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jueves, 14 de junio de 2012

¿Qué es la Transubstanciación?



Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación!
 
¿Qué es la Transubstanciación?
¿Qué es la Transubstanciación?
«La Presencia Real»


1. Verdadera, real y sustancial


Nos enseña la santa fe católica que Nuestro Señor Jesucristo está verdadera, real y sustancialmente presente, en el Santísimo Sacramento del altar. Es sacramento porque es signo sensible –pan y vino–, y eficaz –produce lo que significa–, de la gracia invisible y porque contiene al Autor de la gracia, al mismo Jesucristo nuestro Señor.


  • ¿Qué quiere decir verdadera?
    Verdadera quiere decir que su presencia no es en mera figura (como en una foto), como quería Zwinglio, sino en verdad.

  • ¿Qué quiere decir realmente?
    Realmente quiere decir que su presencia no es por mera fe subjetiva (no porque uno así lo opine), como quería Ecolampadio, sino en la realidad.

  • ¿Qué quiere decir sustancialmente?
    Sustancialmente quiere decir que la presencia del Señor en la Eucaristía no es meramente virtual (como la usina eléctrica está virtualmente presente en el foco de luz), como quería Calvino, sino según el mismo ser de su Cuerpo y Sangre que asumió en la Encarnación.

    El Concilio de Trento enseña que: «Si alguno negare que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real, y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y figura o por su eficacia, sea anatema».

    Doctrina que recoge el reciente Catecismo de la Iglesia Católica: «Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros (Ro 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia: en su Palabra, en la oración de su Iglesia, allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos, en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, “sobre todo (está presente), bajo las especies eucarísticas”.

    El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos”. En el santísimo sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero.” “Esta presencia se denomina ‘real’, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen ‘reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”».

    De tal modo, que Nuestro Señor Jesucristo está presente en la Eucaristía con el mismo Cuerpo y Sangre que nació de la Virgen María, el mismo cuerpo que estuvo pendiente en la cruz y la misma sangre que fluyó de su costado.


    2. De la Transubstanciación

    Nuestro Señor se hace presente por la conversión del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. Esa admirable y singular conversión se llama propiamente «transubstanciación», no consustanciación, como quería Lutero.

    Se dice admirable porque es un misterio altísimo, superior a la capacidad de toda inteligencia creada. ¡Es el Misterio de la fe! Se dice singular porque no existe en toda la creación ninguna conversión semejante a esta.

    En la transubstanciación toda la substancia del pan y toda la sustancia del vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. De tal manera que bajo cada una de las especies y bajo cada parte cualquiera de las especies, antes de la separación y después de la separación, se contiene Cristo entero.

    Es de fe, por tanto, que de toda y sola la substancia del pan y del vino se transubstan­cia en toda y sola la sustancia del cuerpo y sangre de Cristo. Ahora bien, ¿qué es lo que permanece? Permanecen, sin sujeto de inhesión, por poder de Dios, en la Eucaristía los accidentes, especies o apariencias del pan y del vino.

    ¿Cuáles son? Los accidentes que permanecen después de la transusbtanciación son: peso, tamaño, gusto, cantidad, olor, color, sabor, figura, medida, etc, de pan y de vino. Sólo cambia la sustancia.

    Por la fuerza de las palabras bajo la especie de pan se contiene el Cuerpo de Cristo y, por razón de la compañía o concomitancia, junto con el Cuerpo, por la natural conexión, se contiene la Sangre, y el alma y, por la admirable unión hipostática, la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Y, ¿qué se contiene por razón de las palabras bajo la especie del vino? Por razón de las palabras se contiene la Sangre de Cristo bajo la especie del vino y, por razón de la concomitancia, junto con la Sangre, por la natural conexión, se contiene el Cuerpo, el Alma y, por la unión hipostática, la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: «Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo declara que: “No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas”.

    Y san Ambrosio dice respecto a esta conversión: “Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada... La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela”».

    Sigue diciendo el Catecismo de la Iglesia Católica: «El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación”».


    3. Omnipotencia de Dios

    El sacerdote ministerial predica la Palabra de Dios, presenta a Dios los dones de pan y vino, los inmola y los ofrece al transubstanciarlos en el Cuerpo y la Sangre del Señor, obrando en nombre y con el poder del mismo Cristo, de modo tal que, por sobre él sólo está el poder de Dios, como enseña Santo Tomás de Aquino: «El acto del sacerdote no depende de potestad alguna superior, sino de la divina», de tal modo, que ni siquiera el Papa, tiene mayor poder que un simple sacerdote, para la consagración del Cuerpo de Cristo: «No tiene el Papa mayor poder que un simple sacerdote».

    «Al mandar a los Apóstoles en la Última Cena: Haced esto en memoria mía (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25), les ordena reiterar el rito del Sacrificio eucarístico de mi Cuerpo que será entregado y de mi Sangre que será derramada (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25). Enseña el Concilio de Trento que Jesucristo, en la Última Cena, al ofrecer su Cuerpo y Sangre sacramentados: “a sus apóstoles, a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento, a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio, les mandó ... que los ofrecieran”».

    Y esto por el poder divino, ya que existe «en la misma transformación, una selección que indica penetración extraordinaria; dentro de una misma cosa material hay algo que cambia y algo que permanece inmutable; además el cambio produce algo nuevo...». En la Divina Invocación, como llamaban muchos Santos Padres a la consagración, se da:

    1. Una selección: entre la substancia y los accidentes;

    2. Una penetración extraordinaria: distinguir ambos elementos, para que desaparezca uno y permanezca el otro;

    3. Algo nuevo aparece: el Cuerpo entregado y la Sangre derramada de Cristo, bajo especie ajena, o sea, sacramental.

    Por esto, la conversión del pan y del vino en la Misa, implica dificultades más grandes que respecto a la creación del mundo, como dice Santo Tomás de Aquino: «En esta conversión hay más cosas difíciles que en la creación, en la que sólo es difícil hacer algo de la nada. Crear, sin embargo, es propio de la Causa Primera, que no presupone nada para su operación. Pero en la conversión sacramental (de la Eucaristía) no sólo es difícil que este todo (el pan y el vino) se transforme en este otro todo (el Cuerpo y la Sangre de Cristo), de modo que nada quede del anterior, cosa que no pertenece al modo corriente de producir, sino que también queden los accidentes desaparecida la substancia...».


    Queridos hermanos y hermanas:

    Crezcamos siempre en la fe y el amor a Nuestro Señor presente en la Eucaristía. Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación!, que debería sonar en nuestros oídos como música celestial.

    Y admiremos siempre el poder de Dios que allí se manifiesta, como lo hace el pueblo fiel que dice, con las palabras del Apóstol Tomás, después de ocurrida la transustanciación: ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20,28). 


¿Qué es la Transubstanciación?


16.06.2010 10:17
  Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación!
Autor: P. Carlos Miguel Buela, VE  

«La Presencia Real»


1. Verdadera, real y sustancial


Nos enseña la santa fe católica que Nuestro Señor Jesucristo está verdadera, real y sustancialmente presente, en el Santísimo Sacramento del altar. Es sacramento porque es signo sensible -pan y vino-, y eficaz -produce lo que significa-, de la gracia invisible y porque contiene al Autor de la gracia, al mismo Jesucristo nuestro Señor.



  • ¿Qué quiere decir verdadera?
    Verdadera quiere decir que su presencia no es en mera figura (como en una foto), como quería Zwinglio, sino en verdad.

     
  • ¿Qué quiere decir realmente?
    Realmente quiere decir que su presencia no es por mera fe subjetiva (no porque uno así lo opine), como quería Ecolampadio, sino en la realidad.

     
  • ¿Qué quiere decir sustancialmente?
    Sustancialmente quiere decir que la presencia del Señor en la Eucaristía no es meramente virtual (como la usina eléctrica está virtualmente presente en el foco de luz), como quería Calvino, sino según el mismo ser de su Cuerpo y Sangre que asumió en la Encarnación.

    El Concilio de Trento enseña que: «Si alguno negare que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real, y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y, por ende, Cristo entero; sino que dijere que sólo está en él como en señal y figura o por su eficacia, sea anatema».

    Doctrina que recoge el reciente Catecismo de la Iglesia Católica: «Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros (Ro 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia: en su Palabra, en la oración de su Iglesia, allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos, en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, “sobre todo (está presente), bajo las especies eucarísticas”.

    El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos”. En el santísimo sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero.” “Esta presencia se denomina ´real´, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen ´reales´, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”».

    De tal modo, que Nuestro Señor Jesucristo está presente en la Eucaristía con el mismo Cuerpo y Sangre que nació de la Virgen María, el mismo cuerpo que estuvo pendiente en la cruz y la misma sangre que fluyó de su costado.


    2. De la Transubstanciación

    Nuestro Señor se hace presente por la conversión del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. Esa admirable y singular conversión se llama propiamente «transubstanciación», no consustanciación, como quería Lutero.

    Se dice admirable porque es un misterio altísimo, superior a la capacidad de toda inteligencia creada. ¡Es el Misterio de la fe! Se dice singular porque no existe en toda la creación ninguna conversión semejante a esta.

    En la transubstanciación toda la substancia del pan y toda la sustancia del vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. De tal manera que bajo cada una de las especies y bajo cada parte cualquiera de las especies, antes de la separación y después de la separación, se contiene Cristo entero.

    Es de fe, por tanto, que de toda y sola la substancia del pan y del vino se transubstan­cia en toda y sola la sustancia del cuerpo y sangre de Cristo. Ahora bien, ¿qué es lo que permanece? Permanecen, sin sujeto de inhesión, por poder de Dios, en la Eucaristía los accidentes, especies o apariencias del pan y del vino.

    ¿Cuáles son? Los accidentes que permanecen después de la transusbtanciación son: peso, tamaño, gusto, cantidad, olor, color, sabor, figura, medida, etc, de pan y de vino. Sólo cambia la sustancia.

    Por la fuerza de las palabras bajo la especie de pan se contiene el Cuerpo de Cristo y, por razón de la compañía o concomitancia, junto con el Cuerpo, por la natural conexión, se contiene la Sangre, y el alma y, por la admirable unión hipostática, la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Y, ¿qué se contiene por razón de las palabras bajo la especie del vino? Por razón de las palabras se contiene la Sangre de Cristo bajo la especie del vino y, por razón de la concomitancia, junto con la Sangre, por la natural conexión, se contiene el Cuerpo, el Alma y, por la unión hipostática, la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

    Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: «Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo declara que: “No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas”.

    Y san Ambrosio dice respecto a esta conversión: “Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada... La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela”».

    Sigue diciendo el Catecismo de la Iglesia Católica: «El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: “Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación”».


    3. Omnipotencia de Dios

    El sacerdote ministerial predica la Palabra de Dios, presenta a Dios los dones de pan y vino, los inmola y los ofrece al transubstanciarlos en el Cuerpo y la Sangre del Señor, obrando en nombre y con el poder del mismo Cristo, de modo tal que, por sobre él sólo está el poder de Dios, como enseña Santo Tomás de Aquino: «El acto del sacerdote no depende de potestad alguna superior, sino de la divina», de tal modo, que ni siquiera el Papa, tiene mayor poder que un simple sacerdote, para la consagración del Cuerpo de Cristo: «No tiene el Papa mayor poder que un simple sacerdote».

