14 de diciembre
SAN JUAN DE LA CRUZ,
PRESBÍTERO Y DOCTOR DE LA IGLESIA
Celebramos con gozo la solemne festividad de san Juan de la Cruz, el
hombre providencial que ayudó a santa Teresa de Jesús en la renovación de la
Orden carmelitana. Pero Juan de la Cruz no es solo el padre y maestro
espiritual del Carmelo Teresiano, sino que es el doctor de la vida cristiana a
través de sus escritos, llenos de poesía y de unción del Espíritu Santo. Sus
libros: Subida del Monte Carmelo, Noche oscura, Cántico
espiritual y Llama de amor viva le han merecido el título de doctor
de la Iglesia, conferido por el papa Pío XI en 1926, y un puesto de honor entre
los escritores místicos de todos los tiempos. Nació en Fontiveros el año 1542;
ingresó en el Carmelo a los 21 años. Para llevar adelante la reforma de los
carmelitas hubo de soportar muchos padecimientos. Murió en Úbeda (Jaén) en la
noche del 13 de diciembre de 1591.
I
Vísperas
Himno
I
Un
pastorcico, solo, está penado,
ajeno
de placer y de contento,
y en
su pastora puesto el pensamiento,
y el pecho del amor muy
lastimado.
No
llora por haberle amor llagado,
que no
le pena verse así afligido,
aunque
en el corazón está herido,
mas llora por pensar que está
olvidado;
que
solo de pensar que está olvidado
de su
bella pastora, con gran pena
se
deja maltratar en tierra ajena,
el pecho del amor muy lastimado.
Y dice
el pastorcico: ¡Ay, desdichado
de
aquel que de mi amor ha hecho ausencia,
y no
quiere gozar la mi presencia,
y el pecho por su amor muy
lastimado!
Y a
cabo de un gran rato, se ha encumbrado
sobre
un árbol, do abrió sus brazos bellos,
y
muerto se ha quedado asido dellos,
el pecho de el amor muy
lastimado.
II
Maestro
iluminado, padre nuestro,
Juan
de la Cruz, inagotable ansia,
que,
entre las azucenas olvidado,
fuiste lección suprema de las
almas.
Tú, que,
junto a Teresa, recorriste
los
caminos del mundo y sus moradas,
en
esta noche oscura de la vida,
con ansias en amores inflamadas.
Tú,
que supiste ser ejemplo y norma,
ardiente
caridad, fe y esperanza,
y que
pusiste en nuestra lengua toda
la deliciosa miel de tu palabra.
¡Oh
toque delicado de tu mano,
oh
búsqueda sutil de tu pisada,
oh
ciencia transcendida de tu verbo,
oh cauterio suave de tu llaga!
Desde
la noche oscura de este mundo
a ti
volvemos, padre, la mirada.
Pídele
a Dios que no se apague nunca
la antorcha viva de nuestra
esperanza. Amén.
Salmodia
Ant. 1. Abrió su boca en la
oración, y el Señor lo llenó de espíritu de inteligencia.
Salmo 112
Alabad, siervos del
Señor,
alabad
el nombre del Señor.
Bendito
sea el nombre del Señor,
ahora
y por siempre:
de la
salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva
sobre todos los pueblos,
su
gloria sobre los cielos.
¿Quién
como el Señor, Dios nuestro,
que
habita en las alturas
y se
abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al
desvalido,
alza
de la basura al pobre,
para
sentarlo con los príncipes,
los
príncipes de su pueblo.
A la
estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Ant. Abrió su boca en la
oración, y el Señor lo llenó de espíritu de inteligencia.
Ant. 2. Le dio el Señor a
conocer sus tesoros ocultos y sus riquezas escondidas.
Salmo 145
Alaba, alma mía, al
Señor:
alabaré
al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras
exista.
No confiéis en los
príncipes,
seres
de polvo que no pueden salvar;
exhalan
el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien
auxilia el Dios de Jacob,
el
que espera en el Señor, su Dios,
que
hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su
fidelidad perpetuamente,
que
hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a
los cautivos,
el
Señor abre los ojos al ciego,
el
Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a
los peregrinos,
sustenta
al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los
malvados.
El Señor reina
eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Ant. Le dio el Señor a
conocer sus tesoros ocultos y sus riquezas escondidas.
Ant. 3. Ni el ojo vio, ni
el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que le
aman.
Cántico
Ap 4, 11; 5, 9. 10. 12
Eres digno, Señor
Dios nuestro,
de
recibir la gloria, el honor y el poder,
porque
tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no
existía fue creado.
Eres digno de tomar
el libro y abrir sus sellos,
porque
fuiste degollado,
y con
tu sangre has adquirido para Dios
hombres
de toda tribu, lengua, pueblo y nación;
y has
hecho de ellos para nuestro Dios
un
reino de sacerdotes,
y reinarán sobre la tierra.
Digno es el Cordero
degollado
de
recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y
la alabanza.
