviente, por ello lo arrestaron
y asesinaron.
El Beato, durante la República, de 1931 a 1936,
y en los días previos a la revolución era consciente
de la situación que estaba para afrontar: persecución religiosa y
probable martirio; así lo manifiesta un testigo y compañero de
trabajo: "Durante la República del 31 al 36 mantuvo su
postura de católico convencido a pesar de los peligros que
le pudieron sobrevenir". Confirmado por un vecino de la casa
del Beato: "Al iniciarse la República notamos cierta hostilidad en
el ambiente de nuestro apostolado, pero él mantuvo sus actividades
catequistas".
En el mismo modo declara la hija del Beato: "Mi
padre cuando vino la República y la persecución religiosa permaneció
firme en sus convicciones hasta el punto que cuando el
peligro iba creciendo se consideraba no buen cristiano sino era
perseguido". Durante los años de la República se dedicó a
velar por la seguridad de las iglesias: Así lo afirma
un testigo que tuvo al Beato como catequista: "Cuando vino
la República del 31 al 36 conservó su temple apostólico,
llegando a quedarse en el interior tanto del Patronato como
de la Iglesia de San Francisco y de San Mauro
para defenderlas de posibles ataques". Confirmado por la deposición de
su hija: "Tuvo gran interés en cuidar por la seguridad
de las iglesias". Del mismo modo declara un testigo de
oficio, y compañero de apostolado del Beato: "Durante la República
continuó sus actividades apostólicas conservando su ánimo decidido en la
defensa de lo cristiano".
Animado por este celo eclesial en una
ocasión impidió la quema de la iglesia de San Mauro
y San Francisco: "Cuando regresaba a su casa después de
echar una carta al correo encontró en la puerta de
San Francisco 12 botellas de gasolina y otra para hacer
de mecha, alarmado llamó al vigilante e intervino la policía
con lo que se frustró la perversa tentativa. Al día
siguiente un periódico anticlerical publicaba un cuentecito diciendo: ‘¿Marino, no
dice Ud. que el salir de noche es pecaminoso?’".
La persecución
religiosa en Alcoy se agudizó el 18 de julio de
1936 con el incendio de las iglesias, la quema de
imágenes y objetos religiosos y el encarcelamiento de muchos católicos.
Al precipitarse la revolución Marino Blanes reaccionó como un hombre
de fe profunda, poniendo toda su confianza en la Providencia
divina. Así lo refiere su esposa, testigo calificada por su
cercanía con el Beato: "Al estallar la revolución de 1936
insistían en que se escondiese, pero él repetía: ‘nunca hice
mal, sino bien, luego no tengo motivos para esconderme’".
DETENCIÓN, ENCARCELAMIENTO
Y MARTIRIO
El 21 de julio de 1936 fue detenido por
unos milicianos en su casa, hacia las 13:30 hs.: La
hija del Beato, depone: "Hacia la una y media (mediodía)
del 21 de julio se presentaron dos milicianos a la
casita de Batoy con el pretexto de que le tenían
que hacer unas preguntas. También fue detenido un vecino llamado
Juan Torregrosa. De allí fueron conducidos al Ayuntamiento. Al verle
entrar el cabo de la guardia municipal dijo ‘ya está
aquí el de la gasolina’. Entonces mi padre le dijo
a Juan ‘Ya no me salvo’. Este Juan aquella misma
noche subió a su casa y nos contó lo sucedido.
Del Ayuntamiento fue trasladado a la cárcel municipal donde estuvo
siete semanas".
La esposa del Beato, en su deposición explica:
"Juntamente con mi marido se llevaron a mi cuñado Román
Rodes, difunto, quien regresó a casa esa misma noche mientras
mi marido se lo llevaron a la cárcel donde estuvo
alrededor de dos meses para ser trasladado a la prisión
de las Esclavas, dos días antes de su muerte. A
su entrada al Ayuntamiento - me contó mi cuñado -
un cabo de guardia municipal, dijo: ‘ya está aquí el
de la gasolina, el que buscábamos’ - refiriéndose al hecho
de impedir con su intervención la quema de S. Mauro
pues los sacerdotes así lo reconocían". Depone un testigo: "Al
Ayuntamiento donde estuve dos o tres horas y en aquellos
momentos pude hablar con el Beato quien me dijo: ‘Ah,
D. Guillermo, usted lo contará, pero yo no’ previendo su
próximo martirio".
La muerte del Beato está probada mediante el certificado
de defunción y por la documentación que se encuentra en
la Sección "Causa General" del Archivo Histórico Nacional de Madrid.
La
noche del 7 al 8 de septiembre de 1936 lo
sacaron de su prisión, y lo asesinaron. Así lo testimonia
la hija del Beato: "En la noche del 7 al
8 de septiembre de 1936 nos despertamos todos mis hermanos
a las tres como si presintiéramos alguna cosa desagradable y
nos pusimos a rezar, y al día siguiente cuando mi
hermano Marino fue a llevarle el desayuno a las 9
de la mañana, le dijeron que el Gobernador de Alicante
lo había reclamado y después fuimos a buscarlo a la
misma cárcel y nos dijeron: anoche le dimos libertad". La
esposa del Beato Marino Blanes Giner, declara: "Mi hijo fue
un día a llevarle la comida y le dijeron que
lo habían llevado a Alicante y ya no supimos nada
más de él". Su cuerpo nunca fue encontrado.
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