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jueves, 21 de junio de 2012

Tomás Moro, Santo


Mártir inglés, patrono de los gobernantes y los políticos, Junio 22
 
Tomás Moro, Santo
Tomás Moro, Santo

Mártir inglés
Patrono de los gobernantes y los políticos

Tomás Moro nació el año 1477, y completó sus estudios en Oxford; se casó y tuvo un hijo y tres hijas.

Ocupó el cargo de Canciller del reino. Intimo compañero y amigo personal del rey Enrique VIII, abogado distinguido, notable humanista de gran cultura, amigo de Erasmo, cariñoso padre de familia, caballero simpático por su buen humor y, además católico fevoroso.

Cuando vió que era incompatible con su religión el juramento de sumisión a Enrique como cabeza de la Iglesia en Inglaterra, presentó du dimisión, intentando vivir una vida tranquila con su familia, sin más complicaciones. Pero fue apresado y metido en la Torre de Londres.

A todos los esfuerzos de sus amigos para convencerle de que debía prestar su juramento contestó sencillamente que no podía reconciliarlo con su conciencia.

Cuando su propia mujer le insiste a hacerlo por lo que ella juzgaba que era bien para su casa, le contestó: «¿Cuántos años crees que podría vivir en mi casa?» «Por lo menos veinte, porque no eres viejo», le dijo ella. «Muy mala ganga, puesto que quieres que cambie por veinte años toda la eternidad».

Escribió varias obras sobre el arte de gobernar y en defensa de la religión.

Junto con Juan Fisher se opuso al rey Enrique VIII en la cuestión de su pretendida anulación de matrimonio, fue decapitado el año 1535: Juan Fisher el día 22 de Junio, Tomás Moro el día 6 de Julio, después de quince meses de cárcel donde escribió «Diálogo en tiempo de tribulación». El obispo Juan Fisher, mientras estaba en la cárcel, fue designado cardenal por el Papa Pablo III.

Claro, la fe no es sólo una cuestión de cabeza, de saber, quiero de decir de instrucción o de conocimiento; implica a toda la persona creyente y la lleva a determinaciones prácticas que, en ocasiones «límite», se resuelven con la entrega de la vida.
 
 
Santo Tomás Moro (More)
Mártir, canciller del rey inglés Enrique VIII.
Patrono de los gobernantes y los políticos.
Nace: 1478, muere 1535.
Fiesta: 22 de junio, junto con san Juan Fisher
                INDICEBiografíaAlgunos pensamientos Reflexiones sobre el santoPapa lo declara patrono de gobernantes y políticosOración
Ver también: El Católico y la política 
          
"El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral"
"El Buen servidor del rey,
pero primero Dios" 

 


Me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza,        

 Carta escrita a su hija desde la cárcel
ORACION DESANTO TOMÁS MORO
Dios Glorioso, dame gracia para enmendar mi vida y tener presente mi fin sin eludir la muerte, pues para quienes mueren en Ti, buen Señor, la muerte es la puerta a una vida de riqueza.

Y dame, buen Señor, una mente humilde, modesta, calma, pacífica, paciente, caritativa, amable, tierna y compasiva en todas mis obras, en todas mis palabras y en todos mis pensamientos, para tener el sabor de tu santo y bendito espíritu.

Dame buen Señor, una fe plena, una esperanza firme y una caridad ferviente, un amor a Ti, muy por encima de mi amor por mí.

Dame, buen Señor, el deseo de estar contigo, de no evitar las calamidades de este mundo, no tanto por alcanzar las alegrías del cielo como simplemente por amor a Ti.

Y dame, buen Señor, Tu amor y Tu favor; que mi amor a TI, por grande que pueda ser, no podría merecerlo si no fuera por tu gran bondad. Buen Señor, dame Tu gracia para trabajar por estas cosas que te pido.


**************
La despedida
de Tomás Moro a su hija
Margarita,
escrita en la cárcel poco antes de su martirio
"Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mi, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor".
"Aunque estoy convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi vida pasada es tal que merecería que Dios me
abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santísima me
ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las
ganancias y la misma vida, antes de prestar juramento en
contra de mi conciencia".

BIOGRAFÍA
Santo Tomás Moro nació en Londres en 1477. Recibió una excelente educación clásica, graduándose de la Universidad de Oxford en abogacía. Su carrera en leyes lo llevó al parlamento. En 1505 se casó con su querida Jane Colt con quien tuvo un hijo y tres hijas. Jane muere joven y Tomás contrae nuevamente nupcias con una viuda, Alice Middleton. 
Hombre de gran sabiduría, reformador, amigo de varios obispos.  
En 1516 escribió su famoso libro "Utopía". Atrajo la atención del rey Enrique VIII quién lo nombró a varios importantes puestos y finalmente "Lord Chancellor", canciller, en 1529.  En el culmen de su carrera Tomás renunció, en 1532, cuando el rey Enrique persistía en repudiar a su esposa para casarse, para lo cual el rey se disponía a romper la unidad de la Iglesia y formar la iglesia anglicana bajo su autoridad.  
Santo Tomás pasó el resto de su vida escribiendo sobre todo en defensa de la Iglesia. En 1534, con su buen amigo el obispo y santo Juan Fisher, rehusó rendir obediencia al rey como cabeza de la iglesia. Estaba dispuesto a obedecer al rey dentro de su campo de autoridad que es lo civil pero no aceptaba su usurpación de la autoridad sobre la Iglesia. Tomás y el obispo Fisher se ayudaron mutuamente a mantenerse fieles a Cristo en un momento en que la gran mayoría cedía ante la presión del rey por miedo a perder sus vidas. Ellos demostraron lo que es ser de verdad discípulos de Cristo y el significado de la verdadera amistad.  Ambos pagaron el máximo precio ya que fueron encerrados en La Torre de Londres. Catorce meses mas tarde, nueve días después de la ejecución de San Juan Fisher, Sto. Tomás fue juzgado y condenado como traidor. El dijo a la corte que no podía ir en contra de su conciencia y decía a los jueces que "podamos después en el cielo felizmente todos reunirnos para la salvación eterna"
Ya en el andamio para la ejecución, Santo Tomás le dijo a la gente allí congregada que el moría como "El buen servidor del rey, pero primero Dios" ("the King's good servant-but God's first"). Nos recuerda las palabras de Jesús: "Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios."  Fue decapitado el 6 de julio de 1535. Su fiesta es el 22 de junio.
Qué gran modelo es Santo Tomás Moro para todos, en especial para los políticos, gobernantes y abogados.  Pidámosle que su valentía les inspire para mantenerse firmes e íntegros en la verdad sin guardar odios ni venganzas.

