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Vardan Mamikonian y compañeros, Santos |
Armenia está dotada de un rico patrimonio cultural, se destacó
como la primera nación en adoptar el cristianismo como religión
oficial en los primeros años del siglo IV (la tradición
indica que esto pasó en el año 301). Aunque
Armenia es un estado constitucional secular, la fe cristiana desempeña
un papel importante en su historia y en la identidad
del pueblo armenio.
Tan importante como lo era en el
siglo V cuando estaban bajo el yugo persa, quienes intentaban
de encontrar la forma de que los armenios asumieran toda
su cultura, pero vieron que no iban a poder llegar
a sus propósitos, porque para aquellos, aparte de la cultura,
el mayor impedimento era su fe cristiana. Los persas eran
mazdeístas, adoraban al fuego, el rey Yaztikert II de Persia
ordenó a los armenios renunciar al cristianismo y convertirse al
mazdeísmo, y les promete aliviarlos de los impuestos como premio.
Viendo
las ventajas que tendrían desde el punto de vista político,
alguno príncipes armenios junto con el gobernante nombrado por los
persas, Vasak Siuní, deciden aceptar esta proposición y renegar del
cristianismo, temiendo que ellos no iban a poder enfrentar una
confrontación con los persas. La mayoría de los príncipes y
el pueblo, sin embargo, presienten el peligro de la apostasía
y la probabilidad de perder su identidad armenia.
Como respuesta a
la oferta el cuerpo eclesiástico escribe una carta de rechazo
al Shah de Persia, en donde especifica: “Nuestra deuda y
obligación es someternos y servir al gobierno del Shah; sin
embargo, en los asuntos espirituales, nosotros nos sometemos a Dios.
No servimos a los elementos de la tierra, ni tampoco
adoramos al sol, ni a la luna, ni al viento,
ni al fuego. He aquí que nosotros estamos totalmente en
sus manos, hagan lo que quieran con nosotros. De vuestra
parte sufrimientos, de la nuestra, paciencia. Pero de esta fe
(cristiana) nadie nos puede apartar, ni los ángeles ni los
hombres”.
Ante esta respuesta tan categórica el Shah de Persia envía
un gigantesco ejército hacia armenia, para obligarles por la fuerza
a cambiar de religión. Al mando del ejército y del
pueblo armenio se encuentra Vardan Mamikonian.
Vardan príncipe de la
familia Mamikonian fue hijo de Hamazasp y Dustr, hija de
san Isaac, katholikós (arzobispo) armenio. Fue educado por su santo
abuelo en la piedad y en la fe cristiana, y
especialmente en el conocimiento de la Sagrada Escritura, como testimonia
el historiógrafo Lázaro Parpeci. A su vez como padre de
familia, educó cristianamente a su única hija, Susana, quien con
el tiempo logró ser mártir y santa. No menor fue
su ánimo y la habilidad en el arte militar;
en efecto combatió toda su vida en el ejército persa
sobre el frente oriental, mereciendo el reconocimiento del mismo rey
persa.
«Como narra el historiador Eliseo, en vísperas del enfrentamiento,
a los soldados los exhortaron a defender la fe con
estas palabras: "Quienes creían que el cristianismo era para nosotros
como un vestido, ahora sabrán que no podrán arrebatárnoslo, como
no nos pueden quitar el color de la piel". Se
trata de un testimonio elocuente del valor de esos creyentes:
morir por Cristo significaba para ellos participar en su pasión,
afirmando los derechos de la conciencia. No podía permitirse renegar
de la fe cristiana, que el pueblo consideraba como el
bien supremo. Este valiente soldado y sus compañeros son martirizados
en la batalla de Avarayr (año 451)».1
El clero armenio
también sale al campo de batalla bajo el mando del
katholikós Hovsep. En el transcurso de ésta, se destaca por
su valentía y sus fervientes mensaje patrióticos el sacerdote Ghevond
Ierents, que, después de la batalla, en el 454, fue
llevado a Persia junto con Hovsep y otros eclesiásticos, y
con la orden del Shah, fueron decapitados. Los armenios pierden
la batalla de Vardanants, sin embargo, en las montañas continúan
los enfrentamientos. Finalmente, el Shah persa se da cuenta que
es imposible hacer cambiar de religión en forma violenta a
los armenios.
1 Tomado de la carta apostólica de S.S.
Juan Pablo II por el XVII centenario del bautismo del
pueblo armenio. regresar
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