    «Al mandar a los Apóstoles en la Última Cena: Haced esto en memoria mía (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25), les ordena reiterar el rito del Sacrificio eucarístico de mi Cuerpo que será entregado y de mi Sangre que será derramada (Lc 22,19; 1Cor 11,24.25). Enseña el Concilio de Trento que Jesucristo, en la Última Cena, al ofrecer su Cuerpo y Sangre sacramentados: “a sus apóstoles, a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento, a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio, les mandó ... que los ofrecieran”».

    Y esto por el poder divino, ya que existe «en la misma transformación, una selección que indica penetración extraordinaria; dentro de una misma cosa material hay algo que cambia y algo que permanece inmutable; además el cambio produce algo nuevo...». En la Divina Invocación, como llamaban muchos Santos Padres a la consagración, se da:

    1. Una selección: entre la substancia y los accidentes;

    2. Una penetración extraordinaria: distinguir ambos elementos, para que desaparezca uno y permanezca el otro;

    3. Algo nuevo aparece: el Cuerpo entregado y la Sangre derramada de Cristo, bajo especie ajena, o sea, sacramental.

    Por esto, la conversión del pan y del vino en la Misa, implica dificultades más grandes que respecto a la creación del mundo, como dice Santo Tomás de Aquino: «En esta conversión hay más cosas difíciles que en la creación, en la que sólo es difícil hacer algo de la nada. Crear, sin embargo, es propio de la Causa Primera, que no presupone nada para su operación. Pero en la conversión sacramental (de la Eucaristía) no sólo es difícil que este todo (el pan y el vino) se transforme en este otro todo (el Cuerpo y la Sangre de Cristo), de modo que nada quede del anterior, cosa que no pertenece al modo corriente de producir, sino que también queden los accidentes desaparecida la substancia...».


    Queridos hermanos y hermanas:

    Crezcamos siempre en la fe y el amor a Nuestro Señor presente en la Eucaristía. Estimemos por «justa y conveniente» la palabra exacta que expresa la conversión del pan y del vino: ¡Transubstanciación!, que debería sonar en nuestros oídos como música celestial.

    Y admiremos siempre el poder de Dios que allí se manifiesta, como lo hace el pueblo fiel que dice, con las palabras del Apóstol Tomás, después de ocurrida la transustanciación: ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20,28).

  • La Doctrina de la Transubstanciación



    Durante la misa, los sacerdotes supuestamente poseen el poder de convertir en forma sobrenatural el pan y el vino, en el cuerpo y sangre reales y literales de Jesucristo:

    "El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: 'Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación'" (p. 393, #1376).


    Esta cita del Catecismo revela que la Iglesia Católica aún sostiene esta doctrina que fue definida en el Concilio de Trento:

    "En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo" (p. 379, #1333).


    El Catecismo aun especifica cuándo viene Cristo en la eucaristía y cuánto tiempo permanece allí:

    "La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo" (p. 394, #1377).

    Puesto que el catolicismo enseña a sus miembros a tomar parte de un canibalismo literal, esta doctrina requiere serio examen. Para principiar, determinemos el origen de esta doctrina. ¿Es doctrina de Dios, o es tradición de hombres? El catolicismo afirma que es doctrina bíblica y cita las palabras de Jesús en Juan 6:

    "Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero".
    Juan 6:53-54


    Aunque este versículo pareciera enseñar canibalismo, podemos comprender claramente el significado al leer el pasaje completo en su contexto. Justamente antes de hacer tal declaración, Jesús dijo:


    "Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás".
    Juan 6:33-35

    Esta enseñanza armoniza con el resto de las Escrituras. La vida eterna se obtiene al creer en Jesucristo, no al comer su cuerpo. El Señor aclara aún más este pensamiento:


    "Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna".
    Juan 6:40

    Una vez más Jesús indica que tenemos vida eterna al creer en El. Cuando sus discípulos murmuraron al escuchar estas palabras, el Señor les explicó:


    "El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida".
    Juan 6:63

    Jesús hizo esta declaración en sentido espiritual, no físico. El estaba explicando que, espiritualmente, la vida se obtiene por fe en El, no comiendo su cuerpo.

    Dios no aprueba el canibalismo en ningún lugar de la Biblia. De hecho, El prohibe tal práctica:


    "Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis".
    Génesis 9:4
    "Ninguna persona de vosotros comerá sangre, ni el extranjero que mora entre vosotros comerá sangre".
    Levítico 17:12

    Dios nunca ordenaría a sus hijos que hicieran algo que El había prohibido.


    El propósito bíblico

    Las instrucciones de Pablo en 1 Corintios 11 aclaran aún más este tema:

    "Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí".
    1 Corintios 11:23-24

    Cuando Jesús dijo: "Tomad, comed; esto es mi cuerpo", El no estaba dando a entender que comieran su cuerpo literal. Aun sugerir tal idea es ridículo. El estaba hablando en sentido espiritual de lo que pronto haría en la cruz.

    Notemos cómo finaliza este versículo: "Haced esto en memoria de mí". La observancia de la Santa Cena es una conmemoración de la obra de Cristo en el Calvario, no una nueva realización de ese hecho. Lo mismo debemos decir acerca de la sangre de Cristo:

    "Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí".
    1 Corintios 11:25

    Jesús mismo enseñó esta lección a sus discípulos en la última cena:

    "Y (Jesús) tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí".
    Lucas 22:19


    Conclusión

    Puesto que la transubstanciación es otra tradición católica que no es apoyada por la Biblia, sino que fue creada por hombres, surgen otras preguntas que esperan respuesta:

    ¿Por qué la Iglesia Católica deliberadamente separa un versículo bíblico de su contexto y desarrolla una doctrina que la Biblia obviamente no enseña?
    ¿Por qué la Iglesia Católica prefiere que usted coma a Cristo en lugar de poner su fe en El?
    Más importante aún, ¿puede usted conscientemente tomar parte de esta práctica ahora que conoce la verdad?

    "Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado".
    Santiago 4:17

    Transubstanciación



    La disputa del Sacramento, por Rafael Sanzio, Vaticano, Estancias de Rafael.
    La Transubstanciación es una doctrina católica de la Eucaristía, definida por un canon del Concilio de Trento, aunque en realidad ya figuraba desde el siglo IV puesto que Cirilo de Jerusalen ya lo había redactado en el Catecismo a los Catecúmenos. El Concilio de Trento no hace más que confirmar lo que hacía 1500 años se venía creyendo en lo referente a que "la consagración del pan y del vino que se opera en el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre".1 Significando "especie" para estos efectos, los "accidentes" del pan y del vino: color, gusto, cantidad, etc.
    Esta conversión se opera, de acuerdo a lo establecido en el Catecismo Católico, en la plegaria eucarística con la consagración, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo.2 Se considera que bajo las especies consagradas del pan y del vino, "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad" (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651)"3 Dicha presencia eucarística se mantiene mientras subsistan las especies eucarísticas.4
    Se basa en el sentido literal e inmediato de las palabras de Cristo en la Última Cena: "esto es mi cuerpo...y mi sangre" Marcos 14:12-16 16:22-26, Mateo 26:26-28, Lucas 22: 14-23. Si bien en el evangelio de Juan no se hace mención a la instauración de la Eucaristía, Jesús hace mención a dar de comer su carne como alimento de vida eterna (Jn 6: 51-58). Los cristianos de la Iglesia ortodoxa aceptan también esta doctrina, opuesta a la doctrina luterana de la consubstanciación. Las Iglesias de Comunión Anglicana, aceptan la Presencia Real del Señor en los elementos consagrados, sin entrar a discutir cómo ocurre el Misterio, simplemente en las palabras del Señor Jesús: "este pan es mi Cuerpo", "este vino es mi Sangre". Los protestantes la rechazan, argumentando que para obtener la vida eterna, no es necesaria otra cosa que una fe verdadera en Jesús, lo que eliminaría la necesidad de cualquier sacramento. A veces también bajo el argumento de que a los judíos les tenían (y tienen) prohibido beber sangre y ellos aún estaban bajo esa ley.

    Doctrina de la Transubstanciación

    La doctrina de la Transustanciación definida de ahora en adelante como la doctrina "T" halla su base en la narración bíblica de la última cena y en la interpretación literal que de ella se hace. Se basa en las palabras de Cristo:
    "Tomad y comed, esto es mi cuerpo. " ... "Tomad y bebed, esto es mi sangre"
    Mateo 26: 26-29, Marcos 14: 22-25, Lucas 22: 14-20
    Que de acuerdo deben ser interpretados literalmente sin interpretaciones simbólicas, ya que el texto original del Evangelio según San Juan utiliza las palabras griegas "fagon" que significa literalmente "comer".
    Se debe al monje benedictino y abad de la Abadía de Corbie, Pascasio Radberto el primer escrito en defensa de la transubstanciación en su De Corpore et Sanguine Domini del año 831. El monje Ratramnus, de la misma abadía, sostenía en su De corpora et sanguine Domini que en el pan consagrado hay pan y Cristo, y que en el vino hay vino y Cristo, por lo tanto Cristo está presente en el pan y el vino en una manera espiritual, pero que no era la misma carne y sangre que nació de María y que fue crucificada.5 La posición de Ratramus es practicamente la misma que la consubstanciación o panificación que siglos después sostendría Lutero. Las ideas de Ratramus serían retomadas por Berengario de Tours en 1047.6
    El término transubstanciación parece haber sido utilizado por primera vez por un discípulo de Berengario, Hildeberto de Lavardin alrededor del 1097.
    Esta presencia real fue negada por diversos grupos de manera directa o indirecta, como los docetas, y más tarde por Wyclif, Juan Calvino, Zwinglio, y en cierto aspecto Lutero, quien elaboró la doctrina de la Consubstanciación que aunque no negaba la presencia real, hacía permanecer la substancia del pan y el vino al lado de la substancia del cuerpo y sangre de Cristo.
    La doctrina "T" fue declarada sobre todo contra las sectas espiritualistas nacidas de la Iglesia Católica en el siglo XII, como los albigenses, cátaros o petrobrusianos, quienes atacaban la jerarquía eclesial, con ello el poder del sacerdote de consagrar y por último la presencia real de Cristo en la eucaristía. La doctrina fue reafirmada por el concilio de Trento esta vez contra los reformadores.
    Para entender la doctrina "T" se emplean dos términos filosóficos básicos: sustancia y accidentes. Sustancia es aquello que hace que una cosa sea lo que es. Accidentes son las propiedades no esenciales y que son perceptibles por los sentidos. Por ello en la Transustanciación la sustancia del pan cambia, por un milagro y por las palabras de la consagración que pronuncia el sacerdote, y se convierte en la sustancia del cuerpo de Cristo, el pan ya no tiene lo que lo hacía pan, ahora es el cuerpo de Cristo, de igual manera pasa con el vino, pero permaneciendo los accidentes del pan y el vino como su olor, textura, sabor. Como la substancia es la de Cristo, cualquier pedazo minúsculo contiene a Cristo todo entero, igualmente cualquier gota del vino. De este modo comiendo sólo el pan o bebiendo sólo el vino se come o bebe el cuerpo entero de Cristo.
    El Catecismo de la Iglesia Católica afirma al respecto:
    "La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, `no se conoce por los sentidos, dice S. Tomás, sino sólo por la fe , la cual se apoya en la autoridad de Dios'. Por ello, comentando el texto de S. Lucas 22,19: `Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros', S. Cirilo declara: `No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque él, que es la Verdad, no miente"
    S. Tomás de Aquino, s.th. 3,75,1, citado por Pablo VI, MF 187

    Referencias

    Bibliografía

    • Royston, E. Diccionario de religiones. Fondo de cultura económica. México, 1994
    • Catecismo de la Iglesia Católica Compendio. San Pablo. Santiago de Chile, 2006.