PENSAMIENTOS DE STO. TOMAS MORO
"Si me distraigo, la Eucaristía me ayuda a recogerme. Si se ofrecen cada día oportunidades para ofender a mi Dios, me armo cada día para el combate con la recepción de la Eucaristía. Si necesito una luz especial y prudencia para desempeñar mis pesadas obligaciones, me acerco a mi Señor y busco Su consejo y luz" 1
"Estas cosas, buen Señor, por las que rezamos, danos la gracia de trabajarlas" 2 
"Es mas breve y rápido escribir herejías que responder a ellas" 3
NOTAS
1 "If I am distracted, Holy Communion helps me become recollected. If opportunities are offered by each day to offend my God, I arm myself anew each day for the combat by reception of the Eucharist. If I am in need of special light and prudence in order to discharge my burdensome duties, I draw nigh to my Savior and seek counsel and light from Him." --Saint Thomas More
2 "These things, good Lord, that we pray for, give us Thy grace to labor for." --Saint Thomas More.
3 "It is a shorter thing and sooner done, to write heresies, than to answer them." --Saint Thomas More.


Una imagen de Sto. Tomas More en la iglesia anglicana
Por primera vez en la historia, junio 2002, han puesto una imagen del mártir en una iglesia anglicana. Es verdaderamente "Un hombre para todas las épocas" (A Man for All Seasons), tal como se titula la película sobre su vida.
El artista es obra de Holbein, artista de la corte inglesa. Fue desvelado por el príncipe de Wales en un acto reconciliación.  

