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miércoles, 27 de junio de 2012

Pedro, Santo


Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, Junio 29
 
Pedro, Santo
Pedro, Santo

El Príncipe de los Apóstoles

Etimológicamente significa “ piedra, roca”. Viene de la lengua hebrea.

San Pedro Apóstol -- Pedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo Testamento -- en los Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en las Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece 182 veces.

Lo único que sabemos de su vida antes de su conversión es que nació en Betsaida, junto al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde junto con Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la pesca. Existe evidencia para suponer que Andrés (el hermano de Pedro) y posiblemente Pedro fueron seguidores de Juan el Bautista, y por lo tanto se habrían preparado para recibir al Mesías en sus corazones.

Imaginamos a Pedro como un hombre astuto y sencillo, de gran poder para el bien, pero a veces afligido un carácter abrupto y tempestivo que habría de ser transformado por Cristo a través del sufrimiento.

Nuestro primer encuentro con Pedro es a principios del ministerio de Jesús. Mientras Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés, echar la red al agua. Y los llamó diciendo: << Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.>> (Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus redes y lo siguieron. Un poco después, aprendemos que visitaron la casa en la que estaba la suegra de Pedro, sufriendo de una fiebre la cual fue curada por Jesús. Esta fue la primera curación atestiguada por Pedro, quien presenciará muchos milagros más durante los tres años de ministerio de Jesús, siempre escuchando, observando, preguntando, aprendiendo.

Profesión de fe y primado de Pedro:
Cristo resucitado es el fundamento de la Iglesia: "porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo" -1 Cor 3,10. Sin embargo, el mismo Jesús quiso que su Iglesia tuviese un fundamento visible que serán Pedro y sus sucesores. Jesús presenta la vocación singular de Pedro en la imagen de roca firme. Pedro= Petros= Quefá= Piedra= Roca. Es el primero que Jesús llama y lo nombra roca sobre la cual construirá su Iglesia. Pedro es el primer Papa ya que recibió la suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo. El ministerio Petrino asegura los cimientos que garantizan la indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas. La barca del pescador de Galilea es ahora la Iglesia de Cristo. Los peces son ahora los hombres.

Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo , hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" Ellos dijeron: "Unos, que Juan el Bautista, otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas." Díceles el: "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" Replicando Jesús dijo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. -Mateo 16: 13-20.

Dar las llaves significa entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder de gobernar, de permitir y prohibir. Pero no se trata de un gobierno como los del mundo sino en función de servicio por amor: "el mayor entre vosotros sea el último de todos y el servidor de todos" (Mt 23,11).

Recordemos algunos de los episodios Bíblicos en los que aparece Pedro.

Después del milagro de la multiplicación de los panes
, Jesús se retiró a la soledad de un cerro a orar, mientras sus discípulos cruzaban en una barca el lago de Galilea. De improviso vieron a Jesús caminando sobre el agua y según San Mateo Jesús les dijo: <<¡Soy yo, no temáis!>>. Pedro respondió: <> Entonces Pedro empezó a caminar confiadamente pero al notar la fuerza del viento titubeó y comenzó a hundirse. Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: <<¡Que poca fe! ¿Por qué dudaste?>> (Mateo 14, 22-31)

Pedro siempre figura entre los tres mas allegados a Jesús. Fue elegido con Santiago y Juan, para subir al monte Tabor donde ocurrió la Transfiguración. Aquí contempló la Gloria del Señor y escuchó la proclamación de Dios: <> (Mateo 17, 1-5)

Después bajaron a Jerusalén donde Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para el fin de su ministerio en la tierra. Pedro llevó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo porque no quería aceptar un fin tan terrible como la cruz.

Al estar todos reunidos en la Última Cena, Pedro declaró su lealtad y devoción con estas palabras: <> E insistió: <>. Con inmensa tristeza Jesús le contestó: <> Al desenvolverse esta trágica noche se realizó esta profecía. Cuando los soldados llevaron a Jesús a los judíos, Pedro se quedó en el patio y tres veces lo acusaron de ser discípulo de Jesús. El lo negó las tres veces. En aquel mismo momento, cantó el gallo por segunda vez y Pedro empezó a llorar.

Pedro es un pecador arrepentido. Cristo lo perdona y confirma su elección. Pregunta a Pedro: "¿Me amas más que éstos?" (Jn 21,15). Pedro afirma tres veces su amor. Jesús entonces le dice "Apacienta mis ovejas". Signo de su misión como pastor universal de la Iglesia. Su ministerio se sostendrá gracias al poder de Cristo, quien ora por el. "He rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22,32). Es Cristo el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar, consagrar, enseñar y dar testimonio.

Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor. El fue << La Piedra>> en la que la Iglesia fue fundada. Su capacidad de conversión quizás sea lo que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores. Pedro cayó muy bajo en la noche que negó al Señor. Después se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma, mártir, y <>.

Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles. Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro. Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo que no tenía dinero, pero en el nombre de Jesús Nazareno le mandó levantarse y andar. El mendigo, curado de su mal hizo lo que le mandó Pedro.

La esparción del cristianismo atrajo persecuciones en las que fue martirizado San Esteban y muchos de los convertidos se esparcieron o escondieron. Los Apóstoles permanecieron firmes en Jerusalén donde los líderes judíos eran sus peores perseguidores. Pedro decidió predicar en las aldeas circundantes y cada vez mas lejos. En Samaria donde predicó y realizó milagros, Simón, un mago, le ofreció dinero para que le enseñara el secreto de sus poderes. Pedro lo reprendió fuertemente y le dijo: << Quédate con tu dinero, que te pudras con él, porque has pensado que los dones de Dios se pueden comprar.>>

Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos con las autoridades judías, hasta dos veces los jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar. Nos dice la Escritura que fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión e impresionó a los demás Apóstoles al llegar repentinamente donde ellos moraban. Pedro después predicó en los puertos marítimos de Joppa y Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y en Cesarea donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.

Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma donde fue martirizado durante el reinado de Nerón alrededor del año 67, el mismo año que San Pablo. Así lo estiman tres Padres de la Iglesia: San Ireneo, San Clemente de Alejandría y Tertuliano. Fue sepultado en lo que hoy es el Vaticano donde aun se encuentran su restos bajo el altar mayor de la basílica de San Pedro. Esto ha sido comprobado en los encuentros arqueológicos y anunciado por Pío XII al concluir el año santo de 1950.

Martirio de San Pedro

San Pedro murió crucificado. El no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por eso lo crucificaron con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto de su crucifixión fue guardado por la tradición. Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro.

Las palabras de Jesús se cumplen textualmente.

"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella".
Mateo 16:18

Hay testimonios arqueológicos de la necrópolis con la tumba de San Pedro, directamente bajo el altar mayor. Esta ha sido venerada desde el siglo II. Un edículo de 160 d.C. en el cual puede leerse en griego "Pedro está aquí".

Recordemos algunos de los episodios Bíblicos en los que aparece Pedro.

Después del milagro de la multiplicación de los panes, Jesús se retiró a la soledad de un cerro a orar, mientras sus discípulos cruzaban en una barca el lago de Galilea. De improviso vieron a Jesús caminando sobre el agua y según San Mateo Jesús les dijo: ¡Soy yo, no temáis!. Pedro respondió: Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua. Entonces Pedro empezó a caminar confiadamente pero al notar la fuerza del viento titubeó y comenzó a hundirse. Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: ¡Que poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mateo 14, 22-31)

Pedro siempre figura entre los tres mas allegados a Jesús. Fue elegido con Santiago y Juan, para subir al monte Tabor donde ocurrió la Transfiguración. Aquí contempló la Gloria del Señor y escuchó la proclamación de Dios: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, escuchadle. (Mateo 17, 1-5)

Después bajaron a Jerusalén donde Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para el fin de su ministerio en la tierra. Pedro llevó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo porque no quería aceptar un fin tan terrible como la cruz.

Al estar todos reunidos en la Última Cena, Pedro declaró su lealtad y devoción con estas palabras: Aunque todos pierdan su confianza, yo no. E insistió: Me quedaré contigo aunque tenga que dar la vida.. Con inmensa tristeza Jesús le contestó: Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me negarás tres veces. Al desenvolverse esta trágica noche se realizó esta profecía. Cuando los soldados llevaron a Jesús a los judíos, Pedro se quedó en el patio y tres veces lo acusaron de ser discípulo de Jesús. El lo negó las tres veces. En aquel mismo momento, cantó el gallo por segunda vez y Pedro empezó a llorar.

Pedro es un pecador arrepentido. Cristo lo perdona y confirma su elección. Pregunta a Pedro: "¿Me amas más que éstos?" (Jn 21,15). Pedro afirma tres veces su amor. Jesús entonces le dice "Apacienta mis ovejas". Signo de su misión como pastor universal de la Iglesia. Su ministerio se sostendrá gracias al poder de Cristo, quien ora por el. "He rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22,32). Es Cristo el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar, consagrar, enseñar y dar testimonio.

Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor. El fue La Piedra en la que la Iglesia fue fundada. Su capacidad de conversión quizás sea lo que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores. Pedro cayó muy bajo en la noche que negó al Señor. Después se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma, mártir, y guardián de las llaves del reino de los cielos..

Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles. Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro. Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo que no tenía dinero, pero en el nombre de Jesús Nazareno le mandó levantarse y andar. El mendigo, curado de su mal hizo lo que le mandó Pedro.

La esparción del cristianismo atrajo persecuciones en las que fue martirizado San Esteban y muchos de los convertidos se esparcieron o escondieron. Los Apóstoles permanecieron firmes en Jerusalén donde los líderes judíos eran sus peores perseguidores. Pedro decidió predicar en las aldeas circundantes y cada vez mas lejos. En Samaria donde predicó y realizó milagros, Simón, un mago, le ofreció dinero para que le enseñara el secreto de sus poderes. Pedro lo reprendió fuertemente y le dijo: Quédate con tu dinero, que te pudras con él, porque has pensado que los dones de Dios se pueden comprar.

Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos con las autoridades judías, hasta dos veces los jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar. Nos dice la Escritura que fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión e impresionó a los demás Apóstoles al llegar repentinamente donde ellos moraban. Pedro después predicó en los puertos marítimos de Joppa y Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y en Cesarea donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!
 
 

Simón Pedro

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San Pedro
Papa de la Iglesia católica
30/33 - 67
Petersinai.jpg
Icono de San Pedro en el Sinaí, s. VI.
Sucesor San Lino
Información personal
Nombre secular Shimón Bar Ioná
Títulos Apóstol, Sumo Pontífice y Mártir
Nacimiento fecha desconocida, Betsaida, Galilea
Fallecimiento c. 67, Roma, por crucifixión
Santidad
Festividad
Venerado en Iglesia católica, Iglesia copta, Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana y las confesiones protestantes, siguiendo sus enseñanzas bíblicas.
Patronazgo sobre pescadores, constructores y reparadores de redes de pescar, cosechadores, panaderos, carniceros, zapateros, cerrajeros, relojeros, albañiles, constructores de puentes, constructores de barcos; protector contra la fiebre, el envejecimiento; patrón de la Iglesia Universal, de la Santa Sede y el Papado; de Roma
San Pedro (Betsaida, c. 1 a. C. - Roma, 29 de junio de 67), conocido también como Cefas o Simón Pedro; y cuyo nombre de nacimiento era Shimón bar Ioná, fue –de acuerdo con el Nuevo Testamento– un pescador, conocido por ser uno de los doce apóstoles, discípulos de Jesús de Nazaret. Es llamado "El príncipe de los Apóstoles". La Iglesia Católica Romana lo identifica a través de la sucesión apostólica como el primer Papa de la Iglesia, basándose, entre otros argumentos, en las palabras que le dirigió Jesús: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo" (Mateo 16:18-19).1 Otras Iglesias Católicas Apostólicas, como los Ortodoxos, no lo consideran de esta manera, pues éstos entienden que Jesús no edificaría su Iglesia sobre un hombre (Pedro) sino sobre la confesión de fe que Pedro hizo: "Tu eres el Cristo,el Hijo de Dios vivo"(Mateo 16:16), es decir que para los Ortodoxos la Iglesia se edifica sobre Cristo Hijo de Dios y Pedro no es la cabeza de la Iglesia, es un apóstol que pudo ver en ese momento por gracia del Espíritu Santo lo que Jesús era [cita requerida].

Simón Pedro en el Nuevo Testamento

Nombre

Fragmentos del Codex Sinaiticus de Mateo 16:18
Todos los evangelios mencionan el nombre de Simón; Jesús se dirige a él siempre así, salvo con una excepción (Lucas 22,34): Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces.»
Cabe resaltar que se menciona a Pedro (Petro-πέτρος)2 como la masculinización de Petra, en griego πέτρα, es decir Roca, cambiando apenas su terminación pero manteniendo la raíz de la palabra; nunca realizan la traducción a lithos (λίϑος), que sería lo más común, pero que vendría a señalar una piedra del camino y con lo cual pudiera interpretarse que sería una piedra pequeña.3
Por otra parte, Pablo de Tarso siempre le llamó Cefas. Esta palabra hebrea helenizada del arameo (כיפא) Kefa, no era un nombre propio, pero Pablo se lo asigna como tal.4
La palabra significa en ambos idiomas, por lo general, "piedra”.
Griego Original del Códice Sinaítico:
καγω δε ϲοι λεγω οτι ϲυ ει πετροϲ και επι ταυτη τη πετρα οικοδομηϲω μου την εκ κληϲιαν και πυλαι αδου ου κατιϲχυϲου
Mateo 16:18

Origen

Conocemos la vida de San Pedro por los datos que de él recoge el Nuevo Testamento, más algunos documentos de Clemente de Alejandría y Clemente Romano; este último fue obispo de Roma a finales del siglo I, y con bastante probabilidad le conoció en persona.
De acuerdo con la narración evangélica, Pedro era un pescador judío de Galilea. (Es reconocido como galileo en Marcos 14,70: Y Pedro lo volvió a negar. Después de un rato, los que estaban allí dijeron de nuevo a Pedro: «Es evidente que eres uno de ellos, pues eres galileo.»)
Su lugar de nacimiento fue Betsaida (Juan 1,42-44), un pueblo junto al Lago de Genesaret, de cuya ubicación no hay certeza, aunque generalmente se busca en el extremo norte del lago. Ejercía la profesión de pescador junto a su hermano Andrés, ambos poseían un barco (Lucas 5,3).
Casi todas las tradiciones e informaciones que tenemos de él son a partir de la llamada de Jesús; muy poca información tenemos de su vida anterior. Su padre es mencionado por su nombre en Mateo 16,17: Jesús le habla como “Simón hijo de Jonás”, en hebreo, (סיימון בן יונה).
Simón se estableció en Cafarnaúm, donde vivía con su suegra en su propia casa (Mateo 8,14; Marcos 1,29-31; Lucas 4,38) al tiempo de comenzar el ministerio público de Cristo (alrededor del 26-28 D.C.). Por ende, Simón era casado y según Clemente de Alejandría tenía hijos.5 Otros escritos, parte del corpus declarado apócrifo en Nicea, mencionan que había tenido, exactamente, una hija. También gracias al autor Clemente de Alejandría nos llega la información de que la esposa de Pedro sufrió el martirio.6 Así pues, estás son las pocas referencias que tenemos de Simón Pedro antes de conocer a Jesús de Nazaret.

La llamada de Jesús

Pedro, pintura de El Greco
Pedro fue incorporado como discípulo al principio del ministerio de Jesús. Los evangelistas sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) describen su entrada de manera diferente a como lo hace Juan. Aquí se ven las diferencias entre ambos:
Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.
Encontró primero a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías. Y se lo presentó a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: «Tú eres Simón, hijo de Jonás, pero te llamarás Kefas» (que quiere decir Piedra).
Según el testimonio de Juan (Juan 1:40-42), fue su hermano Andrés quien lo introdujo al grupo, tras encontrarse ambos entre los seguidores de Juan el Bautista. La narración de los sinópticos da otro punto de vista, como se aprecia en los ejemplos, narrando la historia de que al ver a ambos recoger las redes, Jesús les invitó a hacerse pescadores de hombres (Mateo 4:18-22, Marcos 1:16-20, Lucas 5:1-10) y fue Simón el primero en reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, y no su hermano Andrés.

Confesor de Cristo

Simón podría decirse que fue el que negó a Jesús, su discípulo más allegado, y esto, se nota en los evangelios. Existen muchos pasajes donde vemos a Simón muy cerca de Jesús, por ejemplo:
  • Según el relato bíblico fue el primero en reconocer a Jesús como el Mesías esperado. Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contestó: «Tú eres el Cristo.»(Marcos 8:29).
  • Los evangelios recogen también la profecía de Jesús anunciando la traición de Pedro quien lo negaría tres veces consecutivas avergonzándose de ser seguidor de Jesús. Aun cuando la noche de la última cena, Pedro juró no apartarse de Jesús, al ser interrogado por los soldados romanos que lo habían detenido, negó tres veces conocerlo antes del canto del gallo, es decir, antes de que la noche acabase, cumpliéndose así la profecía del Mesías. (Mateo 26:69-75, Marcos 14:66-72, Lucas 22:54-62, Juan 18:25-27).
  • En el mismo pasaje, en la cena del señor: << Jesús le dijo "y tú, después que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos">> (Lucas 22:32). En esta tarea encomendada por Jesús a Pedro de fortalecer y servir de apoyo a sus hermanos después de la muerte, ha visto la Iglesia católica otro fundamento para sostener el primado de Pedro sobre los demás Apóstoles.
  • Tras la resurrección, según lo relata Juan Juan 21:15-17, Jesús resucitado se aparece ante los discípulos y dirigiéndose a Pedro le hace reafirmar tres veces su amor por Él, encargándole la tarea de ser pastor de sus ovejas y apacentar sus corderos. En este episodio también se basa la Iglesia católica para sustentar su creencia de que San Pedro fue el primer Papa.

Tras la muerte de Jesús

Tras la muerte de Jesús, la figura de Pedro es menos precisa. Si bien, varios de los evangelios —tanto canónicos como apócrifos— dejan entrever que había tenido un vínculo especial con Jesús. En Lucas 24:34 se narra una comunicación especial del resucitado a Pedro, por ejemplo.
El evangelio de Mateo no vuelve a nombrar a Pedro tras haber éste negado conocer a Jesús. El autor de Hechos de los Apóstoles, sin embargo, presenta a Pedro como una figura crucial de las comunidades paleocristianas; es él quien preside la selección para la sustitución de Judas Iscariote (Hechos 1:15-26), él quien toma la palabra y se dirige a la multitud el día de Pentecostés (Hechos 2:14-41), él quien castiga la mentira de Ananías y Safira a los Apóstoles (Hechos 5:1-11), él quien es examinado públicamente por el Sanedrín junto con Juan (Hechos 4:7-22, Hechos 5:18-42).
Pietro Perugino: Cristo entrega a Pedro las llaves del reino de los cielos (Fresco de la Capilla Sixtina, 1480-1482)
Es el primer apóstol que supuestamente obra un milagro público: tras invocar el nombre de Jesús, los cristianos afirman que cura milagrosamente a un hombre a las puertas del templo de Jerusalén (Hechos 3:1-10). En otra oportunidad, la Biblia afirma que resucita a una mujer (Hechos 9:36-43).
Se reafirma juez en el caso de Simón el Mago, quien pretende comprar el poder de invocar al Espíritu Santo (Hechos 8:14-25). Emprende misiones a Lidia, Jaffa y Cesarea. Tiene una intervención destacada en el Concilio de Jerusalén, cuando Pablo sostiene que el mensaje de Jesús debe extenderse también a los gentiles (pueblo no judío).
En todos estos ejemplos, en los que la figura de Simón Pedro se destaca por encima del resto de los apóstoles, ha visto la Iglesia católica una confirmación de la enseñanza de que él ejercía el primado sobre ellos. La prédica de Pedro, sin embargo, estuvo por lo general en los primeros años limitada al pueblo judío a diferencia de Pablo que predicaba a los gentiles (personas no judías) aunque fue el quien bautizó al primer cristiano no judío, en Cesarea, debido a una visión tenida en Joppe,fue al Centurión Cornelio y a su familia (Hechos 10:1-33). Más tarde, según la tradición católica, se trasladaría a Roma.
El autor de los Hechos, sin embargo, se centra luego en las obras de Pablo de Tarso, por lo que de los años posteriores es mucho lo que se ignora. De acuerdo con la epístola a los Gálatas, se trasladó a Antioquía, donde Pablo lo encontró más tarde (Gálatas 2:11). La primera epístola a los Corintios deja entrever que Pedro quizá visitó la ciudad en sus misiones (1Corintios 1:12).
Pablo habla de él destacando su lugar preeminente entre los miembros de la Iglesia primitiva: "...como lo hacen los demás Apóstoles, los hermanos del Señor y el mismo Cefas..." (1Corintios 9:5), "...Santiago, Cefas y Juan –considerados como columnas de la Iglesia–..." (Gálatas 2:9).
Pedro se habría trasladado a Roma mientras Pablo se quedaba en Jerusalén. Allí habría participado en grupos de cristianos ya establecidos en Roma, sin embargo no hay evidencia en los relatos evangélicos; según otras tradiciones como las que mencionan Orígenes o Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (III, 36) Pedro habría sido el que fundó la Iglesia de Antioquía, pero tampoco hay otra evidencia que lo verifique.

