domingo 05 Agosto 2012
Decimooctavo Domingo del tiempo ordinario
Dedicación de la Basílica de Santa María
Santa Afra Augsburgo
Leer el comentario del Evangelio por
Beata Teresa de
Calcuta : “Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, nunca más tendrá
hambre”
Lecturas
Exodo 16,2-4.12-15.
En el desierto,
los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón.
"Ojalá el
Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos
delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes
nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea".
Entonces el Señor dijo a Moisés: "Yo haré caer pan para ustedes desde lo
alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así
los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley.
"Yo
escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos:
"A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán
de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios".
Efectivamente,
aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el
campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él.
Cuando esta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una
cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra.
Al verla,
los israelitas se preguntaron unos a otros: "¿Qué es esto?". Porque no sabían
lo que era. Entonces Moisés les explicó: "Este es el pan que el Señor les ha
dado como alimento.
Salmo 78(77),3.4bc.23-24.25.54.
Lo que hemos
oído y aprendido,
lo que nos contaron nuestros padres,
no queremos ocultarlo a
nuestros hijos,
lo narraremos a la próxima generación:
son las glorias del Señor y su poder,
las maravillas que él realizó.
Entonces mandó a las
nubes en lo alto
y abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos el
maná,
les dio como alimento un trigo celestial;
todos comieron un pan de
ángeles,
les dio comida hasta saciarlos.
Los llevó hasta su Tierra
santa,
hasta la Montaña que adquirió con su mano.
San Pablo a
los Efesios 4,17.20-24.
Les digo y les
recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan
llevar por la frivolidad de sus pensamientos
Pero no es eso lo que
ustedes aprendieron de Cristo,
si es que de veras oyeron predicar de él
y fueron enseñados según la verdad que reside en Jesús.
De él
aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del
hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia,
para renovarse en lo más íntimo de su espíritu
y revestirse del
hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera
santidad.
Juan 6,24-35.
Cuando la
multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron
a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en
la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".
Jesús les
respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino
porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento
perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el
Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".
Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".
Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que
él ha enviado".
Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que
veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
Nuestros padres comieron el
maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado
del cielo".
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les
dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
porque
el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".
Ellos
le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les respondió: "Yo
soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí
jamás tendrá sed.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de
Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de
la Caridad
La Palabra para ser hablada, cap. 6 (trad. Jesús, aquel al
que invocamos, p. 85)
“Yo soy el pan de vida. El que venga a mí,
nunca más tendrá hambre”
En las Escrituras, se cuestiona la
ternura de Dios por el mundo, y
leemos que "Dios amó tanto al mundo, que
le entregó a su Hijo" Jesús (Jn
3,16) para que sea como nosotros, y nos
anuncie la buena noticia de que
Dios es amor, que Dios os ama y me ama.
Dios quiere que nos amemos unos
otros, como él nos ha amado (cf Jn
13,34). Todos nosotros sabemos,
mirando la cruz, hasta qué punto
Jesús nos ha amado. Cuando miramos la
Eucaristía, sabemos cuánto nos ama
ahora. Por eso, él mismo se hizo "pan de
vida" con el fin de satisfacer
nuestra hambre con su amor, y luego, como si
esto no fuera suficiente
para él, se convirtió él mismo en hambriento, en
indigente, en
desalojado, con el fin de que vosotros y yo, pudiéramos
satisfacer su
hambre con nuestro amor humano. Porque para esto hemos sido
creados, para
amar y ser amados.
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