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domingo, 1 de abril de 2012

Hugo de Grenoble, Santo




Hugo de Grenoble


San Hugo de Grenoble
Grenoble - Saint-Hugues - vitrail.JPG
Vitral de la Catedral de Nuestra Señora, Grenoble
Nacimiento 1053
Châteauneuf-sur-Isère
Fallecimiento 1 de abril de 1132
Venerado en Iglesia Católica
Canonización 22 de abril de 1134
Inocencio II
Festividad 1 de abril

San Hugo de Grenoble o Hugo de Châteauneuf nació en (Châteauneuf-sur-Isère hacia el año 1053 y murió el 1 de abril de 1132.

Fue un eclesiástico nombrado canónigo en la ciudad de Valence y después obispo de Grenoble de 1080 a 1132. Ferviente defensor de la reforma gregoriana. Canonizado en 1134 por Inocencio II. Su memoria se recuerda cada 1 de abril.

Biografía

Manifiesta desde su joven edad una piedad extraordinaria y una gran facilidad para la teología. Siendo aún laico fue investido como canónigo de Valence. Su piedad era tal que había personas que decían que solamente se había percatado de una mujer en toda su vida.

En el concilio de Aviñon de 1080, fue elegido como obispo de Grenoble, aún sin haber estado ordenado. La Sede de Grenoble había caído en un estado lamentable y San Hugo llegó para introducir en esta diócesis la reforma gregoriana. Conducido a Roma por un delegado pontificio, fue ordenado por el mismo Gregorio VII. Desde su regreso, se consagra a la tarea de reformar los abusos que ocurrían en su nueva diócesis.

Al cabo de 2 años había podido aumentar la devoción, quiso entonces renunciar a su obispado y retirarse a un monasterio benedictino, pero el Papa le ordena continuar su trabajo en la diócesis.

Por el resto del siglo XI, su episcopado fue marcado por el conflicto con Guigues III de Albon por la posesión de los territorios eclesiásticos de Grésivaudan. Hugo apoyaba que el conde de Albon había usurpado los terrenos del obispado de Grenoble con la ayuda del obispo Mallen. Para reforzar de reclamar lo que les correpondia por derecho, Hugo escribe una historia al obispo diciendo que parte de la diócesis de Grenoble fue capturada en la guerra de religión por manos de los Sarracenos. Este era el preámbulo de una serie de documentos para establecer el derecho de su diócesis sobre sus terrenos documentos conocidos como « Cartulaires de Saint Hugues ». Un acuerdo entre San Hugo y Guigues se consolido solo hasta 1099. Guigues aceptaba ceder los territorios en litigio mientras que San Hugo admitía la autoridad temporal del Conde en todos los alrededores de Grenoble.

San Hugo también contribuyó a la fundación de la Orden los Cistercienses. En 1084 recibió a San Bruno de Colonia quien había sido, probablemente, su propio maestro en otros tiempos, con otros 6 acompañantes, después de haberlos visto en sueños como una constelación de 7 estrellas única en el firmamento. Los instala en un paraje nevado y rocoso en los Alpes llamado La Gran Cartuja (La Chartreuse), donde fundan un monasterio y consagran sus vidas a la oración y el estudio, recibiendo la visita de San Hugo quien adopta una gran parte de su modo de vida.

En 1130, a la edad de 77 años, se llena de valor de ir al encuentro del Papa Inocencio II que venia de Italia para acompañarlo hasta la localidad francesa de Le Puy donde debía de reunirse un importante Concilio para ser reconocido por los soberanos de Europa y para pronunciar la excomunión de su usurpador Anacleto II.

Fue canonizado el 22 de abril de 1134 por el Papa Inocencio II a solamente 2 años de su muerte.

Su cuerpo, depositado en una caja de plata quedo expuesta a la veneración de los fieles durante 4 siglos. En junio de 1562, durantes las Guerras de Religión, su cuerpo fue quemado por el Baron de Adrets y por los Hugonotes en la plaza de Notre-Dame en Grenoble.

Se le representa con hábitos episcopales y por debajo se hace notar su casulla blanca (por tener relaciona con la Orden del Cister)

Referencias

  • Vie de Saint Hugues, évêque de Grenoble, par Albert du Boys, 1837 [1]
  • Vie de Saint Hugues, par Guigues le Chartreux, XIIe siècle

Enlaces externos





Obispo, 1 de abril

Hugo de Grenoble, Santo
Hugo de Grenoble, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Grenoble, en Burgundia, san Hugo, obispo, que se esforzó en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y siendo amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió cual primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad (1132).