Ant. Ni el ojo vio, ni
el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que le
aman.
Lectura
breve Ef 3, 14‑19
Por
eso doblo las rodillas ante el Padre de quien toma nombre toda paternidad en el
cielo y en la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria,
ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior; que
Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y
vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo
ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que
trasciende todo conocimiento. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la
plenitud total de Dios.
Responsorio
breve
R/. El Dios que dijo:
«Brille la luz del seno de la tiniebla», * Ha brillado en nuestros
corazones. El Dios que dijo.
V/. Para que nosotros
iluminemos, dando a conocer la gloria de Dios, reflejada en Cristo. * Ha brillado. Gloria al Padre. El Dios que dijo.
Magníficat,
ant.
Busqué la sabiduría en la oración; la encontré dentro de mí colmadamente; ahora
me veo muy aventajado en ella.
Preces
Aclamemos
a Cristo, nuestro Redentor, que llamó a san Juan de la Cruz a su seguimiento
y lo encumbró a la más sublime
contemplación, y digámosle:
A ti la gloria y el poder por los siglos.
Cristo
Jesús, que diste a conocer a tu siervo Juan la sabiduría de la cruz,
― enciende la llama
viva de tu amor en todos los que han recibido en la Iglesia el ministerio de
la enseñanza, del gobierno y de la
santificación.
Cristo Jesús, Luz sin ocaso, que
te manifiestas a los pobres de espíritu en la oscuridad de la fe,
― revela tu rostro a
todos los pobres que en medio de las tinieblas te buscan con sincero corazón.
Cristo Jesús, Maestro único y
verdadero, que descubres las riquezas de tu sabiduría a quienes te buscan y te aman,
― otorga el
conocimiento experimental de tu amor a cuantos has llamado a la familia
del Carmelo.
Cristo Jesús, que vives
triunfante en el cielo, rodeado de todos los santos,
― concede a nuestros
hermanos el descanso eterno y el goce de la paz en tu reino.
Padre nuestro.
Oración
Señor
Dios nuestro, que hiciste de san Juan de la Cruz (nuestro Padre) un modelo de
abnegación evangélica y un perfecto amador de Cristo crucificado; concédenos
que, siguiendo su ejemplo y su doctrina, lleguemos hasta la contemplación
eterna de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
Invitatorio
Ant. Venid adoremos a
Cristo, Palabra única del Padre.
El salmo invitatorio como en el Ordinario, en el Apéndice I, p.
Himno
I
En una
noche oscura,
con
ansias, en amores inflamada,
¡oh
dichosa ventura!,
salí
sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
En la
noche dichosa,
en
secreto, que nadie me veía
ni yo
miraba cosa,
sin
otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta
me guiaba
más
cierto que la luz del mediodía
adonde
me esperaba
quien
yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh
noche que guiaste!
¡Oh
noche más amable más que la alborada!
¡Oh
noche que juntaste
Amado
con amada,
amada en el Amado transformada!
Quedéme
y olvidéme,
el
rostro recliné sobre el Amado,
cesó
todo, y dejéme,
dejando
mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
Amén.
II
¡Qué
bien sé yo la fonte que mana y corre,
aunque es de noche!
Aquella
eterna fonte está escondida,
qué
bien sé yo dó tiene su manida,
aunque es de noche.
Su
origen no lo sé, pues no lo tiene,
más sé
que todo origen della viene,
aunque es de noche.
Sé que
no puede ser cosa tan bella,
y que
cielos y tierra beben della,
aunque es de noche.
Su
claridad nunca es escurecida,
y sé
que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.
Aquesta
eterna fonte está escondida
en
este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.
Aquí
se está llamando a las criaturas,
y de
esta agua se hartan, aunque a escuras,
porque es de noche. Amén.
Salmodia
Ant. 1. Dios nos predestinó
a ser imagen de su Hijo.
Salmo 15
Protégeme, Dios mío,
que me refugio en ti.
Yo
digo al Señor: «Tú eres mi bien».
No hay bien para mí fuera de ti.
En los santos que
hay en la tierra,
varones
insignes,
pogo toda mi complacencia.
Se multiplican las
desgracias
de
quienes van tras los dioses extraños;
yo no derramaré sus
libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis
labios.
El Señor es el lote
de mi heredad y mi copa;
mi
suerte está en tu mano:
me ha
tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor
que me aconseja,
hasta
de noche me instruye internamente.
Tengo
siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra
el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y mi
carne descansa serena.
Porque
no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción.
Me enseñarás el
sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Ant. Dios nos predestinó
a ser imagen de su Hijo.
Ant. 2. Nunca entre
vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.
Salmo 33
I
Bendigo al Señor en
todo momento,
su
alabanza está siempre en mi boca;
mi
alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se
alegren.
Proclamad conmigo la
grandeza del Señor,
ensalcemos
juntos su nombre.
Yo
consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo y
quedaréis radiantes,
vuestro
rostro no se avergonzará.