    Enlaces externos

    Véase también




    Transubstanciación
    Ver también en el Catecismo | Eucaristía
     "Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación" (Concilio de Trento, DS 1642).
    En la Eucaristía  "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad" (Cc. de Trento: DS 1640; 1651).
    La transubstanciación es un milagro que pasa desapercibido para quien no tiene fe porque después de la consagración, aunque no hay ya substancia de pan ni de vino, si quedan los "accidentes" (color, gusto, cantidad, etc.) de pan y vino. Por eso la Eucaristía tiene la apariencia de pan y vino aunque no lo es.
    En el milagro de Lanciano, después de la consagración, no quedaron ni la substancia ni los accidentes de pan y vino. La hostia, que siempre es substancialmente la carne de Cristo, tomó también los accidentes propios de la carne ante los ojos de todos los testigos. Este milagro se mantiene hasta hoy y ha sido ampliamente confirmado por la ciencia.
    La transubstanciación ocurre en el momento de la consagración en la Santa Misa, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo.

    Este dogma se fundamenta en las palabras de Cristo en la Ultima Cena:
    "`Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío'. De igual modo, después de cenar, el cáliz, diciendo: `Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por vosotros' (Lc 22,7-20; cf Mt 26,17-29; Mc 14,12-25; 1 Co 11,23-26).

    San Juan no relata la consagración pero si hace mención de la enseñanza de Jesús que da comer su carne como alimento de vida eterna (cf. Jn 6: 51-58).
    Los cristianos de la Iglesia católica y de la Iglesia ortodoxa aceptan esta doctrina. Los protestantes la rechazan.

    La Transubstanciación y la Iglesia primitiva

    Por José Miguel Arráiz
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    En la Historia de los Concilios hallamos esta nota, resultado del Concilio de Trento: "En el puro y santo sacramento de la eucaristía, después de la consagración del pan y del vino Nuestro Señor Jesucristo es verdaderamente Dios y hombre real substancialmente contenido en la apariencia de estos elementos visibles".
    Pero en los días de los primeros apóstoles y muchos siglos después, no se pensaba en la actual doctrina de la misa. Los padres de los primeros seis siglos ignoraron por completo esta doctrina romana. La doctrina de la transubstanciación de la hostia no llegó a ser una doctrina permanente en la Iglesia romana sino hasta el cuarto Concilio Laterano, bajo el papa Inocente III, en el año de 1215 d. C.
    Fuente: http //www.iglesiadedios-israelita.org/manual_evangelismo.htm
    Pienso que lo primero que tenemos que estudiar es que enseña realmente la Iglesia sobre la transubstanciación, las posturas alternativas que tienen las Iglesias protestantes, y luego, haremos un repaso de lo que enseñaron los padres apostólicos y padres de la Iglesia en los tres primeros siglos de cristiandad. Concordarás conmigo que la interpretación de las Escrituras de quienes escucharon el evangelio directamente de los apóstoles o sus discípulos, debe ser mucho más acertada que la de cualquier reformador protestante, 1500 años después.
    ¿Qué es la Transubstanciación?
     
    Enseña el concilio de Trento a este respecto:
     
    Concilio de Trento. CAP. IV. De la Transubstanciación.
    Mas por cuanto dijo Jesucristo nuestro Redentor, que era verdaderamente su cuerpo lo que ofrecía bajo la especie de pan, ha creído por lo mismo perpetuamente la Iglesia de Dios, y lo mismo declara ahora de nuevo este mismo santo Concilio, que por la consagración del pan y del vino, se convierte toda la substancia del pan en la substancia del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, y toda la substancia del vino en la substancia de su sangre, cuya conversión ha llamado oportuna y propiamente Transubstanciación la santa Iglesia católica.
     
    A este respecto también dice el Catecismo oficial de la Iglesia Católica.
     
    CIC 1412 Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero pronuncia las palabras de la consagración dichas por Jesús en la última cena: "Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros...Este es el cáliz de mi Sangre..."
    CIC 1413 Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651).
    Basados en esto podemos definir transubstanciación como la conversión total de la hostia y del vino en cuerpo, sangre, alma y divinidad  de nuestro Señor Jesucristo.  A pesar de que el pan y el vino siguen conservando su aspecto y sabor originales, son realmente Cuerpo y Sangre del Señor ocultos bajo la apariencia de pan y vino.
    La “Transubstanciación” se diferencia de la “consubstanciación” (posición Luterana), en que la transubstanciación (prefijo “trans”) denota un cambio de substancia, la consubstanciación (prefijo “con” significa que no ha habido cambio alguno de la substancia y que el Señor viene con el pan y con el vino, cuya substancia no varía.
    El manual de teología Luterana del profesor Georg Metzger  basado en el catecismo de Lutero explica:
     
    Manual de teología Luterana, Prof. Georg Metzger basado en el catecismo de Lutero, VI.d:
    Nuestro catecismo nos dice acerca del Sacramento del Altar: “Es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo bajo el pan y vino.” Luego confesamos que en la Santa Cena el cuerpo y la sangre del Señor se comen y se beben bajo el pan y vino. En consecuencia, en la Santa Cena todavía están presentes pan y vino. Confesamos esto en oposición a la falsa doctrina de la Iglesia Católica Romana. El Papa y sus seguidores enseñan que en la Santa Cena el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo de modo que después que el sacerdote haya bendecido las cosas terrenales, ya no existan pan y vino, sino solamente el cuerpo y la sangre de Cristo. Contrario a esto nos enseña la Escritura que en la Santa Cena comemos también pan y bebemos vino. 1 Corintios 11:26-28;10:16. Así el pan en la Santa Cena es todavía pan, y el vino todavía es vino. Pero al comer el pan en la Santa Cena, al mismo tiempo comemos el verdadero cuerpo del Señor. Y al beber el vino en la Santa Cena, al mismo tiempo bebemos la verdadera sangre del Señor. Así de acuerdo a las claras palabras de Dios la Santa Cena es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo bajo el pan y el vino.
     
    En resumen, aunque ambas posturas, tanto católica como luterana afirman que la Eucaristía es verdadero Cuerpo y Sangre del Señor, difieren en la Iglesia Católica afirma que el pan y vino son  ahora cuerpo y sangre de Cristo ocultos bajo las especies de pan y vino, y los luteranos afirman que son Cuerpo y Sangre de Cristo pero todavía, pan y vino.
    Una buena gran mayoría de Iglesias protestantes por el contrario, tienen una posición muy diferente tanto a la católica como a la luterana y afirman que Cristo no está presente en la Eucaristía, más el pan es solo pan (no Cuerpo de Cristo) y el vino solo vino (no Sangre de Cristo). El mismo manual luterano mencionado anteriormente lo explica de la siguiente manera:
     
    Manual de teología Luterana, Prof. Georg Metzger basado en el catecismo de Lutero, VI.c:
    c. Nuestro catecismo nos dice: “Es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo.” Quiere decir que es el cuerpo real, natural de Cristo y su sangre real y natural. ¿Por qué enfatiza eso nuestro catecismo? Lo hace a causa de los falsos profetas e iglesias que no quieren creer el misterio de la Santa Cena. Especialmente las iglesias reformadas, las sectas, los metodistas, los pentecostales, de hecho, todas las otras iglesias protestantes fuera de la luterana enseñan así. No quieren creer estas palabras de Cristo; no quieren creer que estén realmente presentes el cuerpo y la sangre de Cristo en la Santa Cena y que los que vienen al sacramento realmente coman y beban estas cosas. Es en verdad un misterio maravilloso. No podemos comprenderlo por nuestra razón. Nos parece imposible. En consecuencia, esas iglesias enseñan que se tiene que tomar las palabras de Cristo figuradamente, entenderlas en otro sentido. Según ellos, Cristo no quería decir que la Santa Cena realmente fuera su verdadero cuerpo natural, sino solamente que el pan significa su cuerpo, que lo retrata. Se refería solamente al cuerpo espiritual de Cristo. Los cristianos deben recibir este cuerpo espiritual en la Santa Cena, o sea, Cristo y sus beneficios, con fe, mientras que el verdadero cuerpo natural del Señor está sentado en el cielo. Contra estos falsos profetas, que se basan en su propia razón, nuestro catecismo dice: “Es el verdadero cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo.”
     
    ¿Qué enseñaban los santos padres?
     
    Ahora que hemos visto la diferencia entre todas las posiciones encontradas, podemos por medio de nuestra investigación sobre los escritos de los padres apostólicos (aquellos que conocieron a los apóstoles y recibieron su enseñanza de ellos directamente) o de los escritos de los santos padres y doctores de la Iglesia, que vivieron anteriormente a Santo Tomás de Aquino, indagar si esta doctrina en realidad era creída por la Iglesia cristiana o una nueva doctrina sacada de la manga de Santo Tomás. (Según el artículo de la Iglesia de Dios (Israelita) los padres la ignorarron completamente durante los primeros 6 siglos, Veamos si dicen la verdad).
    Para mi investigación  utilizaré las traducciones presentadas en los libros “Textos Eucaristicos Primitivos, Tomos I y II por Jesús Solano, B.A.C.”, “Padres apostólicos, por Daniel Ruiz Bueno, B.A.C.” y “Padres apologetas griegos, Daniel Ruiz Bueno, B.A.C.)  y profundizaré en los comentarios que los autores hacen en sus obras, especialmente en los que hace Jesús Solano, tratando de resumir en pocas líneas, lo que ellos, en extensos volúmenes desarrollan.
    San Ignacio de Antioquia (110 d.C.)
    Obispo de Antioquia, martirizado en Roma (devorado por los leones) en tiempos del emperador Trajano (98-117). Se conservan de él las siete cartas que escribió camino al martirio. Pueden consultar la traducción protestante de las cartas de San Ignacio directamente de http://escrituras.tripod.com/Textos/EpIgnacio.htm la cual está basada en  el libro “Los Padres Apostólicos, por J. B. Lightfoot. Editorial CLIE”
    En lo referente a la Eucaristía San Ignacio se presenta siempre muy claro y tajante. Llama a la Eucaristía “medicina de inmortalidad” y categóricamente expresa: “La Eucaristía es la carne e nuestro Salvador Jesucristo”. Condena vigorosamente a los docetas que afirmaban que Jesús no había tenido cuerpo verdadero sino solo aparente, y por este error, comenta San Ignacio, no querían tomar parte de la eucaristía y morían espiritualmente por apartarse del don de Dios.  
     