Sobre sus escritos:-por Esteban Kriskovich (Director Instituto Tomás Moro. Universidad Católica. Asunción-Paraguay)
En los catorce meses de prisión (17 de abril de 1534 a 6 de julio de 1535), escribió varios cientos de hojas que forman uno de los más conmovedores testimonios de la fidelidad de un ser humano a su conciencia, a la verdad y a sus principios.
Además de una numerosa correspondencia, que parcialmente se ha podido rescatar, y unas cuantas conmovedoras oraciones encontradas en su libro de las horas, y una "Instrucción para recibir el cuerpo de Cristo", ha escrito dos obras impresionantes:
1) "Un diálogo de la fortaleza contra la tribulación", en el cual dos personajes Antonio y Vicente, uno anciano y el otro joven, dialogan ante una eminente invasión turca de los peligros y adversidades que han debido sobrellevar los cristianos perseguidos por su fe dentro y fuera de Inglaterra.
2) "La agonía de Cristo", obra inconclusa que parece habérsele arrancado de las manos justo cuando estaba en el capítulo de la aprehensión de Cristo luego de la agonía en el huerto de los olivos. Su última expresión referida a la captura de Cristo en el huerto fue "...echaron mano sobre Jesús".
La imitación a Jesucristo es la plenitud del hombre, y el amor del cristiano. Como muy bien lo dice Alvaro de Silva, Moro escribió este libro con lucidez, afecto y ternura, pero sin ningún sentimentalismo. El cristiano ha de seguir los pasos de Cristo hasta el final, empujado por el amor y la belleza de Cristo. El Calvario es una montaña, no un hoyo oscuro. También la Cruz erguida es un desafío a la ley de la gravedad[3].
Sobre ella quiero referirme explícitamente, porque creo que en algunas páginas existe algo que luego de casi dos mil años, de casi quinientos años, permanece actual.Moro hizo de la pasión de Cristo, y de manera dramática, el centro de su contemplación durante su encarcelamiento en la Torre de Londres y todo el proceso. Para fortalecerse, Moro se ensimisma en Cristo, y sigue los pasos de Cristo en su agonía, encarcelamiento, proceso, pasión y muerte[4].
Y en un capítulo[5], que es el que quería recordar, reflexiona el hecho de que los Apóstoles, en el huerto de los olivos, duermen mientras el traidor conspira, y Cristo les llama tres veces seguidas y ellos se vuelven a dormir, tal vez por cansancio, tal vez por pereza, tal vez por dolor, pueden existir miles de explicaciones, lo cierto es que se duermen mientras Cristo los necesita. ¡Velad y orad!, les repite y ellos se vuelven ha dormir. Estado de somnolencia. ¿No es este contraste entre el traidor y los apóstoles como un espejo, y no menos clara que triste y terrible, de lo que ocurre tantas veces a través de los siglos, desde aquellos tiempos hasta nuestros días?. La somnolencia. Con razón dice Cristo que los hijos de las tinieblas son mucho más astutos que los hijos de la luz. Y nosotros, ¿estamos despiertos mientras otros maquinan?; ¿estamos despiertos en nuestras universidades fomentando una cultura de la vida humanizadora, mientras otras universidades pueden estar produciendo tesis deshumanizante?, ¿estamos despiertos mientras nuestras leyes atentan contra la vida y la dignidad humana?, ¿estamos despiertos mientras crean nuevos términos y manipulan conceptos y el lenguaje?, legisladores, filósofos, educadores, periodistas, estudiantes, juristas, jueces, médicos, pastores, intelectuales, religiosos, hombres de gobierno, padres de familia, familias enteras, pueblo amante de lo verdadero, ¿estamos acaso despiertos?.
En todos sus últimos escritos se puede notar que Tomás Moro está prácticamente solo. Si no fuera por la comprensión incluso forzada de su hija Margaret estaría completamente solo. Pero "solo" en el convencimiento de su participación en la verdad y la certeza de la comunión en esa verdad con todos los santos. El excanciller es un hombre solo, pero ¿no es la libertad original y auténtica precisamente estar solo el hombre delante de su Dios?[6].
No se encuentra en los escritos de Moro ningún fenómeno que ocurrió a otros santos como apariciones, voces celestiales, milagros ni arrebatos místicos. Moro persevera anclado firmemente en la claridad de su conciencia cristiana frente a todo lo que tiene por delante. Sólo cuenta con su fe y su razón, su libertad anclada en el amor a Cristo y a la Iglesia. Ha formado su conciencia durante largo tiempo. Con estudio y reflexión. Su convicción es tan honda y tan pura que no tiene necesidad de juzgar, despreciar o condenar a los demás. Ni disminuye su amor y respeto al Rey que le envía a la muerte, ni su lealtad al país que tanto ama. Pero su amor a Cristo y a la Iglesia es mayor, y fundado en la clara razón, en la verdad[7]. Por esto murió, no tanto por un principio o idea o tradición, ni siquiera doctrina, sino por una persona, por Cristo. No por un amor a Cristo en abstracto, sino a su Iglesia y a la verdad revelada en ella, en su caso la aceptación y defensa de la supremacía espiritual del Romano Pontífice, la "roca". Moro amaba a Cristo y comprendió que negar aquella verdad o punto doctrinal equivalía a renegar de Cristo.
Moro dentro de su silencio escogió y valoró cada palabra para fabricar una de las protestas más apasionadas y al mismo tiempo serenas a favor de la libertad del espíritu humano, iluminado por la verdad. El cristiano puede vivir sin muchas cosas, pero no puede vivir sin libertad. Su pasión por la verdad debe necesariamente ir unida a su pasión por la libertad. Moro ingresó en la Torre por seguir la verdad de su conciencia. No se adhirió al juramento porque repugnaba su conciencia cristiana. Hacerlo le hubiera llevado a perder su libertad auténtica, con mayúsculas, adherida a la verdad, y por consiguiente a perderse a sí mismo para adherirse a la auténtica libertad. Sin esa libertad original del Espíritu, las demás libertades pueden ser cadenas, aunque produzcan admiración y muy hermosas parezcan. Esto es lo que Moro tiene presente al hablar en algunas cartas del "respeto a su alma".Hablar de conciencia individual y de inalienable libertad, no significa de ningún modo que esté permitido tomar caprichosamente cualquier decisión, sino más bien, la aptitud y obligación de buscar la verdad en cualquier asunto, según los medios de que se disponga. Y por eso fue al suplicio sin hacer concesiones, cuando le hubiera bastado aceptar un compromiso equívoco, que todo el mundo esperaba de él, para hallarse de nuevo en el ocio con dignidad[8], o en la mentira con una supuesta dignidad.
La auténtica libertad es la fuente de la alegría: "La claridad de mi conciencia hizo que mi corazón brincara de alegría", escribió a su hija Margaret, en los últimos meses de vida. Y esto hacía que el santo, pueda perdonar, rezar por sus enemigos, y aún en esos momentos difíciles y dolorosos, incluso en el cadalso, con el buen humor, fruto de la alegría de pertenecer a Cristo, antes que al propio interés o a los intereses de Estado.Un contemporáneo de Moro, Nicolas Maquiavelo, escribió: "Amo a mi ciudad más que a mi propia alma". En esta exclamación la trascendencia se borra, el espíritu se aplaca, la conveniencia está por encima de la verdad, y el ser de las cosas se manipula causando incalculables perjuicios. Las consecuencias las conocemos mejor nosotros y mucho más trágicamente que Maquiavelo.[9]
Como decía Chesterton, "dentro de la Iglesia uno tiene que quitarse el sombrero, pero no la cabeza". No luchaba Moro obstinado en su concepción personal ni subjetiva sino en defensa y amor a la verdad. No aspiraba a "salirse con la suya", sino "con la de Dios". Moro murió por una verdad que en su época había sido puesta en peligro. Moro era un intelectual de primera línea, figura cumbre del humanismo renacentista europeo. Tomás Moro estudió la cuestión con objetividad y se aseguró concienzudamente en la verdad. Su conciencia estaba bien formada, su fe era razonable y su contenido había conocido largas horas de reflexión y de estudio. No murió por defender una simple opinión de su cabeza ni por un capricho de su conciencia, sino por salvaguardar la conciencia en la verdad objetiva revelada. Se opuso a una ley dictada al antojo por intereses del momento. Se le cortó la cabeza porque ella era lo que sus enemigos no pudieron conquistar en él[10], y necesitaron de un traidor que con perjurio lo acuse infamemente. Parecería que la verdad venció sobre la mentira, pero ¿ha sido así?. Veritas magna et prevalet. La verdad es grande y prevalece (San Agustín)[11]. Su testimonio aún sigue hasta nuestros días y nos compromete. El peso de su carácter, de su energía viril, de su honestidad, de su formación jurídica y sus quince meses en prisión es abrumador en lo que respecta a sus razones en defensa de la verdad, de lo que las cosas son realmente, del bien, de la justicia. Había mantenido con su inteligencia y prestigio humanista, con la tinta de su pluma, la fe de siempre muchos años antes de librar la última batalla con la sangre de su cabeza[12].
En un bote antes de ser apresado, hablando con su yerno William Ropper sobre la posibilidad de perder su libertad, Moro le manifestó: "La batalla está ganada". La batalla está ganada, existen muchas interpretaciones de esta expresión: la batalla de Moro consigo mismo, la batalla frente a la tentación, la batalla contra los temores, la batalla del bien contra el mal, la batalla de la verdad contra la mentira, la batalla de la muerte contra la vida, la batalla que ya Cristo ganó por nosotros.
La batalla está ganada, pero no abandonemos la lucha. Estamos llamados a ser notables soldados de Cristo, sobre todo para que no hayan más víctimas inocentes del relativismo en lo concreto. Si Dios no existe, ya todo está permitido –decía Dostoievsky-. Debemos prepararnos para ello siempre, para anunciar el esplendor de la verdad en nuestro mundo, hasta las últimas consecuencias.
Para terminar, quisiera repetir algunas frases de la entrevista sobre Tomás Moro a Oscar Luigi Scalfaro, expresidente de Italia: "Para ser buenos políticos hay que ser, ante todo, personas íntegras y formadas; formadas especialmente en la vivencia según los valores cristianos. De este modo pueden ser fuertes interiormente para poder resistir a las tentaciones del poder. Fuertes con la gracia de Dios, que conquista y que se mantiene con la oración y los sacramentos. Cuando Moro tenía entre manos algún asunto importante o grave, iba a la Iglesia, se confesaba, asistía a Misa y recibía la Comunión[13]. Reconocía que el poder era un don que venía de lo alto. El poder por el poder es diabólico; es el pecado de soberbia; es, sobre todo, pensar en sí, en la propia carrera, en el propio interés. ¡Lo opuesto al servicio de la comunidad! La formación de la persona forma parte de los derechos y deberes naturales de la familia, es decir, de los padres. Ahora bien, también es un deber primario de la Iglesia, que es madre y maestra, y tiene la tarea formar integralmente a sus propios hijos. La responsabilidad de la Iglesia en este campo es grande: ¿quién mejor que la Iglesia puede hacer sentir al cristiano que, como ciudadano, no se puede quedar en casa durmiendo, que el bien común depende de cada uno y que el sacrificio por la comunidad es un deber de justicia?. El desafío es grande y necesita personas y sobre todo jóvenes dispuestos a vivir la política como una misión, dispuestos a seguir los grandes ideales del Evangelio, con generosidad y afrontando todo riesgo.
"Simón, tú duermes?" Pedro y los demás lo amaban con locura pero estaban en un estado de somnolencia. "Simón, tu duermes?", pongamos en lugar de Simón allí nuestro nombre y ensimismémonos con esta pregunta de Cristo. Permanezcamos despiertos.
Estas Jornadas para muchos en su historia puede marcar un hito muy importante. No es casual que nos hallamos encontrado. Dios suele llamar con una sutileza muy especial. Tal vez este llamado se haya dado con la invitación a participar de estas Jornadas. El compromiso es personal. Es personal. La tarea de la iluminación de la inteligencia no es fácil pero es necesaria y apasionante. No estamos solos, aunque aparentemente lo sintamos así, porque de hecho estamos llamados en tiempos difíciles.
La batalla está ganada, pero la lucha continúa. Todos estamos llamados para este desafío, aunque nos encontremos aparentemente solos contra el poder, Dios Padre nos protege, Dios Hijo Jesucristo nos acompaña, y Dios Espíritu Santo, nos ilumina con su gracia, y además tenemos la compañía de todos los santos. El mundo está hambriento de una respuesta política auténtica, humana, Dios por algo nos hizo nacer en este tiempo y en esta tierra. Respondamos a su llamado. Muchas gracias.
[3] Cartas desde la Torre, Introducción, Pág. 16.
[4] Un hombre solo. Cartas desde la Torre. Rialp. Madrid. 1990. Pág. 148.
[5] La Agonía de Cristo. Rialp. Madrid. 1997. Pág. 76
[6] Idem. Päg. 21
[7] Idem, 22
[8] Louis Brouyer. "Tomás Moro. Humanista y mártir". Encuentro. Madrid. Pág. 88.
[9] Carta de Maquiavelo a Francesco Vettoni el 16 de abril de 1527.
[10] La agonía de Cristo. Introducción de Álvaro de Silva. Pág. xxvi.
[11] Louis Bouyer. "Tomás Moro. Humanista y Martir". Encuentro. Madrid. Pág. 91.
[12] La agonía de Cristo. Idem. Pág. xxiv.
[13] Cartas desde la Torre. Pág. 145.


