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Jordán de Pisa, Beato |
Presbítero Dominico
Martirologio Romano: En Piacenza, en la Emilia, beato Jordán
de Pisa, presbítero de la Orden de Predicadores, que en
lenguaje popular expuso al pueblo la más alta doctrina con
la máxima sencillez (c. 1311).
Fecha de beatificación: Su culto fue
confirmado en 1833.
Jordán de Pisa
ha pasado a la historia como uno de los creadores
del italiano moderno.
Era un predicador de gran elocuencia y
saber, contemporáneo de Dante y uno de los primeros en
usar el dialecto toscano en vez del latín. Su contribución
al enriquecimiento y consolidación del italiano hablado puede compararse con
la de Dante y Petrarca respecto del italiano escrito.
No
sabemos nada sobre el nacimiento y los primeros años del
beato. De un pasaje de sus sermones parece desprenderse que,
en 1276, se hallaba estudiando en París. "Imaginad a un
hombre -dijo-, que se haya ganado el favor del rey
de Francia. ¿No recibirá acaso grandes honores? Yo tuve la
ocasión de ver, con mis propios ojos, a un hombre
así, a un hombre de humilde origen que había llegado
a ganarse el favor del rey. Toda la corte y
los barones se inclinaban ante él y le honraban desmensuradamente,
sólo porque era amigo del rey." Esta frase se refiere
ciertamente a Pedro de la Brosse, barbero y cirujano de
San Luis de Francia, que fue más tarde íntimo amigo
de su hijo, el rey Felipe.
El primer dato cierto
que poseemos sobre Jordán es que tomó el hábito de
Santo Domingo, en Pisa, en 1280 y que más tarde
fue a la Universidad de París a completar sus estudios.
El
capítulo de la Orden de Santo Domingo, que tuvo lugar
en Rietti en 1305, le nombró profesor en Florencia. Durante
los tres años que desempeñó ese cargo, el alto nivel
de su enseñanza hizo famoso en toda Italia el convento
de Santa María Novella. Puesto que pertenecía a la Orden
de Predicadores Jordán encontraba tiempo para predicar e impartir la
enseñanza.
Pronto se convirtió en uno de los más grandes
oradores de su época; en ocasiones llegó a predicar cincuenta
veces al día. A veces empezaba a predicar sobre un
tema, por la mañana, en una iglesia y continuaba a
mediodía en otra, para terminar por la noche en una
tercera iglesia. Los florentinos le seguían de una a otra,
ávidos de escucharle. Muchos de sus oyentes tomaban notas, algunas
de las cuales han llegado hasta nosotros y constituyen verdaderos
tesoros lingüísticos. La predicación del beato era tan sencilla como
avasalladora: hablaba de Cristo crucificado e ilustraba la doctrina con
ejemplos tomados de la Sagrada Escritura y de las vidas
de los santos.
Con frecuencia se refería a la necesidad
e importancia de la predicación y del valor de la
obra de Santo Domingo, antes del cual, según las palabras
del beato, "apenas si había escuelas de Teología; en cambio,
ahora abundan en toda la Cristiandad y todas las comunidades
importantes tienen su propia cátedra, lo cual es muy útil.
Antes de Santo Domingo, sólo los obispos predicaban la Palabra
de Dios; éste era su oficio distintivo; los sacerdotes, los
monjes y los ermitaños sólo predicaban con el ejemplo".
El
efecto de la predicación del beato, sobre todo en Florencia,
fue extraordinario y elevó el nivel de la moral en
la ciudad. Jordán trataba de asegurar la perseverancia de sus
penitentes, aconsejándoles, como principales medios, la asistencia diaria a la
misa, el uso frecuente de los sacramentos, las oraciones de
la mañana y de la noche, el recuerdo de la
presencia de Dios, la lectura espiritual y la meditación sobre
la vanidad de este mundo y la eternidad del venidero.
El beato acababa exhausto, después de dos o tres horas
de predicación; su discípulo Ventura, que más tarde sería conocido
con el nombre de Beato Silvestre de Valdevise, le esperaba,
algunas veces, al pie de la escalera del púlpito para
darle un poco de vino. Ambos siervos de Dios eran
muy amigos y Ventura ingresó, algo más tarde, como hermano
lego en el convento de los camaldulenses de Florencia. Muchos
otros penitentes de Jordán llegaron también a ser famosos por
su santidad. La crónica del convento de Santo Domingo de
Pisa afirma que el beato conocía de memoria "el breviario,
el misal, la mayor parte de la Biblia con las
notas marginales, la segunda parte de la Suma de Santo
Tomás y muchos otros libros. La Cofradía del Divino Redentor,
una de las que el beato fundó en Pisa, conserva
todavía las constituciones primitivas. En 1311, Jordán fue profesor de
Teología del convento de San Jacques, en París; pero en
el camino le sorprendió una enfermedad de la que murió
en Piacenza.
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