    Carta a los Efesios, San Ignacio de Antioquia. C.20.n2 (FUNK-BIHLMEYER, 86,14-16; Ruiz Bueno (B.A.C.) 459; MG 5,661 A)
    …partiendo de un mismo pan, que es medicina de inmortalidad, antídoto para no morir, sino vivir por siempre en Cristo Jesús
    Carta a los Filadelfios, San Ignacio de Antioquia. C.4 (FUNK-BIHLMEYER, 103,5-9; Ruiz Bueno 459; MG 5,661 A)
    Esforzaos, por lo tanto, por usar de una sola Eucaristía; pues una sola es la carne de Nuestro Señor Jesucristo y uno sólo es el cáliz para unirnos con su sangre, un solo altar, como un solo obispo junto con el presbítero y con los diáconos consiervos míos; a fin de que cuanto hagáis, todo hagáis según Dios
    Carta a los Romanos, San Ignacio de Antioquia. C.7 n.3 (FUNK-BIHLMEYER, 100.18-102,2; Ruiz Bueno 479; MG 5,693 A-B)
    No siento placer por la comida corruptible ni por los deleites de esta vida. El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo, el del linaje de David; y por bebida quiero la sangre, de él, el cual es caridad incorruptible
    Carta a los Esmirneos, San Ignacio de Antioquia. C.7 n.1 (FUNK-BIHLMEYER, 108.5-92; Ruiz Bueno 492; MG 5,713 A)
    De la Eucaristía y de la oración se apartan [los docetas], porque no confiesan que la Eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, la que padeció por nuestros pecados, la que por bondad resucitó el Padre. Por tanto, los que contradicen al don de Dios litigando, se van muriendo. Mejor les fuera amar para que también resucitasen.
    Carta a los Esmirneos C.8  n.1s (FUNK-BIHLMEYER, 108.17-21; Ruiz Bueno 493; MG 5,713 B)
    Solo aquella Eucaristía ha de tenerse por válida, que se celebra bajo el obispo o aquel a quien él se lo encargare…No es lícito sin el obispo ni bautizar ni celebrar ágapes.
    A pesar de la evidencia, algunos protestantes han colocado el reparo de que San Ignacio también llama “carne” de Jesucristo a cosas que no lo eran en sentido propio. Por ejemplo en la carta a los filadelfios dice: “Adhiriéndome al evangelio como a la carne de Jesús” (c.5). Sin embargo, no es posible interpretar esa frase para inducir que San Ignacio pensara que el evangelio es la carne de Jesús, sino más bien que se adheriría a la una al igual que a la otra.
    En la carta a los filedelfios escribe: “a la [Iglesia] que saludo yo en la sangre de Jesucristo, la cual es mi gozo eterno e imperturbable”. Pero aquí tampoco es posible afirmar que hay sentido simbólico, sino más bien simplemente una metáfora. Así cuando se dice “La sangre de Cristo es mi gozo” nadie interpreta que quisimos decir “La sangre de Cristo significa gozo”
    En la carta a los Trales escribe: “Vosotros, revistiéndoos de mansedumbre, regeneraos por la fe, que es la carne del Señor, y por la caridad, que es sangre de Cristo” (c.8). Sin embargo nos comenta Jesús Solano que el hecho de que un autor use a veces una palabra en sentido simbólico, no se sigue que siempre la haya de usar en ese sentido. No menos de treinta y siete veces emplea San Ignacio la palabra “carne” o “sangre” y solo aquí la utiliza en sentido simbólico. En este caso el contexto es muy claro. Se sabe también por fuentes literarias que los docetas negaban la realidad de la carne del Señor, por tanto es ilógico pensar que cuando San Ignacio luego de condenar su doctrina, entienda al igual que ellos la carne en sentido simbólico, porque en este sentido no la negaban los docetas.
    La Didaché o doctrina de los doce apóstoles (60-160 d.C)
     
    Considerado uno de los más antiguos escritos cristianos no-canónicos, considerado incluso por mucho tiempo anterior a muchos escritos del Nuevo Testamento. Es recientemente cuando estudios recientes señalan una posible fecha de composición posterior no más allá del 160 d.C.  Es un excelente testimonio del pensamiento de la Iglesia primitiva.
    La Didaché es muy tajante al afirmar que no todos pueden participar en la Eucaristía, ya que no se puede “dar lo santo a los perros”. Antes de participar exige confesar los pecados para que el sacrificio sea puro. Es un testimonio claro también de que la Iglesia primitiva ya reconocía en la Eucaristía el sacrificio sin mancha y perfecto presentado al Padre en Malaquías 1,11: “Pues desde el sol levante hasta el poniente, grande es mi Nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación pura. Pues grande es mi Nombre entre las naciones, dice Yahveh Sebaot  
    Didaché C.9s (KLAUSER, 23ss; Ruiz Bueno, 86ss)
    Pero que nadie coma ni beba de vuestra Eucaristía sin estar bautizado en el nombre de Jesús; pues de esto dijo el Señor: no deis lo santo a los perros.
    Didaché C.14 (KLAUSER, 28s; Ruiz Bueno, 91)
    En los domingos del Señor, reuníos y partid el pan, y haced gracias, confesando antes vuestros pecados, para que vuestro sacrificio sea puro. El que tenga algún disgusto con su amigo, no asista a vuestra reunión hasta haberse reconciliado, a fin de que no se contamine vuestro sacrificio. Pues esto es lo que dijo el Señor: en todo lugar ofrézcanseme sacrificio limpio, porque soy yo Rey grande, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones.
     
    San Justino (165 d.C)           
    Mártir de la fe cristiana hacia el año 165 (decapitado), es considerado el mayor apologeta del Siglo II. San Justino mantiene el testimonio unánime de la Iglesia al confesar que la Eucaristía no es un alimento como tantos, sino que es “carne y sangre de aquel Jesús hecho carne”. A pesar de que San Justino tuvo que combatir las acusaciones que se hacían a los cristianos primitivo de comer carnes humanas, y a pesar de que para defenderse de las acusaciones hubiera podido alegar que la Eucaristía era un “símbolo” no lo hace, sino que profesa con absoluta claridad el realismo de que la carne y sangre de Jesucristo son alimento para los cristianos.
    Una de las obras célebres de San Justino es “Diálogo con Trifón”, el cual era un judío de la época. En esta, San Justino vuelve a dejar testimonio de la interpretación que tenía la Iglesia primitiva como el Sacrificio del que hablaba el profeta en Malaquías 1,11, y una interpretación completamente contraria a la perspectiva protestante que niega el carácter sacrificial de la Eucaristía y afirma que la Cena del Señor es un simple recordatorio.
    Un comentario importantísimo para el tema que nos acopia lo hace Jesús Solano en su libro “Textos Eucarísticos Primitivos” donde señala que San Justino con toda claridad excluye la permanencia del pan junto con la carne del Señor rechazando la consubstanciación. El paralelismo de ideas y de frase le lleva a decir que así como Jesucristo tuvo carne y sangre, así el alimento eucarístico tiene la carne y la sangre de Jesús; sin embargo, no dice eso, sino que, cambiando la construcción, escribe que el alimento eucarístico es la carne y sangre de Jesús (transubstanciación). Esta expresión excluye la permanencia del pan y en su sentido obvio indica el cambio, la conversión del pan en la carne del Señor. Lo confirma el empleo que inventa San Justino para la palabra “dar gracias”: hasta él había tenido sentido intransitivo; él la usa en pasiva: “alimento eucaristizado”, que al pie de la letra traduciríamos: “alimento hecho acción de gracias”. Esta pasiva tan dura inventada por San Justino, unida al cambio de construcción que acabamos de señalar, acentúa la nota de un cambio obrado en el alimento ordinario en virtud del cual el pan es ahora carne de Cristo.
     