Carta del Santo Padre Juan Pablo II
declarando a Sto. Tomás Moro patrono de los gobernantes y políticos.
31 Oct 2000, «motu proprio».

1. De la vida y del martirio de santo Tomás Moro brota un mensaje que a través de los siglos habla a los hombres de todos los tiempos de la inalienable dignidad de la conciencia, la cual, como recuerda el Concilio Vaticano II, «es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella» (Gaudium et spes, 16). Cuando el hombre y la mujer escuchan la llamada de la verdad, entonces la conciencia orienta con seguridad sus actos hacia el bien. Precisamente por el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral. Y también fuera de la Iglesia, especialmente entre los que están llamados a dirigir los destinos de los pueblos, su figura es reconocida como fuente de inspiración para una política que tenga como fin supremo el servicio a la persona humana.

Recientemente, algunos Jefes de Estado y de Gobierno, numerosos exponentes políticos, algunas Conferencias Episcopales y Obispos de forma individual, me han dirigido peticiones en favor de la proclamación de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos. Entre los firmantes de esta petición hay personalidades de diversa orientación política, cultural y religiosa, como expresión de vivo y difundido interés hacia el pensamiento y la conducta de este insigne hombre de gobierno.

2. Tomás Moro vivió una extraordinaria carrera política en su país. Nacido en Londres en 1478 en el seno de una respetable familia, entró desde joven al servicio del arzobispo de Canterbury Juan Morton, canciller del Reino. Prosiguió después los estudios de leyes en Oxford y Londres, interesándose también por amplios sectores de la cultura, de la teología y de la literatura clásica. Aprendió bien el griego y mantuvo relaciones de intercambio y amistad con importantes protagonistas de la cultura renacentista, entre ellos Erasmo Desiderio de Rotterdam.

Su sensibilidad religiosa lo llevó a buscar la virtud a través de una asidua práctica ascética: cultivó la amistad con los frailes menores observantes del convento de Greenwich y durante un tiempo se alojó en la cartuja de Londres, dos de los principales centros de fervor religioso del Reino. Sintiéndose llamado al matrimonio, a la vida familiar y al compromiso laical, se casó en 1505 con Juana Colt, de la cual tuvo cuatro hijos. Juana murió en 1511 y Tomás se casó en segundas nupcias con Alicia Middleton, viuda con una hija. Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos. Su casa acogía yernos, nueras y nietos y estaba abierta a muchos jóvenes amigos en busca de la verdad o de la propia vocación. La vida de familia permitía, además, largo tiempo para la oración común y la «lectio divina», así como para sanas formas de recreo hogareño. Tomás asistía diariamente a misa en la iglesia parroquial, y las austeras penitencias que se imponía eran conocidas solamente por sus parientes más íntimos.

3. En 1504, bajo el rey Enrique VII, fue elegido por primera vez para el Parlamento. Enrique VIII le renovó el mandato en 1510 y lo nombró también representante de la Corona en la capital, abriéndole así una brillante carrera en la administración pública. En la década sucesiva, el rey lo envió en varias ocasiones para misiones diplomáticas y comerciales en Flandes y en el territorio de la actual Francia. Nombrado miembro del Consejo de la Corona, juez presidente de un tribunal importante, vicetesorero y caballero, en 1523 llegó a ser portavoz, es decir, presidente de la Cámara de los Comunes.