El
afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus
angustias.
El ángel del Señor
acampa
en
torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad
y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Todos sus santos,
temed al Señor,
porque
nada les falta a los que le temen;
los
ricos se empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no
carecen de nada.
Ant. Nunca entre
vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.
Ant. 3. Para mí la vida es
Cristo, y una ganancia el morir.
II
Venid, hijos,
escuchadme:
os
instruiré en el temor del Señor.
¿Hay
alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?
Guarda tu lengua del
mal,
tus
labios de la falsedad;
apártate
del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.
Los ojos del Señor
miran a los justos,
sus
oídos escuchan sus gritos;
pero
el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su
memoria.
Cuando uno grita, el
Señor lo escucha
y lo
libra de sus angustias;
el
Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo
sufra muchos males,
de
todos lo libra el Señor;
él
cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
La maldad da muerte
al malvado,
los
que odian al justo serán castigados.
El
Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge
a él.
Ant. Para mí la vida es
Cristo, y una ganancia el morir.
V/. En ti, Señor, está
la fuente viva.
R/. Y tu luz nos hace
ver la luz.
Primera
lectura
De la carta del
apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 12‑29
Nos ha trasladado al reino de su Hijo querido
Damos gracias a Dios
Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la
luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al
reino del Hijo de su Amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el
perdón de los pecados.
Él es imagen del
Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas
las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos y Dominaciones,
Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a
todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la
Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el
primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por
él y para él quiso reconciliar consigo todas las cosas: las del cielo y las de
la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Vosotros, en otro
tiempo, estabais también alejados y erais enemigos por vuestros pensamientos y
malas acciones; ahora en cambio, por la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo
de carne, habéis sido reconsiliados para ser admitidos a su presencia santos,
sin mancha y sin reproche, a condición de que permanezcáis cimentados y
estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que habéis
escuchado: el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, del
que yo, Pablo, he llegado a ser servidor
Ahora
me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que
falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia,
de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido
encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el
misterio escondido desde los siglos y generaciones y revelado ahora a sus
santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál sea la riqueza de gloria
de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, al esperanza de
la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a
todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos
perfectos en Cristo. Por este motivo lucho denodadamente con su fuerza, que
actúa poderosamente en mí.
Responsorio
Mt 17, 5b; Heb 1, 1‑2a
R/. Este es mi Hijo, el
amado, en quien me complazco. * Escuchadlo.
V/. En muchas ocasiones
y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En
esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo. * Escuchadlo.
Segunda
lectura
Del Cántico
espiritual de san Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia
(Cántico B, canc. 5, l. 3. 4; EDE, 2008)
Las criaturas son como un rastro del paso de Dios
Dios crió todas las
cosas con gran facilidad y brevedad, y en ellas dejó algún rastro de quien él
era, no solo dándoles el ser de nada, mas aun dotándolas de innumerables
gracias y virtudes, hermoseándolas con admirable orden y dependencia
indeficiente que tienen unas de otras; y esto todo haciéndolo por la Sabiduría
suya, por quien las crió, que es el Verbo, su unigénito Hijo.
Las criaturas son
las obras menores de Dios, que las hizo como de paso; porque las mayores, en
que más se mostró y en que más él reparaba, eran las de la encarnación del
Verbo y misterios de la fe cristiana.
Según dice san
Pablo, el Hijo de Dios es resplandor de su gloria y figura de su sustancia.
Es, pues, de saber que con sola esta figura de su Hijo miró Dios todas las
cosas, que fue darles el ser natural, comunicándoles muchas gracias y dones
naturales, haciéndolas Ajabadas y perfectas, según dice en el Génesis
por estas palabras: Miró Dios todas las cosas que había hecho, y eran mucho
buenas. El mirarlas mucho buenas era hacerlas mucho buenas en el Verbo, su
Hijo.
Y no
solamente les comunicó el ser y gracia naturales mirándolas, como habemos
dicho, mas también con sola esta figura de su Hijo las dejó vestidas de
hermosura, comunicándoles el ser sobrenatural; lo cual fue cuando se hizo
hombre, ensalzándole en hermosura de Dios y, por consiguiente, a todas las
criaturas en él, por haberse unido con la naturaleza de todas ellas en el
hombre. Por lo cual, dijo el mismo Hijo de Dios: Si yo fuere ensalzado de la
tierra, levantaré a mí todas las cosas. Y así, en este levantamiento de la
encarnación de su Hijo y de la gloria de su resurrección según la carne, no
solamente hermoseó el Padre las criaturas en parte, mas podremos decir que del
todo las dejó vestidas de hermosura y dignidad.
Responsorio
Oración de alma
enamorada
R/. No me quitarás,
Dios mío, lo que una vez me diste en tu único Hijo Jesucristo, * En que me diste
todo lo que quiero.
V/. Míos son los cielos
y mía es la tierra; mías son las gentes,
los justos son míos, y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios, y todas las cosas son
mías, y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. * En que me diste.