    San Justino, Apología primera. C.66ss (GOODSPEED, 74ss; QUASTEN, 14-21; MG 6,428s. 432
    66. Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía, del cual a ningún otro es lícito participar, sino al que cree que nuestra doctrina es verdadera, y que ha sido purificado con el bautismo para perdón de pecados y para regeneración, y que vive como Cristo enseñó. Porque estas cosas no  las tomamos como pan ordinario ni bebida ordinaria, sino que, así como por el Verbo de Dios, habiéndose encarnado Jesucristo nuestro Salvador, tuvo carne y sangre para nuestra salvación, así también se nos ha enseñado que el alimento eucaristizado mediante la palabra (verbo) de oración procedente de Él – alimento del que nuestra sangre y nuestra carne se nutren con arreglo a nuestra transformación – es la carne y la sangre de aquel Jesús que se encarnó. Pues los apóstoles, en los comentarios por ellos compuestos,  llamados evangelios, nos transmitieron lo que así les había sido transmitido: Que Jesús, habiendo tomado el pan y dado gracias, dijo: Haces esto en memoria de mí; éste es mi cuerpo, y que solamente hizo participantes a ellos. Lo cual también en los misterios de Mitra han enseñado a hacerlo los malvados demonios, tomándolo pro imitación. Porque sabéis, o podéis saber, que cuando alguno es iniciado en ellos, se ofrece un pan y un cáliz de agua y se añaden ciertos versos.
    67. Nosotros, por tanto, después de esto recordamos siempre ya para adelante estas cosas entre nosotros; y los que tenemos, socorremos a todos los abandonados, y siempre estamos unidos los unos con los otros. Y por todas las cosas de las cuales nos alimentamos bendecimos al Creador de todo, por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo. Y el día llamado del sol se tiene una reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en las ciudades o en los campos, y se leen los comentarios de los apóstoles o las escrituras de los profetas, mientras el tiempo lo permite. Luego, cuando el lector ha acabado, el que preside exhorta e incita de palabra a la imitación de estas cosas excelsas. Después nos levantamos todos a una y recitamos oraciones; y, como antes dijimos, cuando hemos terminado de orar, se presenta pan y vino y agua, y el que preside eleva, según el poder que en él hay, oraciones e igualmente acciones de gracias, y el pueblo aclama diciendo el Amén. Y se da y hace participante a cada uno de las cosas eucaristizadas, y a los ausentes se les envía por medio de los diáconos.
    Los ricos que quieren, cada uno según su voluntad, dan lo que les parece, y lo que se reúne se pone a disposición del que preside y él socorre a los huérfanos y a als viudad y a los que por enfermedad o por cualquier otra causa se hayan abandonados, y a los encarcelados, y a los peregrinos, y en una palabra, él cuida de cuantos padecen necesidad. Y nos reunimos todos los día del sol, puesto que es el día primero en el cual Dios, cambiando las tinieblas y la materia, creó el mundo, y Jesucristo, nuestro Salvador, en el mismo día resucitó de entre los muertos. Pues un día antes del de Saturno lo crucificaron, y un día después del de Saturno, el cual es el día del sol, se apareció a los apóstoles y discípulos y les enseñó estas cosas que he propuesto a vuestra consideración.
    San Justino, Diálogo con el judío Trifón. C.41 n.2ss (GOODSPEED, 138; QUASTEN: FP f.7 p.7 pg.337s; MG 6,564 B-D
    2. De donde habla Dios, como dije, por Malaquías uno de los doce, acerca de os sacrificios, que entonces eran ofrecidos por vosotros: Mi voluntad no está en vosotros, dice el Señor, y no aceptaré de vuestras manos ofrendas. Porque desde la salida del sol hasta su ocaso mi nombre es glorificado entre las gentes, y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda pura, pues grande es mi nombre entre las naciones, dice el Señor, pero vosotros lo profanáis 
    3. Ya entonces predice acerca de los sacrificios que en todo lugar le son ofrecidos a Él por nosotros los gentiles, esto es, el pan de la Eucaristía y el cáliz igualmente de la Eucaristía, añadiendo que nosotros glorificamos su nombre, y vosotros, en cambio, lo profanáis.
    San Justino, Diálogo con el judío Trifón. C.116s (GOODSPEED, 223ss; QUASTEN: FP f.7 p.7 pg.10s (en parte nada más); MG 6,744 B. 745 A-C. 748 A)
    116,1. Pero con objeto de explicaros la revelación de Jesucristo el Santo, vuelto a tomar la palabra [de Zacarías] y digo que también aquella revelación se hizo para nosotros que creemos en Cristo, en este Pontífice que fue crucificado…
    3. Pues como aquel Jesús, que es llamado sacerdote por el profeta, apareció llevando vestidos manchados…, así nosotros, los que por el nombre de Jesús como un solo hombre hemos creído en el Dios Hacedor de todas las cosas, habiéndonos despojado, por el nombre de su Hijo primogénito, de los vestidos viejos manchados…, así nosotros, los que por el nombre de Jesús como un solo hombre hemos creído en el Dios hacedor de todas las cosas, habiéndonos despojado, por el nombre de suyo Hijo primogénito, de los vestidos viejos, es decir, de los pecados, inflamados por la palabra de su llamamiento, somos la verdadera raza sacerdotal de Dios; según atestigua el mismo Dios al decir que en todo lugar entre los gentiles hay quienes le ofrecen a él sacrificios agradables y puros [cf. Mal 1,11]
    117,1. Pues de todos los sacrificios por medio de este nombre, los cuales ordenó Jesucristo que se hicieran, a saber, en la Eucaristía del pan y del cáliz, sacrificios que hacen los cristianos en todos los lugares de la tierra, ya que de antemano testifica Dios que le son agradables. En cambio rechaza los que hacéis vosotros, y por medio de aquellos vuestros sacerdotes, diciendo: Y vuestros sacrificios no aceptaré de vuestras manos: pues desde la salida del sol hasta su ocaso mi nombre es glorificado, dice, entre las gentes, mientras que vosotros lo profanáis [Mal 1,10ss]
     
     
    San Ireneo (130d.C - 202 d.C)
    San Ireneo (obispo y mártir). Fue discípulo de San Policarpo que a su vez fue discípulo del apóstol San Juan. Celebre por su tratado “Contra las Herejías” donde combate las herejías de su tiempo, en especial las de los gnosticos.
    En la teología presentada por San Ireneo sucede los mismo que con San Justino, la certeza de que el pan y vino consagrados son cuerpo y sangre de Cristo es diáfana, y explícitamente afirma que “el cáliz es su propia Sangre” (la de Cristo) y “el pan ya no es pan ordinario sino Eucaristía constituida por dos elementos terreno y celestial” (Comenta Jesús Solano que San Ireneo no se refiere aquí a como está constituida la Eucaristía sino como llega a constituirse: el elemento terreno es “el pan” y el elemento celeste es “la invocación (epiclesis) de Dios”)
    San Ireneo también deja testimonio de que en grupos herejes  también se compartía la fe de la Iglesia de que el pan y vino realmente se convierten en cuerpo y sangre de Cristo, más que a ellos no les puede constar que el pan consagrado por ellos (los herejes) realmente lo sea porque ellos desconocen que Cristo sea el Verbo, hijo del hacedor del mundo. Les exhorta a o cambiar de parecer o dejar de ofrecer dicho sacrificio.
     
    San Ireneo. Contra las herejías. L.4 c.17 n.5.(HARVEY, 2,197-200; MG 7M1023s).
    Pero dando también a los discípulos el consejo de ofrecer las primitas de sus criaturas a Dios, no como si las necesitase Él, sino para que ellos mismos no sean infructuosos ni ingratos, tomó el pan que es algo de la creación, y dio gracias diciendo: “Este es mi cuerpo”. Y de la misma manera afirmó que el cáliz, que es de nuestra creación terrena, era su sangre; y enseñó la nueva oblación del Nuevo Testamento, la cual, recibiéndola de los apóstoles la Iglesia, ofrece en todo el mundo a Dios, que nos da los alimentos primitas de sus dones en el Nuevo Testamento; acerca de lo cual Malaquías, en los doce profetas [menores], profetizó así: En efecto mío no está hacia vosotros, dice el Señor Omnipotente, y no aceptaré de vuestras manos sacrificio. Porque desde el levante a poniente es glorificado mi nombre entre las gentes y en todo lugar se ofrece incienso a mi nombre, y un sacrificio puro, pues grande es mi nombre entre las naciones, dice el Señor Omnipotente. Significando manifiestamente por esto que el pueblo anterior cesará de ofrecer a Dios; porque en todo lugar se ofrecerá sacrificio a Él, y éste será puro; y su nombre es glorificado entre las gentes.
    San Ireneo. Contra las herejías. L.4 c.18 n4s ( HARVEY , 2,204-208; para el n.5: HOLL, 61s; MG 7,1027ss).
    4. ¿Cómo, pues, les constará que ese pan, en el que han sido dadas las gracias, es el cuerpo de su Señor, y el cáliz de su sangre, sino dicen que è es Hijo del Hacedor del mundo, esto es, su Verbo, por el cual el leño fructifica, y las fuentes manan, y la tierra da primero tallo, después espiga y finalmente trigo pleno en la espiga?
    5. ¿Y cómo dicen también que la carne se corrompe y no participa de la vida, que es alimentada por el cuerpo y sangre del Señor? Por lo tanto, o cambien de parecer o dejen de ofrecer las cosas dichas. Para nosotros en cambio, la creencia concuerda con la Eucaristía, y la Eucaristía, a su vez, confirma la creencia. Pues le ofrecemos a Él sus propias cosas, proclamando concordemente la comunión y la unión de la carne y del espíritu. Porque así como el pan que es de la tierra, recibiendo la invocación de Dios ya  no es pan ordinario sino Eucaristía, constituida por dos elementos terreno y celestial, así también nuestros cuerpos, recibiendo la Eucaristía, no son corruptibles sino que poseen la esperanza de la resurrección para siempre.
    San Ireneo. Contra las herejías. L.4 c.33 n.2 (HARVEY, 2,257; MG 7,1073 A-B).
    Y examinará [el discípulo verdaderamente espiritual] verdaderamente la doctrina de Marción, cómo entiende que hay dos dioses, separados entre sí por infinita distancia…¡Y cómo si el Señor es hijo de otro Padre [distinto del Creador], procedía justamente cuando, tomando el pan de esta nuestra creación, confesaba ser su cuerpo, y la mezcla ser cáliz afirmó ser su sangre?
    San Ireneo. Contra las herejías. L.5 c.2 n.2s (HARVEY, 2,318-323; HOLL, 68s; MG 7,1124-1127)
    2. Y son vanos por completo los que desprecian todo el orden divino y niegan la salvación de la carne y desdeñan su regeneración, diciendo que no es capaz de incorruptibilidad. Pero si ésta [la carne] no se salva, entonces ni el Señor nos ha redimido con su sangre, si el cáliz de la Eucaristía es participación de su sangre; ni el pan que partimos es participación de su cuerpo. Porque la sangre no procede sino de las venas y de la carne y de la restante substancia humana, de la cual verdaderamente hecho el Verbo de Dios, nos redimió con su sangre. Como lo dice también su Apóstol: en el cual tenemos por su sangre, redención, la remisión de los pecados.
    Porque somos miembros suyos y alimentados por medio de la creación, y nos brinda la creación, haciendo salir su sol y llover, como quiere, aseguró que aquel cáliz de la creación es su propia sangre, con la cual aumenta nuestra sangre, y reafirmó que aquel pan de la creación es su cuerpo, con el cual incremente nuestros cuerpos.
    3. Cuando, pues, el cáliz mezclado y el que ha llegado a ser pan reciben el Verbo de Dios y se hacen Eucaristía, cuerpo de Cristo, con las cuales la substancia de nuestra carne se aumenta y se va constituyendo, ¿Cómo dicen que la carne no es capaz del don de Dios que es la vida eterna, la carne alimentada con el cuerpo y la sangre del Señor, y hecha miembro de Él?
    Como dice el bienaventurado Apóstol en la carta a los Efesios: Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos; y esto no lo dice de un hombre pneumático [espiritual] e invisible, porque el espíritu no tiene huesos ni carne, sino del organismo verdaderamente humano que consta de carne, nervios y huesos, y el cual se alimenta de su cáliz, que es su sangre, y aumenta con el pan, que es su cuerpo. Y a la manera que el mugrón de la vid metido en la tierra produjo fruto a su tiempo, y el grano de trigo caldo en la tierra y deshecho se levantó multiplicando por el Espíritu de Dios que todo lo contiene; y después por la Sabiduría de Dios llegaron a ser de utilidad para los hombres, y recibiendo la palabra de Dios llegan a ser Eucaristía, que es cuerpo y sangre de Cristo, así también nuestros cuerpos, alimentados con ella y colocados en la tierra y deshechos en ella resucitarán a su tiempo, concediéndoles la resurrección del Verbo de Dios para gloria de Dios Padre.
     