Estimado por todos por su indefectible integridad moral, la agudeza de su ingenio, su carácter alegre y simpático y su erudición extraordinaria, en 1529, en un momento de crisis política y económica del país, el rey le nombró canciller del Reino. Como primer laico en ocupar este cargo, Tomás afrontó un período extremadamente difícil, esforzándose en servir al rey y al país. Fiel a sus principios se empeñó en promover la justicia e impedir el influjo nocivo de quien buscaba los propios intereses en detrimento de los débiles. En 1532, no queriendo dar su apoyo al proyecto de Enrique VIII que quería asumir el control sobre la Iglesia en Inglaterra, presentó su dimisión. Se retiró de la vida pública aceptando sufrir con su familia la pobreza y el abandono de muchos que, en la prueba, se mostraron falsos amigos.

Constatada su gran firmeza en rechazar cualquier compromiso contra su propia conciencia, el Rey, en 1534, lo hizo encarcelar en la Torre de Londres dónde fue sometido a diversas formas de presión psicológica. Tomás Moro no se dejó vencer y rechazó prestar el juramento que se le pedía, porque ello hubiera supuesto la aceptación de una situación política y eclesiástica que preparaba el terreno a un despotismo sin control. Durante el proceso al que fue sometido, pronunció una apasionada apología de las propias convicciones sobre la indisolubilidad del matrimonio, el respeto del patrimonio jurídico inspirado en los valores cristianos y la libertad de la Iglesia ante el Estado. Condenado por el tribunal, fue decapitado.

Con el paso de los siglos se atenuó la discriminación respecto a la Iglesia. En 1850 fue restablecida en Inglaterra la jerarquía católica. Así fue posible iniciar las causas de canonización de numerosos mártires. Tomás Moro, junto con otros 53 mártires, entre ellos el obispo Juan Fisher, fue beatificado por el Papa León XIII en 1886. Junto con el mismo obispo, fue canonizado después por Pío XI en 1935, con ocasión del IV centenario de su martirio.

4. Son muchas las razones a favor de la proclamación de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos. Entre éstas, la necesidad que siente el mundo político y administrativo de modelos creíbles, que muestren el camino de la verdad en un momento histórico en el que se multiplican arduos desafíos y graves responsabilidades. En efecto, fenómenos económicos muy innovadores están hoy modificando las estructuras sociales. Por otra parte, las conquistas científicas en el sector de las biotecnologías agudizan la exigencia de defender la vida humana en todas sus expresiones, mientras las promesas de una nueva sociedad, propuestas con buenos resultados a una opinión pública desorientada, exigen con urgencia opciones políticas claras en favor de la familia, de los jóvenes, de los ancianos y de los marginados.

En este contexto es útil volver al ejemplo de santo Tomás Moro que se distinguió por la constante fidelidad a las autoridades y a las instituciones legítimas, precisamente porque en las mismas quería servir no al poder, sino al supremo ideal de la justicia. Su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes. Convencido de este riguroso imperativo moral, el estadista inglés puso su actividad pública al servicio de la persona, especialmente si era débil o pobre; gestionó las controversias sociales con exquisito sentido de equidad; tuteló la familia y la defendió con gran empeño; promovió la educación integral de la juventud. El profundo desprendimiento de honores y riquezas, la humildad serena y jovial, el equilibrado conocimiento de la naturaleza humana y de la vanidad del éxito, así como la seguridad de juicio basada en la fe, le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte. Su santidad, que brilló en el martirio, se forjó a través de toda una vida entera de trabajo y de entrega a Dios y al prójimo.

Refiriéndome a semejantes ejemplos de armonía entre la fe y las obras, en la Exhortación apostólica postsinodal «Christifideles laici» escribí que «la unidad de vida de los fieles laicos tiene una gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional ordinaria. Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres» (n. 17).

Esta armonía entre lo natural y lo sobrenatural es tal vez el elemento que mejor define la personalidad del gran estadista inglés. Él vivió su intensa vida pública con sencilla humildad, caracterizada por el célebre «buen humor», incluso ante la muerte.

Éste es el horizonte a donde le llevó su pasión por la verdad. El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Ésta es la luz que iluminó su conciencia. Como ya tuve ocasión de decir, «el hombre es criatura de Dios, y por esto los derechos humanos tienen su origen en Él, se basan en el designio de la creación y se enmarcan en el plan de la Redención. Podría decirse, con expresión atrevida, que los derechos del hombre son también derechos de Dios» (Discurso 7.4.1998, 3).

Y fue precisamente en la defensa de los derechos de la conciencia donde el ejemplo de Tomás Moro brilló con intensa luz. Se puede decir que él vivió de modo singular el valor de una conciencia moral que es «testimonio de Dios mismo, cuya voz y cuyo juicio penetran la intimidad del hombre hasta las raíces de su alma» (Enc. «Veritatis splendor», 58). Aunque, por lo que se refiere a su acción contra los herejes, sufrió los límites de la cultura de su tiempo.

El Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución «Gaudium et spes», señala cómo en el mundo contemporáneo está creciendo «la conciencia de la excelsa dignidad que corresponde a la persona humana, ya que está por encima de todas las cosas, y sus derechos y deberes son universales e inviolables» (n.26). La historia de santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas injerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre.

5. Confío, por tanto, que la elevación de la eximia figura de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos ayude al bien de la sociedad. Ésta es, además, una iniciativa en plena sintonía con el espíritu del Gran Jubileo que nos introduce en el tercer milenio cristiano.

Por tanto, después de una madura consideración, acogiendo complacido las peticiones recibidas, constituyo y declaro patrono de los gobernantes y de los políticos a santo Tomás Moro, concediendo que le vengan otorgados todos los honores y privilegios litúrgicos que corresponden, según el derecho, a los patronos de categorías de personas.

Sea bendito y glorificado Jesucristo, Redentor del hombre, ayer, hoy y siempre.