Muerte de Pedro

La Crucifixión de Pedro, de Caravaggio, lo representa con la cabeza hacia abajo, de acuerdo con la tradición
La tradición católica narra que Pedro acabó sus días en Roma, donde fue obispo, y que allí murió martirizado bajo el mandato de Nerón en el Circo de la colina vaticana, sepultado a poca distancia del lugar de su martirio y que a principios del siglo IV el emperador Constantino I el Grande mandó construir la gran basílica.
Clemente Romano, en su carta a los corintios, data su muerte en la época de las persecuciones de Nerón. El evangelio de Juan sugiere, en su característico estilo alegórico, que Pedro fue crucificado Juan 21:18-19. Algunos retrasan la redacción de este Evangelio hasta el siglo II, por lo que consideran su testimonio de menor relevancia. Pedro de Alejandría, que fue obispo de esa ciudad y falleció en torno a 311, escribió un tratado llamado Penitencia, en el que dice: "Pedro, el primero de los apóstoles, habiendo sido apresado a menudo y arrojado a la prisión y tratado con ignominia, fue finalmente crucificado en Roma". Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III, citado por Eusebio de Cesarea, dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse digno de morir del mismo modo que Jesús. Lo mismo relata Jerónimo de Estridón en su obra Vidas de hombres ilustres.
Flavio Josefo relata que la práctica de crucificar criminales en posiciones distintas era común entre los soldados. El texto de 1Pedro 5:13, que envía saludos desde "la Iglesia que está en Babilonia" ha sido entendido por algunos en sentido figurativo, como señal de que Pedro escribía desde Roma por el hecho que la antigua Babilonia sobre el Éufrates estaba en ruinas y el término "Babilonia" habría sido usado por la antigua comunidad cristiana para referirse a la Roma de los emperadores (Apocalipsis 17:5). No obstante, otros estudiosos alegan que no había razón alguna para utilizar términos crípticos para referirse a Roma en un simple saludo y suponen que Babilonia se refería efectivamente a una comunidad cristiana asentada en las ruinas de esa ciudad, por lo demás, densamente habitada.
El historiador religioso de la antigüedad Eusebio informa que Pedro “fue crucificado con la cabeza hacia abajo, habiendo él mismo pedido sufrir así.” Sin embargo, la profecía de Jesús acerca de la muerte de Pedro no fue tan específica. A Catholic Commentary on Holy Scripture admite lo siguiente: “Puesto que se coloca la extensión de las manos antes de ser ceñido y llevado, es difícil discernir cómo debe concebirse. Si el orden es parte de la profecía, debemos suponer que el prisionero fue atado al patibulum antes de ser ceñido y llevado a la ejecución.” Por eso, si no fuera por la tradición que registró Eusebio, la declaración de Jesús en sí no señalaría a una muerte por crucifixión o por fijarlo en un madero. Considerando las palabras de Juan 21:18-19 aparte de la tradición, llegaríamos a la siguiente conclusión: En los años cuando Pedro era más joven podía ceñirse a gusto para cualquier deber que quería desempeñar. Tenía la libertad de ir a donde quisiera ir. Pero en la vida posterior esto cambiaría. Tendría que extender las manos, quizás en sumisión a otra persona. Otro hombre lo controlaría, ciñendo a Pedro (ya sea atándolo o preparándolo para lo que habría de venir) y cargándolo a un lugar adonde no querría ir, evidentemente al lugar de ejecución. Así la profecía de Jesús respecto a Pedro realmente indicó que el apóstol moriría "una muerte de mártir", pero no necesariamente denota la manera en que se le daría esta muerte.

Búsqueda de sus restos

La crucifixión de San Pedro.
En 1939 el Papa Pío XII ordenó la excavación en los subterráneos del Vaticano para tratar de hallar una respuesta a la tradición que en aquel tiempo se ponía en duda (ante el desmentido de otras tradiciones): que el Vaticano era la auténtica tumba del apóstol Pedro. Las excavaciones duraron hasta 1949. Se encontró una necrópolis que se extendía de oeste a este en paralelo al Circo de Nerón. La necrópolis estaba inundada de tierra, posiblemente por ser la base de la basílica primigenia. Se encontraron cinco monumentos, el más antiguo databa del siglo II. Se incluía una parte de un edificio adosado a un muro revocado en rojo que servía de fondo para el más antiguo de los monumentos. En una pared lateral que cerraba este pequeño monumento por su parte norte (el así llamado Muro G) se encontraron unas inscripciones que datan de antes de Constantino, muestra de la devoción de los fieles. Una de las inscripciones señalaba "ΠΕΤΡ ΕΝΙ" (inscripción incompleta, en griego, que podría significar "Pedro está aquí" o "Pedro esté en paz").7 Debajo del monumento se encontraba una tumba a nivel del suelo cubierta con unas tejas. La tumba estaba vacía, pero alrededor de ella se agolpaban decenas de otras humildes tumbas. Éstas a veces incluso se superponían, o cortaban tumbas anteriores, pero no tocaban la primera de ellas, la que estaba en el centro. Por la evidencia dada, Pío XII suspendió las excavaciones y anunció que se había encontrado la tumba de Pedro.
Margherita Guarducci, arqueóloga, prosiguió las investigaciones en 1952. Estudió y descifró el famoso muro de las inscripciones (Muro G) y descubrió el uso de una criptografía de tinte místico: el uso repetitivo de las letras "Π", "ΠΕ" y "ΠΕΤ" como abreviatura del nombre de Pedro, aunque normalmente era vinculado al nombre de Cristo. Asimismo hay aclamaciones a Cristo, María, Pedro, a Cristo como segunda persona de la trinidad y a la trinidad.
Años después la misma Margherita Guarducci, pidió analizar unos huesos que habían sido encontrados en un nicho del Muro G, justamente tras la citada inscripción "ΠΕΤΡ ΕΝΙ". El antropólogo Venerando Correnti los estudió y señaló que había huesos humanos y de ratón, un ratón que debió de haber quedado atrapado tiempo después de producido el entierro. Los huesos humanos presentaban las siguientes características:
  • Tenían adherida tierra, mientras que los huesos de ratón estaban limpios. Se analizó la tierra adherida a los huesos humanos y es la misma tierra de la tumba abierta y que fue encontrada vacía, identificada por Pío XII como la de Pedro, las tumbas colindantes tenían otra clase de tierra.
  • Los huesos están coloreados de rojo por haber estado envueltos en un paño de púrpu­ra y oro. Hay hilos de oro y de la tela incluso adheridos a algunos huesos. Debían de ser huesos de una persona muy venerada, pues los envolvieron en un rico paño de púrpura y oro, para guardarlos en ese nicho. Parece que estos huesos fueron retirados de la tumba de tierra y guardados para protegerlos de la humedad del terreno. Este nicho ha permanecido intacto desde Constantino hasta hoy.
  • Los huesos humanos son de la misma persona: varón, de complexión robusta, que murió a una edad avanzada y vivió en el siglo I.
A partir de estos datos la arqueóloga elaboró la siguiente teoría: cuando Constantino quiso hacer la Basílica los huesos fueron desenterrados y envueltos en un manto de púrpura y oro y depositados en el nicho donde debían de haber estado, pero durante las excavaciones los obreros usaron el martinete para derribar muros y, deseando llegar rápidamente a la tumba, provocaron un derrumbe sobre los restos. Todo mezclado tomó la apariencia de desechos. Monseñor Kaas, jefe de la Fábrica de San Pedro, guardó todo resto humano que se encontraba y los restos estuvieron así guardados diez años sin conocerse su procedencia. En 1964 las investigaciones de Guarducci terminaron y un año después se publicó su libro Reliquie Di Pietro Sotto La Confessione della Basílica Vaticana ("Las reliquias de Pedro bajo la confesión de la Basílica Vaticana"), libro muy discutido por la comunidad científica. En 1968 Pablo VI anunció que, según los estudios científicos realizados, había la suficiente certeza de que se habían encontrado los restos del apóstol.

Escritos atribuidos a Pedro

Entre los escritos del Nuevo Testamento, se considera habitualmente que el evangelio de Marcos recoge las enseñanzas de Pedro por parte de uno de sus discípulos, si bien ésta no es una opinión unánime.8

Epístolas de Pedro

Además, dos epístolas se atribuyen tradicionalmente a Pedro. Sin embargo, los originales griegos son muy superiores en su redacción a lo esperable en un rústico pescador cuyo primer idioma era el arameo y que no habría estudiado griego ni retórica (Hechos 4:13). La explicación tradicional es que, al menos la primera de las epístolas fue redactada por un amanuense que, si no recogió directamente de boca de Pedro sus opiniones, lo conocía lo suficientemente bien como para hablar en su nombre.
Sin embargo, la autoría por San Pedro de la segunda epístola está muy discutida. El comentario de la Biblia de Jerusalén dice que "muchos críticos modernos se niegan por su parte a atribuirla a San Pedro, y es difícil acusarles de estar equivocados". De acuerdo con los estudios de Raymond E. Brown, su texto era desconocido en Occidente hasta alrededor del año 350 y luego fue rechazada por muchos cristianos. En Oriente su aceptación llegó aún más tarde, en el siglo VI en algunos casos. En cualquier caso, la primera mención del texto es una referencia a Orígenes recogida por Eusebio de Cesarea alrededor de 250. Numerosos autores han señalado que el estilo es muy similar al de una carta apócrifa antiguamente atribuida a Clemente Romano (la segunda epístola de Clemente), por lo que es posible que su autor fuese el mismo. Razones argumentales han demostrado que su redactor conocía la epístola de Judas.

Obras apócrifas

Otras obras apócrifas han circulado con la pretensión de recoger las palabras o los hechos de Pedro. Desde la antigüedad, sin embargo, se ha cuestionado su autenticidad. Éstas incluyen:

Iconografía

Símbolos tradicionales de San Pedro, las llaves y el gallo.
Por ser considerados herederos de la llamada profesión petrina, los papas de la Iglesia católica romana llevan un anillo con la imagen del santo echando las redes al mar, llamado Anillo del Pescador.
En el pasaje de Mateo 16 de acuerdo a la interpretación patrística, Jesús habría nombrado piedra o roca a San Pedro cuando reconoció a Cristo como Dios y Señor. El evangelista añade que el Apóstol recibirá las llaves del cielo y de la tierra. Éste es el fundamento de la representación habitual de Pedro en la iconografía como portador de un par de llaves, como suele verse en las imágenes del Apóstol Pedro como fundador de la sede de Antioquia. Estos elementos también están presentes en la heráldica vaticana en cuanto que los Papas se consideran los sucesores de Pedro.
La tradición de la Iglesia católica apostólica ortodoxa reconoce como primer obispo de Roma a Lino, designado por el Apóstol Pablo primer fundador y misionero de la primitiva comunidad cristiana de Roma, en tanto que reserva para el Apóstol Pedro el título de Corifeo(director del coro)de los apóstoles.
La representación convencional de San Pedro lo presenta ya anciano, portando las llaves. Entre sus atributos se cuentan también el barco (por su profesión), el libro y el gallo (por su negación). Ocasionalmente se lo reviste de los atributos de un obispo o de un papa, si bien las tradiciones relativas a éstos no se fijaron hasta mucho más tarde. Las escenas de su martirio lo presentan por lo general cabeza abajo.

Predecesor:
No tiene
Emblem of the Papacy SE.svg
Papa
30/33-67
Sucesor:
San Lino
Predecesor:
No tiene
Obispo de Antioquía
?-44
Sucesor:
Evodio

Referencias

Notas

  1. Entre otras numerosísimas referencias: SAN BONIFACIO I, 418-422, De la Carta Manet beatum a Rufo y demás obispos de Macedonia, de 11 de marzo de 422, Denzinger D-109b; SAN GELASIO I, 492-496, De la Carta 42 o Decretal De recipiendis et non recipiendis libris, del año 495, Denzinger D-163; SAN HORMISDAS, 514-523, De la infalibilidad del Romano Pontífice, añadido a la Carta Inter ea quae, a los obispos de España, de 2 de abril de 517, Denzinger D-171; Concilio Vaticano I, Sesion IV, 18 de julio de 1870, Constitución dogmática «PASTOR AETERNUS» sobre la Iglesia de Cristo, Cap. 1, De la institución del primado apostólico en el bienaventurado Pedro,Denzinger D-1822; Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium, promulgada 21 de noviembre de 1964, Cap. 3, Constiución jerárquica de la Iglesia y particularmente del Episcopado, n. 22.
  2. Interlinear for the rest of us: the reverse interlinear for New Testament Escrito por William D. Mounce
  3. Fritz Rienecker: Sprachlicher Schlüssel zum Griechischen Neuen Testament. Gießen 1970, S. 43
  4. The text of the Apostolos in Epiphanius of Salamis Escrito por Carroll D. Osburn
  5. Clemente de Alejandría.(1998). Stromata III, vi, pág 276. Editorial Dindorf. Conocimiento religioso y continencia auténtica. Ciudad Nueva. ISBN 84-89651-38-8.
  6. Clemente de Alejandría.(1998). Stromata VII, xi, pág 306. Editorial Dindorf. Conocimiento religioso y continencia auténtica. Ciudad Nueva. ISBN 84-89651-38-8.
  7. Es oportuno recordar que la lengua culta del imperio Romano hasta el siglo II al menos fue el griego, y que de cualquier modo esta era la lengua universal.
  8. Antonio Piñero, Guía para entender el Nuevo Testamento. Madrid, Trotta, 2006; pp. 340-341.

Bibliografía

  • Guarducci, Margherita. La tradición de Pedro en el Vaticano: a la luz de la historia y de la arqueología. Tipografía Políglota Vaticana, 1963
  • Kirschbaum, E.; Junyent, E.; Vives, J., La tumba de san Pedro y las catacumbas romanas. Los monumentos y las inscripciones, Madrid, B.A.C., 1954.
  • San Pedro (Príncipe de los Apóstoles) Artículo en la Enciclopedia Católica.

Enlaces externos

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San Pedro

SAN PEDRO
El Príncipe de Los Apóstoles,
Primer Papa
San Pedro Apóstol -- Pedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo Testamento -- en los Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en las Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece 182 veces.
Lo único que sabemos de su vida antes de su conversión es que nació en Betsaida, junto al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde junto con Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la pesca. Existe evidencia para suponer que Andrés (el hermano de Pedro) y posiblemente Pedro fueron seguidores de Juan el Bautista, y por lo tanto se habrían preparado para recibir al Mesías en sus corazones.
Imaginamos a Pedro como un hombre astuto y sencillo, de gran poder para el bien, pero a veces afligido un carácter abrupto y tempestivo que habría de ser transformado por Cristo a través del sufrimiento.
Nuestro primer encuentro con Pedro es a principios del ministerio de Jesús. Mientras Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés, echar la red al agua. Y los llamó diciendo: << Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.>> (Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus redes y lo siguieron. Un poco después, aprendemos que visitaron la casa en la que estaba la suegra de Pedro, sufriendo de una fiebre la cual fue curada por Jesús. Esta fue la primera curación atestiguada por Pedro, quien presenciará muchos milagros más durante los tres años de ministerio de Jesús, siempre escuchando, observando, preguntando, aprendiendo.
Profesión de fe y primado de Pedro:Cristo resucitado es el fundamento de la Iglesia: "porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo" -1 Cor 3,10. Sin embargo, el mismo Jesús quiso que su Iglesia tuviese un fundamento visible que serán Pedro y sus sucesores. Jesús presenta la vocación singular de Pedro en la imagen de roca firme. Pedro= Petros= Quefá= Piedra= Roca. Es el primero que Jesús llama y lo nombra roca sobre la cual construirá su Iglesia. Pedro es el primer Papa ya que recibió la suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo. El ministerio Petrino asegura los cimientos que garantizan la indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas. La barca del pescador de Galilea es ahora la Iglesia de Cristo. Los peces son ahora los hombres.
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo , hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" Ellos dijeron: "Unos, que Juan el Bautista, otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas." Díceles el: "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" Replicando Jesús dijo: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. -Mateo 16: 13-20.

Dar las llaves significa entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder de gobernar, de permitir y prohibir.  Pero no se trata de un gobierno como los del mundo sino en función de servicio por amor: "el mayor entre vosotros sea el último de todos y el servidor de todos" (Mt 23,11).
Recordemos algunos de los episodios Bíblicos en los que aparece Pedro.
Después del milagro de la multiplicación de los panes, Jesús se retiró a la soledad de un cerro a orar, mientras sus discípulos cruzaban en una barca el lago de Galilea. De improviso vieron a Jesús caminando sobre el agua y según San Mateo Jesús les dijo: <<¡Soy yo, no temáis!>>. Pedro respondió: <> Entonces Pedro empezó a caminar confiadamente pero al notar la fuerza del viento titubeó y comenzó a hundirse. Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: <<¡Que poca fe! ¿Por qué dudaste?>> (Mateo 14, 22-31)
Pedro siempre figura entre los tres mas allegados a Jesús. Fue elegido con Santiago y Juan, para subir al monte Tabor donde ocurrió la Transfiguración. Aquí contempló la Gloria del Señor y escuchó la proclamación de Dios: <> (Mateo 17, 1-5)
Después bajaron a Jerusalén donde Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para el fin de su ministerio en la tierra. Pedro llevó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo porque no quería aceptar un fin tan terrible como la cruz.
Al estar todos reunidos en la Última Cena, Pedro declaró su lealtad y devoción con estas palabras: <> E insistió: <>. Con inmensa tristeza Jesús le contestó: <> Al desenvolverse esta trágica noche se realizó esta profecía. Cuando los soldados llevaron a Jesús a los judíos, Pedro se quedó en el patio y tres veces lo acusaron de ser discípulo de Jesús. El lo negó las tres veces. En aquel mismo momento, cantó el gallo por segunda vez y Pedro empezó a llorar.
Pedro es un pecador arrepentido. Cristo lo perdona y confirma su elección. Pregunta a Pedro: "¿Me amas más que éstos?" (Jn 21,15). Pedro afirma tres veces su amor. Jesús entonces le dice "Apacienta mis ovejas". Signo de su misión como pastor universal de la Iglesia. Su ministerio se sostendrá gracias al poder de Cristo, quien ora por el. "He rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22,32). Es Cristo el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar, consagrar, enseñar y dar testimonio.
Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor. El fue << La Piedra>> en la que la Iglesia fue fundada. Su capacidad de conversión quizás sea lo que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores. Pedro cayó muy bajo en la noche que negó al Señor. Después se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma, mártir, y <>.
Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles. Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro. Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo que no tenía dinero, pero en el nombre de Jesús Nazareno le mandó levantarse y andar. El mendigo, curado de su mal hizo lo que le mandó Pedro.
La esparción del cristianismo atrajo persecuciones en las que fue martirizado San Esteban y muchos de los convertidos se esparcieron o escondieron. Los Apóstoles permanecieron firmes en Jerusalén donde los líderes judíos eran sus peores perseguidores. Pedro decidió predicar en las aldeas circundantes y cada vez mas lejos. En Samaria donde predicó y realizó milagros, Simón, un mago, le ofreció dinero para que le enseñara el secreto de sus poderes. Pedro lo reprendió fuertemente y le dijo: << Quédate con tu dinero, que te pudras con él, porque has pensado que los dones de Dios se pueden comprar.>>
Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos con las autoridades judías, hasta dos veces los jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar. Nos dice la Escritura que fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión e impresionó a los demás Apóstoles al llegar repentinamente donde ellos moraban. Pedro después predicó en los puertos marítimos de Joppa y Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y en Cesarea donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.
Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma donde fue martirizado durante el reinado de Nerón alrededor del año 67, el mismo año que San Pablo. Así lo estiman tres Padres de la Iglesia: San Ireneo, San Clemente de Alejandría y Tertuliano. Fue sepultado en lo que hoy es el Vaticano donde aun se encuentran su restos bajo el altar mayor de la basílica de San Pedro. Esto ha sido comprobado en los encuentros arqueológicos y anunciado por Pío XII al concluir el año santo de 1950.
Martirio de San Pedro
San Pedro murió crucificado. El no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por eso lo crucificaron con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto de su crucifixión fue guardado por la tradición. Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro.
Las palabras de Jesús se cumplen textualmente.  
"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella".
Mateo 16:18
Hay testimonios arqueológicos de la necrópolis con la tumba de San Pedro, directamente bajo el altar mayor. Esta ha sido venerada desde el siglo II.  Un edículo de 160 d.C.  en el cual puede leerse en griego "Pedro está aquí".
Ver Vaticano y la Basílica de San Pedro construida sobre la tumba del santo
Se han encontrado muchos escritos en las catacumbas que unen los nombres de San Pedro y San Pablo, mostrando que la devoción popular a estos grandes Apóstoles comenzó en los primeros siglos. Pinturas muy antiguas nos describen a San Pedro como un hombre de poca estatura, energético, pelo crespo y barba. En el arte sus emblemas tradicionales son un barco, llaves y un gallo.
Hoy el Papa continúa el ministerio petrino como pastor universal de la Iglesia de Cristo. Al conocer los orígenes, debemos renovar nuestra fidelidad al Papa como sucesor de Pedro.