     
    Tertuliano (160d.C - 220 d.C)
    Si bien Tertuliano no es considerado un padre de la Iglesia, sino un apologeta, y al final de su vida cae en herejía abrazando el montanismo, fue muy leído antes de abandonar la Iglesia Católica.
    También considero importante profundizar en los escritos de Tertuliano ya que entre algunos protestantes se manejan fragmentos truncados y fuera de contexto de sus escritos que podrían dar a entender que Tertuliano creía que el pan y vino consagrados no eran cuerpo de Cristo sino “símbolos”.  Un ejemplo de la manipulación de esos textos se encuentra en el sitio anticatólico administrado por Daniel Sapia, en un artículo desarrollado por Guillermo Hernández Agüero. Colocaré la cita utilizada por el Señor Guillermo, y la cita en su contexto colocando en rojo lo que dicho autor omitió colocar:
     
     
    Extracto de un artículo de Daniel Sapia escrito por Guillermo Hernández Aguero:
    "Podemos profundizar más sobre los Padres, pero nuestro tema en este caso es sobre la Santa Cena. Sin embargo hay algunos Padres que nos pueden decir algo sobre nuestro tema: «Cristo, habiendo tomado el pan y habiéndolo distribuido a sus discípulos, lo hizo su cuerpo, al decir: Este es mi cuerpo, a saber, la figura de mi cuerpo» (Tertuliano, contra Marción 4:40) Tertuliano nos da entender que para nada hay una transubstanciación con el pan; al contrario nos enseña de que es simbólico."
    Obsérvense ahora el texto en su contexto:
    Tertuliano, Contra Marciòn L.4 c.40 (Kroymann, 559ss; OEHLER, 2,267s, ML 2,460 A - 462A).
    “...Con gran deseo he deseado comer la pascua con vosotros antes de padecer ¡Oh destructor de la ley que anhelaba observar aun la pascua!, de seguro que le deleitaría por la carne del cordero judío. ¿O es que era él, el que teniendo que ser llevado al sacrificio como una oveja, y que como una oveja ante el que la trasquila, no había de abrir su boca, deseaba realizar la figura de su sangre salvadora? Podía también ser entregado por cualquier extraño para que no dijera yo que también en esto el salmo estaba cumplido: El que come pan conmigo levantará contra mí su pie...Pero esto hubiera sido propio de otro Cristo, no del que realizaba las profecías...
    Habiendo declarado, pues, que Él con grandes ansias había deseado comer la pascua, como suya, pues es indigno que Dios desee algo ajeno, habiendo tomado el pan y distribuido a los discípulos lo hizo su cuerpo diciendo: Este es mi cuerpo, es decir, "figura de mi cuerpo".Pero no hubiera sido figura, sino fuera cuerpo verdadero. Por lo demàs, una cosa vana como es un fantasma no podía contener la figura.
    O si por esto al pan hizo su cuerpo, porque carecìa de cuerpo verdadero, luego debiò entregar por nostros al pan. ¡Hacìa, para la vaciedad de Marción, que fuera cruficificado el pan, y no màs bien al melón que Marción tuvo en vez de corazón?
    No entendiendo que es antigua esta figura del cuerpo de Cristo, que dice por Jeremías: Urgían tramas contra mí, diciendo: Venid, echemos una astilla en su pan, es decir, la cruz en su cuerpo. Así pues, el que ilumina las antiguas figuras, al llamar al pan cuerpo suyo, declaró suficientemente que quiso significar entonces el pan. Y así en la conmemoración del cáliz, constituyendo el testamento sellado con su sangre, confirmó la substancia de su cuerpo. Porque la sangre no puede ser de cuerpo alguno que no sea de carne. Porque si alguna propiedad no carnal del cuerpo se nos opone, ciertamente si no es carnal no tendrá sangre. Así la prueba de la realidad del cuerpo se confirmará por el testimonio de la carne, y la prueba de la realidad de la carne por el testimonio de la sangre. Y para que reconozcas la antigua figura de la sangre en el vino, Isaías dice...Mucho más manifiestamente el Génesis, en la bendición de Judá, de cuya tribu había de provenir el origen de la carne de Cristo, ya entonces bosquejada a Cristo en Judá: Lavará, dijo, en vino su vestido, y en sangre de uvas su manto, significando la estola y el manto la carne y el vino la sangre. Así ahora consagró su sangre en el vino, el que entonces hizo al vino figura de su sangre.....”
     
    Para entender las palabras de Tertuliano, debemos conocer el contexto. Marción negaba que Cristo tuviese cuerpo verdadero. La fuerza del argumento de Tertuliano contra Marcion consistía en que el pan no podía ser cuerpo verdadero de Cristo, si Cristo no hubiera tenido cuerpo verdadero. ¿Cómo podría la Iglesia creer en forma unánime que el pan consagrado era cuerpo de Cristo si Cristo no tenía cuerpo?.  Adicionalmente cuando dice: "El pan hizo su cuerpo" denota un cambio de substancia. La realidad de la Eucaristía y la fe de la Iglesia demostraban la realidad física del cuerpo de Cristo.

    Tertuliano utiliza la expresión figura de su cuerpo para referirse al cuerpo real. Tertuliano habla del pan eucarístico como "figura" del cuerpo de Cristo, porque el verdadero cuerpo de Cristo había sido en el AT anunciado por los profetas bajo la figura del pan, como la verdadera sangre había sido prefigurada en el vino.
    Tertuliano termina más adelante afirmando la realidad del cuerpo de Cristo en la Eucaristía, y hablan de ella como un “sacramento”. Luego veremos otros escritos donde la fe de Tertuliano en la Eucaristía se puede verificar de forma diáfana. Llama la atención especialmente cuando afirma que sufren ansiedad si cae al suelo algo del cáliz o a pan, cosa que no tendría sentido de pensar que son solo símbolos.
     
     
     
    Tertuliano, Contra Marción L.5 c.8 (Kroymann, 597; OEHLER, 2,296, ML 2,489 A).
    “Por lo cual, por el sacramento del pan y del cáliz, ya hemos probado en el evangelio la verdad del cuerpo y la sangre del Señor en contra del fantasma propugnado por Marción...”
    Tertuliano, Sobre la corona C.3 (KROYMANN: CSEL 70 (1942) 158, OEHLER, 1421ss; ml 2,79 A - 80 A)
    El sacramento de la Eucaristìa confiado por el Señor en el tiempo de la cena, y a todos, lo tomamos también en las reuniones de antes del amanecer, y no de la mano de otros sino de las de los que presiden; ... Sufrimos ansiedad si cae al suelo algo de nuestro cáliz o también de nuestro pan.”
    Tertuliano, Sobre la idolatría (C.7 (A. REIFFERSCHEID - G. WISSOWA; CSEL 20,1 (1890)36; OEHLER, 1,74s; ML 1,669 A-B)
    “El celo de la fe hablará llorando en este punto: ¿es posible que un cristiano venga de los ídolos a la Iglesia, del taller del adversario a la casa de Dios; que levante las manos madres de los ìdolos a Dios Padre; que ore con aquellas manos a las cuales afuera se ora contra Dios, y acerque al cuerpo del Señor aquellas manos que conducen los cuerpos a los demonios?...”
    Tertuliano: Acerca de la honestidad. C.9 (G. RAUSCHEN: FP (1915) 53s; OEHLER, 1,810s; ML 2,997 D - 998 C)
    "....`recibe también entonces el primer anillo, con el cual, después de interrogado, sella el compromiso de la fe, y así a continuación es alimentado con las delicias del cuerpo del Señor, a saber con la Eucaristía"
     
    Participando en un foro protestante tuve la oportunidad de conversar con el Web Master del sitio Web anticatólico en cuestión (Daniel Sapia), y le comenté sobre la descontextualización que se había hecho en su sitio de los escritos de Tertuliano. Le mostré este conjunto de textos de Tertuliano que hacen imposible pensar que él apologeta pensara en el pan y vino consagrados como simples símbolos, sin embargo a excepción de un breve comentario en su sitio Web donde se aferra a su postura, e ignora mencionar estos textos, no ha hecho corrección alguna. Esto era de esperar de alguien con tan poca ética, ya que este individuo se ha hecho conocido a raíz de publicar artículos amarillistas acusando al Papa Juan Pablo II de ser la mano de obra del Anticristo, por tanto esto vendría siendo para él, solo una raya más para un tigre.
    Clemente de Alejandría (Mediados del siglo II – antes del 215)
    Nació hacia el año 150, probablemente en Atenas, de padres paganos; después de hacerse cristiano, viajó por el sur de Italia y por Siria y Palestina, en busca de maestros cristianos, hasta que llegó a Alejandría; las enseñanzas de Panteno (jefe de la escuela catequética de Alejandría, en Egipto) hicieron que se quedara allí. Hacia el año 202, la persecución de Septimio Severo le obligó a abandonar Egipto, y se refugió en Capadocia, donde murió poco antes del 215.
    Su conocimiento de los escritos paganos y de la literatura cristiana es notable; según Quasten, en sus obras se encuentran unas 360 citas de los clásicos, 1500 del Antiguo Testamento y 2000 del Nuevo, por tanto es considerado cronológicamente como el primer sabio cristiano .conocedor profundo no sólo de la Sagrada Escritura sino de obras las obras cristianas anteriores a él, e incluso obras de literatura profana. Clemente consideraba el cristianismo la realización más bella y el coronamiento de todos los elementos de verdad dispersos en la filosofía.
    Clemente de Alejandría es testigo de la práctica litúrgica de eucaristizar” según una norma fija de la Iglesia, el pan, y la mezcla de vino y agua, pero combate a los herejes encratitas que eucaristizaban el agua sola. Llama a la Eucaristía “oblación”, afirma fue figurada en el alimento santificado de vino y pan que dio Melquisedec.  Afirma que hay un alimento de pan que es Jesús mismo, y el que come de ese pan no muere. Afirma que Jesús se da también en bebida de imortalidad.
    El texto más oscuro de Clemente sobre la Eucaristía se encuentra en su obra del “Pedagogo”. Afirma aquí que la Eucaristía es  por sí misma vivificante y que da la inmortalidad; el Espíritu es quien produce esta vivificación, y este Espíritu es para Clemente el Espíritu que es la fuerza del Verbo, es decir, la naturaleza divina del Verbo.  Sin embargo, distingue la sangre carnal del Señor con la que nos redimió, de la sangre espiritual (pneumática) “con la que hemos sido ungidos”, y que nos hace partícipes de la incorrupción. Por el contexto se ve que esta “sangre espiritual” es el Espíritu vivificador, y no es que insinúe Clemente la idea de que en la Eucaristía no está la verdadera Sangre del Señor. En segundo lugar, habla Clemente de la Eucaristía como “mezcla de la bebida (vino con agua) y del Verbo. La expresión no dice nada sobre la presencia real del Señor en la Eucaristía, sino que señala las causas que intervienen en la confección de la Eucaristía.   
     
     
     
    Clemente de Alejandría. Stromata. L.1 c.1 (STAEHLIN, 2, pg5,16-20; MG 8,692 B).
    “Es, pues, necesario que ambos se pruebe a sí mismos: el uno para ver si es digno de decir y dejar comentarios, el otro para ver si es tan justo que pueda escuchar y leer; así como también los que, según es costumbre, reparten la Eucaristía, van permitiendo a cada uno del pueblo tomar la parte correspondiente.”
    Clemente de Alejandría. Stromata. L.1 c.19(STAEHLIN, 2, 61,26-62,1; MG 8,813 A).
    “Y a los privados de inteligencia recomiendo diciendo, así habla la Sabiduría manifiestamente refiriéndose a los que andan entre las herejías, tomad a hurtadillas gustosamente los panes y la dulce agua robada [Prov 9,16s]; designando con claridad el pan y el agua, no en otras herejías, sino en aquellas que, contra la regla de la Iglesia, emplean pan y agua en la oblación; pues hay también quienes eucaristizan el agua sola [no mezclada con vino]”
    Clemente de Alejandría. Stromata. L.4 c.25 (STAEHLIN, 2, 319,22-320-1; mg 8,1369 B).
    Pues Salem se interpreta paz, de la cual paz es descrito como rey nuestro Salvador, de quien dice Moisés: Melquicedec, rey de Salem, el sacerdote del Dios Altísimo [Gen 14,18]; éste dio el pan y el vino como alimento santificado en figura [tipo] de la Eucaristía.
    Clemente de Alejandría. ¿Qué rico se salvará?. N.23 )STAEHLIN, 3, 175,11ss; MG 9,628 D)
    Yo [el Salvador] soy tu sustentador, que me he dado a mí mismo [como] pan, del cual quien ha gustado no hace ya más experiencia de la muerte, y que mehe dado a mi mismo [como] bebida de inmortalidad.
     