Roma, junto a San Pedro, el día 31 de octubre de 2000, vigésimo tercero de mi Pontificado

IOANNES PAULUS PP.II

N.B.: El texto original de la carta está escrito en latín. La traducción que aquí presentamos ha sido distribuida por la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Tomás Moro


Tomás Moro
Hans Holbein d. J. 065.jpg
Thomas More (1527), de Hans Holbein el Joven. Frick Collection (Nueva York)
Mártir
Nombre Thomas More
Nacimiento 7 de febrero de 1478
Londres
Fallecimiento 6 de julio de 1535
Londres
Venerado en Iglesia Católica
Comunión Anglicana
Beatificación 1886, en Florencia, por el Papa León XIII
Canonización 1935, en Roma, por el Papa Pío XI
Festividad 22 de junio (Iglesia Católica)
6 de junio (Comunión Anglicana)
Atributos Palma de martirio. Viste con ropas de canciller y porta al cuello el collar de eses.
Patronazgo políticos y gobernantes
Thomas More, conocido por la castellanización de su nombre como Tomás Moro y en latín como Thomas Morus (Londres, 7 de febrero de 1478 – Ibídem, 6 de julio de 1535), fue un pensador, teólogo, político, humanista y escritor inglés, que fue además poeta, traductor, Lord Canciller de Enrique VIII, profesor de leyes, juez de negocios civiles y abogado. Su obra más famosa es Utopía donde busca relatar la organización de una sociedad ideal, asentada en una nación en forma de isla del mismo nombre. Además, Moro fue un importante detractor de la Reforma Protestante y, en especial, de Martín Lutero y de William Tyndale.
En 1535 fue enjuiciado por orden del rey Enrique VIII, acusado de alta traición por no prestar el juramento antipapista frente al surgimiento de la Iglesia Anglicana, oponerse al divorcio con la reina Catalina de Aragón y no aceptar el Acta de Supremacía, que declaraba al rey como cabeza de esta nueva iglesia. Fue declarado culpable y recibió condena de muerte. Permaneció en prisión en la Torre de Londres hasta ser decapitado el 6 de julio de ese mismo año. Moro fue beatificado en 1886 y canonizado en 1935, junto con John Fisher, por la Iglesia Católica, quien lo considera un santo y mártir. Por su parte, la Iglesia Anglicana lo considera un mártir de la Reforma Protestante, incluyéndolo, en 1980, en su lista de santos y héroes cristianos.1

Biografía

Primeros años

Nació en el corazón de la ciudad de Londres (Inglaterra), en su casa familiar de Milk Street,2 el 7 de febrero de 1478. Fue el hijo mayor de sir John More, mayordomo del Lincoln's Inn (uno de los cuatro colegios de abogados de la City de Londres), jurista y posteriormente nombrado caballero y juez de la curia real; y de su mujer Agnes More (de soltera, Graunger). En 1486, tras cinco años de enseñanza primaria en el Saint Anthony School, considerada la mejor escuela de gramática de Londres[cita requerida], además de la única gratuita, fue conducido según la costumbre entre las buenas familias al Palacio de Lambeth, donde sirvió como paje del cardenal John Morton, arzobispo de Canterbury y Lord Canciller de Inglaterra.
El cardenal era un ferviente defensor del nuevo humanismo renacentista, y tuvo en mucha estima al joven Moro. Confiando en desarrollar su potencial intelectual, Morton decidió, en 1492, sugerir el ingreso de Tomás Moro, que por entonces contaba con catorce años, en el Canterbury College de la Universidad de Oxford, donde pasará dos años estudiando la doctrina escolástica que allí se impartía y perfeccionando su retórica, siendo alumno de los humanistas ingleses Thomas Linacre y William Grocyn. Sin embargo, Moro se marcharía de Oxford dos años después sin graduarse y, por insistencia de su padre, en 1494 se dedicó a estudiar leyes en el New Inn de Londres y, posteriormente, en el Lincoln's Inn, institución en la que había trabajado su padre. En 1496 comenzó a ejercer la abogacía ante los tribunales. Posiblemente durante esta época aprendió el francés, necesario tanto para las cortes de justicia inglesas como para el trabajo diplomático, uniéndose este idioma al inglés y latín ya aprendidos durante sus estudios primarios.
En torno a 1497, comienza a escribir poesías, con una ironía que le valió cierta fama y reconocimiento. En esta época tiene sus primeros encuentros con los precursores del Renacimiento, conociendo a Erasmo de Rotterdam, con quien entablaría amistad, y a John Skelton.
Hacia 1501 ingresó en la Tercera orden de San Francisco, viviendo como laico en un convento cartujo hasta 1504. Allí se dedicaría al estudio religioso y alrededor de 1501 traduciría epigramas griegos al latín y comentaría De civitate Dei, de San Agustín. A través de los humanistas ingleses tiene contacto con Italia. Tras realizar una traducción (publicada en 1510) de una biografía de Giovanni Pico della Mirandola escrita por su sobrino Gianfrancesco, quedó prendado del sentimiento de la obra que adoptó para sí, y que marcaría definitivamente el curso de su vida.[cita requerida] Aunque abandonase su vida ascética y volviese a su anterior profesión jurídica y fuese nombrado miembro del Parlamento, en 1504, Moro nunca olvidó ciertos actos de penitencia, llevando durante toda su vida un cilicio en la pierna y practicando ocasionalmente la flagelación.

Vida familiar

Al abandonar el convento de los cartujos, en 1505, contrae matrimonio con Jane Colt y ese mismo año nace su hija Margaret, quien sería su discípula. Habiendo abandonado la Orden de los Cartujos, recibido en leyes, ejerce como abogado con éxito, en parte gracias a su preocupación por la justicia y la equidad; más tarde sería juez de pleitos civiles y profesor de Derecho.
En 1506 nace su segunda hija, Elizabeth. Ese año traduce al latín Luciano en compañía de Erasmo. Un año más tarde nace Cecily, su tercera hija. Tomás Moro es pensionado y mayordomo en el Lincoln's Inn, donde realiza conferencias entre 1511 y 1516. En 1509 nace su hijo John. Moro participa en gestiones entre grandes compañías de Londres y Amberes. Ese mismo año escribe poemas para la coronación de Enrique VIII. En 1510 es nombrado miembro del Parlamento y vicesheriff de Londres. Un año más tarde muere su esposa Jane y se casa con Alice Middleton, viuda siete años mayor que Moro y con una hija, Alice.
En 1513 escribe History of King Richard III, libro que inspirará al personaje de William Shakespeare[cita requerida].
En 1515 es enviado a una embajada comercial en Flandes. Ese año escribe el libro segundo de Utopía. Un año más tarde escribe el libro primero de Utopía y la obra completa es publicada en Lovaina. En 1517 es enviado a Calais para resolver problemas mercantiles. Es nombrado Master of requests y miembro del Consejo Real. En 1520 ayuda a Enrique VIII a escribir Asertio septem sacramentorum. Moro es hecho caballero y vicetesorero. Ese mismo año su hija Margaret se casa con William Roper, quien sería el primer biógrafo de Tomás Moro.
En 1524 es nombrado Administrador de la Universidad de Oxford; en 1525, Administrador de la Universidad de Cambridge y Canciller de Lancaster. Traslada su residencia a Chelsea y escribe una carta a Iohannis Bugenhagen defendiendo la supremacía papal. En 1528, el obispo de Londres le permite leer libros heréticos para refutarlos.
En 1530 no firma la carta de nobles y prelados que solicita del papa la anulación del matrimonio real. En 1532 renuncia a su cargo de canciller. En 1534 se niega a firmar el Acta de Supremacía que representa repudio a la supremacía papal. El Acta establece condena a quienes no la acepten y el 17 de abril del mismo año es encarcelado. Un año más tarde es decapitado, el 6 de julio de 1535.

