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Osvaldo de Northumbria, Santo |
Rey y Mártir
Martirologio Romano En el lugar de Maserfield, posteriormente
llamado Oswestria en su honor, en la región de Shropshire,
en Inglaterra, san Osvaldo, mártir. Siendo rey de Northumbria se
hizo ilustre por las armas, pero, más inclinado a la
paz, propagó con decisión la fe cristiana en la región
y, en un combate contra los paganos, fue muerto por
el odio de éstos contra Cristo (642).
Nació, probablemente, en el
año 605. Murió el 5 de agosto de 642. Fue
el segundo de siete hermanos, hijos de Ethelfried, quien era
nieto de Ida, fundador del reino de Northumberland en 547.
Su madre fue Acha, hija de Ella, o Alla, el
cual había capturado Deira y la había separado de Bernicia
del Norte.
Osvaldo pasó su juventud en casa, mientras reinó
su padre, pero cuando, en 617, Ethelfried fue muerto en
batalla a manos de Redwald, Rey de Angles del Oeste,
hubo de huir junto con sus hermanos para recibir protección
de su tío, Edwin, hermano de Acha. Hallaron
refugio en la tierra de los escoceses, en el monasterio
de Columba, en Hii, o Iona. Permanecieron ahí hasta la
muerte de Edwin en la batalla de Heathfield (633). Su
hermano mayor, Eanfrid, retornó entonces para aceptar la corona de
Deira, mientras Osric, primo de Edwin, recibía Bernicia.
De ese
modo el reino quedó dividido de nuevo y ambas partes
recayeron en el paganismo. Osric cayó en batalla al año
siguiente y Eanfried murió a traición a manos del rey
británico, Cadwalla. A consecuencia de ello Osvaldo bajó desde el
norte, y en 635 ya había reunido en torno a
sí a una pequeña banda de decididos guerreros, cerca del
Muro Romano, siete millas al norte de Hexham, que después
vino a ser conocido como Hevenfelt, o Campo Celestial. En
ese sitio, alentado por una visión en la que san
Columba le prometía la victoria mientras cubría su campamento con
su manto, Osvaldo escogió una cruz de madera como su
estandarte- el primer signo cristiano levantado en Bernicia- y combatió
a los británicos, conducidos probablemente por Cadwalla. Los británicos fueron
devastados y de ahí en adelante sólo les quedó defenderse.
La
victoria de Osvaldo reunificó el reino de Northumbria no sólo
porque él lo salvó del vergonzoso yugo de los mercianos
y británicos, sino porque por el lado de su padre
él era descendiente de Ida de Bernicia y, del de
su madre, de la casa real de Ella de Deira.
Ya reunificados, no podía evitarse que Northumbria se constituyera en
la fuerza principal de una confederación en contra de Prenda
de Mercia y de los británicos de Gales. Osvaldo conocía
profundamente los principios de la religión cristiana y si bien
sólo doce de los nobles que volvieron con él del
exilio eran cristianos, lejos de abandonar su fe, su primer
cuidado fue tratar de extenderla entre los bernicianos, confirmando así
con una unión religiosa la unión política llevada a cabo
por Edwin.
Es cierto que Edwin había recibido el bautismo
en 627, por la influencia de su esposa Ethelburga, hermana
del rey de Kent, que había traído del norte a
san Paulino, pero su ejemplo sólo fue seguido por la
gente de Deira. Osvaldo, educado en el monasterio de Columba
en Iona, naturalmente buscó misioneros en el norte. El primer
predicador que llegó tuvo un pronto regreso a casa, habiendo
encontrado que el pueblo de Northumbria era demasiado bárbaro y
terco. Posteriormente fue enviado Aidan, un “varón de mansedumbre singular,
piedad y moderación”, quien estableció la sede episcopal en Lindisfarne
en 635. La celosa colaboración de Osvaldo con el obispo
monje pronto llenó el paisaje de templos y monasterios, y
la iglesia de York, comenzada bajo el reinado de Edwin,
fue llevada a buen fin. Más aún, su admirable humildad
en medio del éxito, su caridad y su piedad pronto
obraron su efecto al hacer que sus súbditos se convirtieran
de Woden a Cristo. Se cuenta que el Rey en
su corte actuaba como intérprete de los misioneros que no
conocían el leguaje de su pueblo.
