Nazaret es uno de los lugares de Tierra Santa que se visita con más emoción. Concretamente, la gruta de la Anunciación. Aquà el Verbo se hizo carne, reza una inscripción de la Gruta, con la importancia que el adverbio aquà tiene en Tierra Santa. En el Antiguo Testamento se dan muchos encuentros de Dios con el hombre. En Nazaret se realiza el primer encuentro de Dios con el hombre en el Nuevo Testamento.
Y se realizará en MarÃa, la dulce doncella de Nazaret. Para redimir al hombre, va a tener lugar la Encarnación del Verbo. Para ello se pedirá a MarÃa su colaboración. Y MarÃa prestará su asentimiento, ofrecerá su carne y su sangre generosamente. Y nacerá Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
El Gran Mensajero, ExcelentÃsimo Embajador San Gabriel, Patrono de los Diplomáticos y Embajadores, es él encargado de trasladar el Mensaje más trascendental de la historia. El Mensaje lo recibe MarÃa: «Dios te salve, llena de gracia... Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. MarÃa dijo al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues no conozco varón? El ángel le contestó: El EspÃritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del AltÃsimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será Santo, y será llamado Hijo de Dios».
Se percibe en el diálogo serenidad y tensión. Silencio y reflexión de parte de la Virgen. Respeto y espera de parte del ángel. La propuesta está hecha. Pero Dios no quiere forzar la voluntad de MarÃa, que pudo haber rechazado lo que se le proponÃa. «No pudo ser negado a la segunda Eva lo que a la primera fue concedido: la posibilidad de decir sà o no» (Cabodevilla).
MarÃa sigue en silencio. El ángel sigue esperando. Y con él, todo el mundo. «Todo el mundo está esperando, Virgen Santa, vuestro sÃ. No detengáis más ahà al mensajero dudando. Dad presto consentimiento. Sabed que está tan contento de vuestra persona Dios, que no demanda de Vos sino vuestro asentimiento» (Cristóbal de Castillejo).
La actitud de MarÃa es activa y reflexiva. No se precipita. Pero cuando comprende que es la voluntad de Dios, se entrega sin reservas. «He aquà la esclava del Señor. Hágase en mà según tu palabra... Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». Estamos aquÃ, más aún que en Belén, en el punto cero de la historia nueva. Por el Sà de MarÃa se ha realizado el Gran Encuentro, el mayor prodigio de la historia de todos los tiempos.
En la Biblia hay cuatro Fiat o Hágase que son las cuatro columnas del universo. Cuatro misterios en una palabra: Fiat. En los labios de la Trinidad, Creación. En los labios de MarÃa, Encarnación. En los labios de Cristo - en Getsemanà - Redención. En nuestros labios - en el Hágase del Padrenuestro - Salvación a través de la santificación. Son necesarios los tres primeros Fiat. Necesario también el cuarto: sólo mi Fiat completa la redención, como dice San Pablo. ¡Gracias, Madre, por haber dicho que sÃ!
La Encarnación es un misterio dinámico. Cristo desea vivirla otra vez en nosotros. La Beata Isabel de la Trinidad deseaba ser para el Señor como una humanidad complementaria, en la que se realizara de nuevo la Encarnación del Verbo. Cuando un alma responde Sà a Dios, Él baja al mundo.
El Evangelio debe repetirse en nosotros. También en nuestra vida hay ángeles, apariciones, mensajes, que podemos captar o se nos pueden escapar. Este es el dilema: conectar o no conectar. Cooperar o no cooperar. ¡Cuántas anunciaciones en nuestra vida, si supiéramos conectar con la onda de Dios!
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