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O
bien:
De la Subida del
Monte Carmelo de san Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia.
(Subida II, 7, 8-11: EDE, 2008)
La muerte de Cristo
Querría yo persuadir
a los espirituales cómo este camino de Dios no consiste en multiplicidad de
consideraciones, ni modos, ni maneras, ni gustos –aunque esto, en su manera,
sea necesario a los principiantes–, sino en una cosa sola necesaria, que es
saberse negar de veras, según lo exterior e interior, dándose al padecer por
Cristo y aniquilarse en todo; porque, ejercitándose en esto, todo esotro y más
que ello se obra y se halla en ello. Y si en este ejercicio hay falta, que es
el total y la raíz de las virtudes, todas esotras maneras es andar por las
ramas y no aprovechar, aunque tengan tan altas consideraciones y comunicaciones
como los ángeles. Porque el aprovechar no se halla sino imitando a Cristo, que
es el camino y la verdad y la vida, y ninguno viene al Padre sino por él,
según él mismo dice por san Juan. Y en otra parte dice: Yo soy la puerta;
por mí, si alguno entrare, salvarse ha. De donde todo espíritu que quiere
ir por dulzuras y facilidad y huye de imitar a Cristo no le tendría por bueno.
Y porque he dicho
que Cristo es el camino, y que este camino es morir a nuestra naturaleza
en sensitivo y espiritual, quiero dar a entender cómo sea esto a ejemplo de
Cristo, porque él es nuestro ejemplo y luz.
Cuanto a lo primero,
cierto está que él murió a lo sensitivo, espiritualmente en su vida y
naturalmente en su muerte. Porque, como él dijo, en la vida no tuvo dónde
reclinar su cabeza, y en la muerte lo tuvo menos.
Cuanto a lo segundo,
cierto está que al punto de la muerte quedó también aniquilado en el alma, sin
consuelo y alivio alguno, dejándole el Padre así en íntima sequedad, según la
parte inferior. Por lo cual fue necesitado a clamar diciendo: ¡Dios
mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado? Lo cual fue el mayor
desamparo sensitivamente que había tenido en su vida. Y así, en él hizo la
mayor obra que en toda su vida con milagros y obras había hecho, ni en la
tierra ni en el cielo, que fue reconciliar y unir al género humano por gracia
con Dios. Y esto fue, como digo, al tiempo y punto que este Señor estuvo más
aniquilado en todo; conviene a saber, acerca de la reputación de los hombres, porque,
como lo veían morir, antes hacían burla de él que le estimaban en algo; y
acerca de la naturaleza, pues en ella se aniquilaba muriendo; y acerca del
amparo y consuelo espiritual del Padre, pues en aquel tiempo le desamparó
porque puramente pagase la deuda y uniese al hombre con Dios, quedando así
aniquilado y resuelto así como en nada...
Para
que entienda el buen espiritual el misterio de la puerta y del camino de Cristo
para unirse con Dios, y sepa que cuanto más se aniquilara por Dios, según estas
dos partes, sensitiva y espiritual, tanto más se une a Dios y tanto mayor obra
hace. Y cuando viniere a quedar resuelto en nada, que será la suma humildad,
quedará hecha la unión espiritual entre el alma y Dios, que es el mayor y más
alto estado a que en esta vida se puede llegar.
Responsorio
1Cor 2, 2; 11, 1
R/. Nunca entre
vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, * Y este crucificado.
V/. Sed imitadores míos
como yo lo soy de Cristo, * Y este crucificado.
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O
bien:
De la Noche
oscura de san Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia
(Noche II, 21, 3. 6. 10. 12: EDE, 2008)
La fe, la esperanza y el amor
El alma, pues, aquí
tocada del amor del Esposo Cristo, pretendiendo caerle en gracia y ganarle la
voluntad, aquí sale disfrazada con aquel disfraz que más al vivo
represente las afecciones de su espíritu y con que más segura vaya de los
adversarios suyos y enemigos, que son: demonio, mundo y carne. Y así, la librea
que lleva es de tres colores principales, que son: blanco, verde y colorado,
por los cuales son denotadas las tres virtudes teologales, que son: fe,
esperanza y caridad, con las cuales no solamente ganará la gracia y voluntad de
su Amado, pero irá muy amparada y segura de sus tres enemigos.
Porque la fe es una
túnica interior de una blancura tan levantada, que disgrega la vista de todo
entendimiento. Y así, yendo el alma vestida de fe, no ve ni atina el demonio a
empecerla, porque con la fe va muy amparada, más que con todas las demás
virtudes, contra el demonio, que es el más fuerte y astuto enemigo.
Luego, sobre esta
túnica blanca de fe se sobrepone aquí el alma el segundo color, que es una
almilla de verde, por el cual, como dijimos, es significada la virtud de la
esperanza; con la cual, cuanto a lo primero, el alma se libra y ampara del
segundo enemigo, que es el mundo.