Fue obra de Osvaldo
el añadir la fuerza moral del cristianismo a la gloria
militar de su padre Ethelfried y a la sabia administración
de Edwin, su tío, y construir un gran reino. Edwin
había logrado reunir toda la raza inglesa en un cuerpo
político y era el señor de todos los reinos ingleses,
excepto el de Kent. Beda el Venerable (III,6) dice que
Osvaldo tuvo mayor dominio que cualquiera de sus antecesores, y
que “atrajo bajo su mando a todas las naciones y
provincias de Bretaña, que estaban divididas en cuatro lenguajes, a
saber, británicos, pictos, escoceses e ingleses”. Tuvo mucha fuerza en
el noreste, hasta Chester y Lancashire, en el sur, y
era reconocido como soberano por el reino galés de Strath
Clyde, igual que por los pictos y escoceses de Dalriada.
Fue el soberano en el este, en Lindsey, y las
palabras de Beda parecen dar a entender que también lo
fue de Mercia, la cual aún era regida por Penda.
Pero esto no parece haber sido sino algo nominal. Los
sajones del oeste en el sur, influenciados por el temor
de Penda, fácilmente reconocieron el señorío de Osvaldo, y su
alianza se vio fortalecida, en 635, por la conversión del
Rey Cynegils, de Wessex, en cuyo bautismo Osvaldo fungió como
padrino, y con cuya hija se casó. Ambos soberanos establecieron,
entonces al obispo Birinus en Dorchester.
Esta vasta soberanía, que se
extendía de norte a sur, y que sólo se veía
interrumpida por el reino de Penda en el centro de
Bretaña, y por el reino de Angles del Este, llevó
a Adamnan de Hii a llamar a Osvaldo “Emperador de
toda Bretaña”. El cristianismo parecía estar formando una red alrededor
del pagano Penda de Mercia. El reino de Angles del
este, que aún era cristiano, pero reconocía a Penda como
señor, era necesario para que Osvaldo pudiera mantener la conexión
entre sus dominios en el norte y sur. La guerra
era inevitable.
En la batalla de Masefeld, que parece haber
acontecido a siete millas de Shrewsbury, “en la frontera de
Gales, cerca de la represa de Offa”, Osvaldo fue asesinado
el 5 de agosto de 642, y así pereció el
“rey más poderoso y cristiano”, en el año octavo de
su reinado y en la flor de su vida. Sus
últimas palabras fueron dirigidas a sus soldados, buscando su bien
espiritual, de donde proviene el proverbio: “Dios salve sus almas,
como dijo Osvaldo al morir”. Penda mutiló su cuerpo y
clavó sus miembros en estacas, donde permanecieron todo un año,
hasta que fueron retirados por Oswy y entregados a los
monjes de Bardney, en Lindsey. En el siglo X algunos
de sus huesos fueron llevados a la iglesia de San
Pedro, en Gloucester, por Ethelred y Ethelfleda de Mercia. Su
cabeza fue retirada del campo de batalla a la iglesia
de San Pedro en la fortaleza real de Bamborough, y
posteriormente trasladada a Lindisfarne donde, por miedo a los daneses,
fue depositada durante un año, 875, en el ataúd de
San Cutberto, el cual fue posteriormente llevado a Durham en
998. La cabeza de Osvaldo estaba en ese ataúd cuando
San Cutberto fue trasladado en 1104, y se cree que
permanecía aún allí al abrirse la tumba en 1828. Su
brazo y manos fueron llevados a Bamborough y probablemente trasladados
posteriormente a Peterborough, y seguían incorruptos en tiempos de Symeon
de Durham, a principios del siglo XII. Reginaldo nos hace
una breve descripción de su apariencia física: brazos largos y
de gran fuerza, ojos de azul brillante, cabello amarillo, rostro
largo y barba delgada, y sus labios pequeños siempre sonreían
amablemente.
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