     
    San Hipólito (murió mártir en el año 235)
    Se desconoce el lugar y fecha de su nacimiento, aunque se sabe fue discípulo de San Ireneo de Lyon. Su gran conocimiento de la filosofía y los misterios griegos, su misma psicología, indica que procedía del Oriente. Hacia el año 212 era presbítero en Roma, donde Origenes—durante su viaje a la capital del Imperio—le oyó pronunciar un sermón.
    Con ocasión del problema de la readmisión en la Iglesia de los que habían apostatado durante alguna persecución, estalló un grave conflicto que le opuso al Papa Calixto, pues Hipólito se mostraba rigorista en este asunto, aunque no negaba que la Iglesia tiene la potestad de perdonar los pecados. Tan fuerte fue el contraste que se separó de la Iglesia y, elegido obispo de Roma por un reducido círculo de partidarios suyos, fue así el primer antipapa de la historia. El cisma se prolongó tras la muerte de Calixto, durante el pontificado de sus sucesores Urbano y Ponciano. Terminó en el año 235, con la persecución de Maximino, que desterró al Papa legítimo (Ponciano) y a Hipólito a las minas de Cerdeña, donde se reconciliaron. Allí los dos renunciaron al pontificado, para facilitar la pacificación de la comunidad romana, que de este modo pudo elegir un nuevo Papa y dar por terminado el cisma. Tanto Ponciano como Hipólito murieron en el año 235. El Papa Fabián hizo trasladar sus cuerpos solemnemente a Roma y son honrados como mártires.
    San Hipólito es tajante en afirmar que se evite con diligencia que el infiel coma de la Eucaristía, ya que “es el cuerpo de Cristo del cual todos los fieles se alimentan y no debe ser despreciado”.
     
     
     
    San Hipólito. Segmentos exegéticos. Gem 38,19 (ACHELIS, 96; fragmento árabe).
    “Después que Judá había estado con ella [cf. Gen 38,16ss], le dio a ella una prenda, a saber: tres cosas, el anillo de sellar, el cordón y el báculo que llevaba él en la mano: éstas eran las prendas de que él había estado con ella. De la misma manera Cristo ha regalado a su Iglesia tres cosas, a saber, su cuerpo, su sangre y el bautismo. Y si Tamar fue salvada por tres cosas, a saber, por el anillo, el cordón y el báculo, así la santa Iglesia por tres cosas, por la profesión de fe, por el cuerpo y por la sangre fue igualmente salvada de la idolatría, y eligió asimismo para sus hijos la salvación de la mundanidad por medio de Cristo: y nosotros recibimos su cuerpo y su sangre, pues Él es la prenda de la vida eterna para todo aquel que con humildad se acerca a Él.”
    San Hipólito. Comentario a Daniel. L.4. n.35 (LEFEVRE, 334; BONWETSCH: GChS 278,11-17; 280,1-4).
    “…Después dice: Después de las sesenta y dos semanas habrán pasado los tiempos…Él hará el Testamento para muchos durante una semana; y en medio de la semana será quitado el sacrificio y la libación sacrificial; y sobre el santuario, una abominación desoladora [cf. Dan 9,26s]. Así, pues, una vez cumplidas las sesenta y dos semanas y una vez venido Cristo y predicado el evangelio en todas partes, cuando los tiempos estarán cumplidos, será dejada una semana, la última,; en la cual aparecerán Elías y Enoc. Y en medio de ella vendrá la abominación desoladora [Dan 9,27], el anticristo, que anunciará al mundo la devastación. Después que él haya venido, será quitado el sacrificio y la libación sacrificial, los cuales son ahora ofrecidos a Dios por las gentes en todas partes [cf. Mal 1,11].
     San Hipólito. Sobre los dos ladrones. (ACHELIS: GChS 211; MG 83,285 A: TEODORETO, Eranistes, diálogo 3)
    “Ambas cosas proporcionó al mundo el cuerpo del Señor, sangre sagrada y agua santa”.
    San Hipólito. Tradición Apostólica (DIX; FUNK, 115s; BOTTE, 66s).
    “Cada fiel procure tomar la Eucaristía, antes que haya probado ninguna otra cosa. Pues si es fiel en tomarla, aunque se le dé veneno mortal, no tendrá [el veneno] poder sobre él. Todos eviten con diligencia que el infiel coma de la Eucaristía o que [lo hagan] los ratones u otro algún animal, [y eviten que] ninguna otra cosa en absoluto caiga en la Eucaristía y [que] (algo) perezca. Es el cuerpo de Cristo, del cual todos los fieles se alimentan, y no debe de ser despreciado…”
     
     
     
    Origenes (185d.C – 254 d.C)
     
    Orígenes fue padre de la Iglesia, teólogo y comentarista bíblico. Vivió en Alejandría hasta el 231, se pasó los últimos 20 años de su vida en Cesarea del Mar, Palestina y viajando por el imperio romano. Fue el mayor maestro de la doctrina cristiana en su época y ejerció una extraordinaria influencia como intérprete de la Biblia. 
     
    Orígenes fue profundamente afectado por el martirio de su padre, Leonides, durante la persecución del emperador Severo en el 201. Completó su educación en Alejandría donde estuvo en contacto con gnósticos valentinianos. Unos años después estuvo bajo la influencia de platonistas alejandrinos como Ammonius Sacas.
     
    Orígenes enseñó que Dios, todopoderoso, providente y salvador, se conoce solo por medio de Jesucristo, tal como fue anunciado por las escrituras judías y testimoniado en el Nuevo Testamento.  Jesucristo pre-existió como la Palabra (Logos) Eterna y es el origen de la creación universal.
     
    Las enseñanzas de Orígenes contienen también muchas especulaciones sobre temas en que la Iglesia de su época no se había definido. Algunas de sus ideas resultaron erróneas a la luz del desarrollo posterior de la doctrina católica.  No por eso se puede negar la validez del resto de sus enseñanzas.
     
    Con respecto a la Eucaristía los escritos de Orígenes van en a misma línea que el resto de los padres. Al igual que Tertuliano muestra preocupación en que el pan y vino consagrados caigan al piso. Afirma que “así como el maná era alimento en enigma, ahora claramente la carne del Verbo de Dios es verdadero alimento, como Él mismo dice: Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida”. En todos estos casos, Orígenes se refiere al “verdadero alimento” no como pan, sino como “la carne del Verbo de Dios”. Afirma también que recibir el cuerpo indignamente ocasiona ruina para sí mismos y se refiere a la celebración eucarística como “la mesa del cuerpo de Cristo y del cáliz mismo de su sangre”.
     
     
     
    Orígenes. Sobre el Exodo. Homilía 13,3 (W.A. BAEHRENS: GChS 29, Orígenes Werke 6,274; MG 12,391 A-B).
    “Conocéis vosotros, los que soléis asistir a los divinos misterios, cómo cuando recibís el cuerpo del Señor, lo guardáis con toda cautela y veneración, para que no se caiga ni un poco de él, ni desaparezca algo del don consagrado. Pues os creéis reos, y rectamente por cierto, si se pierde algo de él por negligencia. Y si empleáis, y con recta razón, tanta cautela para conservar su cuerpo, ¿Cómo juzgáis cosa menos impía haber descuidado su palabra que su cuerpo.”
    Orígenes. Sobre los Números. Homilía 7,2 (BAEHRENS: GChS 30, Origenes Werke 7,39s; MG 12,613 C)
    “Antes, el bautismo estuvo en enigma en la nube y en el mar; ahora la regeneración está claramente en el agua y en el Espíritu Santo. Entonces el maná era alimento en enigma, ahora claramente la carne del Verbo de Dios es verdadero alimento, como Él mismo dice: Mi carne verdaderamente es comida y mi sangre verdaderamente es bebida”
    Orígenes.  Sobre Jeremías. Homilía 19,13 (E. KLOSTERMANN: GChS, Origenes Werke 3,169,30-33: MG 13,489 C. aquí es la homilía 18)
    “…Si subes, pues, con Él para celebrar la pascua, te dará el cáliz del Nuevo testamento; te dará también el pan de la bendición, te concederá su cuerpo y su sangre
    Orígenes. Sobre Ezequiel 7,22 (MG 13,793 B).
    “Y entrarán en ellas [las cosas escogidas del mundo] sin consideración [Ez 7,22 según los LXX; cf. V.20 también según los LXX]…Así ha de decirse que entra sin consideración en las cosas santas de la Iglesia, si uno, después del acto conyugal, indiferente a la impureza que en sí ha contraído, consiente en orar sobre el pan de la Eucaristía, pues este tal profana las cosas santas y lleva a cabo una acción descompuesta.
    Orígenes. Sobre el Salmo 37. Homilía 2,6 (MG 12,1386 D)
    “¿No temes comulgar el cuerpo de Cristo, al acercarte a la Eucaristía como si fueras limpio y  puro, y como puedes huir el juicio de Dios? ¿No recuerdas aquello que está escrito: que por esto hay entre vosotros muchos débiles y enfermos y muchos que mueren?.  ¿Por qué muchos débiles?  Porque no se juzgan a sí mismos, ni se examinan, ni entienden  qué es participar de la Iglesia, ni qué acercarse a tantos y tan eximios sacramentos. Padecen aquello que suelen padecer los que tienen fiebre, cuando se atreven a comer los manjares de los sanos, a saber, que a sí mismos se acarrean la ruina.”
    Orígenes. Contra Celso. L.8. c33 (P. LOETSCHAU: GChS Origenes Werke 2,249,4-9; MG 11,1566 C).
    Y Celso, por esa causa, como hombre que desconoce a Dios, de sus hacimientos de gracias a los demonios; nosotros, por el contrario, dando gracias al Creador de todo, comemos los panes ofrecidos con la acción de gracias y la oración sobre los dones recibido, hechos por la oración un cierto cuerpo santo y santificador de los que se sirven de él con sano propósito.
    Orígenes. Serie de comentarios. 82 (KLOSERMANN: GChS 38, Orígenes Werke 1,194, MG 13,1732 B).
    [Mt 26,23]… Y si puedes entender la mesa espiritual y el alimento espiritual y la cena del Señor, de todo lo cual se había dignado Cristo hacerle participe [a Judas], verás todavía más la grandeza de su maldad, pues que entregó al Salvador, maestro y a la vez alimento de la divina mesa y del cáliz (y esto en el día de la pascua), sin acordarse en los bienes corporales del amor del maestro ni en los espirituales de su doctrina, repartida siempre sin envidia. Como éste son en la Iglesia todos aquellos que ponen asechanzas a sus hermanos, con los cuales frecuentemente estuvieron juntos en la misma mesa del cuerpo de Cristo y en el mismo cáliz de su sangre.
     