Sobre el blanco y
verde, para el remate y perfección de este disfraz y librea, lleva el alma aquí
el tercer color, que es una excelente toga colorada, por la cual es denotada la
tercera virtud, que es caridad, con la cual no solamente da gracia a las otras
dos colores, pero hace levantar tanto al alma de punto, que la pone cerca de
Dios tan hermosa y agradable, que se atreve ella a decir: Aunque soy morena,
¡oh hijas de Jerusalén!, soy hermosa; y por eso, me ha amado el rey.
Con esta librea de
caridad, que es ya la del amor, que en el Amado hace más amor, no solo se
ampara y encubre el alma del tercer enemigo, que es la carne –porque donde hay
verdadero amor de Dios, no entrará amor de sí ni de sus cosas–, pero aun hace
válidas a las demás virtudes, dándoles vigor y fuerza para amparar al alma, y
gracia y donaire para agradar al Amado con ellas, porque sin caridad ninguna
virtud es graciosa delante de Dios...
Sin
caminar a las veras con el traje de estas tres virtudes, es imposible llegar a
la perfección de unión con Dios por amor. De donde, para alcanzar el alma lo
que pretendía, que era esta amorosa y deleitosa unión con su Amado, muy
necesario y conveniente traje y disfraz fue este que tomó aquí el alma. Y
también atinársele a vestir y perseverar con él hasta conseguir pretensión y
fin tan deseado como era la unión de amor fue gran ventura.
Responsorio
1Cor 13, 13; Col 3, 14
R/. Quedan estas tres:
la fe, la esperanza y el amor: estas tres cosas. * La más grande es el amor.
V/. Y por encima de
todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta. * La más grande.
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O
bien:
De la Llama de
amor viva de san Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia
(Llama B, canc. I, 3-5: EDE, 2008)
El Espíritu Santo, llama de amor viva
Esta llama de
amor es el espíritu de su Esposo, que es el Espíritu Santo, al cual siente
ya el alma en sí, no solo como fuego que la tiene consumada y transformada en
suave amor, sino como fuego que, demás de esto, arde en ella y echa llama, como
dije. Y aquella llama, cada vez que llamea, baña al alma en gloria y la
refresca en temple de vida divina. Y esta es la operación del Espíritu Santo en
el alma transformada en amor, que los actos que hace interiores es llamear, que
son inflamaciones de amor, en que, unida la voluntad del alma, ama
subidísimamente, hecha un amor con aquella llama.
Y así, estos actos
de amor del alma son preciosísimos, y merece más en uno y vale más que cuanto
había hecho en toda su vida sin esta transformación, por más que ello fuese. Y
la diferencia que hay entre el hábito y el acto, hay entre la transformación en
amor y la llama de amor, que es la que hay entre el madero inflamado y la llama
de él; que la llama es efecto del fuego que allí está.
De donde el alma que
está en estado de transformación de amor podemos decir que su ordinario hábito
es como el madero que siempre está embestido en fuego; y los actos de esta alma
son la llama que nace del fuego del amor, que tan vehemente sale cuanto es más
intenso el fuego de la unión. En la cual llama se unen y suben los actos de la
voluntad, arrebatada y absorta en la llama del Espíritu Santo, que es como el
ángel que se subió a Dios en la llama del sacrificio de Manué.
Y así, en este
estado no puede el alma hacer actos; que el Espíritu Santo los hace todos y la
mueve a ellos; y por eso, todos los actos de ella son divinos, pues es hecha y
movida por Dios. De donde al alma le parece que, cada vez que llamea esta
llama, haciéndole amar con sabor y temple divino, la está dando vida eterna,
pues la levanta a operación de Dios en Dios.
Y este es el
lenguaje y palabras que trata Dios en las almas purgadas y limpias, todas
encendidas, como dijo David: Tu palabra es encendida vehementemente; y
el profeta: ¿Por ventura mis palabras no son como fuego? Las cuales
palabras, como él mismo dice por san Juan, son espíritu y vida; la cual
sienten las almas que tienen oídos para oírla, que, como digo, son las almas
limpias y enamoradas. Que los que no tienen el paladar sano, sino que gustan
otras cosas, no pueden gustar el espíritu y vida de ellas, antes les hacen
sinsabor.
Y por
eso, cuanto más altas palabras decía el Hijo de Dios, tanto más algunos se
desabrían por su impureza, como fue cuando predicó aquella tan sabrosa y
amorosa doctrina de la sagrada Eucaristía, que muchos de ellos volvieron atrás.
Responsorio
Rom 5, 5b; 1Cor 6, 17
R/. El amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones *
Por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
V/. El que se une al
Señor es un espíritu con él. * Por el Espíritu Santo.
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O bien:
Del
Cántico espiritual, como en la memoria del Santo de
Liturgia de las Horas.
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Oficio
de Vigilia
Ant. Venid, subamos al
monte del Señor, escogido por Dios para habitar; solo mora en él honra y gloria
de Dios.
