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Maria de Mattias, Santa |
Fundadora
Martirologio Romano En Roma, santa María de Matías, virgen, que
fundó el Instituto de las Hermanas de la Adoración de
la Preciosísima Sangre del Señor (1866).
Fecha de canonización: Fue canonizada
el 18 de mayo de 2003 por el Papa Juan
Pablo II, día en que además Su Santidad cumplió 83
años de edad.
Nació el 4
de febrero de 1805 en Vallecorsa (Italia) en una familia
acomodada y de profunda fe cristiana. Ya desde niña se
familiarizó con la Sagrada Escritura, y sintió un gran amor
a Jesús, Cordero inmolado por la salvación de la humanidad.
Tuvo especial devoción por la Sangre de Cristo, derramada por
amor a los hombres.
Por las costumbres de la época, vivió
su niñez y adolescencia relativamente aislada, con pocos contactos y
relaciones exteriores. En su interior, sin embargo, buscaba el sentido
de su vida, que esperaba encontrar en un amor sin
confines.
Se encomendó a la Virgen María para que la iluminara
y Dios la hizo experimentar la belleza de su amor,
que se manifestó con plenitud en Cristo crucificado, en Cristo
que derramó su preciosísima sangre por nuestra salvación. Esta experiencia
fue la fuente, la fuerza y la motivación que la
llevó a difundir por doquier el amor misericordioso del Padre
celestial, y el amor de Jesús crucificado.
Estaba convencida de que
la reforma de la sociedad nace del corazón de las
personas y que los hombres se transforman cuando llegan a
comprender cuán valiosos son a los ojos de Dios, cuando
caen en la cuenta del inmenso amor de que han
sido objeto: Jesús dio toda su sangre para rescatarlos.
Cuando
tenía 17 años, san Gaspar del Búfalo predicó en Vallecorsa
una misión popular y María vio cómo se transformaba el
pueblo, con la conversión de muchas personas. En su interior
surgió el deseo de contribuir, como ese santo, a la
transformación espiritual de las personas.
Bajo la guía de un compañero
de san Gaspar, el venerable don Giovanni Merlini, el 4
de marzo de 1834 fundó la congregación de las Religiosas
Adoratrices de la Sangre de Cristo.
Además de promover la educación
de las niñas, reunía a las madres y a las
jóvenes para catequizarlas, para hacer que se enamoraran de Jesús,
impulsándolas a vivir cristianamente, según su estado de vida. Muchos
hombres, a los que no podía hablar, a causa de
las costumbres de la época, acudían espontáneamente a escucharla.
A pesar
de su carácter tímido e introvertido, el celo por la
causa de Cristo la convirtió en una gran predicadora, que
convencía tanto a las personas sencillas como a las cultas,
tanto a los laicos como a los sacerdotes, porque cuando
hablaba de los misterios de la fe daba la impresión
de que había experimentado personalmente esas realidades. Su gran deseo
era que no se perdiera ni siquiera una gota de
la Sangre de Cristo, sino que llegara a todos los
pecadores para purificarlos y para que, lavados en aquel río
de misericordia, volvieran al buen camino.
Este celo arrastró a muchas
jóvenes. Así, pudo fundar cerca de setenta casas religiosas, principalmente
en Italia, pero también en Alemania e Inglaterra. Casi todas
sus casas se abrían en pequeñas aldeas abandonadas del centro
de Italia, a excepción de Roma, a donde fue llamada
por el Papa Pío IX para dirigir el Hospicio de
San Luis y una escuela en Civitavecchia.
Vivió toda su vida
con el único deseo de agradar a Jesús, que le
había robado el corazón desde su juventud, y con el
compromiso gozoso de difundir al máximo el conocimiento del amor
de Dios por la humanidad. Para ello no escatimó esfuerzos,
ni se dejó abatir por las dificultades. Siempre actuó en
profunda comunión con la Iglesia universal y particular, y por
amor a ella.
Murió en Roma el 20 de agosto de
1866. Fue beatificada por el Papa Pío XII el 1
de octubre de 1950.
El 20 de agosto se recuerda el
nacimiento al cielo de Santo Domingo Savio, siendo el 4
de marzo la fecha fijada para la celebración litúrgica de
su fiesta.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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