Etimológicamente: Hugo = Aquel de Inteligencia Clara, es de origen germano.

Fecha de canonización: 22 de abril de 1134 por el Papa Inocencio II.

El obispo que nunca quiso serlo y que se santificó siéndolo.

Nació en Valence, a orillas del Isar, en el Delfinado, en el año 1053. Casi todo en su vida se sucede de forma poco frecuente. Su padre Odilón, después de cumplir con sus obligaciones patrias, se retiró con el consentimiento de su esposa a la Cartuja y al final de sus días recibió de mano de su hijo los últimos sacramentos. Así que el hijo fue educado en exclusiva por su madre.

Aún joven obtiene la prebenda de un canonicato y su carrera eclesiástica se promete feliz por su amistad con el legado del papa. Como es bueno y lo ven piadoso, lo hacen obispo a los veintisiete años muy en contra de su voluntad por no considerarse con cualidades para el oficio -y parece ser que tenía toda la razón-, pero una vez consagrado ya no había remedio; siempre atribuyeron su negativa a una humildad excesiva. Lo consagró obispo para Grenoble el papa Gregorio VII, en el año 1080, y costeó los gastos la condesa Matilde.

Al llegar a su diócesis se la encuentra en un estado deprimente: impera la usura, se compran y venden los bienes eclesiásticos (simonía), abundan los clérigos concubinarios, la moralidad de los fieles está bajo mínimos con los ejemplos de los clérigos, y sólo hay deudas por la mala administración del obispado. El escándalo entre todos es un hecho. Hugo -entre llantos y rezos- quiere poner remedio a todo, pero ni las penitencias, ni las visitas y exhortaciones a un pueblo rudo y grosero surten efecto. Después de dos años todo sigue en desorden y desconcierto. Termina el obispo por marcharse a la abadía de la Maison-Dieu en Clermont (Auvernia) y por vestir el hábito de san Benito. Pero el papa le manda taxativamente volver a tomar las riendas de su iglesia en Grenoble.

Con repugnancia obedece. Se entrega a cumplir fielmente y con desagrado su sagrado ministerio. La salud no le acompaña y las tentaciones más aviesas le atormentan por dentro. Inútil es insistir a los papas que se suceden le liberen de sus obligaciones, nombren otro obispo y acepten su dimisión. Erre que erre ha de seguir en el tajo de obispo sacando adelante la parcela de la Iglesia que tiene bajo su pastoreo. Vendió las mulas de su carro para ayudar a los pobres porque no había de dónde sacar cuartos ni alimentos, visita la diócesis andando por
Hugo de Grenoble, Santo
Hugo de Grenoble, Santo
los caminos, estuvo presente en concilios y excomulgó al antipapa Anacleto; recibió al papa Inocencio II -que tampoco quiso aceptar su renuncia- cuando huía del cismático Pedro de Lyon y contribuyó a eliminar el cisma de Francia.

Ayudó a san Bruno y sus seis compañeros a establecerse en la Cartuja que para él fue siempre remanso de paz y un consuelo; frecuentemente la visita y pasa allí temporadas viviendo como el más fraile de todos los frailes.

Como él fue fiel y Dios es bueno, dio resultado su labor en Grenoble a la vuelta de más de medio siglo de trabajo de obispo. Se reformaron los clérigos, las costumbres cambiaron, se ordenaron los nobles y los pobres tuvieron hospital para los males del cuerpo y sosiego de las almas. Al final de su vida, atormentado por tentaciones que le llevaban a dudar de la Divina Providencia, aseguran que perdió la memoria hasta el extremo de no reconocer a sus amigos, pero manteniendo lucidez para lo que se refería al bien de las almas. Su vida fue ejemplar para todos, tanto que, muerto el 1 de abril de 1132, fue canonizado solo a los dos años, en el concilio que celebraba en Pisa el papa Inocencio.

No tuvo vocación de obispo nunca, pero fue sincero, honrado en el trabajo, piadoso, y obediente. La fuerza de Dios es así. Es modelo de obispos y de los más santos de todos los tiempos.

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