Cántico I Tob
13,10‑15
Acción de gracias por
la liberación del pueblo
Me mostró la ciudad santa de
Jerusalén, que tenía la gloria de Dios (Ap 21, 10. 11)
Que todos alaben al
Señor
y le
den gracias en Jerusalén.
Jerusalén,
ciudad santa,
él te
castigó por las obras de tus hijos,
pero volverá a apiadarse del
pueblo justo.
Da gracias al Señor
como es debido
y
bendice al rey de los siglos:
para
que su templo
sea reconstruido con júbilo,
para que él alegre
en ti
a
todos los desterrados,
y ame
en ti a todos los desgraciados,
por los siglos de los siglos.
Una luz esplendente
iluminará
a
todas las regiones de la tierra.
Vendrán
a ti de lejos muchos pueblos.
Y los
habitantes del confín de la tierra
vendrán
a visitar al Señor, tu Dios,
con ofrendas para el Rey del
cielo.
Generaciones sin fin
cantarán
vítores en tu recinto,
y el
nombre de la elegida
durará para siempre.
Saldrás entonces con
júbilo
al
encuentro del pueblo justo,
porque
todos se reunirán
para bendecir al Señor del mundo.
Dichosos los que te
aman,
dichosos los que te desean la
paz.
Cántico II
Is 2, 2‑3
El monte de la casa
del Señor en la cima de los montes
Vendrán todas las naciones y se
postrarán ante ti (Ap 15. 4)
En los días futuros
estará firme
el
monte de la casa del Señor,
en la
cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán
las naciones,
caminarán
pueblos numerosos y dirán:
«Venid,
subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en
sus caminos,
y
marcharemos por sus sendas;
porque
de Sión saldrá la ley,
la palabra del Señor de
Jerusalén».
Cántico III Jr 2b‑7
Enmendad vuestra
conducta, y habitaré con vosotros
Vete primero a reconciliarte con
tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda (Mt 5, 24)
¡Escucha, Judá, la
palabra del Señor,
los
que entráis por esas puertas
para adorar al Señor!
Así dice el Señor
del universo, Dios de Israel:
«Enmendad
vuestra conducta y vuestras acciones,
y habitaré con vosotros en este
lugar.
No os creáis seguros
con
palabras engañosas,
repitiendo:
«Es el templo del Señor,
el templo del Señor, el templo
del Señor».
Si enmendáis vuestra
conducta
y
vuestras acciones,
si
juzgáis rectamente
entre
un hombre y su prójimo,
si no
explotáis al forastero,
al
huérfano y a la viuda,
si no
derramáis sangre inocente en este lugar,
si no
seguís a dioses extranjeros, para vuestro mal,
entonces
habitaré con vosotros en este lugar,
en la
tierra que di a vuestros padres,
desde hace tanto tiempo y para siempre».
Ant. Venid, subamos al
monte del Señor, escogido por Dios para habitar; solo mora en él honra y gloria
de Dios.
Evangelio
Jn 12, 35‑36a. 44b-50
En aquel tiempo dijo
Jesús a la gente:
― «Todavía os queda
un poco de luz; caminad mientras tenéis luz, antes que os sorprendan las
tinieblas. El que camina en tinieblas no sabe dónde va; mientras haya luz,
creed en la luz, para que seáis hijos de la luz».
«El que cree en mí,
no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que ha
enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en
tinieblas.
Al que oiga mis
palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al
mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras,
tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, Esa lo juzgará en el
último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es
quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su
mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha
encargado el Padre».
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Himno Te
Deum, Apéndice I, p.
La oración, como en Laudes.
Laudes
Himno
¿Adónde
te escondiste,
Amado,
y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome
herido;
salí tras ti clamando, y eras
ido.
Buscando
mis amores,
iré
por esos montes y riberas;
ni
cogeré las flores,
ni
temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh
bosques y espesuras
plantadas
por la mano del Amado,
oh
prado de verduras
de
flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.
¡Oh
cristalina fuente,
si en
esos tus semblantes plateados
formases
de repente
los
ojos deseados
que tengo en mis entrañas
dibujados!
Mi
Amado, las montañas,
los
valles solitarios nemorosos,
las
ínsulas extrañas,
los
ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos;
la
noche sosegada
en par
de los levantes de la aurora,
la
música callada,
la
soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
Deténte,
cierzo muerto;
ven,
austro, que recuerdas los amores,
aspira
por mi huerto,
y
corran tus olores,
y pacerá el Amado entre las
flores.
Gocémonos,
Amado,
y
vámonos a ver en tu hermosura,
al
monte y al collado,
do
mana el agua pura;
entremos más adentro en la
espesura. Amén
Salmodia
Ant. 1. En verdad: tú eres
un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador.
Salmos y cántico del domingo de la semana I, Apéndice II, p.