Vida pública

Miembro del Parlamento desde 1504, fue elegido juez y subprefecto en la ciudad de Londres, y se opuso a algunas medidas de Enrique VII. Con la llegada de Enrique VIII, protector del humanismo y de las ciencias, Moro entró al servicio del Rey y se convirtió en miembro de su Consejo Privado.
Moro viajó por Europa y recibió la influencia de distintas universidades. Desde allí escribió un poema dedicado al rey, que acababa de tomar posesión de su trono. La obra llegó a manos del rey, que hizo llamarlo, naciendo a partir de entonces entre ambos una amistad. Enrique VIII se sirvió de su diplomacia y tacto, confiándole algunas misiones diplomáticas en países europeos; más tarde lo nombró para varios cargos menores (tesorero, etc.), y por fin Lord Canciller, en 1529. Fue el primer Canciller laico después de varios siglos.
En 1521 fue condecorado con el título de knight (caballero). En 1524 fue nombrado High Steward (censor y patrón) de la Universidad de Oxford, de la que había sido alumno. En 1525 fue nombrado también High Steward de la Universidad de Cambridge.

Condena y muerte

El Rey Enrique VIII se enemistó con Tomás Moro debido a las desavenencias surgidas en torno a la validez de su matrimonio con su esposa Catalina de Aragón que Tomás, como Canciller, apoyaba. Enrique VIII había pedido al Papa la concesión de la nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón y la negativa de éste supuso la ruptura de Inglaterra con la Iglesia Católica de Roma y el nombramiento del rey como cabeza de la Iglesia de Inglaterra.
El rey insistió en obtener la nulidad de su matrimonio a fin de poder casarse nuevamente para conseguir su deseo de tener un hijo varón, que Catalina de Aragón no podía ya darle. La nulidad hubiese borrado la infidelidad y le hubiera permitido un matrimonio válido a los ojos de la Iglesia Católica, legitimando los hijos que pudiera tener de su matrimonio con Ana Bolena y todo hubiese quedado en un asunto intrascendente.
Las sucesivas negativas de Tomás Moro a aceptar algunos de los deseos del rey acabaron por provocar el rencor de Enrique VIII, que acabó encarcelando a Tomás Moro en la Torre de Londres, tras la negativa de éste a pronunciar el juramento que reconocía a Enrique VIII como cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra, tras la ruptura con Roma.
Finalmente el rey, enojado, mandó juzgar a Moro, quien en un juicio sumario fue acusado de alta traición y condenado a muerte (ya había sido condenado a cadena perpetua anteriormente). Otros dirigentes europeos como el Papa o el emperador Carlos V, quien veía en él al mejor pensador del momento, presionaron para que se le perdonara la vida y se la conmutara por cadena perpetua o destierro, pero no sirvió de nada y fue decapitado una semana después, el 6 de julio de 1535. Está enterrado en una bóveda subterránea anexa a la Capilla Católica de San Pedro ad Vincula, que se encuentra en la Torre de Londres.
Mantuvo hasta el final su sentido del humor, confiando plenamente en el Dios misericordioso que le recibiría al cruzar el umbral de la muerte. Mientras subía al cadalso se dirigió al verdugo en estos términos: «¿Puede ayudarme a subir?, porque para bajar, ya sabré valérmelas por mí mismo». Luego, al arrodillarse dijo: «Fíjese que mi barba ha crecido en la cárcel; es decir, ella no ha sido desobediente al rey, por lo tanto no hay por qué cortarla. Permítame que la aparte». Finalmente, ya apartando su ironía, se dirigió a los presentes: «I die being the King's good servant—but God's first» («Muero siendo el buen siervo del Rey, pero primero de Dios»).
Moro no fue el único que estuvo en la encrucijada de si debía seguir al Rey Enrique VIII o a la Iglesia Romana. El por entonces recién nombrado cardenal Juan Fisher también pasó por el mismo trance; Enrique VIII le mandó el capelo cardenalicio cuando Fisher estaba en prisión, y fue también ejecutado.

Obras

Su obra cumbre fue Utopía (1516), en la que aborda problemas sociales de la humanidad, y con la que se ganó el reconocimiento de todos los eruditos de Europa. Uno de sus inspiradores fue su íntimo amigo Erasmo de Rotterdam. La redactó durante una de las misiones asignadas por el rey en Amberes.
El resto de sus obras van desde retratos de personajes públicos, como el caso de Life of Pico della Mirandola (Vida de Pico della Mirandola) o Historia Richardi Tertii (Historia de Ricardo III), como a poemas y epigramas de su juventud (Epigrammata). Mención importante dentro de su obra merecen los diálogos-tratados que realizó en defensa de la fe tradicional atacando duramente a los reformistas tanto laicos como religiosos. Entre este tipo de obras se encuentran por ejemplo Responsio ad Lutherum (Respuesta a Lutero), A Dialogue Concerning Heresies (Un diálogo sobre la herejía), The Confutation of Tyndale's Answer (Refutación de la respuesta de Tyndale) o The Answer to a Poisoned Book (Respuesta a un libro envenenado).
Además de escritos en defensa de la Iglesia de Roma, también escribió sobre los aspectos más espirituales de la religión. Así, se encuentran escritos como Treatise on the Passion (Tratado sobre la Pasión de Cristo), Treatise on the Blessed Body (Tratado sobre el Cuerpo Santo), Instructions and Prayers o De Tristia Christi (La Agonía de Cristo), redactada este último de su puño y letra en la Torre de Londres, en el tiempo que estuvo confinado antes de su decapitación el 6 de julio de 1535. Este último manuscrito, salvado de la confiscación decretada por Enrique VIII, pasó por voluntad de su hija Margaret a manos españolas y a través de Fray Pedro de Soto, confesor del Emperador Carlos V, fue a parar a Valencia, patria de Luis Vives, amigo íntimo de Moro. Actualmente se conserva dentro de la colección que pertenece al museo del Real Colegio del Corpus Christi de Valencia.
Otras obras que escribió son las traducciones desde el latín que hizo de Lucano, así como varias cartas3 y pequeños textos: Letter to Bugenhagen, Supplication of Souls, Letter Against Frith, The Apology, The Debellation of Salem and Bizance, A Dialogue of Comfort Against Tribulation, Letter to Martin Dorp, Letter to the University of Oxford, Letter to Edward Lee, Letter to a Monk.

