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sábado, 14 de julio de 2012

Aceptar la voluntad del Señor


Hay veces en que es muy duro aceptar la voluntad del Señor. Y si se carece de vida espiritual, necesariamente nace la sublevación, ante la pérdida de un ser querido más si se trata de un hijo pequeño, el dolor es aún mayor. Siempre nos duele aún más, la tragedia cuando en ella están involucrados, niños pequeños. Esta historia que viene a continuación, tiene una parte triste y otra consoladora que nos lleva a reflexionar sobre la conformidad con la divina voluntad. Aunque haya momentos o épocas en que no lo comprendamos, Dios nos ama y siempre nos envía o permite que nos suceda, aunque no lo comprendamos, lo mejor mirando el bien para el futuro de nuestras almas.

             La historia que transcribo a continuación, aunque puede tener visos de realidad, personalmente dudo que lo sea. Pero si no es real, al menos es una bonita composición literaria que a nadie molesta.

            Ella dio un salto tan pronto vio al cirujano salir de la sala de operaciones y fue hacia él preguntándole: ¿Cómo está mi pequeño? ¿Estará bien? ¿Cuando lo puedo ver?
            El cirujano le dijo: Lo siento. Hicimos lo que pudimos, pero él no pudo. Se nos fue.
Carmen dijo, ¿Por qué a los niños les puede dar un cáncer? ¿Será que Dios no los cuida? ¿Dónde estabas, Dios, cuando mi niño te necesitaba?
            El cirujano le preguntó: ¿Le gustaría estar un poco de tiempo a solas con su hijo? Una de las enfermeras estará afuera en un momento, antes de que lleven al niño a la Universidad.
Carmen preguntó a la enfermera si podía quedarse con ella mientras se despedía de su pequeño. Ella pasó sus dedos amorosamente a través del cabello rizado y rojizo del niño. ¿Le gustaría conservar un mechón de su cabello? Le preguntó la enfermera. Carmen asintió. La enfermera cortó un mechón de cabello, y lo colocó en una bolsa de plástico, entregándosela a Carmen.
            Carmen comentó en voz alta: Fue idea de Jimmy donar su cuerpo a la Universidad para su estudio. Él dijo que podía ayudar a otros. Primero le dije que no, pero Jimmy dijo: Mamá, no lo voy a usar más cuando me muera. Tal vez pueda ayudar a otro niño a pasar un día más con su mamá. Mi Jimmy tenía un corazón de oro. Siempre pensando en los demás. Siempre queriendo ayudar a los demás si podía.
            Carmen caminó afuera del Hospital por última vez, después de haber pasado la mayoría de los últimos seis meses allí. Colocó las pertenencias de Jimmy en el asiento del pasajero. El conducir al hogar fue difícil. Y más difícil entrar a la casa vacía.
            Cuando llegó, cogió las pertenencias de Jimmy, y la bolsa de plástico con su cabello, hasta la habitación de su hijo. Comenzó a colocar los carritos y las otras cosas personales de vuelta en el lugar exactamente donde él las tenía en su cuarto.
            Ella se dejó caer sobre su cama y abrazando su almohada, lloró hasta quedar dormida.
Era alrededor de la medianoche cuando despertó. Y colocada al lado de ella en la cama había una carta.

            La carta decía:           Querida Mamá. Sé que me vas a echar de menos; pero no pienses que yo te olvidaré, o dejaré de amarte, sólo no estaré físicamente alrededor tuyo para decirte: Te Amo.
Yo siempre te amaré, mamá, aún más cada día. Algún día nos volveremos a encontrar. Mientras tanto, si quieres, adopta otro niño y así no estarás tan sola, eso me gustará a mí. El podrá usar mi cuarto y mis viejos juguetes. Pero, si decides adoptar una niña, a ella probablemente no le gustará jugar con las cosas de niños.
            Tendrás que comprarle muñecas y cosas de niña, ya sabes. No estés triste pensando en mí. Éste es un lugar realmente maravilloso. La abuela y el abuelo me reconocieron tan pronto llegué aquí y me mostraron todo el lugar, pero tomará un largo tiempo verlo todo. Los ángeles son extraordinarios. Me encanta verlos volar. … y ¿sabes? Jesús no se parece a ninguna de las fotos que pintan de él. Aun así tan pronto lo vi, lo reconocí, sabía que era Él. Jesús mismo me llevó a conocer a Dios. ¿Y sabes qué mamá? Dios me sentó en su rodilla y habló conmigo, como si yo fuera alguien importante…! Ahí fue, cuando le dije que yo quería escribirte una carta para despedirme de tí y decirte cómo me siento ahora. Pero yo creía que no se permitía. Pero, ¿sabes qué mamá? Dios me dio papel y su pluma personal para que yo te escribiera esta carta. Creo que Gabriel es el nombre del ángel que te llevó esta carta. Dios me dijo que te contestara una de las preguntas que le hiciste. ¿Dónde estaba Él cuando yo lo necesitaba?
Dios me dijo que estaba en el mismo lugar conmigo, como cuando Su hijo Jesús estaba en la cruz.
Él estaba justo ahí, según está siempre con todas sus pequeñas criaturas. Pero de todos modos, Mamá, nadie más puede ver lo que te he escrito. Sólo tú... Para todos los demás, esto es sólo un pedazo de papel en blanco. ¿No es fantástico? Tengo que devolverle la pluma a Dios ahora. Él la necesita para escribir más nombres en el Libro de la Vida.
            Esta noche voy a sentarme a la mesa con Dios para comer. Estoy seguro que la comida será fantástica. ¡Oh, olvidé decirte...! Ya no me duele nada. Ya no siento ningún dolor. El cáncer se fue. Estoy feliz porque puedo estar de pie y correr, sin sentir más dolor y así Dios no me ve angustiado y adolorido.
Por eso Él envió el ángel de la misericordia vino a rescatarme... El Ángel dijo que era una entrega especial.
            Firmado con el amor de Dios, Jesús y yo... 

            Nada puedo comentar, la historia habla por si sola. Si hay alguien al que esta historia no le diga nada, o le deja indiferente, debe preocuparse seriamente por su futuro fuera de este mundo.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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