Ant. 2. Todo es vuestro,
vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Ant. 3. Cantad a Dios,
dadle gracias de corazón, con cánticos espirituales.
Lectura
breve 2Cor 3,17‑18
El
Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. Mas
todos nosotros, con la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor y nos
vamos transformando en su imagen con resplandor creciente, por la acción del
Espíritu del Señor.
Responsorio
breve
R/. Brillará tu luz en
las tinieblas, *
Tu oscuridad se volverá mediodía. Brillará.
V/. Y el Señor llenará
tu alma de claridades. *
Tu oscuridad. Gloria al Padre. Brillará.
Benedictus,
ant.
Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz.
O
bien:
Prestad
atención a la palabra de Dios, como a una lámpara que brilla en un lugar
oscuro, hasta que despunte el día y el lucero nazca en vuestros corazones.
Preces
Aclamemos a
Jesucristo, Cabeza y Esposo de la Iglesia, que hoy nos colma de alegría con la
fiesta de san Juan de la Cruz, y
digámosle:
Tú
eres el Rey de la gloria, Cristo.
Palabra única de Dios, hablada
desde siempre en eterno silencio y acogida en el seno de la Virgen al llegar la plenitud de los tiempos,
― enséñanos hoya
escuchar tu palabra en la intimidad del corazón, y a cumplirla y
manifestarla con nuestras obras.
Sabiduría del Padre, que nos
mostraste el exceso de tu amor en el anonadamiento de la encarnación y de la
cruz,
― otorga a cuantos
has redimido con tu sangre vivir en permanente comunión contigo.
Imagen Ajabada del Padre, en
quien se nos han revelado esplendorosamente los misterios del amor eterno,
― haz que, impulsados
por tu Espíritu, caminemos con resplandor creciente hasta tu luz inaccesible.
Gozo supremo del Padre, por quien
Dios mira propicio a los hombres,
― haznos perfectos y
compasivos como el Padre cielo.
Primogénito
de toda criatura, por quien el Padre creó y recreó con sabiduría y amor todas
las cosas,
― enséñanos a
elevarnos de la belleza del mundo visible hasta tu hermosura invisible.
Padre
nuestro.
Oración
Señor
Dios nuestro, que hiciste de san Juan de la Cruz (nuestro Padre) un modelo de
abnegación evangélica y un perfecto amador de Cristo crucificado; concédenos
que, siguiendo su ejemplo y su doctrina, lleguemos hasta la contemplación
eterna de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
O
bien:
Señor
Dios nuestro, que hiciste de san Juan de la Cruz (nuestro Padre) un maestro
espiritual para toda la Iglesia; haz que, siguiendo su ejemplo y su doctrina,
por la senda de la fe, de la esperanza y del amor, lleguemos a conseguir la
perfecta libertad de tus hijos en el Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo.
Hora
intermedia
Himno y salmodia complementaria, pp.
Si la solemnidad cae en domingo, salmos del domingo de la semana I, p.
Tercia
Ant. El que quiera venir
en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue su cruz y me siga.
Lectura
breve
Cf. Ef 4, 23-24
Renovaos
en la mente y en el espíritu y revestíos de la nueva condición humana creada a
imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.
V/. Oh Dios, crea en mí
un corazón puro.
R/. Renuévame por
dentro con espíritu firme.
Sexta
Ant. El que se acerca a
Dios debe creer, pues el justo vivirá por su fe.
Lectura
breve
Rom 5, 1-2
Así
pues, habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios,
por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la
fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la
esperanza de la gloria de Dios.
V/. Vivo de la fe en el
Hijo de Dios.
R/. Que me amó hasta
entregarse por mí.
Nona
Ant. Vuestra fortaleza
estriba en la esperanza y el silencio.
Lectura
breve
Rom 8, 24-25
Hemos
sido salvados en esperanza. Y una esperanza que se ve, no es esperanza;
efectivamente, ¿cómo va a esperar uno
algo que ve? Pero si esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.
V/. El Señor es bueno
para los que en él esperan.
R/. Y para los que lo
buscan.
II
Vísperas
Himno
I
¡Oh
llama de amor viva,
que
tiernamente hieres
de mi
alma en el más profundo centro!;
pues
ya no eres esquiva,
Ajaba
ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce
encuentro.
¡Oh
cauterio suave!
¡Oh
regalada llaga!
¡Oh
mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a
vida eterna sabe
y toda
deuda paga!
Matando, muerte en vida la has
trocado.
¡Oh
lámparas de fuego,
en
cuyos resplandores
las
profundas cavernas del sentido
que
estaba oscuro y ciego,
con
extraños primores
calor y luz dan junto a su
Querido!
¡Cuán
manso y amoroso
recuerdas
en mi seno,
donde
secretamente solo moras
y en
tu aspirar sabroso,
de
bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!
Amén.
II
¿Quién
pone en pie la sangre que cedía,
quién
anima la llama vacilante?
Juan
de Santo Matía,
peregrino de Dios y caminante.