Los únicos escritos que poseemos de San Pedro son sus dos Epístolas en el Nuevo Testamento. Pensamos que ambas fueron dirigidas a los convertidos de Asia Menor. La Primera Epístola esta llena de admoniciones hacia la caridad, disponibilidad y humildad, y en general de los deberes en la vida de los cristianos. Al concluir, Pedro manda saludos de parte <>. Esto prueba que la Epístola fue escrita desde Roma, que en esos tiempos los judíos la llamaban "Babilonia". La Segunda Epístola trata de las falsas doctrinas, habla de la segunda venida del Señor y concluye con una bella doxología, <>
San Pedro
(Príncipe de los Apóstoles)

I. HASTA LA ASCENCIÓN DE CRISTO
Betsaida

El nombre verdadero y originario de San Pedro era Simón, que aparece a veces como Simeón. (Hechos 15:14; II Pedro 1:1). Era hijo de Jonás (Juan) y nacido en Betsaida (Juan 1:42, 44), un pueblo junto al Lago de Genesaret, de cuya ubicación no hay certeza, aunque generalmente se lo busca en el extremo norte del lago. El Apóstol Andrés era su hermano, y el Apóstol Felipe provenía del mismo pueblo.

Cafarnaúm

Simón se estableció en Cafarnaúm, donde vivía con su suegra en su propia casa (Mateo 8:14; Lucas 4:38) al tiempo de comenzar el ministerio público de Cristo (alrededor del 26-28 D.C.). Por ende, Simón era casado y, según Clemente de Alejandría (Stromata, III, vi, ed. Dindorf, II, 276), tenía hijos. Por el mismo escritor nos llega la tradición sobre que la esposa de Pedro sufrió el martirio (ibid., VII, xi ed. cit., III, 306). Respecto de estos hechos, adoptados por Eusebio (Hist. Eccl., III, xxxi) a partir de Clemente, la antigua literatura Cristiana que ha llegado hasta nosotros guarda silencio. Simón se dedicó en Cafarnaúm al lucrativo quehacer de pescador en el Lago de Genesaret, poseyendo su propio barco (Lucas 5:3).

Encuentro de Pedro con Nuestro Señor

Al igual que tantos de sus contemporáneos Judíos, a él lo atraía la prédica de penitencia del Bautista y junto a su hermano Andrés, estaba entre los seguidores de Juan en Betania, sobre la margen oriental del Jordán. Cuando, luego que el Alto Consejo hubo mandado por segunda vez enviados al Bautista, éste señaló a Jesús que pasaba, diciendo, "He ahí al Cordero de Dios", siguiéndolo Andrés y otro discípulo al Salvador a su residencia y permaneciendo por un día con Él.

Más tarde, encontrando a su hermano Simón, Andrés le dijo "Hemos hallado al Mesías", y lo llevó hasta Jesús, quien, fijando su mirada en él, le dijo: "Tú eres Simón el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas, que se interpreta como Pedro". Ya en este primer encuentro, el Salvador anticipó el cambio del nombre de Simón por Cefas (Kephas; Arameo Kipha, roca), que es traducido como Petros (Latín, Petrus), probando que Cristo tenía ya miras especiales respecto de Simón. Más adelante, probablemente al tiempo de su llamado definitivo al Apostolado junto a los otros once Apóstoles, Jesús dio a Simón el nombre de Cefas (Petrus), tras lo cual era llamado generalmente Pedro, en especial por Cristo en la ocasión solemne que siguió a la profesión de fe de Pedro (Mateo 16:18; cf. abajo). Los Evangelistas suelen combinar ambos nombres, mientras que San Pablo usa el nombre Cefas.

Pedro se convierte en discípulo

Luego del encuentro inicial, Pedro y los otros primitivos discípulos permanecieron con Jesús por algún tiempo, acompañándolo a Galilea (Bodas de Caná), Judea y Jerusalén, para volver por Samaría a Galilea (Juan, ii-iv). Aquí Pedro retomó su tarea de pescador por un breve lapso, pero pronto recibió el llamado definitivo del Salvador para ser uno de Sus discípulos permanentes. Pedro y Andrés estaban trabajando en el momento de ser convocados cuando Jesús los halló y dijo: "Venid conmigo y os haré pescadores de hombres". En la misma ocasión fueron convocados los hijos de Zebedeo (Mateo 4:18-22; Marcos 1:16-20; Lucas 5:1-11; se asume que Lucas aquí se refiere a la misma ocasión que los otros Evangelistas). Desde entonces Pedro permaneció siempre en la vecindad inmediata de Nuestro Señor. Luego del Sermón de la Montaña y de curar al hijo del Centurión en Cafarnaúm, Jesús vino a casa de Pedro y sanó a la madre de su esposa, que estaba enferma de una fiebre (Mateo 8:14-15; Marcos 1:29-31). Poco después Cristo eligió a Sus Doce Apóstoles como compañeros constantes al predicar el Reino de Dios.

Creciente elevación de entre los Doce

Pedro pronto sobresalió de entre los Doce. Aunque de carácter indeciso, se aferra al Salvador con la mayor fidelidad, firmeza de fe y amor íntimo; atropellado tanto de palabra como en sus actos, está lleno de fervor y entusiasmo, aunque de momento fácilmente accesible a influencias externas e intimidable por las dificultades. Cuanto mayor relieve toman los Apóstoles en la narrativa Evangélica, tanto más se destaca Pedro como el primero entre ellos. En la lista de los Doce en ocasión de ser llamados solemnemente al Apostolado, no sólo aparece siempre a la cabeza Pedro, sino que se enfatiza el apodo Petrus que Cristo le diera (Mateo 10:2): "Duodecim autem Apostolorum nomina haec: Primus Simon qui dicitur Petrus. . ."; Marcos 3:14-16: "Et fecit ut essent duodecim cum illo, et ut mitteret eos praedicare . . . et imposuit Simoni nomen Petrus"; Lucas 6:13-14: "Et cum dies factus esset, vocavit discipulos suos, et elegit duodecim ex ipsis (quos et Apostolos nominavit): Simonem, quem cognominavit Petrum . . .". En varias ocasiones Pedro habla en nombre de los demás Apóstoles (Mateo 15:15; 19:27; Lucas 12:41, etc.). Cuando las palabras de Cristo son dirigidas a todos los Apóstoles, Pedro responde en nombre de ellos (e.g., Mateo 16:16). Con frecuencia el Salvador se dirige en especial a Pedro (Mateo 26:40; Lucas 22:31, etc.).
Muy característica es la expresión de verdadera fidelidad a Jesús que Pedro le dirige en el nombre de los otros Apóstoles. Luego de haber hablado sobre el misterio de la recepción de Su Cuerpo y de Su Sangre (Juan 6:22 sqq.) y de ver que muchos de Sus discípulos lo dejaban, Cristo preguntó a los Doce si ellos también lo abandonarían; La respuesta de Pedro surge de inmediato "Señor, �donde quién vamos a ir? Tu tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (Vulg. "tú eres el Cristo, el Hijo de Dios "). Cristo mismo inconfundiblemente acuerda una precedencia especial a Pedro y el primer lugar entre los Apóstoles, designándolo así en varias ocasiones. Pedro fue uno de los tres Apóstoles (con Santiago y Juan) que estuvieron con Cristo en ciertas ocasiones especiales, la elevación de la hija de Jairo de entre los muertos (Marcos, v, 37; Lucas, viii, 51); la Transfiguración de Cristo (Mateo., xvii, 1; Marcos, ix, 1; Lucas, ix, 28), la Agonía en el Huerto de Getsemaní (Mateo. xxvi, 37; Marcos, xiv, 33). También en varias ocasiones Cristo lo prefirió por encima del resto: sube a la barca de Pedro en el Lago Genesaret para predicar a la multitud en la orilla (Lucas, v, 3); cuando Él caminaba milagrosamente sobre las aguas, llamó a Pedro para que cruzase hacia Él por el Lago (Mateo, xiv, 28 sqq.); Él lo mandó al lago a capturar el pez en cuya boca Pedro encontró el estáter para pagar como tributo (Mateo, xvii, 24 sqq.).

Pedro se vuelve Cabeza de los Apóstoles

De una manera especialmente solemne, Cristo acentuó la precedencia de Pedro entre los Apóstoles cuando, luego que Pedro lo reconoció como el Mesías, Él le prometió que encabezaría a Su rebaño. Jesús moraba entonces con Sus Apóstoles en la proximidad de Cesarea de Filipo, ocupado en su tarea de salvación. Como la venida de Cristo coincidía tan poco en poder y gloria con las expectativas del Mesías, circulaban muchos criterios respecto de Él. Al viajar con Sus Apóstoles, Jesús les pregunta: "Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre" Los Apóstoles contestaron: "Unos, que Juan el Bautista, otros, que Elías, otros que Jeremías, o uno de los profetas". Jesús les dijo: "Pero �quién dicen ustedes que soy yo?" Simón dijo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús replicando le dijo: "Bienaventurado eres Simón Bar-Jona, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro [Kipha, una roca], y sobre esta piedra [Kipha] edificaré mi iglesia [ekklesian], y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo (Mateo, xvi, 13-20; Marcos, viii, 27-30; Lucas, ix, 18-21).

Mediante la palabra "piedra" el Salvador no debe haberse referido a Sí mismo, sino sólo a Pedro, como es mucho más evidente en Arameo, donde la misma palabra (Kipha) se usa para "Pedro" y "roca". Su expresión sólo admite entonces una sola explicación, que es, que Él desea hacer de Pedro la cabeza de toda la comunidad de aquéllos que creyeran en Él como el verdadero Mesías, que por este cimiento (Pedro) el Reino de Cristo sería inconquistable; la guía espiritual de los fieles fue puesta en manos de Pedro, como el representante especial de Cristo. Este significado se torna tanto más claro cuando recordamos que las palabras "atar" y "desatar" no son metafóricas, sino términos jurídicos Judíos. También queda claro que la posición de Pedro entre los otros Apóstoles y en la comunidad cristiana era la base del Reino de Dios en la tierra, es decir, la Iglesia de Cristo. Pedro fue instalado por Cristo en Persona como Cabeza de los Apóstoles. Este fundamento creado para la Iglesia por su Fundador no podía desaparecer con la persona de Pedro, sino que la intención era que continuase, y continuó (como lo demuestra la historia real) en el primado de la Iglesia Romana y sus obispos. Es completamente incongruente e insostenible en sí misma la posición de los Protestantes que (a la manera de Schnitzer en tiempos recientes) afirman que la primacía de los obispos Romanos no puede ser deducida de la precedencia que Pedro guardaba entre los Apóstoles. Así como la actividad esencial de los Doce Apóstoles de construir y extender la Iglesia no desapareció completamente con sus muertes, es seguro que tampoco se desvaneció por completo la Primacía Apostólica de Pedro. Según la intención de Cristo, debe haber continuado su existencia y desarrollo en una forma apropiada al organismo eclesiástico, así como el oficio de los Apóstoles continuó de una manera apropiada. Se han levantado objeciones respecto de la autenticidad de las palabras en el pasaje, pero el testimonio unánime de los manuscritos, los pasajes paralelos en los otros Evangelios, y el credo firme en la literatura pre-Constantina aportan las pruebas más seguras de autenticidad y de lo inalterable del texto de Mateo (cf. "Stimmen aus MariaLaach", I, 1896,129 sqq.; "Theologie und Glaube", II, 1910,842 sqq.).

Su dificultad con la Pasión de Cristo

No obstante su fe firme en Jesús, Pedro no tenía aún claro conocimiento de la misión y labor del Salvador. En especial los padecimientos de Cristo, contradictorios con su concepción mundana del Mesías, le resultaban inconcebibles, y esta concepción errónea produjo ocasionalmente la aguda reprobación de Jesús (Mateo, xvi, 21-23, Marcos, viii, 31-33). El carácter indeciso de Pedro, que continuó no obstante su fidelidad entusiasta a su Maestro, se reveló claramente en conexión con la Pasión de Cristo. El Salvador ya le había dicho que Satanás había deseado que fuese él cribado como trigo. Pero Cristo había rogado por él, para que su fe no desfallezca y, habiendo sido convertido, confirme a sus hermanos (Lucas, xxii, 31-32). La afirmación de Pedro, sobre que estaba listo para acompañar a su Maestro a prisión y muerte, provocó que Cristo predijera que Pedro lo negaría (Mateo, xxvi, 30-35; Marcos, xiv, 26-31; Lucas, xxii, 31-34; Juan, xiii,3338). Cuando Cristo procedió a lavar los pies de Sus discípulos antes de la Última Cena y se dirigió primero a Pedro, éste protestó al principio, pero al declarar Cristo que de otro modo no tendría parte con Él, dijo de inmediato: "Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza " (Juan, xiii, 1-10). En el huerto de Getsemaní Pedro debió soportar el reproche del Salvador por haber dormido como los otros, mientras su Maestro sufría una angustia mortal (Marcos, xiv 37). Al ser prendido Jesús, en un arranque de ira Pedro quiso defender a su Maestro por la fuerza, pero se le prohibió. De manera que al principio huyó con los otros Apóstoles (Juan, xviii, 10-11; Mateo, xxvi, 56); entonces volviendo siguió a su Señor cautivo al patio del Sumo Sacerdote, negando allí a Cristo, afirmando en forma explícita y jurando que no lo conocía (Mateo, xxvi, 58-75; Marcos, xiv, 54-72; Lucas, xxii, 54-62; Juan, xviii, 15-27). Esta negativa se debía, por cierto, no a una falta de fe interior en Cristo, sino a miedo y cobardía exterior. Su pesar fue de esta forma mayor, cuando al dirigirle la mirada su Maestro, reconoció claramente lo que había hecho.

El Señor Resucitado confirma la precedencia de Pedro

A pesar de su debilidad, su lugar como cabeza de los Apóstoles fue confirmado más adelante por Jesús, y su precedencia no fue menos destacada luego de la Resurrección que antes. Las mujeres que fueron primeras en hallar el sepulcro de Cristo vacío, recibieron del ángel un recado especial para Pedro (Marcos, xvi, 7). Sólo a él de entre los Apóstoles se le apareció Cristo en el primer día luego de la Resurrección (Lucas, xxiv,34; I Cor., xv, 5). Pero lo más importante de todo, cuando se apareció junto al Lago de Genesaret, Cristo renovó la comisión especial a Pedro de alimentar y defender a su rebaño, después que Pedro hubo afirmado por tres veces su amor especial por su Maestro (Juan, xxi, 15-17). En conclusión, Cristo predijo la muerte violenta que habría de sufrir Pedro y, de esta manera, lo invitó a seguirlo de un modo especial (ibid., 20-23). De este modo Pedro fue llamado y entrenado para el Apostolado, e investido con el primado entre los Apóstoles, que ejerció de manera inequívoca luego de la Ascensión de Cristo al Cielo.


II. SAN PEDRO EN JERUSALÉN Y PALESTINA LUEGO DE LA ASCENSIÓN

Nuestra información sobre la temprana actividad Apostólica de San Pedro en Jerusalén, Judea y los distritos hacia el norte hasta Siria, se deduce principalmente de la primera parte de los Hechos de los Apóstoles, y es confirmada por las incidentales menciones colaterales en las Epístolas de San Pablo. De entre los muchos de Apóstoles y discípulos que, luego de la Ascensión de Cristo a los Cielos desde el Monte de los Olivos, retornaron a Jerusalén para aguardar el cumplimiento de Su promesa de enviar al Espíritu Santo, Pedro se destaca inmediatamente como el líder de todos, y es constantemente reconocido en adelante como cabeza de la comunidad Cristiana en Jerusalén. Él toma la iniciativa en la designación al Colegio Apostólico de otro testigo de la vida, muerte y resurrección de Cristo para sustituir a Judas (Hechos, i, 15-26). Luego de la venida del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés, Pedro imparte a la cabeza de los Apóstoles el primer sermón público para proclamar la vida, muerte y resurrección de Jesús, y gana un gran número de Judíos como conversos a la comunidad Cristiana (ibid. ii, 14-41). El primero de los Apóstoles en operar un milagro público, cuando entró al templo y curó a un hombre tullido en la Puerta Hermosa. A la gente que se amontonaba en su asombro alrededor de los dos Apóstoles, les predica un largo sermón en el Pórtico de Salomón y trae un nuevo incremento en el rebaño de creyentes (ibid., iii, 1-iv, 4).

En los subsiguientes interrogatorios a los dos Apóstoles ante el Gran Sanedrín de los Judíos, Pedro defiende de manera intrépida e impresionante la causa de Jesús y la obligación y libertad de los Apóstoles de predicar el Evangelio (ibid., iv, 5-21). Cuando Ananías y Safira intentan engañar a los Apóstoles y a la gente, Pedro se presenta como juez de su acción y Dios ejecuta la sentencia de castigo dictada por el Apóstol, causando la muerte súbita a los dos culpables (ibid., v, 1-11). Mediante numerosos milagros Dios confirma la actividad Apostólica de los creyentes en Cristo, habiendo también aquí mención especial de Pedro, ya que se registra que los habitantes de Jerusalén y ciudades vecinas llevaban a sus enfermos en sus lechos a las calles para que pudiese caer sobre ellos la sombra de Pedro y por ello ser curados (ibid., v 12-16). El siempre creciente número de fieles provocó que el supremo consejo Judío adoptara nuevas medidas contra los Apóstoles, pero "Pedro y los Apóstoles" responden que "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (ibid., v, 29 sqq.). No sólo en Jerusalén mismo fue que Pedro trabajó para cumplir la misión que le confió su Maestro. También retuvo conexión con otras comunidades Cristianas en Palestina y predicó el Evangelio tanto allí como en las tierras ubicadas más al norte. Cuando Felipe el Diácono había ganado una gran cantidad de creyentes en Samaría, Pedro y Juan fueron enviados a dirigirse allí desde Jerusalén para organizar la comunidad e invocar al Espíritu Santo que descendiera sobre los fieles. Pedro de presenta por segunda vez como juez en el caso del mago Simón, que desea adquirir de los Apóstoles el poder de invocar también él al Espíritu Santo (ibid., viii, 14-25). En el camino de regreso a Jerusalén los dos Apóstoles predicaban las gozosas nuevas del Reino de Dios. En adelante, luego de la partida de Pablo de Jerusalén y su conversión antes de Damasco, las comunidades Cristianas en Palestina fueron dejadas en paz por el consejo Judío.

Pedro encaró ahora un extenso viaje misionero, que lo llevó a las ciudades marítimas Lida, Joppe y Cesarea. En Lida curó al paralítico Eneas, en Joppe elevó a Tabitá (Dorcás) de entre los muertos, y en Cesarea, instruido por una visión tenida en Joppe, bautizó y recibió en la Iglesia a los primeros Cristianos no Judíos, al Centurión Cornelio y a su gente (ibid., ix, 31-x, 48). Al regreso de Pedro a Jerusalén un poco más adelante, los Judeo Cristianos estrictos que consideraban la adhesión estricta a la ley Judía como obligatoria para todos, le preguntaron por qué había entrado y comido en la casa de los incircuncisos. Pedro habla de su visión y defiende su acción, que fue ratificada por los Apóstoles y los fieles de Jerusalén (ibid., xi, 1-18).

Una confirmación del lugar acordado por Lucas en los Hechos a Pedro, lo aporta el testimonio de San Pablo (Gál. i, 18-20). Luego de su conversión y de tres años de residencia en Arabia, Pablo fue a Jerusalén "a conocer a Pedro". Aquí el Apóstol de los Gentiles claramente designa a Pedro como la cabeza autorizada de los Apóstoles y de la temprana Iglesia Cristiana. La larga residencia de Pedro en Jerusalén y Palestina pronto tocó a su fin. Herodes Agripa I inició (A.D. 42-44) una nueva persecución a la Iglesia en Jerusalén; después de la ejecución de Santiago, el hijo de Zebedeo, este gobernante hizo poner a Pedro en prisión, con la intención de también hacerlo ejecutar cuando hubiere pasado la Pascua Judía. Pedro, no obstante, fue liberado de manera milagrosa, y dirigiéndose a casa de la madre de Juan Marcos, donde muchos de los fieles estaban reunidos para la oración, les informó sobre su liberación de manos de Herodes, les mandó que comunicasen el hecho a Santiago y los hermanos y entonces salió de Jerusalén para marchas "a otro lugar" (Hechos 12:1-18). Sobre la posterior actividad de San Pedro no recibimos más información desde las fuentes existentes, aunque poseemos breves noticias sobre ciertos episodios individuales de su ulterior vida.