Canonización

Tomás Moro fue beatificado junto a otros 53 mártires (entre ellos John Fisher) por el papa León XIII en 1886, y finalmente proclamado santo por la Iglesia Católica el 19 de mayo de 1935 (junto a John Fisher), por el Papa Pío XI. Juan Pablo II, el 31 de octubre del año 2000, lo proclamó patrón de los políticos y los gobernantes,4 respondiendo así a la demanda que, en 1985, le presentó el Presidente de la República Italiana, Francesco Cossiga, y que recogió centenares de firmas de jefes de Gobierno y de Estado, parlamentarios y políticos.

Cultura audiovisual

  • La película Un hombre para la eternidad, dirigida por Fred Zinnemann, interpretada por Paul Scofield y premiada con seis premios Óscar, entre ellos el de mejor película, narra los últimos años de Tomás Moro y sus difíciles relaciones con Enrique VIII, centrándola en su conflicto entre seguir sus creencias religiosas y la obediencia al rey. Está basada en una obra de teatro de Robert Bolt, guionista también de la película. Se estrenó en Londres en el Globe Theatre (hoy Gielgud Theatre) el 1 de julio de 1960. A su vez, la obra de teatro era adaptación de una obra escrita por el propio Bolt en 1954 para la BBC Radio.
  • De la obra de Bolt también existe una versión para televisión del año 1988, dirigida y protagonizada por Charlton Heston en el papel de Tomás Moro y John Gielgud en el papel del cardenal Wolsey.
  • En la serie de televisión Los Tudor se narra parte de su vida y relación con Enrique VIII. Interpretado por Jeremy Northam. Su final es representado en la temporada 2, capítulo 5.

Notas

  1. «Holy Days». Worship — The Calendar. The Church of England (2011). Consultado el 22 de junio de 2011.
  2. http://www.cityoflondon.gov.uk/bluePlaques/results.aspx?id=22753A8A-397A-47B8-9B5E-CC88C40BC111
  3. «Son, así, 128 las cartas escritas por Moro que han llegado hasta nosotros» (Anna Sardaro: La correspondencia de Tomás Moro, EUNSA, Pamplona, 2007, ISBN 978-84-313-2457-5, p. 94).
  4. Motu proprio de Juan Pablo II, del 31–10–2000.

Bibliografía

Enlaces externos


 

SANTO TOMÁS MORO [1]
(1478-1535)

DAME SEÑOR

     
Dame, Señor, un poco de sol,
algo de trabajo y un poco de alegría.

Dame el pan de cada día, un poco de mantequilla, una buena digestión y algo para digerir.
Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento, los lamentos y los suspiros.
No permitas que me preocupe demasiado
por esta cosa embarazosa que soy yo.

Dame, Señor, la dosis de humor suficiente
como para encontrar la felicidad en esta vida
y ser provechoso para los demás.

Que siempre haya en mis labios una canción,
una poesía o una historia para distraerme.

Enséñame a comprender los sufrimientos
y a no ver en ellos una maldición.

Concédeme tener buen sentido,
pues tengo mucha necesidad de él.

Señor, concédeme la gracia,
en este momento supremo de miedo y angustia,
de recurrir al gran miedo
y a la asombrosa angustia
que tú experimentaste en el Monte de los Olivos
antes de tu pasión.

Haz que a fuerza de meditar tu agonía,
reciba el consuelo espiritual necesario
para provecho de mi alma.

Concédeme, Señor, un espíritu abandonado, sosegado, apacible, caritativo, benévolo, dulce y compasivo.
Que en todas mis acciones, palabras y pensamientos experimente el gusto de tu Espíritu santo y bendito.
Dame, Señor, una fe plena,
una esperanza firme y una ardiente caridad.

Que yo no ame a nadie contra tu voluntad,
sino a todas las cosas en función de tu querer.

Rodéame de tu amor y de tu favor.
 
 
[Despedida de Tomás Moro a su hija (detalle) de Edward Matthew Ward]
La despedida
de Tomás Moro a su hija,
de Edward Matthew Ward
Carol Gerten Fine Art
 
"Ten, pues, buen ánimo, hija mia, y no te preocupes por mi, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor".

*****

"Aunque estoy convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi vida pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santísima me ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las ganancias y la misma vida, antes de prestar juramento en contra de mi conciencia".
Santo Tomás Moro
Carta escrita en la cárcel a su hija Margarita



1. Santo Tomás Moro nació en Londres en 1477. De vasta cultura clásica se graduó en leyes. Contrajo matrimonio dos veces. Su brillante carrera culminó en 1529 cuando fue nombrado Canciller por Enrique VIII. Pero su oposición al divorcio del rey le obligó a renunciar al mismo tres años más tarde. Su firme rechazo a reconocer la supremacia espiritual del rey sobre el papa le condujo finalmente a la prisión en la Torre de Londres. Finalmente el 6 de julio de 1535 fue decapitado. Su fiesta se celebra el 22 de junio. Su ejemplo de político insobornable mereció que el 31 de octubre de 2000 fuera proclamado por Juan Pablo II, mediante carta apóstólica, como patrón de los gobernantes y políticos. En la Enciclopedia Católica en español puede leerse una biografía más detallada de este santo.
 
 Pelicula:

UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD (SANTO TOMÁS MORO) - PELÍCULA

 
 
 
 
 

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