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Petronax de Montecassino, Santo |
Obispo
Martirologio Romano: En Montecassino, en Italia, San Petronax o Petronaco,
abad y obispoPetronax, que llegó
a ser obispo de Montecassino, pertenecía a una poderosa familia
noble de la región de Nápoles.
Movido por el deseo de
vida religiosa, resolvió gastar toda su hacienda en la restauración
de Montecassino, monasterio benedictino situado en la colina del mismo
nombre desde el que se domina la ciudad italiana de
Cassino, situada al noroeste de Nápoles.
Fue fundado por san
Benito, conocido como el padre del monacato occidental, que había
nacido en una distinguida familia de Nursia, en Italia central,
y que pasó sus primeros años estudiando en Roma; pero
conmocionado por la degenerada vida de la ciudad, se retiró
a una zona deshabitada cerca de Subiaco, donde vivió en
una cueva (más tarde llamada la Gruta Santa) por tres
años. Durante este periodo aumentó su fama de hombre santo,
y se acercaban a visitarle multitud de personas. Aceptó el
ofrecimiento para ser abad de un grupo de monjes que
vivían en el norte de Italia, pero éstos no aceptaron
sus reglas e intentaron envenenarle. Al descubrir la conspiración abandonó
el grupo y poco después fundó el monasterio de Montecassino.
Benito estableció una regla de vida, adoptada posteriormente por casi
todos los monasterios de Europa, que subrayaba la vida en
comunidad y el trabajo físico..
Pues bien, este sitio de
trabajo y de oración, el monasterio más importante de Occidente
durante siglos, donde se inició por los monjes la famosa
escuela de medicina de Salerno en el siglo XI, fue
destruido por los lombardos en el 590 y estaba desierto
y arruinado desde un siglo antes de que viviera Petronax
que ahora está dispuesto a reconstruirlo y devolverle el espíritu
con el que nació.
Alentado por el pontífice san Gregorio II,
llevó adelante su proyecto, recogió las tradiciones del santo patriarca,
reunió compañeros participantes de su entusiasmo, y restableció en la
sagrada montaña la observancia de la regla benedictina que imponía
austeridad y ascetismo: Las comidas se hacían en comunidad y
se evitaba la conversación innecesaria; tenían que disponer los monjes
de la comida, ropa y abrigo adecuados, pero no podían
tener propiedades; dependiendo de la época del año y de
las fiestas litúrgicas que celebraran cada día, los benedictinos destinaban
entre cuatro y ocho horas para celebrar el Oficio divino
y siete horas para dormir. El resto del día estaba
dividido con el mismo número de horas para trabajar (generalmente
en la agricultura), y para el estudio y la lectura
religiosa. El abad, como sucedió al principio con san Benito,
tenía una total autoridad patriarcal sobre la comunidad, aunque él
mismo estaba sujeto a la Regla y debía consultar con
los miembros de la comunidad sobre los asuntos más importantes
entre los que se contaba la limosna a los necesitados.
El
obispo Petronax ya hubiera hecho mucho recuperando para la historia,
la cultura, el arte y la Iglesia la joya que
fue cuna de tanto bien; pero le hubiera faltado lo
principal si no hubiera devuelto a aquellas piedras del monasterio
el espíritu primigenio y el destino por los que fueron
arrancadas de las montañas. Esa fue en verdad la obra
del santo.
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