III. VIAJES MISIONEROS EN ORIENTE; EL CONCILIO DE LOS APÓSTOLES

San Lucas no nos dice adónde fue Pedro luego de su liberación de la prisión en Jerusalén. De comentarios casuales sabemos que subsecuentemente él hizo largas giras misioneras en Oriente, aunque no se nos da pista alguna sobre la cronología de sus viajes. Es seguro que permaneció durante un tiempo en Antioquía; hasta puede haber retornado más allá varias veces. La comunidad Cristiana de Antioquía fue fundada por Judíos Cristianizados que habían sido sacados de Jerusalén por la persecución (ibid., xi, 19 sqq.). La residencia de Pedro entre ellos se prueba mediante el episodio que concierne a la observancia de la ley aún entre paganos Cristianizados, relatado por San Pablo (Gál., ii, 11-21). Los Apóstoles principales en Jerusalén-los "pilares", Pedro, Santiago y Juan-habían aprobado sin reservas el Apostolado de San Pablo a los Gentiles, mientras ellos por su parte tenían la intención de trabajar principalmente entre los Judíos. Mientras Pablo vivía en Antioquía (la fecha no puede ser determinada con certeza), San Pedro fue allá y se mezcló libremente con los Cristianos no-Judíos de la comunidad, frecuentando sus hogares y compartiendo sus comidas. Pero cuando los Cristianos Judíos llegaron a Jerusalén, Pedro, por temor a que por ello se escandalizasen estos rígidos observantes de la ley ceremonial Judía y su influencia con los Cristianos Judíos peligrase, evitó en lo sucesivo comer con los incircuncisos.
Su conducta impresionó grandemente a los otros Cristianos Judíos de Antioquía, al punto que hasta Bernabé, el compañero de San Pablo, ahora evitó comer con los paganos Cristianizados. Por ser esta acción totalmente opuesta a los principios y prácticas de Pablo y podría llevar a confusión entre los paganos conversos, este Apóstol reprochó públicamente a San Pedro, porque su conducta parecía indicar un deseo de impulsar a los conversos paganos a hacerse Judíos y aceptar la circuncisión y la ley Judía. Todo el incidente es otra prueba de la ubicación autoritaria de San Pedro en la temprana Iglesia, desde que su ejemplo y su conducta eran considerados decisivos. Pero Pablo, que acertadamente vio la incoherencia en la conducta de Pedro y los Cristianos Judíos, no titubeó en defender la inmunidad de los paganos conversos ante la ley Judía. Respecto de la actitud subsiguiente de Pedro en este tema, San Pablo no nos proporciona información explícita. Aunque es altamente probable que Pedro haya ratificado la contención del Apóstol de los Gentiles y se haya, en adelante, comportado como al principio hacia los paganos Cristianizados. Como principales opositores de su visión al respecto, Pablo menciona y combate en todos sus escritos solamente a los Cristianos Judíos extremos venidos "de Santiago" (i.e., de Jerusalén). Mientras que la fecha de este suceso, si antes o después del Concilio de los Apóstoles, no puede determinarse, es probable que haya ocurrido después (ver abajo).

La tradición tardía que existió tan atrás como a fines del siglo segundo (Orígenes, "Hom. vi in Lucam"; Eusebio, "Hist. Eccl.", III, xxxvi), sobre que Pedro fundó la Iglesia de Antioquía, indica el hecho que él trabajó por un largo período allí y quizá, vivió allí hacia el fin de sus días y entonces designó cabeza de la comunidad a Evodrius, el primero de la línea de obispos de Antioquía. Esta última versión explicaría de la mejor manera la tradición que se refiere a la fundación de la Iglesia de Antioquía por San Pedro.
Es también probable que Pedro haya proseguido sus trabajos Apostólicos en varios distritos del Asia Menor, porque sería raro suponer que pasó todo el período entre su liberación de la prisión y el Concilio de los Apóstoles ininterrumpidamente en una ciudad, fuere Antioquía, Roma u otra. Y dado que después dirigió la primera de sus Epístolas a los fieles en las Provincias del Ponto, Galacia, Capodocia y Asia, uno puede razonablemente presumir que él había trabajado personalmente en al menos ciertas ciudades de estas provincias, dedicándose principalmente a la Diáspora. La Epístola, no obstante, es de un carácter general y da poco indicio de relaciones personales con las personas a quienes a quienes está dirigida. No puede ser totalmente rechazada la tradición relatada por el Obispo Dionisio de Corinto (en Eusebio, "Hist. Eccl.", II, xxviii) en su carta a la Iglesia Romana bajo el Papa Sotero (165-74), sobre que Pedro (al igual que Pablo) había vivido en Corinto y plantado allí la Iglesia. Aún cuando la tradición debiera no recibir apoyo de la existencia del "bando de Cephas", que Pablo menciona entre otras divisiones de la Iglesia de Corinto (I Cor., i, 12; iii, 22), la estada de Pedro en Corinto (hasta en conexión con el plantar y gobierno de la Iglesia por Pablo) no es imposible. Que San Pedro realizó varios viajes Apostólicos (sin duda en este tiempo, especialmente ciando él no residía ya permanentemente en Jerusalén) se establece claramente por la afirmación genérica de San Pablo en (I Cor., i, 12; iii, 22), respecto del "resto de los apóstoles, y los hermanos [primos] del Señor, y Cephas", que estaban viajando por los alrededores en el ejercicio de su Apostolado.

Pedro retornó ocasionalmente a la inicial Iglesia Cristiana de Jerusalén, cuya guía fuera encomendada a Santiago, el pariente de Jesús, luego de la partida del Príncipe de los Apóstoles (A.D. 42-44). La última mención de San Pedro en los Hechos (xv, 1-29; cf. Gál., ii, 1-10) surge en la reseña del Concilio de los Apóstoles en ocasión de una visita tan efímera. Como consecuencia de los problemas causados a Pedro y Bernabé por los extremos Cristianos Judíos en Antioquía, la Iglesia de esa ciudad envió a estos dos Apóstoles con otros enviados a Jerusalén para obtener una decisión definitiva respecto de las obligaciones de los paganos conversos (ver JUDAIZANTES). Además de Santiago, estaban entonces (A.D. 50-51) en Jerusalén, Pedro y Juan. En el tratamiento y la decisión de esta importante cuestión, Pedro ejerció naturalmente una influencia decisiva. Cuando se había manifestado en la asamblea un gran divergencia de opiniones, Pedro pronunció la palabra decisiva. Mucho antes, de acuerdo al testimonio Divino, él había anunciado el Evangelio a los gentiles (conversión de Cornelio y los suyos); �por qué, entonces, intentar aplicar el yugo Judío al cuello de los paganos conversos? Después que Pablo y Bernabé relataron cómo Dios había trabajado entre los Gentiles a su alrededor, Santiago, el principal representante de los Cristianos Judíos, adoptó el criterio de Pedro y de acuerdo con él hizo propuestas que fueron expresadas en una encíclica a los paganos conversos.

Los sucesos de Cesarea y Antioquía, así como el debate en el Concilio de Jerusalén, revelan claramente la actitud de Pedro hacia los conversos del paganismo. Lo mismo que los otros once Apóstoles originales, él se consideraba llamado a predicar la Fe en Jesús primero entre los Judíos (Hechos, x, 42), de manera que el pueblos elegido por Dios pudiera compartir la salvación en Cristo, prometida primariamente a ellos y surgiendo de su seno. La visión en Joppe y la efusión del Espíritu Santo sobre Cornelio, el pagano convertido y su gente, determinaron que Pedro los admitiese de inmediato en la comunidad de los creyentes sin imponerles la ley Judía. En sus viajes Apostólicos fuera de Palestina, él reconoció en la práctica la igualdad entre los conversos Judíos y los Gentiles, tal como lo prueba su proceder original en Antioquía. Su distanciamiento de los conversos Gentiles, por consideración a los Cristianos Judíos de Jerusalén, de ninguna manera fue un reconocimiento oficial del criterio de los Judaizantes extremistas, tan opuestos a San Pablo. Esto es clara e indiscutiblemente establecido por su actitud en el Concilio de Jerusalén. Entre Pedro y Pablo no había diferencias dogmáticas en su concepción de la salvación para los Cristianos Judíos y Gentiles. El reconocimiento de Pablo como el Apóstol de los Gentiles (Gál., ii, 1-9) fue totalmente sincero y excluye todo interrogante sobre una divergencia fundamental de criterios. San Pedro y los otros Apóstoles reconocían a los conversos del paganismo como hermanos Cristianos en un pié de igualdad; Cristianos Judíos y Gentiles formaban un solo Reino de Cristo. Si Pedro dedicó la parte preponderante de su actividad Apostólica a los Judíos, esto surgió principalmente de consideraciones prácticas y de la posición de Israel como el pueblo elegido. La hipótesis de Baur sobre la existencia de corrientes opuestas de "Pedrismo" y de "Paulismo" en la primitiva Iglesia es absolutamente insostenible y totalmente rechazada hoy por los Protestantes.


IV. ACTIVIDAD Y MUERTE EN ROMA; SEPULCRO

Es un hecho histórico indisputablemente establecido que San Pedro trabajó en Roma durante la última parte de su vida y finalizó su vida terrenal por el martirio. En cuanto a la duración de su actividad Apostólica en la capital Romana, la continuidad o no de su residencia allí, los detalles y éxito de sus trabajos y la cronología de su arribo y de su muerte, todas estas cuestiones son inciertas y pueden resolverse solamente mediante hipótesis más o menos bien fundadas. El hecho esencial es que Pedro murió en Roma: esto constituye el fundamento histórico del reclamo de los Obispos de Roma sobre el Primado Apostólico de Pedro.

La residencia y la muerte de San Pedro en Roma son establecidas más allá de toda disputa como hechos históricos por una serie de claros testimonios, que se extienden desde el final del primer siglo hasta el final del segundo, proviniendo de varios países.
  • Que el modo y, por ende, el lugar de su muerte hayan sido conocidos en círculos Cristianos muy extendidos hacia el final del siglo primero, resulta claro a partir de la observación introducida en el Evangelio de San Juan, respecto de la profecía de Cristo sobre que Pedro le estaba ligado a Él y sería conducido adonde no quisiera -- "Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios" (Juan, xxi, 18-19, ver arriba). Tal observación presupone el conocimiento de la muerte de Pedro por los lectores del Cuarto Evangelio.

  • La Primera Epístola de San Pedro fue escrita casi indudablemente en Roma, dado que el saludo final reza: "Os saluda la (iglesia) que está en Babilonia, elegida como vosotros, así como mi hijo Marcos" (v, 13). Babilonia debe ser identificada aquí como la capital Romana, desde que no puede referirse a Babilonia sobre el Eufrates, que yacía en ruinas o a la Nueva Babilonia (Seleucia) sobre el Tigris, o a la Babilonia Egipcia cerca de Menfis, o a Jerusalén, debe referirse a Roma, la única ciudad que es llamada Babilonia en otra parte por la antigua literatura Cristiana (Apoc., xvii, 5; xviii, 10; "Oracula Sibyl.", V, versos 143 y 159, ed. Geffcken, Leipzig, 1902, 111).

  • A partir del Obispo Papias de Hierápolis y de Clemente de Alejandría, ambos quienes apelan al testimonio de los antiguos presbíteros (i.e., los discípulos de los Apóstoles), conocemos que Marcos escribió su Evangelio en Roma a pedido de los Cristianos Romanos, que deseaban un memorial escrito de la doctrina predicada a ellos por San Pedro y sus discípulos (Eusebio, "Hist. Eccl.", II, xv; III, xi; VI, xiv); esto es confirmado por Irineo (Adv. haer., III, i). En conexión con esta información relativa al Evangelio de San Marcos, Eusebio, fiándose quizá de una fuente anterior, dice que Pedro en su Primera Epístola describió a Roma en forma figurada como a Babilonia.

  • Otro testimonio sobre el martirio de Pedro y Pablo es proporcionado por Clemente de Roma en su Epístola a los Corintios (escrita alrededor del A.D. 95-97), donde afirma (v): "Mediante el ardor y la astucia, los mayores y más rectos sustentos [de la Iglesia] han sufrido la persecución y han sido guerreados hasta la muerte. Coloquemos ante nuestra mirada a los buenos Apóstoles-San Pedro, quien a consecuencia de un injusto ardor sufrió, no uno o dos, sino numerosos agravios y, habiendo dado así testimonio (martyresas), ha ingresado al merecido lugar de gloria". Después menciona a Pablo y un número de elegidos, que estaban reunidos con los otros y sufrieron el martirio "entre nosotros" (en hemin, i.e., entre los Romanos, sentido que la expresión también tiene en el capítulo iv). Indudablemente habla, como lo prueba el párrafo completo, de la persecución Nerónica, refiriendo de esa manera el martirio de Pedro y Pablo a esa época.

  • En su carta escrita a comienzos del siglo segundo (antes del 117), mientras era llevado a Roma para ser martirizado, el venerable Obispo Ignacio de Antioquía procura por todos los medios refrenar a los Cristianos Romanos de pugnar por lograr el perdón para él, señalando: "Ninguna cosa les mando, como Pedro y Pablo: ellos eran Apóstoles, mientras que yo soy sólo un cautivo" (Ad. Rom., iv). El significado de esta expresión debe ser, que los dos Apóstoles trabajaron personalmente en Roma, predicando allí el Evangelio con autoridad Apostólica.

  • El Obispo Dionisio de Corinto en su carta a la Iglesia Romana en tiempos del Papa Sotero (165-74), dice: "Por lo tanto, usted mediante su urgente exhortación ha ligado muy estrechamente la siembra de Pedro y Pablo en Roma y en Corinto. Pues ambos plantaron la semilla del Evangelio también en Corinto y juntos nos instruyeron, tal como en forma similar enseñaron en el mismo lugar de Italia y sufrieron el martirio al mismo tiempo" (En Eusebio, "Hist. Eccl.", II, xxviii).

  • Irineo de Lyon, un nativo del Asia Menor y discípulo de Policarpo de Esmirna (un discípulo de San Juan), pasó un tiempo considerable en Roma poco después de la mitad del Siglo II y luego siguió a Lyon, donde devino Obispo en el 177; describió a la Iglesia Romana como la más destacada y principal conservadora de la tradición Apostólica, como "la más grande y más antigua iglesia, conocida por todos, fundada y organizada en Roma por los dos más gloriosos Apóstoles, Pedro y Pablo" (Adv. haer., III, iii; cf. III, i). De este modo apela al hecho, conocido y reconocido universalmente, de la actividad Apostólica de Pedro y Pablo en Roma, para hallar en ello una prueba de la tradición en contra de los herejes.

  • En sus "Hypotyposes" (Eusebio, "Hist. Eccl.", IV, xiv), Clemente de Alejandría, maestro en la escuela de catequesis de esa ciudad desde alrededor del año 190, afirma con la fuerza de la tradición de los presbíteros: "Después que Pedro hubo anunciado la Palabra de Dios en Roma y predicado el Evangelio en el espíritu de Dios, la multitud de los oyentes pidió a Marcos, que había acompañado extensamente a Pedro en todos su viajes, que escriba lo que los Apóstoles les habían predicado" (ver arriba).

  • Como Irineo, Tertuliano apela en sus escritos contra los herejes a la prueba aportada por las labores Apostólicas de Pedro y Pablo en Roma acerca de la veracidad de la tradición eclesiástica. En "De Praescriptione", xxxv, dice: "Si están cerca de Italia, tienen a Roma, en donde la autoridad está siempre a mano. Qué afortunada es esta Iglesia para la cual los Apóstoles han volcado toda su enseñanza con su sangre, donde Pedro ha emulado la Pasión del Señor y donde Pablo ha sido coronado con la muerte de Juan" (el Bautista). En "Scorpiace", xv, él también habla de la crucifixión de Pedro. "El retoño de fe ensangrentado primero por Nerón en Roma. Allí Pedro fue ceñido por otro, dado que fue ligado a la cruz". Como una ilustración de la falta de importancia sobre qué agua se utiliza para administrar el bautismo, sostiene en su libro ("Sobre el Bautismo", cap. v) que no hay "ninguna diferencia entre aquélla con la que Juan bautizó en el Jordán y aquélla con la que Pedro bautizó en el Tiber"; y contra Marcion apela al testimonio de los Cristianos de Roma, "a quienes Pedro y Pablo han legado el Evangelio, sellado con su sangre" (Adv. Marc., IV, v).

  • Cayo, el Romano que vivió en Roma en tiempos del Papa Ceferino (198-217), escribió en su "Diálogo con Proclus" (en Eusebio, "Hist. Eccl", II, xxviii) dirigido en contra de los Montanistas: "Pero yo puedo mostrar los trofeos de los Apóstoles. Si tienen a bien ir al Vaticano o al camino a Ostia, hallarán los trofeos de aquéllos que han fundado esta Iglesia". Por trofeos (tropaia) Eusebio entiende las tumbas de los Apóstoles, pero su óptica es confrontada por investigadores modernos que consideran que se refiere al lugar de la ejecución. Para nuestro propósito no es importante cuál opinión es correcta, pues el testimonio retiene su valor total en ambos casos. De cualquier modo, los lugares de ejecución y de entierro de ambos estaban próximos; San Pedro, que fue ejecutado en el Vaticano, recibió también allí su sepultura. Eusebio se refiere también a "la inscripción de los nombres de Pedro y Pablo, que han sido preservados hasta hoy allí en las sepulturas" (en Roma).

  • Existía por ende en Roma un antiguo memorial epigráfico conmemorando la muerte de los Apóstoles. La lóbrega cita en el Fragmento Muratorio ("Lucas optime theofile conprindit quia sub praesentia eius singula gerebantur sicuti et semote passionem petri evidenter declarat", ed. Preuschen, Tubingen, 1910, p. 29) presupone también una definida tradición antigua con respecto a la muerte de Pedro en Roma.

  • Los apócrifos Hechos de San Pedro y Hechos de los Santos Pedro y Pablo, pertenecen de manera similar a la serie de testimonios sobre la muerte de los dos Apóstoles en Roma.
En oposición a este testimonio claro y unánime de la temprana Cristiandad, unos pocos historiadores Protestantes en tiempos recientes han tratado de descartar como legendaria la residencia y muerte de Pedro en Roma. Estos intentos han resultado un completo fracaso. Se aseveraba que la tradición respecto de la residencia de Pedro en Roma se inició primero en los círculos Ebionitas y formaba parte de la Leyenda de Simón el Mago, en la que Pablo es enfrentado por Pedro como un falso Apóstol debajo de Simón; al tiempo que esta pelea fuera transplantada a Roma, también surgió en fecha temprana la leyenda de la actividad de Pedro en esa capital (así en Baur, "Paulus", 2da ed., 245 sqq., seguida por Hase y especialmente Lipsius, "Die quellen der romischen Petrussage", Kiel, 1872). Pero esta hipótesis se ha visto fundamentalmente insostenible por el carácter íntegro y la importancia puramente local del Ebionitismo, siendo refutada directamente por los antedichos testimonios genuinos y enteramente independientes, que son de al menos una antigüedad similar. Más aún, ha sido enteramente abandonado por historiadores Protestantes serios (cf., e.g., los comentarios de Harnack en "Gesch. der altchristl. Literatur", II, i, 244, n. 2). Un más reciente intento de demostrar que San Pedro fue martirizado en Jerusalén fue realizado por Erbes (Zeitschr. fur Kirchengesch., 1901, pp. 1 sqq., 161 sqq.). Él apela a los apócrifos Hechos de San Pedro, en los que dos Romanos, Albino y Agripa, son mencionados como perseguidores de los Apóstoles. A éstos identifica como Albino, Procurador de Judea y sucesor de Festus, y a Agripa II, Príncipe de Galilea, de donde llega a la conclusión que Pedro fue condenado a muerte y sacrificado por el Procurador de Jerusalén. Lo insostenible de esta hipótesis se hace inmediatamente visible por el mero hecho que nuestro más antiguo testimonio definido sobre la muerte de Pedro en Roma antedata por mucho los Hechos apócrifos; además, nunca en toda la extensión de la antigua Cristiandad se ha sido designada otra ciudad fuera de Roma como el lugar del martirio de los Santos Pedro y Pablo.