     
     
    Sin embargo, comenta Jesús Solano, que Orígenes tiene un texto muy discutido que reproduciremos a continuación, el cual, aunque no es propiamente un texto eucarístico, él emplea la terminología Eucarística en sentido alegórico. Para quien conoce la pasión de Orígenes por relacionar entre sí texto de la Sagrada Escritura y por buscar alegorías en aquel ambiente de “gnosis” en Alejandría, no ofrece ningún serio problema acerca de la ortodoxia de Orígenes el que éste se exprese con semejantes alegorías. Sería injusto para con el escritor y anticientífico deducir el pensamiento eucarístico de Orígenes de uno u otro pasaje y no del conjunto de todos ellos. A pesar de haber tenido Orígenes numerosos adversarios, no hay noticia de que nadie le impugnase por su doctrina eucarística menos pura.
     
     
     
    Orígenes. Serie de comentarios. 85 (KLOSTERMANN, 196s; MG 13,1734 A – 1735 A).
    Este pan que el Dios Verbo confiesa ser su cuerpo, es la palabra que alimenta las almas, palabra procedente del Dios Verbo y pan del pan celestial que ha sido puesto sobre la mesa de la que está escrito: Has preparado delante de mí una mesa a la vista de mis perseguidores. Y esta bebida que el Dios Verbo confiesa ser su sangre, es la palabra que apaga la sed y embriaga prodigiosamente los corazones de los que beben, bebida que está en el cáliz del que se ha escrito: y cuan excelente es tu cáliz que embriaga. Y esta bebida es fruto de la vid verdadera que dice: Yo soy la verdadera vid, y es la sangre de aquella uva que, echada en el lagar de la pasión, produjo esta bebida. Como también el pan es la palabra de Cristo, hecha de aquel trigo que, cayendo en la tierra, dio mucho fruto. Porque no a aquel pan  visible que tenía en las manos decía Dios Verbo su cuerpo, sino a la palabra en cuyo misterio debía ser partido aquel pan; ni a aquella bebida visible decía su sangre, sino a la palabra en cuyo misterio aquella bebida debía ser derramada. Porque cuerpo o sangre del Dios Verbo ¡Que otra cosa puede ser, sino la palabra que alimenta, y la palabra que alegra el corazón?
     
     
    San Cipriano (258 d.C)
     
    San Cipriano nació hacia el año 200, probablemente en Cartago, de familia rica y culta. Se dedicó en su juventud a la retórica. El disgusto que sentía ante la inmoralidad de los ambientes paganos, contrastado con la pureza de costumbres de los cristianos, le indujo a abrazar el cristianismo hacia el año 246. Poco después, en 248, fue elegido obispo de Cartago. Al arreciar la persecución de Decio, en 250, juzgó mejor retirarse a un lugar apartado, para poder seguir ocupándose de su grey.
     
    De él se conservan una docena de opúsculos sobre varios temas del momento y, particularmente, una preciosa colección de 81 cartas, en las que da muestra de su extraordinaria clarividencia y energía en los asuntos referentes a la fe y a la vida de la Iglesia. Más que un hombre de ideas fue sobre todo un hombre de gobierno y de acción. Su doctrina coincide sustancialmente con la de Tertuliano, del que era lector asiduo y a quien consideraba como «maestro».
     
    Uno de los problemas que reclamó su atención fue la actitud que convenía tomar con los que habían cedido durante la persecución accediendo a ofrecer sacrificios a los ídolos. Muchos de ellos quisieron luego volver a la Iglesia, y ser participes de la Eucaristía.
     
    Los textos eucarísticos de San Cipriano son demasiado abundantes para comentarlos todos.
     
     
     
    San Cipriano. Carta 58 N.9 (HARTEL, 665, BAYARD; ML 4,357 A)
    “…armémonos También la diestra con la espada espiritual, para que rechaza con fortaleza los funestos sacrificios, para que, acordándose de la Eucaristía, la [diestra] que recibe el cuerpo del Señor le abrace a él mismo, ella que al poco tiempo ha de recibir  del Señor el premio de las coronas celestiales.”
    San Cipriano. Acerca de los caídos [en idolatría]. C.2 (J. MARTIN, S. Thasci Caccili Cypriani De Lapsis: FP 21 (1930) S; HARTEL: CSEL v.3 p.1 pg.238; ML 4,446 B)
    “…manos esclarecidas, que no estaban hechas sino a obras divinas, resistieron a los sacrificios sacrílegos; las bocas santificadas con los manjares celestiales después del cuerpo y la sangre del Señor rechazaron el contagio de lo profano y los restos de los ídolos”
    San Cipriano. Acerca de los caídos [en idolatría] C.15 (MARTIN, 26, HARTEL, 248; ML 4,478 A-B)
    “Volviendo de los altares del diablo se acercaron a lo santo del Señor con manos sórdidas e infectas por el hedor; eructando casi todavía los mortíferos alimentos de los ídolos, asaltan el cuerpo del Señor con las fauces que exhalan aún su crimen y hieden a funestos contagios, siendo así que sale al paso la Escritura divina, y clama y dice: [Lev 7,20; 1 Cor 10,21; 11,27]…”
     
     
    Firmiliano, Obispo de Cesarea (268 d.C)
     
     
     
    Firmiliano. Extractos Carta 75 n.10.21: HARTEL: CSEL v.3 p.2 p.817s, 823s; ML 3,1165 A. 1171 B – 1172 A)
    “…Por lo demás, cuán gran delito es el de quienes son admitidos o el de quienes admiten a tocar el cuerpo y sangre del Señor, no habiendo lavado sus manchas por el bautismo de la Iglesia ni habiendo depuesto sus pecados, habiendo usurpado temerariamente la comunión, siendo así que está escrito: Quien quiera que comiera el pan o bebiera el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor
     
    Novaciano (mediados del siglo III)
     
    Era hombre erudito e inteligente, formado en la filosofía estoica, profesor de retórica, y con una gran reputación en Roma. Sus adversarios, que son casi nuestra única fuente de información, le dibujan como vanidoso.
     
    Es el primer teólogo romano que escribe en latín con gran elegancia, y a través de sus escritos se refleja un carácter algo parecido al de Tertuliano.
     
    Nos han llegado cuatro de sus obras. Conocemos el nombre de otros siete escritos, y que escribió muchos más. Afortunadamente se conserva el más importante de todos los que escribió, Sobre la Trinidad; en él recoge la doctrina tradicional, tal como la expresaron autores anteriores, pero con una mayor precisión y orden, y también de manera más amplia y completa; lo debió de escribir antes de su ruptura con la Iglesia. Las otras tres obras conservadas tratan de temas morales, expuestos con cierta extensión, y son Sobre los alimentos de los judíos, Sobre los espectáculos y Sobre las ventajas de la castidad.
     
    El  extracto del escrito que reproducimos a continuación, cuestiona lo absurdo de que un cristiano vaya a los espectáculos paganos. Le parece sumamente reprobable la actitud de un cristiano que se atrevió a entrar con la Eucaristía en sitios indignos.
     
     
    Novaciano. Sobre los espectáculos. C.5 (A. BOULANGER, Tertullien, De spectaculis [Seguido de Pseudo-Cyprien- De spectaculis] (Paris 1933) ; HARTEL : CSEL v.3 p.3 pg 8.
    “…atreviéndose a llevar consigo al lupanar lo santo, si hubiera posido, el que apresurándose a ir al espectáculo, despedido del sacrificio del Señor y llevando todavía consigo, como es costumbre, la Eucaristía, llevó este infiel, por entre los cuerpos obscenos de las meretries, el santo cuerpo de Cristo, mereciendo más castigo por este camino que por el placer del espectáculo.
     
    Conclusión
     
    Con esto doy por terminado este pequeño resumen de lo que la Iglesia enseñó durante los primeros 3 siglos, cubrir los primeros 6 siglos sería mucho más extenso pero la evidencia es todavía más abundante. Sugiero profundizar en las obras mencionadas en la Bibliografía para mayor información.
     
    Ahora bien, si Santo Tomás de Aquino vivió del 1225 al 1274 d.C. venir a achacar al santo la invención de la transubstanciación es casi un chiste, Santo Tomás lo que hizo fue, por medio de esta terminología, explicar la conversión del pan y del vino eucarísticos, que sustenta la presencia real de Cristo.  Mucho más absurdo es afirmar tal como lo hace la Iglesia de Dios israelita que los padres ignoraron esta doctrina durante los 6 primeros siglos, siendo que hay tan abundantes referencias históricas. Esto solo puede llamarse aprovecharse de la ignorancia de sus miembros.
     
    Volviendo a Santo Tomás, lo que intenta es responder a una cuestión central en la teología eucarística: ¿Como unir de modo claro la realidad visible significante (el pan y el vino) y la realidad invisible significada (el cuerpo y la sangre de Cristo)? Según Santo Tomás, las dos son preservadas en la enseñanza de la transubstanciación: Por una parte los accidentes del pan y del vino son los símbolos reales que significan la pasión y la resurrección de Cristo: lo que se ve es la realidad significante. Por otra parte lo que es invisible a los sentidos, la conversión del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Cristo, sirve para conducir a los creyentes a la realidad significada, la presencia real de la persona del Salvador.
     
    Sto. Tomás entiende por substancia una cosa o una persona examinada en su ser intrínseco, dotada de una unidad y de una consistencia propias, hecha abstracción de sus cualidades y propiedades diversas. Un hombre, compuesto de muchas sustancias diversas (Sangre, huesos, tejidos...) es siempre una sola substancia. Por tanto Sto. Tomás quiere decir que en la Eucaristía hay un cambio de substancias en el sentido de que el ser intrínseco del pan y del vino, una realidad metafísica, no experimentable por los sentidos e invisible, se convierte en el ser intrínseco del cuerpo y de la sangre de Cristo. El cuerpo de Cristo no puede ser tocado o comido en su especie propia, sino solo en las especies sacramentales que lo ocultan a nuestros ojos y nuestra experiencia sensible.
     
    En resumen, aunque la Iglesia primitiva no utilizó la palabra “Transubstaciación”, creyó lo mismo que esta explica: Que el pan y vino consagrados SON el cuerpo y Sangre del Señor.
     

    Bibliografía
    Textos Eucaristicos Primitivos, Tomos I por Jesús Solano, B.A.C.
    Padres apostólicos, por Daniel Ruiz Bueno, B.A.C.
    Padres apologetas griegos, Daniel Ruiz Bueno, B.A.C.
    La Eucaristía en Santo Tomás de Aquino, por elescoliasta.org
     
      LAMISA.pdf
     

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