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Gerardo, Santo |
Hermano de Bernardo de Claraval (Clairvaux)
Etimológicamente significa “lanza atrevida”. Viene
de la lengua alemana.
San Bernardo de Claraval, el gran reformador
de la espiritualidad de todo el Medioevo, logró que toda
su familia abrazara el estado de la vida religiosa.
Gerardo era
un joven aguerrido y soñaba con irse a combatir
en la guerra. En una de las batallas
cayó mal herido.
Esa situación, nueva en su existencia ardorosa y
llena de ilusiones, le hizo cambiar mucho. Y dándole
vueltas a su cabeza y a los deseos de su
corazón, pensó que lo mejor era dedicarse a amar
a Dios y al prójimo. Pidió permiso para entrar en
Claraval.
Su gran dificultad radicaba en que no sabía leer ni
escribir. Pero como en la vida todos hacemos falta, el
abad le concedió lo que anhelaba.
Era un buen hombre al
que le iban bien los negocios y la actividad en
el trabajo.
San Bernardo, con su atinada inteligencia y su gran
virtud, le confió el cuidado material del monasterio, la administración
de las cosas temporales, la organización de la comunidad y
todo el inmenso trabajo de las viñas y de la
bodega.
Aunque no sabía nada de letras, sin embargo, Dios le
había dado dones naturales y un sentido común extraordinario
para todo lo que le ordenasen.
Por lo demás, era un
hombre honesto a carta cabal en el trato con todo
el mundo. Se fiaban de sus palabras y no andaba
con adulaciones estúpidas que no conducen a ninguna parte.
Se puede
decir que se reveló grande en las cosas pequeñas. Y
no hay que pedirle más peras al olmo. Cada uno
es quien es. Murió antes de cumplir los 50 años.
San
Bernardo lloró amargamente la muerte de su hermano. Era el
año 1138.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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