Aunque la actividad y muerte de San Pedro en Roma sea tan claramente establecida, no tenemos información precisa sobre los detalles de su estancia Romana. Las narraciones contenidas en la literatura apócrifa del siglo segundo, sobre la supuesta contienda entre Pedro y Simón el Mago, pertenecen al dominio de la leyenda. De lo ya dicho sobre el origen del Evangelio de San Marcos, podemos deducir que Pedro trabajó durante un largo período en Roma. Esta conclusión es avalada por la voz unánime de la tradición, que desde la segunda mitad del siglo segundo designa al Príncipe de los Apóstoles como fundador de la Iglesia Romana. Se sostiene ampliamente que Pedro hizo una primera visita a Roma luego de ser milagrosamente liberado de la prisión en Jerusalén; que Lucas se refería a Roma por "otro lugar", pero omitió el nombre por razones especiales. No es imposible que Pedro haya realizado un viaje de misión a Roma alrededor de esta época (después del 42 AD), pero este viaje no puede ser establecido con certeza. De cualquier forma, no podemos, en apoyo de esta teoría, apelar a las notas cronológicas de Eusebio y Jerónimo, dado que, aún cuando estas notas se retrotraen a las crónicas del siglo tercero, no son tradiciones de antiguo sino el resultado de cálculos basados en las listas episcopales. En la lista de obispos de Roma que data del siglo segundo, se introdujo en el siglo tercero (como sabemos por Eusebio y la "Cronografía de 354") la nota sobre veinticinco años de pontificado de San Pedro, pero no podemos rastrear su origen. Este agregado, en consecuencia, no sustenta la hipótesis de una vista de San Pedro a Roma luego de su liberación de la prisión (alrededor del 42). Por lo tanto, podemos admitir solamente la posibilidad de una visita tan anterior a la capital.

La tarea de determinar el año de la muerte de San Pedro está rodeada de dificultades similares. En el siglo cuarto y aún en las crónicas del tercero, hallamos dos notas distintas. En las "Crónicas" de Eusebio se da la muerte de Pedro y Pablo como en los años decimotercero y decimocuarto de Nerón (67-68); esta fecha, aceptada por Jerónimo, es la sostenida generalmente. El año 67 también es avalado por la afirmación aceptada al igual por Eusebio y Jerónimo, sobre que Pedro fue a Roma en el reinado del Emperador Claudio (según Jerónimo, en el 42), así como por la tradición antedicha de los veinticinco años de episcopado de Pedro (cf. Bartolini, "Sopra l'anno 67 se fosse quello del martirio dei gloriosi Apostoli", Roma, 1868). Una versión distinta es provista por la "Cronografía de 354" (ed. Duchesne, "Liber Pontificalis", I, 1 sqq.). Ésta refiere el arribo de San Pedro en Roma al año 30, y su muerte como la de San Pablo al año 55. Duchesne ha mostrado que las fechas en la "Cronografía" fueron insertadas en una lista de los Papas que contiene solamente sus nombres y la duración de sus pontificados, de donde, bajo la suposición cronológica de ser el año de la muerte de Cristo el 29, se insertó el año 30 como el comienzo del pontificado de Pedro y su muerte referida al 55 sobre la base de los veinticinco años de pontificado (op. cit., introd., vi sqq.). Esta fecha, sin embargo, ha sido defendida recientemente por Kellner ("Jesus von Nazareth u. seine Apostel im Rahmen der Zeitgeschichte", Ratisbon, 1908; "Tradition geschichtl. Bearbeitung u. Legende in der Chronologie des apostol. Zeitalters", Bonn, 1909). Otros historiadores han aceptado el año 65 (e. g., Bianchini, en su edición del "Liber Pontilicalis" en P. L.. CXXVII. 435 sqq.) o el 66 (e. g. Foggini, "De romani b. Petri itinere et episcopatu", Florencia, 1741; también Tillemont). Harnack procuró establecer el año 64 (i . e . el comienzo de la persecución Neroniana) como el de la muerte de Pedro ("Gesch. der altchristl. Lit. bis Eusebius", pt. II, "Die Chronologie", I, 240 sqq.). Esta fecha, que ya había sido sustentada por Cave, du Pin y Wiesler, ha sido aceptada por Duchesne (Hist. ancienne de l'eglise, I, 64). Erbes refiere la muerte de San Pedro al 22 febrero de 63 y la de San Pablo a 64 ("Texte u. Untersuchungen", nueva serie, IV, i, Leipzig, 1900, "Die Todestage der Apostel Petrus u. Paulus u. ihe rom. Denkmaeler"). Por ende la fecha de la muerte de Pedro no ha sido decidida aún; el período entre julio de 64 (inicio de la persecución Neroniana) y comienzos de 68 (el 9 de julio Nerón huyó de Roma y se suicidó) debe dejarse abierto para la fecha de su muerte. El día de su martirio también se desconoce; 29 de junio, el día aceptado de su fiesta desde el siglo cuarto, no puede ser probado como el día de su muerte (ver abajo).

Con respecto a la forma en que Pedro murió, contamos con la tradición-atestiguada por Tertuliano a fines del siglo segundo (ver arriba) y por Orígenes (en Eusebio, "Hist. Eccl.", II, i)-sobre que sufrió crucifixión. Orígenes sostiene que: "Pedro fue crucificado en Roma con su cabeza hacia abajo, como él mismo había deseado sufrir". Como el lugar de la ejecución pueden muy probablemente aceptarse los Jardines Neronianos en el Vaticano, dado que según Tácito allí se representaban en general las horrendas escenas de la persecución Neroniana; y en este distrito, en la vecindad de la Vía Cornelia y al pié de las Colinas Vaticanas, el Príncipe de los Apóstoles halló su sepultura. De esta tumba (dado que la palabra tropaion era, como ya se dijo, correctamente interpretada como tumba) Cayo ya habla en el siglo tercero. Por un tiempo los restos de Pedro descansaron con los de Pablo en una cripta en la Vía Apia en el lugar ad Catacumbas, donde ahora está la Iglesia de San Sebastián (que en su erección en el siglo cuarto fue dedicada a los dos Apóstoles). Los restos habrían sido probablemente llevados allí a comienzos de la persecución Valeriana en 258, para protegerlos de la amenaza de profanación cuando fueron confiscados los sepulcros Cristianos. Fueron más tarde restituidos a su previo lugar de reposo y Constantino el Grande hizo erigir una magnífica basílica sobre la tumba de San Pedro al pié de la Colina Vaticana. Esta basílica fue reemplazada por la actual de San Pedro en el siglo dieciséis. La cripta con el altar construido sobre ella (confessio) ha sido el más venerado santuario de un mártir en Occidente. En la estructura inferior del altar, sobre la cripta que contenía el sarcófago con los restos de San Pedro, se hizo una cavidad. Ésta fue cerrada por medio de una puerta en el frente del altar. Al abrir esta puerta el peregrino disfrutar del gran privilegio de arrodillarse justo encima del sarcófago del Apóstol. Se solían dar llaves de esta puerta como recuerdos (cf. Gregorio de Tours, "De gloria martyrum", I, xxviii).

La memoria de San Pedro está íntimamente relacionada con la Catacumba de Santa Priscilla en la Vía Salaria. Según la tradición corriente en la tardía antigüedad Cristiana, en este lugar San Pedro instruía a los fieles y administraba el bautismo. Esta tradición parece haber estado basada en testimonios de monumentos aún anteriores. La catacumba situada debajo del jardín de una villa de la antigua familia Cristiana y senatorial Acilii Glabriones y su fundación, se retrotrae hacia fines de siglo primero; y dado que Acilio Glabrio (q. v.) cónsul en 91, fue bajo Domiciano condenado a muerte por ser Cristiano, es bastante posible que la fe Cristiana de la familia datase de los tiempos Apostólicos y que al Príncipe de los Apóstoles se le haya otorgado recepción hospitalaria en la casa de ellos durante su residencia en Roma. Las relaciones entre Pedro y Prudencio, cuya casa estaba en el sitio del actual templo de Prudencio (ahora Santa Prudentiana) parecen recostarse más bien en una leyenda.

En relación con las Epístolas de San Pedro, ver EPÍSTOLAS DE SAN PEDRO; respecto de los varios apócrifos que llevan el nombre de Pedro, especialmente el Apocalipsis y el Evangelio de San Pedro, ver APÓCRIFOS. El sermón apócrifo de Pedro (kerygma), que data de la segunda mitad del siglo segundo, era probablemente una colección de supuestos sermones del Apóstol; varios fragmentos son preservados por Clemente de Alejandría (cf. Dobschuts, "Das Kerygma Petri kritisch untersucht" en "Texte u. Untersuchungen", XI, i, Leipzig, 1893).


V. FIESTAS DE SAN PEDRO

Tan atrás como en el siglo cuarto se celebraba una fiesta en memoria de los Santos Pedro y Pablo en el mismo día, aunque el día no esa el mismo en Oriente que en Roma. El Martirologio Sirio de fines del siglo cuarto, que es un extracto de un catálogo Griego de santos del Asia Menor, indica las siguientes fiestas en conexión con la Navidad (25 de diciembre): 26 dic. San Estéban; 27 dic. Santos Santiago y Juan; 28 dic. Santos Pedro y Pablo. En el panegírico de San Gregorio Nacianzeno a San Basilio también se nos dice que estas fiestas de los Apóstoles y San Esteban siguen inmediatamente a la Navidad. Los Armenios celebraban la fiesta también el 27 dic.; los Nestorianos el segundo viernes después de Epifanía. Es evidente que el 28 (27) de diciembre era (como el 26 dic. para San Esteban) elegido arbitrariamente, sin que hubiera tradición alguna respecto de la proximidad con la fecha de la muerte de los santos. La fiesta principal de los Santos Pedro y Pablo se mantuvo en Roma el 29 de junio tan atrás como en el tercero o cuarto siglo. La lista de fiestas de mártires en el Cronógrafo de Filócalo coloca esta nota en la fecha - "III. Kal. Jul. Petri in Catacumbas et Pauli Ostiense Tusco et Basso Cose." (=el año 258) . El "Martyrologium Hieronyminanum" tiene, en el Berne MS., la siguiente nota para el 29 de junio: "Romae via Aurelia natale sanctorum Apostolorum Petri et Pauli, Petri in Vaticano, Pauli in via Ostiensi, utrumque in catacumbas, passi sub Nerone, Basso et Tusco consulibus" (ed. de Rossi--Duchesne, 84).

La fecha 258 en las notas revela que a parir de ese año se celebraba la memoria de los dos Apóstoles el 29 de junio en la Vía Apia ad Catacumbas (cerca de San Sebastiano fuori le mura), pues en esta fecha los restos de los Apóstoles fueron trasladado allí (ver arriba). Más tarde, quizá al construirse la iglesia sobre las tumbas en el Vaticano y en la Vía Ostiensis, los restos fueron restituidos a su anterior lugar de descanso: los de Pedro a la Basílica Vaticana y los de Pablo la iglesia en la Vía Ostiensis. En el sitio Ad Catacumbas se construyó, tan atrás como en el siglo cuarto, una iglesia en honor de los dos Apóstoles. Desde el año 258 se guardó su fiesta principal el 29 de junio, fecha en la que desde tiempos antiguos se celebraba el Servicio Divino solemne en las tres iglesias arriba mencionadas (Duchesne, "Origines du culte chretien", 5ta ed., París, 1909, 271 sqq., 283 sqq.; Urbano, "Ein Martyrologium der christl. Gemeinde zu Rom an Anfang des 5. Jahrh.", Leipzig, 1901, 169 sqq.; Kellner, "Heortologie", 3ra ed., Freiburg, 1911, 210 sqq.). La leyenda procuró explicar que los Apóstoles ocupasen temporalmente el sepulcro Ad Catacumbas mediante la suposición que, enseguida de la muerte de ellos los Cristianos del Oriente deseaban robarse sus restos y llevarlos al Este. Toda esta historia es evidentemente producto de la leyenda popular (Con respecto a la Sede de Pedro, ver SEDE DE PEDRO)

Una tercera festividad de los Apóstoles tiene lugar el 1 de agosto: la fiesta de las Cadenas de San Pedro. Esta fiesta era originariamente la de dedicación de la iglesia del Apóstol, erigida en la Colina Esquilina en el siglo cuarto. Un sacerdote titular de la iglesia, Filipo, fue delegado papal al Concilio de Éfeso en el año 431. La iglesia fue reconstruida por Sixto II (432) a costa de la familia imperial Bizantina. La consagración solemne pudo haber sido el 1 de agosto, o este fue el día de la dedicación de la anterior iglesia. Quizá este día fue elegido para sustituir las fiestas paganas que se realizaban el 1 de agosto. En esta iglesia, aún en pié (S. Pietro en Vincoli), probablemente se preservaron desde el siglo cuarto las cadenas de San Pedro que eran muy grandemente veneradas, siendo considerados como reliquias apreciadas los pequeños trozos de su metal. De tal modo, la iglesia desde muy antiguo recibió el nombre in Vinculis, convirtiéndose la fiesta del 1 de agosto en fiesta de las cadenas de San Pedro (Duchesne, op. cit., 286 sqq.; Kellner, loc. cit., 216 sqq.). El recuerdo de ambos Pedro y Pablo fue más tarde relacionado con dos lugares de la antigua Roma: la Vía Sacra, en las afueras del Foro, adonde se decía que fue arrojado al suelo el mago Simón ante la oración de Pedro y la cárcel Tullianum, o Carcer Mamertinus, adonde se supone que fueron mantenidos los Apóstoles hasta su ejecución. También en ambos lugares se erigieron santuarios de los Apóstoles y el de la cárcel Mamertina aún permanece en casi su estado original desde la temprana época Romana. Estas conmemoraciones locales de los Apóstoles están basadas en leyendas y no hay celebraciones especiales en las dos iglesias. Sin embargo, no es imposible que Pedro y Pablo hayan sido confinados en la prisión principal de Roma en el fuerte del Capitolio, de la cual queda como un resto la actual Carcer Mamertinus.


VI. REPRESENTACIONES DE SAN PEDRO

La más antigua que existe es el medallón de bronce con las cabezas de los Apóstoles; esto data de fines del siglo segundo o principios del tercero y se conserva en el Museo Cristiano de la Biblioteca Vaticana. Pedro tiene una cabeza fuerte y redondeada, mandíbulas prominentes, una frente retrotraída, cabello crespo grueso y barba (ver la ilustración en CATACUMBAS). Los rasgos son tan distintivos, que semejan la naturaleza de un retrato. Esto también se encuentra en dos representaciones de San Pedro en la cámara de la Catacumba de Pedro y Marcelino que data de la segunda mitad del siglo tercero (Wilpert, "Die Malerein der Katakomben Rom", placas 94 y 96). En las pinturas de las catacumbas los Santos Pedro y Pablo frecuentemente aparecen como intercesores y abogados de los difuntos, en las representaciones del Juicio Final (Wilpert, 390 sqq.), y como introduciendo a un Orante (una figura que reza y representa a los muertos) en el Paraíso.

En las numerosas representaciones de Cristo en medio de Sus Apóstoles, que aparece en las pinturas de las catacumbas y labradas en los sarcófagos, Pedro y Pablo siempre ocupan los lugares de honor a derecha e izquierda del Salvador. En los mosaicos de las basílicas Romanas, que datan del siglo cuarto al noveno, Cristo aparece como figura central, con los Santos Pedro y Pablo a Su derecha e izquierda y aparte de ellos los santos especialmente venerados en cada iglesia en particular. En los sarcófagos y otros memoriales, aparecen escenas de la vida de San Pedro: su caminata sobre el Lago de Genesarét desde el bote cuando Cristo lo llamó; la profecía de sus negaciones; el lavatorio de los pies; el elevar a Tabitá de entre los muertos; la captura de Pedro y ser llevado al lugar de su ejecución. En dos copas doradas se lo representa como a Moisés haciendo brotar agua de la roca con su vara; el nombre de Pedro bajo la escena demuestra que es visto como el guía del pueblo de Dios en el Nuevo Testamento.
En el período que vas del cuarto al sexto siglo es particularmente frecuente la escena de la entrega de la Ley a Pedro, lo que ocurre en varias clases de monumento. Cristo entrega a Pedro un escrito enrollado o abierto, en el que a menudo está la inscripción Lex Domini (Ley del Señor) o Dominus legem dat (El Señor da la Ley). En el mausoleo de Constantina en Roma (S. Constanza en la Vía Nomentana) esta escena se da como un paralelo a la entrega de la Ley a Moisés. En representaciones en los sarcófagos del siglo quinto el Señor entrega a Pedro las llaves (en lugar del escrito). En labrados del siglo cuarto, Pedro suele llevar una vara en su mano (luego del siglo quinto una cruz con una larga vara, portada por el Apóstol sobre su hombro) como una suerte de cetro indicativo del oficio de Pedro. Desde fines del siglo sexto se sustituye esto por las llaves (usualmente dos, aunque a veces tres) que de allí en más se convirtieron en los atributos de Pedro. Hasta la renombrada y grandemente venerada estatua de bronce en San Pedro las posee; esta, que es la más conocida representación del Apóstol, data del último período de la antigüedad Cristiana (Grisar, "Analecta romana", I, Roma, 1899, 627 sqq.).

BIRKS Studies of the Life and character of St. Peter (LONDON, 1887), TAYLOR, Peter the Apostle, new ed. by BURNET AND ISBISTER (London, 1900); BARNES, St. Peter in Rome and his Tomb on the Vatican Hill (London, 1900): LIGHTFOOT, Apostolic Fathers, 2nd ed., pt. 1, VII. (London, 1890), 481sq., St. Peter in Rome; FOUARD Les origines de l'Eglise: St. Pierre et Les premières années du christianisme (3rd ed., Paris 1893); FILLION, Saint Pierre (2nd ed Paris, 1906); collection Les Saints; RAMBAUD, Histoire de St. Pierre apôtre (Bordeaux, 1900); GUIRAUD, La venue de St Pierre à Rome in Questions d'hist. et d'archéol. chrét. (Paris, 1906); FOGGINI, De romano D. Petr; itinere et episcopatu (Florence, 1741); RINIERI, S. Pietro in Roma ed i primi papi secundo i piu vetusti cataloghi della chiesa Romana (Turin, 19O9); PAGANI, Il cristianesimo in Roma prima dei gloriosi apostoli Pietro a Paolo, e sulle diverse venute de' principi degli apostoli in Roma (Rome, 1906); POLIDORI, Apostolato di S. Pietro in Roma in Civiltà Cattolica, series 18, IX (Rome, 1903), 141 sq.; MARUCCHI, Le memorie degli apostoli Pietro e Paolo in Roma (2nd ed., Rome, 1903); LECLER, De Romano S. Petri episcopatu (Louvain, 1888); SCHMID, Petrus in Rome oder Aufenthalt, Episkopat und Tod in Rom (Breslau, 1889); KNELLER, St. Petrus, Bischof von Rom in Zeitschrift f. kath. Theol., XXVI (1902), 33 sq., 225sq.; MARQUARDT, Simon Petrus als Mittel und Ausgangspunkt der christlichen Urkirche (Kempten, 1906); GRISAR, Le tombe apostoliche al Vaticano ed alla via Ostiense in Analecta Romana, I (Rome, 1899), sq.
 
 

LA BIBLIA ENSEÑA QUE JESUCRISTO HIZO A SAN PEDRO EL PRIMER PAPA




San Pedro y las Llaves del Reino

JESÚS DA LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS A PEDRO (MATEO 16)

Mateo 16, 16-19: “Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Y respondiendo Jesús, dijo: Bienaventurado eres Simón hijo de Jonás; porque no es la carne ni la sangre quien te ha revelado, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos; y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos”.

Jesús dio a Pedro las llaves del reino de los cielos, y declaró que todo lo que él atare en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que él desatare en la tierra será desatado en los cielos. Si bien que los 12 discípulos se estaban presentes, Jesús sólo le dijo estas cosas a San Pedro.

HABLANDO CON PEDRO, JESÚS DICE QUE ÉL EDIFICARÁ SU IGLESIA SOBRE ESTA MISMA PIEDRA

Jesús dice: “tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi iglesia”. La palabra “esta” – como en esta piedra – viene del griego taute, el pronombre demostrativo.  Su significado es “esta misma” piedra. Taute es usado cuando “se desea llamar la atención con una énfasis especial hacia el objeto designado, ya sea en la región física del orador o el contexto literario del escritor”. (H. E. Dana y J. R. Mantey, A Manual Grammar of the Greek New Testament  “Manual de Gramática del Griego del Nuevo Testamento”, edición inglesa, 127). En la Biblia versión de King James, taute es traducido como “the same” o sea “el mismo” que viene de 1 Corintios 7, 20, y, “this same” o sea “este mismo” de 2 Corintios 9, 4.

Por lo tanto, la declaración de Jesús a Pedro tiene el siguiente sentido: tú eres Pedro y sobre ESTA MISMA PIEDRA edificaré yo mi iglesia.  En el contexto, “esta roca” se refiere naturalmente a Pedro. También Jesús cambia el nombre de Simón por el de “piedra” (Pero veremos más sobre este punto a continuación).

EL CAMBIO DEL NOMBRE DE PEDRO

Jesús cambia el nombre de Simón a Pedro, justo antes de declarar: “y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia”.

Mateo 16, 17-18: “… Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás… Y yo te digo a ti, que tú eres Pedro…”.

En el Antiguo Testamento un cambio de nombre denotaba una designación o un llamado especial o un cambio de estatus. En el Génesis, leemos lo siguiente acerca de Abraham:
 
Génesis 17, 5: “Y ya no te llamarás Abraham, sino Abraham, porque yo te haré padre de una muchedumbre de pueblos”.

