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Bienvenido de Recanati, Beato |
Religioso de la Primera Orden Franciscana
Martirologio Romano: En Recanati, en
la región del Piceno, en Italia, beato Bienvenido Mareni, religioso
de la Orden de los Hermanos Menores († 1289) Pío VI concedió oficio
y misa en su honor el 17 de septiembre de
1796.
Bienvenido nació en Recanati, en las Marcas, en 1200, de
la familia Mareri. Fue religioso en la Orden de los
Hermanos Menores en el convento franciscano de su ciudad natal,
alcanzando la más alta perfección en la fidelidad absoluta a
la regla dada por San Francisco.Transcurrió su vida en humildes
trabajos manuales, que sin embargo no lo distrajeron de una
constante unión con Dios. Hizo el oficio de cocinero del
convento, santificándose entre ollas y calderos, entre actividades prácticas y
éxtasis místicos, más elevados que los vuelos de cualquier poeta.
Desde el comienzo de su vida religiosa se aplicó con
ardor a la práctica de la humildad y de la
penitencia.
En una fidelidad inviolable al franciscanismo encontró el medio
para llegar rápidamente al ápice de la perfección. La
Eucaristía era objeto de su adoración y de su amor.
la vida oculta de Jesús en el tabernáculo era el
libro donde el buen religioso acudía a aprender el amor
ardiente a Dios y a los hermanos, el desprecio de
las cosas del mundo, la fidelidad a las obligaciones de
su estado, el amor al silencio, a la oración y
a la vida oculta.
Un día, después de haber encendido el
fuego en la cocina, hechos los primeros preparativos para la
comida principal, el Beato Bienvenido se dirigió a la iglesia
para participar en la santa misa. La contemplación del divino
misterio lo arrobó en éxtasis; siguieron otras misas, y él
permaneció inmóvil durante varias horas en contemplación a Dios. Terminado
el éxtasis se acordó del almuerzo que debía preparar para
sus cohermanos, salió rápidamente reprochándose su olvido. Con gran gozo
encontró que ya todo estaba preparado.
Dios había querido así recompensar
la caridad de su siervo fiel. Otro día, durante un
éxtasis, el Niño Jesús se posó en sus brazos. Estos
carismas divinos inflamaron de ardor seráfico el alma del Beato.
Sus conversaciones eran más celestiales que terrenas. A los 89
años llegó finalmente la muerte tan esperada por él, la
cual habría de liberar su alma de los lazos del
cuerpo y le permitiría contemplar eternamente a Dios sumo bien.
Murió en el convento de Recanati el 5 de mayo
de 1289, llegando con un último suspiro, en un dulcísimo
naufragio. Gracias a los milagros que ilustraron la tumba del
Beato Bienvenido se propagó su culto.
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