Frente
signada por la Eterna Mano,
pie
que pisa la tierra y pisa el cielo,
palomar
silencioso y soberano,
donde forja novicios el Carmelo.
Por
ese corazón se va a la gloria
de la
esperanza, al sol de la alegría...
¡Pozo
de la memoria
manando un agua pura cada día!
Por
soledosos campos de ternura
avanza,
en sus amores inflamado;
con
cíngulo de cielo a la cintura,
un pecho en el dolor
transfigurado.
Juan
de la Cruz, tu nombre es la bandera
que
convoca a los unos y a los otros.
Desde
tu inagotable primavera
pide a Dios por la Iglesia y por
nosotros. Amén.
Salmodia
Ant. 1. Dios, por el gran
amor con que nos amó, nos ha hecho vivir con Cristo.
Salmo 14
Señor, ¿quién puede
hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede
honradamente
y
practica la justicia,
el
que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a
su prójimo
ni
difama al vecino.
El
que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta
lo que juró
aun
en daño propio,
el
que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el
inocente.
El
que así obra nunca fallará.
Ant. Dios, por el gran
amor con que nos amó, nos ha hecho vivir con Cristo.
Ant. 2. Y nosotros hemos
conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Salmo 111
Dichoso quien teme
al Señor
y ama
de corazón sus mandatos.
Su
linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será
bendita.
En su casa habrá
riquezas y abundancia,
su
caridad dura por siempre.
En
las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y
compasivo.
Dichoso el que se
apiada y presta,
y
administra rectamente sus asuntos,
porque
jamás vacilará.
El recuerdo del justo será
perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su
corazón está firme en el Señor.
Su
corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus
enemigos.
Reparte limosna a
los pobres;
su
caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.
El malvado, al
verlo, se irritará,
rechinará
los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado
fracasará.
Ant. Y nosotros hemos
conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Ant. 3. El amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Cántico Ef 1, 3‑10
Bendito sea Dios,
Padre
de nuestro Señor Jesucristo,
que
nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bienes
espirituales en los cielos.
Él nos eligió en
Cristo,
antes
de la fundación del mundo,
para
que fuésemos santos
e intachables ante él por el
amor.
Él nos ha destinado
por medio de Jesucristo,
según
el beneplácito de su voluntad,
a ser
sus hijos,
para
alabanza de la gloria de su gracia,
que
tan generosamente nos ha concedido
en el Amado.
En él, por su
sangre,
tenemos
la redención,
el
perdón de los pecados,
conforme
a la riqueza de la gracia
que
en su sabiduría y prudencia
ha
derrochado sobre nosotros,
dándonos a conocer el misterio de
su voluntad:
El plan que había
proyectado
realizar
por Cristo, en la plenitud de los tiempos:
recapitular
en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Ant. El amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Lectura
breve 1Cor
13, 8‑10. 12‑13; 14, 1a
El
amor no pasa nunca. Las profecías, por el contrario, se Ajabarán; las lenguas
cesarán; el conocimiento se Ajabará. Porque conocemos imperfectamente e
imperfectamente profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se
Ajabará. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a
cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por
Dios. En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor: estas
tres. La más grande es el amor. Esforzaos por conseguir el amor.
Responsorio
breve
R/. Es fuerte el amor
como la muerte. *
Es centella de fuego, llamarada divina. Es fuerte.
V/. ¿Quién podrá
apartarnos del amor de Cristo? * Es centella. Gloria al Padre. Es fuerte.
Magníficat,
ant.
Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo, donde yo
estoy; y que el amor que me tenías esté en ellos, como también yo estoy en
ellos.
Preces
Demos gracias a Dios
Padre, que se ha dignado, por su querido Hijo Jesucristo, enviarnos su Espíritu para que, compartiendo
el mismo ser de Dios, seamos en la Iglesia testigos del Amor; supliquémosle diciendo:
Por
intercesión de san Juan de la Cruz, escúchanos, Señor.
Otorga a tu Iglesia una fe viva,
que ilumine a cuantos van a tu encuentro con sincero corazón,
― y los conduzca
hasta la íntima comunión contigo
Concede a quienes te buscan
afanosamente la esperanza del cielo,
― que tanto alcanza
cuanto espera.
Derrama en nosotros tu caridad,
― para que pongamos
amor donde no hay amor.
Haz que los carmelitas, a ejemplo
de María, su Madre,
― sean siempre
dóciles y fieles a las mociones del Espíritu Santo.
Concede a nuestros hermanos
difuntos su última purificación,
― a fin de que puedan
cuanto antes entonar el cántico del amor en compañía de tus santos.
Padre nuestro.
Oración
Señor
Dios nuestro, que hiciste de san Juan de la Cruz (nuestro Padre) un modelo de
abnegación evangélica y un perfecto amador de Cristo crucificado; concédenos
que, siguiendo su ejemplo y su doctrina, lleguemos hasta la contemplación
eterna de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
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