Dios cambió el nombre de Abraham por Abraham porque el nuevo nombre denotaba su oficio especial como LÍDER del pueblo de Dios. Abraham fue elegido para ser el padre de muchas naciones. (También fue llamado “piedra”, como demostraremos). En el hebreo Abraham significa un padre superior, en cambio Abraham significa el padre de una multitud.

Del mismo modo, en Génesis 32, 28, leemos que Dios cambió el nombre de Jacob a Israel, a fin de representar su oficio o posición especial.  Por lo tanto, aparte de las otras cosas importantes que Jesús le dice a San Pedro en Mateo 16, el cambio del nombre de Simón a Pedro es hecha para confirmar la posición especial de San Pedro y su nuevo oficio.

LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS

Mateo 16, 19: “Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos; y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos”.

A ningún otro apóstol le es dada las llaves del reino de los cielos. En Mateo 18, 18, leemos que a todos los Apóstoles se les da el poder de atar y de desatar; pero solo a Pedro se le promete las llaves del reino de los cielos en Mateo 16, 19. Esto nos demuestra que el poder dado a todos los Apóstoles de atar y de desatar en Mateo 18, 18 debe ser ejercido bajo las llaves que recibió Pedro solamente. Pedro tiene una posición de la autoridad única en la Iglesia.

LAS “LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS” SE REFIERE A ISAÍAS 22 Y AL CARGO DE PRIMER MINISTRO

Esto es realmente interesante. Muchas personas desconocen que esta referencia a las llaves del reino de los cielos en Mateo 16, 19 (y el poder de Pedro de atar y desatar con ellas) viene de Isaías capítulo 22.  Las palabras de Jesús a Pedro en Mateo 16 son una referencia al oficio de primer ministro del reino en el Antiguo Testamento.

Isaías 22, 22: “Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.

Nótese el lenguaje claramente paralelo en Mateo 16, 19. En el Antiguo Testamento, Dios estableció una alianza (pacto) con David a fin de establecer un reino. La monarquía Davídica, el reino de Dios sobre la tierra, estaba destinada a ser un prototipo del reino de Dios que Jesucristo iba a establecer. Por eso, en los Evangelios, Jesús es llamado el hijo de David. Por esta misma razón, el Evangelio de Mateo considera el reino como uno de sus temas principales. También es la razón por la que Pedro mismo dice en Hechos 2, 30 que Jesús está sentado sobre el trono de David. Lucas 1, 32 dice lo siguiente sobre Jesús: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de David su padre…”.

Jesús está sentado sobre el trono de David. Pero el reino de Jesús es espiritual; su reino es su Iglesia. El reino de Jesús no solamente cumple con el prototipo, o sea el reino de David, sino más bien lo supera. El punto es que el reino de Jesús está configurado en términos similares.

JESÚS CLARAMENTE ESTABA NOMBRANDO A SAN PEDRO SU PRIMER MINISTRO

En el Reino de David, no sólo había un rey que gobernaba todo el pueblo; el rey tenía además un gabinete real. El rey tenía ministros reales o principales.  Se ven estas referencias a los ministros reales (o sea estos principales o ministros reales del rey) en 2 Samuel 8 (o en la biblia católica tradicional es 2 Reyes 8). También se mira esta referencia en 1 Reyes 4 (3 Reyes 4 en la biblia católica tradicional) y en otros lugares. En este ministerio real, existían ministros de defensa, del comercio, de provisiones, etc.

No obstante, de todos los ministros del rey, había solamente uno que sobresalía con autoridad sobre todos los demás. Ese era el primer ministro, quien tenía poder sobre la casa del rey. Aquí es donde la verdad fascinante de Isaías 22 se hace pertinente en Mateo 16.

Leemos en Isaías 22 que el primer ministro TENIA LA LLAVE de la casa de David. Permítanme repetir eso: el primer ministro tenía la llave de la casa de David. Esta llave representaba la autoridad del primer ministro sobre la casa del rey.

Isaías 22, 20-22: “Y aquel día, llamaré yo a mi siervo Eliaquim, hijo de Hilcías; y le vestiré de tus vestiduras [de Sebna], y le ceñiré de tu cinturón, y pondré en sus manos tu potestad. Y él será un padre para los habitantes de Jerusalén, y para la casa de Judá. Y pondré sobre su hombro la llave de la casa de David; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.

Nótese que el primer ministro tenía las llaves de la casa de David. También vemos que le fue dada la “potestad”, y que sería el “padre de los habitantes de Jerusalén”.

En Isaías 22 el primer ministro del reino era un hombre llamado Sebna. Isaías 22, 15 dice que Sebna era “el mayordomo” – que es quien está a cargo de la casa del rey. Después Sebna dejo el ofició como el Primer Ministro y fue sustituido por un hombre llamado Eliaquim. Luego leemos que la llave del reino, tenía Sebna, le fue dada a Eliaquim por el Rey Ezequías (el sucesor de David que reinó en aquel entonces). El Rey Ezequías le dio la llave del reino a Eliaquim porque Eliaquim sucedió a Sebna en el oficio de primer ministro.

Eliaquim pasó a tener la llave de la casa de David. Por el hecho de poseer la llave, todos reconocían a Eliaquim como el primer ministro del rey.

Véase la similitud con Mateo 16. En Isaías 22, 22 vemos la clara referencia de la llave del reino siendo entregada, al igual como Jesús le entregó las llaves a San Pedro. Además, la declaración de que con la llave “abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá” es asombrosamente similar a lo que Jesús dijo a San Pedro en Mateo 16, 19, cuando le dio las llaves del reino de los cielos: “todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. El significado de esto es sumamente evidente.

Jesús se sentó sobre el trono de David. Entonces cuando Jesús vino a establecer su reino (su Iglesia), que es el cumplimiento del reino de David, Él asimismo nombra a sus ministros reales: sus Apóstoles. Pero de esos ministros reales (sus Apóstoles), hay un primer ministro que tendrá poder sobre todos los demás ministros y sobre todos los miembros del reino. Este primer ministro es quien tiene las llaves del reino de Jesús y se le da la primacía en su Iglesia para encargarse de los asuntos de su reino.

Cuando Jesús le dijo a Pedro, “Y te daré las llaves del reino de los cielos”, fue una clara indicación, para todo judío instruido, de que Jesús haría a San Pedro su primer ministro. Él estaba declarando que San Pedro sería el primer Papa – el presidente o gobernador de su Iglesia. Esta es una prueba poderosa e irrefutable de que Jesús en realidad estaba diciendo que San Pedro sería el primer Papa en Mateo 16, 18-19.

¿QUIÉN ES LA PIEDRA EN MATEO 16? ES PEDRO

Mateo 16, 18: “Y respondiendo Jesús dijo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.

En realidad es muy obvio que Pedro es a quien Jesús describió como la piedra. Pero los protestantes levantan todo tipo de objeciones sobre este punto.

OBJECIÓN: PEDRO NO PUEDE SER LA PIEDRA PORQUE JESÚS ES EL ÚNICO FUNDAMENTO

1 Corintios 3, 11: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”.

Aquellos que levantan esta objeción no comprenden que la Biblia habla sobre todos los Apóstoles como fundamentos.

Apocalipsis 21, 14: “Y el muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellas los nombres de los doce apóstoles del Cordero”.

¿Hay, por ventura, contradicción entre Apoc. 21, 14 y 1 Cor. 3, 11? Por supuesto que no. El hecho que Cristo sea único fundamento, como enseña 1 Cor. 3, 11, significa que toda potestad viene de Cristo. Toda verdadera autoridad en la Iglesia debe venir de Cristo porque la Iglesia por sí misma viene de Cristo. Todo lo que está fuera de Cristo es un falso fundamento.

La autoridad de Pedro viene precisamente de Jesucristo, como demuestra Mateo 16. Por lo tanto, es muy obvio que si Jesús fue quien estableció estas cosas en Pedro, entonces lo que está establecido en Pedro no es otro fundamento que no sea de Cristo. Es el mismo fundamento de Cristo.

Entonces, el hecho que Cristo es el fundamento o la piedra angular como leemos en Efesios 2, 20, no quiere decir que Cristo mismo no pudiera o no estableciera a un apóstol para que tuviera un oficio perpetuo, que sería la roca sobre cual la Iglesia sería edificada.  Los dos conceptos no son mutualmente excluyentes. Por ejemplo: Jesús es el Buen Pastor (Juan 10, 14), pero Él también da a Pedro la responsabilidad de apacentar todas sus ovejas, como vemos en Juan 21, 15-17. Jesús es quien tiene las llaves (Apoc. 1, 18; Apoc. 3, 7), pero Él da sus llaves a Pedro.

EN EL ANTIGUO TESTAMENTO DIOS LLAMA ROCA O PIEDRA A ABRAHAM

Dios es designado como la roca en todo el Antiguo Testamento y en Deuteronomio 32, 4, pero Abraham también es descrito como la roca en Isaías 51, 1-2.

Deuteronomio 32, 4: “Él [Dios] es la Roca, sus obras son perfectas…”.

Isaías 51, 1-2: “Considerad la roca de que habéis sido tallados, y la cantera de que habéis sido sacados. Mirad a Abraham, vuestro padre…”.

El Antiguo Testamento dice mirad la roca, mirad a Abraham.  Abraham es descrito como la roca porque él fue el padre de todos los israelitas. El nombre de Abraham fue cambiado a Abraham para significar su oficio como roca y padre del pueblo de Dios. ¿Acaso no es apropiado que Jesús, en el Nuevo Testamento, escogiera a unos de sus Apóstoles como la roca y el padre para la nueva Israel, que es la Iglesia? Por supuesto que lo es.  Y por esta razón el nombre de Simón fue cambiado a Petros, que significa roca o piedra. A la luz de todas las pruebas, debiera ser totalmente obvio para todos que San Pedro es la roca. Sin embargo, vamos a pasar a algunos otros puntos.

¿QUÉ HAY DE PETROS vs PETRA EN EL GRIEGO?

Los protestantes argumentan que Jesús no pudo haber dicho que Pedro fuera la roca debido a las diferencias en las palabras griegas. Ellos señalan que en el original griego de Mateo 16,18 el nombre de Pedro es petros, que significa piedra, mientras que la palabra para denotar roca es petra, que significa piedra grande. El griego dice: “tú eres Pedro (petros), y sobre esta piedra (petra) edificaré mi iglesia”. Pero este argumento es refutado por los siguientes puntos.

En primer lugar, las palabras petros y petra tienen el mismo significado (piedra) en el griego que era usado durante el tiempo de Cristo. En algunos, mucho antes de la poesía griega antigua, petros significa “piedra pequeña” y petra significa “piedra grande”, pero esa distinción ligera ya había desaparecido en la época que fue escrito el Evangelio de Mateo en griego. (Sobre este punto véase más adelante la cita protestante D.A. Carson).

Esta distinción de menor importancia entre petros y petra solo existía en el griego ático y no en el griego kioné. El Evangelio fue escrito en el griego kioné, en el cual tanto petros como petra significaban “piedra”. Es más, había otra palabra para piedra que Jesús pudo haber usado: la palabra lithos. Si Jesús hubiese querido llamar a Pedro una piedra pequeña y no piedra o roca (petros), entonces Él habría usado lithos. Sin embargo, Él no lo hizo. Él usó petros que significa piedra. Pero, si hay una igualdad entre Pedro y piedra, ¿por qué, entonces, son usadas las dos palabras griegas (petros y petra)?  La respuesta se encuentra en el muy importante hecho de que Jesús habló en el arameo y no en el griego.

PUESTO QUE JESÚS HABLÓ EN ARAMEO Y NO EN GRIEGO, PEDRO Y PIEDRA SIGNIFICAN EXACTAMENTE LO MISMO

En el arameo, Mateo 16, 18 dice así: “tú eres kepha, y sobre esta kepha edificaré mi iglesia”.

Nótese que en el arameo la misma palabra (kepha) es usada en ambos lugares. No hay diferencia alguna entre ellas. Jesús igualó a Simón con la piedra sobre la cual Él edificaría la Iglesia. Lo mismo ocurre en la traducción francesa de este pasaje, que dice: “Tu es pierre, et sur cette pierre”.

Es aquí donde empieza el mal entendido del protestante, porque cuando se traduce lo que Jesús habló del arameo al griego, la palabra aramea kepha pasa a ser petraPetra es la palabra femenina usada para el significado de piedra en el griego. No hay problema para la segunda parte del pasaje si la realidad dice que petra es femenina: sobre esta kepha (sobre esta piedra); pero es obvio que petra no se puede usar para el nuevo nombre de Pedro, puesto que Pedro es un hombre.

Por lo tanto, en griego, el nombre de Pedro simplemente cambia a Petros, un sinónimo de petra, pero en sentido masculino. Esa es la única razón por la cual no hay diferencia alguna entre las dos palabras. No hay duda que Jesús estaba declarando que Pedro es la piedra.

MUCHOS PROTESTANTES ADMITEN QUE ES OBVIO QUE PEDRO ES LA PIEDRA

Hasta algunos protestantes se han visto obligados a admitir, frente a estos los hechos, que es inútil continuar negando que Pedro sea la Piedra.

David Hill, un ministro presbiteriano y profesor titular de estudios bíblicos de la Universidad de Sheffield, escribe: “Es sobre Pedro mismo, el confesor de su mesianismo, que Jesús edificará la iglesia… Los intentos para interpretar la piedra como otra cosa que la persona de Pedro (p. ej., su fe, la verdad revelada a él) se debe a los perjuicios protestantes, e introducir a la declaración un grado de sutileza altamente improbable”[1].

En el Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, una obra protestante editada por los protestantes Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich, hay un artículo del bien conocido protestante Oscar Cullman. Esto se encuentra en el vol. 6:108 del Diccionario Teológico.  Cullman afirma:

“Pero, ¿qué quiso decir Jesús cuando dijo: “sobre esta piedra edificare mi Iglesia”? La idea de los reformadores de que Él se está refiriendo a la fe de Pedro es absolutamente inconcebible, debido al ajuste probablemente diverso de la historia. En realidad, aquí no existe ninguna referencia a la fe de Pedro. Por el contrario, el paralelismo entre “tú eres Piedra” y “en esta piedra edificare” demuestra que la segunda piedra sólo puede ser la misma que la primera. Es evidente que Jesús se refiere a Pedro, a quien ha dado el nombre de Piedra. Él designa a Pedro… para ser el fundamento de su iglesia. En este punto la exégesis católica es correcta, y todas las tentativas de evadir esta interpretación deben ser rechazadas[2].

El Dr. John Broadus (1886), un erudito bautista, se vio obligado a admitir:

“Como Pedro significa piedra, naturalmente la interpretación es que “sobre esta piedra” significa sobre ti. En realidad no hay otra explicación probable… Pero sí hay un juego de palabras, como bien puede entenderse.  Sería aún más exagerado y duro en el juego de palabras si entendiéramos que la piedra fuera Cristo: y aún más débil y casi sin sentido tendría el juego de palabras si la roca fuera la confesión de Pedro… Es evidente que Jesús no pudo haber dicho aquí que Él mismo sea la roca en consonancia con la imagen puesto que Él es el edificador. Para decir: “Yo edificaré”, sería una imagen muy confusa. La sugerencia de algunos expositores que dicen que Jesús se señaló a sí mismo al decir “tú eres Pedro, y sobre esta piedra”, implica una artificialidad que es repulsiva para algunas mentes”[3].

El Bautista D.A. Carson, profesor del Nuevo Testamento del Seminario de la Trinidad Evangelical, también se vio obligado a reconocer:

“Aunque es verdad que petros y  petra pueden significar “piedra” y “roca” respectivamente en el griego antiguo, la distinción se confina en gran parte a la poesía. Por otra parte, el arameo subyacente es en este caso indiscutible; y lo más probable es que kepha fue utilizado en ambas cláusulas (“eres kepha” y “en esta kepha”), puesto que la palabra fue utilizada para un nombre y para una piedra… El Griego hace la distinción entre petros y petra simplemente porque está intentando preservar el juego de palabras, y en el griego, petra femenino no podría servir como nombre masculino[4].

SABEMOS QUE JESÚS HABLÓ EN EL ARAMEO PORQUE LA BIBLIA NOS DA ALGUNAS DE SUS PALABRAS ARAMEAS

Dado que el arameo es pertinente a los puntos antes mencionados acerca de Pedro siendo la roca, téngase en cuenta las pruebas de que Jesús, de hecho, habló en el arameo. En primer lugar, sabemos que Jesús habló en arameo puesto que los Evangelios registran algunas de las palabras en el arameo que Él usó. Considérese Mateo 27, 46, donde Jesús dice desde la cruz, “Eli, Eli, ¿lama sabachtani?”. Esas son palabras del arameo; no son palabras del griego; ellas significan, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.

Otro ejemplo está en Juan 19; 13,17: “Entonces Pilatos… se sentó en el tribunal en el sitio llamado Lithóstrotos, y en hebreo Gabbatha… Y [Jesús] llevando su cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota”.

Las palabras Gabbatha y Gólgota son del arameo, proporcionando más evidencia de que este era el idioma que Jesús usó. Pero San Juan les llama hebreo en la Biblia porque “hebreo”, como explican los eruditos, es usado comúnmente en el Nuevo Testamento para referirse al arameo.

TAMBIÉN HAY FUERTE EVIDENCIA DE QUE EL EVANGELIO DE MATEO FUE ORIGINALMENTE ESCRITO EN ARAMEO Y LUEGO TRADUCIDO AL GRIEGO

Hay fuerte evidencia de los primeros Padres de la Iglesia de que el Evangelio de Mateo fue originalmente escrito en arameo y luego traducido al griego. Eusebio, historiador de la Iglesia primitiva, el primero en escribir una historia de la Iglesia desde el principio hasta su época, el siglo cuarto, declaró repetidas veces que Mateo escribió su Evangelio en hebreo, significando el arameo.

En el Libro 3, capítulo 39, Eusebio cita estas palabras de Papías: “Mateo compuso su discurso en hebreo y cada cual lo fue traduciendo como pudo”. Al decir “en hebreo” él quiso decir arameo.

En el Libro 6, capítulo 25, Eusebio cita estas palabras de Orígenes: “El [evangelio] primero fue escrito según Mateo... que lo había publicado para los conversos judíos, escribiéndolo en hebreo”.

En el Libro 6, capítulo 25, Eusebio cita al gran Padre de la Iglesia Primitiva, San Ireneo, para decir: “Mateo en verdad produjo su evangelio escrito entre los hebreos en su propia lengua, en cuanto que Pedro y Pablo anunciaban el evangelio y fundaban la Iglesia en Roma”.

Como es citado por Eusebio, San Ireneo no sólo dice que Mateo escribió su evangelio en la lengua hebrea (es decir, arameo), sino también que Pedro fundaba la Iglesia en Roma – algo que niegan muchos no católicos, a pesar que es irrefutable la evidencia histórica de que Pedro estuvo en Roma. “Toda las antiguas tradiciones hablan del martirio de Pedro en Roma, y ninguna otra fuente dice lo contrario. Muy pocos acontecimientos de la Iglesia apostólica están tan bien atestiguados”[5].

Téngase en mente que Eusebio, que cita a Papías, a Orígenes, y a Ireneo para demostrar que Mateo escribió en el arameo, vivió aproximadamente de 260 a 340 d.C. y escribió la primera historia entera de la Iglesia. Como si eso no fuera suficiente para acallar todas las objeciones a este respecto, pues en realidad tenemos evidencia bíblica interna de que el nombre de Pedro en el griego, Petros, es equivalente a Petra, la piedra sobre la cual está edificada la Iglesia. Esta evidencia interna proviene de Juan 1, 42.

JUAN 1, 42 IGUALA EL NOMBRE DE PEDRO CON LA PIEDRA

Por favor sígase lógicamente lo siguiente:

Juan 1, 42: “Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás: tú serás llamado Cephas (que quiere decir, piedra)”. (Reina-Valera)

En Juan 1, 42, el nuevo nombre de Pedro es dado en su forma aramea: Cephas. Algunos dicen, “Yo creía que el nombre de Pedro era Kepha en el arameo”. Sí, pero en las versiones inglesas de Juan 1, 42, Cephas es simplemente la versión anglicanizada de la palabra arameo Kepha. Así que Juan 1, 42 dice que Cephas es traducido como Piedra o Pedro, el nombre del apóstol.

Cephas es igual al nombre de Pedro (Juan 1, 42).

También sabemos que Cephas sería traducido a petra, la palabra para la piedra (Mt. 16, 18) sobre cual la Iglesia está edificada.

Ya que Cephas es igual al nuevo nombre de Pedro (como dice Juan 1, 42) y Cephas es igual a petra, la palabra para la piedra, es innegable que el nuevo nombre de Pedro es igual a petra, la piedra.

El nuevo nombre de Pedro es equivalente a la piedra. No hay duda alguna sobre ello.

The Primacy of Peter “La Primacía de Pedro” es una colección de ensayos por “ortodoxos” eruditos orientales. Los “ortodoxos” orientales no son católicos y no aceptan el papado. Esta obra (La Primacía de Pedro) fue editado por el famoso “ortodoxo” erudito oriental, John Meyendorf. En esta obra “ortodoxa” oriental, se admite repetidas veces que la Biblia enseña que Pedro es la piedra:

“Hay una identidad formal y real entre Pedro y la piedra. Jesús edificará la iglesia sobre Cephas”[6].

“Al confesar su fe en la divinidad del Salvador, Pedro se convirtió en la Piedra de la Iglesia”[7].

“Pedro Apóstol es la piedra en cual la Iglesia fue edificada, y permanecerá siendo la piedra hasta la venida del Señor”[8].

CONSIDERANDO EL CONTEXTO, SERÍA ABSURDO QUE JESÚS NO HAYA QUERIDO INDICAR QUE PEDRO ES LA PIEDRA

Considérese lo absurdo que sería si Jesús no hubiese querido indicar que Pedro es la piedra. Como hemos demostrado, Jesús sólo llamó de bienaventurado a Pedro.

“Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás…” (Mateo 16, 17).

Jesús sólo cambió el nombre a Pedro.

Y yo también te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi iglesia…”(Mateo 16, 18).

Jesús reúne a sus discípulos y sólo le da a Pedro las llaves del reino de los cielos. Después Él le da sólo a Pedro el poder de atar y de desatar.

“Yo te daré [a Pedro] las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos…” (Mateo 16, 19).

Pero cuando se habla de la piedra, a pesar que la declaración es hecha sólo a Pedro estando él junto a los demás Apóstoles, los protestantes nos hacen creer que Jesús no está hablando de Pedro sino sobre sí mismo o de alguna otra cosa. Esto es ridículo. Esta falsedad es tan obvia que esa argumentación en realidad no es necesaria.

Además, cabe señalar que la razón de que Jesús, al referirse a Pedro, dijera que “sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia”, en lugar de sobre ti, es porque dado que Pedro es definitivamente la piedra, el oficio que Él está estableciendo en Pedro (el Papado) perdurará a través del tiempo después que Pedro ya no esté. Está fundada sobre Pedro, pero seguirá existiendo después de que Pedro se haya ido. Esta es una institución en Pedro, pero no se limitará apenas a Pedro. Pedro tendrá sucesores.

LOS PADRES CREYERON QUE PEDRO ES LA PIEDRA

Los Padres de la Iglesia primitiva, los prominentes primeros escritores cristianos de los primeros siglos, reconocieron que Pedro es la piedra. Hay muchas citas que se pueden presentar, aquí presentamos algunas de ellas.

Tertuliano, Sobre la Monogamia, 213 d.C., se refiere a Pedro y habla de la Iglesia, “edificada sobre él…” (The Faith of the Early Fathers “La Fe de los Padres Primitivos”, edición inglesa, Vol. 1:381)

San Cirilo de Alejandría (370-444), quien participó en un oficio clave en el Concilio de Éfeso, declaró en su Comentario sobre Juan: “Él [Jesús] no sufre ya más por haberse dejado llamar Simón… Él cambió su nombre en Pedro, de la palabra petra (roca) sobre la que Él luego fundaría su Iglesia".

San Basilio Magno (330-379 d.C.), Contra los Eunomianos, 4: “Quien (refiriéndose a Pedro), a cuenta de la preeminencia de su fe, recibió en sí mismo la construcción de la Iglesia”.

San Gregorio Nacianceno, gran patrístico del oriente (329-389 d.C.), Oración 26: “… de los discípulos de Cristo, todos de los cuales fueron exaltados y merecedores de elección, uno es llamado roca, y se le confía la fundación de la Iglesia”.

San Juan Crisóstomo, gran patrístico del oriente y obispo de Constantinopla, Homilía 3, De. Poenit. 4, 387 d.C.: “Pedro mismo, la cabeza o corona de los Apóstoles… cuando digo Pedro, quiero decir a la Roca irrompible, la inquebrantable fundación…”.

Se pueden citar San Ambrosio, San Jerónimo, entre muchos otros, pero el punto ya debe quedar claro.

OBJECIÓN: LA PIEDRA ES LA FE DE PEDRO, Y NO ES PEDRO
RESPUESTA: LOS PADRES DICEN QUE PEDRO Y SU FE, AMBOS SON LA PIEDRA PORQUE LA FE DE PEDRO ES INSEPARABLE DE PEDRO MISMO

En un esfuerzo para argumentar contra el papado, algunos no católicos dicen que Jesús se refirió a la fe de Pedro (no a Pedro mismo) como la piedra sobre cual la Iglesia sería edificada.  Incluso citan algunos pasajes seleccionados de los Padres de la Iglesia primitiva como un intento de comprobarlo.  Por ejemplo, ellos citan el siguiente pasaje de San Hilario de Poitiers.

San Hilario de Poitiers (300-368), Sobre la Trinidad, 6, 37: “Esta fe es aquella que es el fundamento de la Iglesia; a través de esta fe las puertas del infierno no pueden prevalecer contra ella” (Nicene and Post-Nicene Fathers “Nicea y los Padres pos-Nicea”, edición inglesa, 2ª serie, vol. 9, p. 112).

Lo que ellos no citan es que en la misma obra, San Hilario dice que Pedro fue el fundamento de la Iglesia (Sobre la Trinidad 6, 20).

San Hilario de Poitiers (300-368), Sobre la Trinidad, 6, 20: “El bienaventurado Simón, quien luego de la confesión del misterio fue establecido para ser la piedra-fundación de la Iglesia y recibió las llaves del reino de los cielos” (NPNF2, Vol. 9, p. 105).

San Hilario de Poitiers, Comentario sobre Mateo, 7, 6: “Pedro creyó primero, y es el príncipe del apostolado”.

Los Padres entendieron que la fe de Pedro es inseparable de Pedro mismo y del oficio de cual Jesús edificó en él como primer ministro de su Iglesia. También podemos ver esta verdad en Lucas capítulo 22.

LUCAS 22 ENSEÑA LA INFALIBILIDAD PAPAL (LA INFALIBILIDAD DEL OFICIO DEL PAPA)

En Lucas capítulo 22, encontramos otro pasaje muy importante sobre la Iglesia, pero que muchas de las veces es pasado por alto, que prueba la enseñanza católica sobre el papado.

Lucas 22, 24-32: “Se suscitó entre ellos una contienda sobre quién de ellos había de ser tenido por mayor. Él les dijo: Los reyes de las naciones imperan sobre ellas, y los que ejercen la autoridad sobre las mismas son llamados bienhechores; pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros será como el menor, y el que manda como el que sirve… Yo dispongo del reino a favor vuestro, como mi Padre ha dispuesto de él a favor mío, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino y os sentéis sobre tronos como jueces de las doce tribus de Israel. Simón, Simón, Satanás os busca para ahecharos como trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”.

Este pasaje es fascinante. Contiene varias verdades importantes. En primer lugar, hay una disputa entre los Apóstoles sobre quién sería el mayor. Jesús explica que su reino no es como el de los gentiles. Por lo tanto, Jesús está hablando de cómo estará estructurado su reino o Iglesia.

Luego dice Jesús que Satanás busca para ahecharlos a todos los Apóstoles en el plural, pero Él ha rogado por Pedro [singular] para que la fe de Pedro no falle.

Lucas 22, 31-32: “Simón, Simón, Satanás os busca para ahecharos [plural] como trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”.

Es importante tener en cuenta que cuando Jesús dice “Satanás os busca”, el “os” es en el plural. Esto está claro en el texto griego original, pero no en el español. Satanás busca ahechar a todos los Apóstoles, dice Jesús; pero Él solo ha rogado por Simón Pedro, para que su fe no falte o falle. Pedro, el único que ha recibido las llaves del reino, también tiene una fe que no falla, de acuerdo a las palabras de Jesús. Estas cosas se las dice Jesús solo a Pedro, separándolo claramente de los demás.

La palabra “infalible” significa que no puede errar. Por tanto, vemos, exactamente en Lucas 22, la raíz de la enseñanza católica sobre la infalibilidad del Papa. Esta enseñanza sobre la infalibilidad del Papa no significa que un verdadero Papa, como el sucesor de Pedro, nunca pueda equivocarse ni tampoco que él no pueda pecar. Lo que significa es que cuando un verdadero Papa enseña autoritativamente a toda la Iglesia sobre la fe o las costumbres (es decir, desde la Cátedra de Pedro), Jesús no permitirá que esa enseñanza falle o yerre. Porque si Él lo hiciera entonces la Iglesia por sí misma sería llevada al error y fallaría. El Concilio Vaticano I (un concilio dogmático católico) lo pone de esta forma:

Papa Pío IX, Concilio Vaticano I,  sesión 4, cap. 4, 1870 d.C.: “Así, pues, este carisma de la verdad y de la fe nunca deficiente, fue divinamente conferido a Pedro y a sus sucesores en esta cátedra…”.

Es una fe que no erra del oficio de Primer Ministro/Papa que ha sido establecido en Pedro y que se realizará a través de sus sucesores en este oficio.  Hasta en la misma Iglesia primitiva, los Padres miraban este pasaje de Lucas 22 como otra prueba para el papado.

San Ambrosio (siglo IV), In Ps. 43, no. 40: “Después de haber sido tentado por el diablo, Pedro está encargado de la Iglesia. El Señor… lo eligió como el pastor del rebaño del Señor. Porque Él le dijo: Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos [Lucas 22].”

JESÚS CONFIÓ TODOS SUS CORDEROS A PEDRO EN JUAN 21

En el capítulo 21 de Juan, nos da más evidencia que Jesús confió todos los miembros de su Iglesia a San Pedro.

Juan 21,15-17: “Y cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí Señor, tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.  Vuelve a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Le responde: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro, entristecido de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Le dijo: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”.

Aquí vemos en Juan 21 que Jesús le confió a Pedro todas sus ovejas. El dogmático Primer Concilio Vaticano de la Iglesia Católica dijo que en este momento en Juan 21, después de la Resurrección de Jesús, fue el momento que Jesús le dio a San Pedro realmente las llaves y la autoridad de su Iglesia que Él le había prometido en Mateo 16.

Es importante destacar que este momento después de la Resurrección, en Juan 21, fue el punto en el cual Jesús hizo a San Pedro el primer Papa. Esto es significante porque algunos no católicos objetan presentando las tres negaciones de San Pedro de Cristo, en Juan 18, 25 y siguientes. Pero Pedro negó a Jesucristo antes de la Crucifixión y la Resurrección. Jesús todavía no le había dado la autoridad como Papa. Las palabras en Mt. 16, 18-20 prometen a San Pedro las llaves del reino de los a cielos.  Prometen que Jesús edificará su Iglesia sobre él y que lo hará el primero de los ministros de su Iglesia, pero este oficio no fue conferido a Pedro hasta después de la Resurrección, por estas palabras en Juan 21, 15-17. Por lo tanto, la negación de San Pedro de Cristo no pone ningún problema para la enseñanza católica sobre el papado.

Además, la Iglesia Católica no enseña que un verdadero Papa no pueda pecar mortalmente o que no pueda perder su alma. Lo que enseña es que un verdadero Papa sustenta la posición de la suprema autoridad en la Iglesia, y que cuando el verdadero Papa enseña de forma vinculante a la Iglesia universal, Dios lo protegerá de no enseñar el error. El poder está en el propio oficio, que está protegida por Cristo.

JESÚS LE DICE A PEDRO QUE GOBIERNE SUS OVEJAS

Juan 21, 15-17: “Él le dijo: Apacienta mis corderos… Él le dijo: Apacienta mis ovejas… Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”.

En Juan 21:15-17, Jesús le dice a Pedro que Apacienta mis corderos, Apacienta mis ovejas, Apacienta mis ovejas. Jesús claramente le da a San Pedro la autoridad sobre su rebaño, los miembros de su Iglesia. Algunos preguntan por qué Jesús dijo la primera vez, apacienta mis corderos, y la segunda y tercera vez mis ovejas. Los Padres de la Iglesia primitiva entienden esta referencia a los corderos y ovejas para diferenciar entre los miembros más jóvenes y mayores de la Iglesia, o para distinguir entre los fieles y el clero. Todos ellos son confiados a San Pedro.

Ahora lo que es particularmente importante es que cuando Jesús dice Apacienta mis corderos, Apacienta mis ovejas, Apacienta mis ovejas, el segundo de los tres mandatos esta la palabra poimaine en el griego. Muchas biblias traducirán los tres de la misma manera, como “apacienta”; pero el segundo mandato es en realidad diferente del primero y el tercero.

Juan 21,15-17: “Él le dijo: Apacienta [Boske] mis corderos… Él le dijo: Apacienta [Poimaine] mis ovejas… Jesús le dijo: Apacienta [Boske] mis ovejas.”

En el primer y tercer mandato que Jesús le da a Pedro sobre su rebaño, la palabra en el griego es boske.  Boske significa apacentar o alimentar. Pero la palabra poimaine, del segundo mandato de Jesús a Pedro sobre su rebaño, significa gobernar. También es traducido como atender. Por tanto, Jesús no solo le encargo a Pedro de apacentar su Iglesia, sino también de atender su Iglesia. Es fascinante que la forma de la misma palabra poimaine, que Jesús usa sobre la autoridad de Pedro sobre el rebaño en Juan 2, 16, sea también usada en el Apocalipsis 2, 27.

Apocalipsis 2, 27: “Y las regirá [poimaine] con vara de hierro…”.

Esto significa que Pedro no solo tiene una primacía sobre el rebaño de Cristo, pero una primacía de jurisdicción para regirá y gobernar al rebaño, contrariamente a lo que dirían los “ortodoxos” orientales. La misma la palabra poimaine es usada en Apoc. 12, 5 y en otros lugares para indicar el poder de gobernar.

Esto es lo que dice el gran Padre oriental de la Iglesia, San Juan Crisóstomo, sobre este pasaje en Juan 21.

San Juan Crisóstomo, Homilías de Juan, 88, 1, 4º siglo: “Jesús le dijo, ‘Apacienta mis ovejas’. ¿Y por qué, de haber pasado por los otros, le habla estas cosas solo a Pedro? Él era el principal entre los apóstoles, él era como la boca de los otros discípulos y la cabeza del cuerpo apostólico… la mancha de su negación está ya borrada, le confía el gobierno de sus hermanos; y Él ya no le reprocha su negación, sino que le dice: ‘Si vos me amáis, presidid sobre vuestros hermanos’”. (Nicene and Post-Nicene Fathers “Nicea y los Padres pos-Nicea”, edición inglesa, 1ª serie, vol. 14:331)

PEDRO ES MENCIONADO MÁS DE 100 VECES EN EL NUEVO TESTAMENTO; EN SEGUNDO LUGAR ESTÁ SAN JUAN, QUE ES NOMBRADO SÓLO 29 VECES

La prominencia del nombre de Pedro en la Escritura revela que él sostuvo, por la institución de Cristo una posición de autoridad única entre los Apóstoles. Pedro es nombrado más de 100 veces en el Nuevo Testamento. El apóstol más próximo es Juan, que es nombrado sólo 29 veces.

EL LENGUAJE DE LA BIBLIA EN REPETIDAS OCASIONES SINGULARIZA A PEDRO Y LO DISTINGUE DE LOS DEMÁS APÓSTOLES

La forma en que la Escritura usa el nombre de Pedro es muy reveladora. La gente debería poner atención en el significado de estos ejemplos. Nótese como Pedro es mencionado por su nombre, mientras que los otros Apóstoles son mencionados repetidas veces como aquellos con Pedro. Esto demuestra que la Escritura singulariza a San Pedro y lo distingue de los demás Apóstoles.

Marco 16, 7: “Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro, que Él va delante de vosotros a Galilea…”.

Hechos 2, 37: “Y al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?”.

Hechos 5, 29: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron…”.

Marcos 1, 36: “Y Simón [Pedro] y los que estaban con él salieron a buscarle”.

Lucas 8, 45: “Entonces Jesús dijo: ¿Quién me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la multitud te aprieta y oprime…”.

Lucas 9, 32: “Y Pedro y los que estaban con Él, estaban cargados de sueño…”.

Pedro es claramente singularizado como el líder de los Apóstoles. Es significativo que los escritores del Nuevo Testamento singularizaran a Pedro de esta forma a pesar que lo escribieron años después de la Resurrección. Esto demuestra que su posición de liderazgo todavía mantenía su importancia en la Iglesia después de la Resurrección.

CADA LISTA DE LOS 12 APÓSTOLES TIENE A PEDRO EN PRIMER LUGAR

Cada lista de los 12 Apóstoles en el Nuevo Testamento tiene  el nombre de Pedro en primer lugar y el nombre de Judas en el último. Esto es cierto a pesar de que el orden de los demás Apóstoles no siempre sea exactamente el mismo. Pueden verse esas listas en Mateo 10, 2, Marcos 3, 14, Lucas 6, 14, y Hechos 1, 13.

Mateo 10, 2-4: “Y los nombres de los doce apóstoles son estos: El primero, Simón, que es llamado Pedro, y Andrés su hermano; Santiago hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, Felipe, y Bartolomé; Tomás, y Mateo el publicano; Santiago hijo de Alfeo, y Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananita, y Judas Iscariote, quien también le entregó”.

Marcos 3, 14-19: “Y ordenó a los doce… A Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Santiago, hijo de Zebedeo, a Juan hermano de Santiago, a quienes puso por sobrenombre Boanerges, que significa, Hijos del trueno; a Andrés, a Felipe, a Bartolomé, a Mateo, a Tomás, a Santiago, hijo de Alfeo, a Tadeo, a Simón el cananita, y a Judas Iscariote, el que le entregó…”.

Lucas 6, 14-16: “A Simón, a quien también llamó Pedro, y a Andrés su hermano, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo y Tomás, Santiago hijo de Alfeo, y Simón el que se llama Zelotes; Judas hermano de Santiago, y Judas Iscariote, que también fue el traidor”.

EN LA LISTA DE MATEO, NO SOLO ES MENCIONADO PRIMERO EL NOMBRE DE PEDRO SINO QUE ES LLAMADO “EL PRIMERO”

Mateo 10, 2: “Y los nombres de los doce apóstoles son estos: El primero [protos], Simón, que es llamado Pedro…”.

La palabra griega que se usa en Mateo 10, 2 (protos) significa el primero o el jefe o el principal. Ya que no hay otros numerales dados en la lista – y Pedro no fue el primero en seguir a Jesús (fue Andrés) – claramente esta declaración no tiene la intención de asignar un número a Simón Pedro. Es para indicar que él es el jefe o el líder o el principal de los doce. Mateo está diciendo literalmente: El Primero, Pedro.

También es interesante de notar que protos es usado para significar “el primero” en Mateo 20, 27.

Mateo 20, 27: “Y el que quisiere ser el primero [protos] entre vosotros, sea vuestro servidor”.

El mismo Evangelio (Mateo) ya nos ha dicho que Pedro es el primero entre ellos (Mateo 10, 2). La declaración en Mateo 20, 27, sobre quien será el primer entre ellos, no es, por lo tanto, alguna instrucción general, puesto que tiene una aplicación muy específica y concreta. El primero, Pedro, también debe actuar como un sirviente, cumpliendo su posición de liderazgo con humildad. Este versículo es una de las razones por las que un Papa (que es el jefe o el primero de la Iglesia de Jesús) es llamado el “siervo de los siervos de Dios” (servus servorum dei).

JUAN Y PEDRO CORRIERON A LA TUMBA DE JESÚS; JUAN LLEGO PRIMERO, PERO ESPERÓ A QUE LLEGARA PEDRO PARA QUE ENTRARA PRIMERO

Aquí hay otro punto que no es necesariamente tan importante como los que ya se han cubierto, pero igual es interesante. En Juan 20 leemos que ambos, Pedro y Juan, corrieron al sepulcro de donde Jesús había resucitado. Juan corrió más aprisa que Pedro, pero él no entró. Juan se detuvo y esperó a que llegara Pedro para que él entrase primero.

Juan 20, 4-6: “Y corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí; mas no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí…”.

El hecho de que Jesús hizo a San Pedro el primer Papa se demuestra repetidas veces después de la Resurrección, en los hechos de la Iglesia primitiva: los Hechos de los Apóstoles.

PEDRO TIENE EL OFICIO PRINCIPAL EN REEMPLAZAR A JUDAS, EL REMPLAZO DE JUDAS DEMUESTRA LA SUCESIÓN APOSTÓLICA

En Hechos 1, leemos sobre la decisión de sustituir con otro apóstol al Judas fallecido.  Pedro se levantó en medio de los discípulos, y dirige el curso de acción para reemplazar a Judas.

Hechos 1, 15-20: “Y en aquellos días Pedro se levantó en medio de los discípulos (el número de personas allí reunidas, era como de ciento veinte), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura, la cual el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús. Porque él era contado con nosotros y tuvo parte en este ministerio. Éste, pues, adquirió un campo con el salario de su iniquidad… Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella; y tome otro su cargo”.

Esto demuestra claramente la posición de la autoridad de Pedro como el primer Papa, pero también nos muestra la sucesión apostólica. En otras palabras, las posiciones de los Apóstoles (los obispos) continúan con los reemplazos después que estos Apóstoles o primeros obispos fallecieran. Hablando del oficio de Judas, Hechos 1, 20 dice: Tome otro su cargo. Los obispos habían de ser reemplazados a lo largo de la historia mientras la Iglesia continuase con su misión, de manera que cuando San Pedro se muere en Roma como su primer obispo, su puesto como el primer ministro y líder de la Iglesia Cristiana sería ocupado por otro obispo de Roma, el segundo Papa. Su nombre fue Lino.

EN HECHOS 2, VEMOS LA PRIMACÍA DE SAN PEDRO COMO PAPA EN SU GRAN DISCURSO A LOS JUDÍOS

Hechos 2, 14: “Entonces Pedro, poniéndose de pie con los once, alzó su voz, y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras”.

Nótese una vez más el lenguaje, “Pedro poniéndose de pie con los once”. Este fue el día de Pentecostés, considerado como el nacimiento de la Iglesia, cuando todos los líderes de la Iglesia se reunieron. Después de que él les predicó a los judíos, les preguntaron a los hombres (plural) que debían de hacer. Fue entonces Pedro quien respondió a todos:

Hechos 2, 37-47: “Y al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?  Entonces Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautizaos cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo… y aquel día fueron añadidas a ellos como tres mil almas… Y el Señor añadía cada día a la iglesia a los que había de ser salvados.”

También vemos aquí que no hay salvación fuera de la Iglesia gobernada por San Pedro, la Iglesia católica.

EN HECHOS 4, LA PRIMACÍA DE PEDRO COMO PAPA SE DEMUESTRA EN SU DISCURSO DELANTE DE LOS DIRIGENTES DE LOS JUDÍOS

En una reunión con el sumo sacerdote, poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué poder habéis hecho vosotros esto?  San Pedro contestó de nuevo por los demás.

Hechos 4, 6-10; 12: “Y Anás, el sumo sacerdote, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje sacerdotal; Y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué poder, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?  Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Príncipes del pueblo, y ancianos de Israel: … en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo del cielo dado a los hombres en que debamos ser salvos”.

PEDRO ES SINGULARIZADO NUEVAMENTE COMO EL LÍDER EN HECHOS 5

En Hechos 5, el sumo sacerdote cuestiona una vez más a los Apóstoles y les ordena que no enseñen en el nombre de Jesús.

Hechos 5, 29: “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.

align="justify"Si todos los Apóstoles respondieron, como dice en este versículo, ¿Entonces, por qué la escritura relata de esta forma, mencionando solo a Pedro por su nombre?  Es obvio, porque él era el líder de los Apóstoles, porque era el primer Papa.

PEDRO APLICA EL SOLEMNE CASTIGO DE LA IGLESIA EN EL CASO DE ANANÍAS Y SAFIRA

En Hechos 5, leemos sobre dos cristianos, Ananías y Safira, que vendieron una heredad, y retuvieron una parte del precio.  Fue Pedro quien pronunció sobre ellos la sentencia de Dios y de la Iglesia.

Hechos 5, 3-11: “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón para que mientas al Espíritu Santo, y te quedes con parte del precio de la heredad?... Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró… Y Pedro le dijo: ¿Por qué os pusisteis de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor?… Y al instante cayó a los pies de él, y expiró… Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas”.

EL PRIMER GENTIL CONVERSO SE LE ORDENA ESPECÍFICAMENTE QUE FUERA A SAN PEDRO, EL DIRIGENTE DE LA IGLESIA

En Hechos 10, leemos sobre el primer gentil converso, Cornelio. Se debe tener en cuenta la importancia de la recepción de Cornelio en la Iglesia. La recepción del primer converso gentil fue un evento monumental que muestra la universalidad de la única verdadera Iglesia. El hecho de que el ángel le haya dicho a Cornelio de ir  específicamente a San Pedro, y que Pedro le diría lo que tiene que hacer, nos proporciona otro ejemplo de la primacía de San Pedro como el Jefe de la Iglesia.

Hechos 10, 4-6: “Y mirándole, [Cornelio] tuvo miedo, y dijo: ¿Qué quieres, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido como un memorial delante de Dios. Envía, pues, unos hombres a Jope, y haz venir a Simón, que tiene por sobrenombre Pedro… él te dirá lo que debes hacer”.

LA VISIÓN DE QUE LAS RESTRICCIONES DE LA ANTIGUA LEY CONTRA LOS ALIMENTOS IMPUROS HABÍAN TERMINADO, LO QUE SIGNIFICÓ EL FIN DE LA ANTIGUA LEY, LE FUE DADA A SAN PEDRO, EL JEFE DE LA IGLESIA

De acuerdo con las instrucciones del ángel al primer gentil converso de ir a San Pedro, es igualmente significativo que San Pedro sólo recibe la visión sobre el fin de la Antigua Ley y sus prescripciones.

Hechos 10, 9-13: “Al día siguiente, mientras ellos caminaban y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta; y le vino una gran hambre, y quiso comer; pero mientras ellos preparaban la comida, le sobrevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y algo que descendía hacia él, como un gran lienzo atado de los cuatro cabos, y descendía sobre la tierra; en el cual había de toda clase de cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo. Oyó una voz: Levántate, Pedro, mata y come”.

Es interesante que la visión se le da a Pedro tres veces. Esto se asemeja con Juan 21, 15-17, donde tres veces Jesús le indica a Pedro que todos los miembros de su Iglesia serán encargados a él: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas, apacienta mis ovejas. Esto corresponde al oficio tres veces superior de San Pedro y de todos los Papas que son: enseñar y proteger la verdadera doctrina, velar por la liturgia o el culto de la Iglesia, y gobernar la Iglesia por la disciplina.

SAN PEDRO SUSTENTA CLARAMENTE LA PRIMACÍA EN EL CONCILIO DE JERUSALÉN

En Hechos 15, leemos sobre la disensión relativa a la circuncisión. Algunos estaban enseñando que todos los gentiles conversos al Evangelio tenían que someterse a la circuncisión para ser salvos. Después de mucha discusión, Pablo y Barnabás fueron para con los Apóstoles en Jerusalén a consultarles sobre esta cuestión. Los líderes de la Iglesia realizaron un concilio para discutir este asunto. Este concilio es llamado a veces el primer concilio ecuménico de la Iglesia cristiana.

Hechos 15, 7: “Y después de una larga deliberación, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya ha mucho tiempo determinó Dios aquí entre vosotros que por mi boca oyesen los gentiles la palabra del evangelio, y creyesen”.

Después de una larga deliberación, San Pedro se levantó y pronuncia el primer discurso para acabar con la discusión y dar una decisión. La Biblia hace una mención especial al hecho de que cuando Pedro habló y dio su decisión, la multitud calló:

Hechos 15, 12: “Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo…”.

Santiago hablo después de Pablo y Barnabas; pues, como nos dice el historiador de la Iglesia primitiva Eusebio, Santiago fue delegado para ser el obispo en la iglesia local de Jerusalén.

LA PROMULGACIÓN DE LA DECISIÓN ADOPTADA EN EL CONCILIO DE JERUSALÉN MUESTRA EL PODER DE LA IGLESIA Y DE LOS CONCILIOS ECUMÉNICOS

Hechos 15, 28-29: “Pues ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias. Que os abstengáis de las carnes inmoladas a los ídolos, de sangre, y de lo ahogado y de la fornicación; de lo cual haréis bien en guardaros. Salud”.

Nótese que en Hechos 15 de los Apóstoles (dirigidos por San Pedro) llegaron a una decisión, después que Jesús había dejado la tierra, por su propia autoridad que habían recibido de Cristo. Este proceso continuo a través de la historia de la verdadera Iglesia de Jesucristo, la Iglesia católica. Puesto que la Iglesia es la columna y el sustento de la verdad, como lo leemos en 1 Tim. 3, 15, sus mandamientos, sus preceptos y decisiones, son vinculantes, si es que son afirmadas por la autoridad del obispo supremo, el Papa; porque él tiene el poder de atar y desatar que proviene de Cristo. Por eso que es después del Concilio de Jerusalén que Pablo predicó a la gente que deben seguir estos preceptos:

Hechos 15, 41: “Y pasó [Pablo] por Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias; y mandando que observasen los preceptos de los Apóstoles y de los presbíteros”.

Este versículo no está completo en la biblia protestante. La versión de Reina Valera le quitó la parte sobre la observancia de los preceptos de los Apóstoles y de los presbíteros porque demuestra la autoridad de la Iglesia, una autoridad que debe ser tenida en cuenta además de la Biblia.

San Ignacio de Antioquía, en la Carta a los de Esmirna, capítulo 8, 110 d.C., dice: “Que nadie sin el obispo haga nada de lo que atañe a la Iglesia. Sólo aquella Eucaristía ha de ser tenida por válida que se hace por el obispo o por quien tiene autorización de él. Dondequiera que esté el obispo, acuda allí el pueblo, así como dondequiera que esté Jesucristo, allí está la Iglesia católica”.

LA CONCLUSIÓN ACERCA DE LA PRUEBA BÍBLICA DEL PAPADO

Hemos visto la evidencia innegable de la Biblia que San Pedro fue el primer Papa. Hemos visto la evidencia y la prueba de las palabras de Jesús, de todos los cuatro Evangelios, de los Hechos de los Apóstoles, de los Padres, entre otros. Es un hecho de la historia que San Pedro murió en Roma como siendo su primer obispo, y que él fue sucedido por otros Papas a lo largo de la historia. Ellos asumieron el oficio de San Pedro como líder y gobernador del Reino de Cristo (su Iglesia), al igual que Eliaquim sucedió a Sebna para el lugar de primer ministro en el Reino de David.

Notas:
[1] Citado de The Gospel of Matthew, The New Century Bible Commentary, edición inglesa, p. 261.
[2] Cullman, Theological Dictionary of the New Testament, edición inglesa, volumen 6, páginas 98, 107, 108.
[3] John A. Broadus, Commentary on the Gospel of Matthew, Valley Forge, PA: Judson Press, 1886, p. 356.
[4] Citado en The Expositor’s Bible Commentary, edición inglesa, volumen 8, p. 368.
[5] Mike Aquilina, The Fathers of the Church “Los Padres de la Iglesia”, edición inglesa, Hunting, IN: Our Sunday Visitor Publishing, p. 35.
[6] The Primacy of Peter, edición inglesa, editado por John Meyendorf, St. Vladimir’s Seminary Press, 1992, p. 48.
[7] The Primacy of Peter, p. 72.
[8] The Primacy of Peter, p. 122; también en páginas, 63-65; etc.
 
  


SAN PEDRO, AMIGO ÍNTIMO DE JESUS
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1.      PEDRO ERA UN PESCADOR JUDÍO DE GALILEA
Solo en el Nuevo Testamento, (Evangelios, Hechos de los Apóstoles y Cartas Católicas) se cuenta quien era y como vivía Pedro, (aunque existen otros documentos apócrifos y de Clemente Romano.) Según lo que relatan los Evangelios, Pedro era un pescador judío de Galilea, oficio que ejercía con su hermano Andrés; “Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: « Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.”Al instante, dejando las redes, le siguieron.  (Mc 1, 16-18).
Los evangelistas nos dan a entender que Pedro estaba casado, “Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles. (Mc 1, 29-31), este relato aparece además en Mt 8:14-17  y en Lc 4:38.
2.      ANDRES LE HABLA A PEDRO DE JESUS
Según el relato del Evangelio de san Juan, a diferencia de los sinópticos, cuando Jesus, iniciaba su ministerio, Andrés, hermano de Pedro, que ya había contactado a Juan, que era seguidor de Juan Bautista, es quien entusiasma a Pedro y lo lleva donde Jesus para que le conozca. “Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: -- Hemos encontrado al Mesías -- que quiere decir, Cristo. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: -- Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas -- que quiere decir, "Piedra". (Jn 1, 40-42)
3.      PEDRO, EL PRIMERO EN RECONOCER A JESUS COMO HIJO DE DIOS
De todos los apóstoles, Pedro fue el primero en reconocer a Jesus como hijo de Dios. Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?, Ellos dijeron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.”Díceles él: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?” Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.” (Mt 16, 13-16).
El reconocimiento de Jesús hacia Pedro como hombre de fe, ubica a este humilde pescador de Galilea en un lugar importante de la primera comunidad. No está por encima de sus hermanos, sino al servicio de ellos, como fundamento de la comunidad, en las bases de la comunidad.
4.      PEDRO FELICITADO POR JESUS
Pedro, desde su primer encuentro con Jesús, deja al descubierto, por una parte, la amistad no disimulada del Maestro, y por otra, la entrega sin reservas a su servicio o compañía, es así como Pedro sabe quien es Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: “Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mt 16, 16-17. La felicitación de Jesús a Simón es porque esta confesión no se la reveló ni la carne ni la sangre, con la que se expresa el ser humano. Tal era la grandeza de este misterio, que su revelación se la hizo su Padre celestial. Se trata, pues, de un misterio desconocido a Pedro, y un misterio que no podía, sin revelación, ser alcanzado por la carne y sangre — el hombre — Entonces, este conocimiento no es por su capacidad humana, es un don de Dios. En efecto, Pedro alcanzó este conocimiento por la fe.
5.      PEDRO REPRENDIDO POR JESUS
Jesús, comenzó a enseñarles cómo era preciso que el Hijo del hombre padeciese mucho, y que fuese rechazado por los ancianos y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y que fuese muerto y resucitase después de tres días. Entonces Pedro, tomándole aparte, se puso a reprenderle y trató de disuadirlo. Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.  (Mc 8, 33b)
La respuesta de Jesús a Pedro, es que no sea para El un Satanás, el gran enemigo del reino. Por eso, la proposición de Pedro, nacida de ignorancia y de afecto, era para el Señor un obstáculo de seguirla, para no cumplir el mesianismo de dolor, que era el plan del Padre. No es de extrañar en Pedro una dificultad para aceptar aquellas profecías de Jesús. Pedro conocía y confesaba la mesianidad de Jesús, pero algo deformada por los prejuicios rabínicos que el antes había oído sobre un Mesías triunfador y nacionalista, entonces no le era fácil aceptar la imagen de un Mesías doliente, humillado y crucificado por los jefes de la nación. Así es como Jesús le hace ver que habla al modo humano y, que elude el dolor.
6.      TESTIGO DE LA TRANSFIGURACION
Tomo Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. “Y se transfiguró delante de ellos”  (Mc 9,2)
Jesús los hizo subir a solas con él, Marcos relata que: los condujo solos a un monte alto y apartado. No se precisa el nombre del lugar, Mateo dice que es un monte elevado, pero la tradición lo ha localizado en el Tabor, de aproximadamente 600 metros de altura sobre la llanura.
Jesús subió a la monte para orar. En otra ocasiones, el ha subido al monte a orar solo, (Mt 14, 23) en esta ocasión ha invitado a tres de sus apóstoles y, los ha escogido como testigos para una gran acontecimiento. Se podría pensar que ocupaban un lugar privilegiado de entre sus apóstoles.
7.      SIMON, ES PEDRO PARA JESUS
Su nombre de nacimiento era Simón, y recibió de Jesús el nombre de Pedro (del griego que significa fragmento de piedra, también es Cefas, San Pablo los llamo en sus escrito como Keyfas, el equivalente arameo de Pedro, aún cuando se piensa que predicaba en griego, san Juan el Evangelista lo llamó, por lo general, "Simón Pedro".  “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro” (Mt 16,18)
8.      PEDRO LA ROCA, COLUMNA DE LA IGLESIA
Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. (Mt 16, 18)
Jesús lo eligió como la roca para construir sobre ella su Iglesia y le confirió los poderes para llevar a la salvación a todos los hombres. Pedro es la roca, en el sentido de que la fe y los creyentes no pueden tener otra fe que la de los apóstoles y profetas, que son los que enseñan esa verdad, que está construida sobre la piedra angular de Jesús, y así es, como luego dice; y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Es decir, no podrá vencer a la Iglesia, pues ésta está firme y estable, porque está construida sobre la roca firme, que es Jesús.
9.      PEDRO EL MAYORDOMO DE LA CASA DE DIOS
A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.  (Mt 16)
La promesa es que ese atar y desatar sobre la tierra tendrá su automática ratificación en el cielo. Todo lo relacionado con esta misión — cuanto permita o prohíba en el reino, todo eso será también ratificado en el cielo. Y eso garantizado por Jesús.
Así, Pedro como Mayordomo de la Casa de Dios, ha recibido el poder para admitir o excluir, según el Evangelio y de administrar la comunidad, en Pedro recaerán las responsabilidades de la doctrina y de la moral, el podrá decidir lo que es bueno y licito para su Iglesia y sus miembros, sentencia que será ratificada Por Dios en lo alto de los cielos.
10.  JESUS LO INVITA A ORAR, PEDRO SE DUERME
Jesus fue a orar a propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: “Sentaos aquí, mientras yo hago oración.” Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: “Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad.” (Mc 14, 32-349. Pero Pedro se quedo dormido. Luego vino Jesus y los encontró dormidos, y dijo a Pedro: “Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad para que no entréis en tentación”.
Jesus, al pedirles a sus íntimos amigos que velen para evitar la “tentación,” y se dirige personalmente a Pedro. Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Tres veces deja la angustia de su oración,  viene a los suyos, y los encontró dormidos. Tres veces les pide vigilia de oración, porque el “espíritu,” la parte noble del nombre, “está pronto” para las nobles reproches de lealtad; pero la “carne es flaca,” tiene sus compromisos de miedo y de pasión.
11.  LA TRAICION DE PEDRO
Jesus, durante la última cena, hace una profecía anunciando la traición de Pedro, a pesar de que el le juro no apartarse de Jesus.
Jesus, le da a sus íntimos amigos sus discurso de despedida, y le informa que donde El va, ellos no pueden ir, entonces Simón Pedro le dice: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le respondió: “Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde”. Pedro le dice: “¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti. “Le responde Jesús: “¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.”  (Jn 13, 36-38). 
Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice a Pedro: “¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?” Dice él: “No lo soy.” Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose.  (Jn 18, 16-19) Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron: “¿No eres tú también de sus discípulos?”. El lo negó diciendo: “No lo soy.” Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dice: “¿No te vi yo en el huerto con él?” Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo. (Jn  18, 25-27)
12.  PEDRO, AFIRMA SU AMOR POR JESUS
Esta escena tiene lugar poco antes de subir Jesús al Padre, es muy conmovedora, Pedro pasa por un examen de amor, Jesús lo pone a prueba, y Pedro la pasa. Pedro experimenta una situación especial, Recordemos que Pedro había negado tres veces a Jesús, y lo hizo en público, sin embargo ahora Jesús mira con gran bondad a su discípulo.
Después de la aparición a la orilla del lago, Jesús resucitado dijo a Simón Pedro le dice Jesús a Simón Pedro: “Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?”Le dice él: Sí, Señor, tú sabes que te quiero.” Le dice Jesús: “ Apacienta mis corderos.” Vuelve a decirle por segunda vez: “Simón de Juan, ¿me amas? » Le dice él: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero.” Le dice Jesús: “ Apacienta mis ovejas.”Le dice por tercera vez: “Simón de Juan, ¿me quieres?” Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: “¿Me quieres?” y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.”Le dice Jesús: “Apacienta mis ovejas.” (Jn 21, 15-17)
Como vemos en este fragmento del Evangelio, antes de confiar a Pedro la misión pastoral de la Iglesia, Jesús le pregunta una triple confesión de amor. Pero para Pedro, es como una forma de rehabilitación, ante su triple negación durante la pasión del Señor.
Jesús, emplea dos formas amar y querer. El pregunta por dos veces ¿me amas? amor de caridad y misericordioso, que refleja en cierto modo el amor de Dios. Pedro responde humildemente Sí, Señor, sabes que te quiero, que es el verbo del afecto, de la amistad sincera. La tercera vez, sin embargo, Jesús pregunta Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?, así se pone a la altura de Pedro, condescendiendo amorosamente al nivel de Pedro. Entonces es cuando Pedro se entristece, al comprobar el amor inmenso del Maestro que no duda en ponerse a su misma altura.
Hermosa forma de establecer confianza, de comunión y de auténtico amor hacia Jesús. Luego le pasa a Pedro su misma misión: Apacienta mis ovejas.
El amor del apóstol se manifestará en su docilidad a los caminos de Dios en el servicio eclesial. El apóstol verdadero está siempre dispuesto a servir en cualquier circunstancia con obediencia y prontitud y sin olvidar que no hay amor más grande que dar la vida por sus amigos (Jn 15,13), como Jesús.
El Señor les Bendiga
Los textos Bíblicos son la S. Biblia de Jerusalén.

 

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