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lunes, 30 de enero de 2012

Lesmes (Adelelmo), Santo


Abad, 30 de enero
Lesmes (Adelelmo), Santo
Lesmes (Adelelmo), Santo
Martirologio Romano: En la ciudad de Burgos, en Castilla la Vieja, región de España, san Lesmes (Adelelmo), abad, que convirtió en monasterio la capilla de San Juan y el hospital de pobres contiguo (1097).
San Lesmes es un santo tan burgalés como el Cid, su contemporáneo, y cuyo sepulcro se venera en la iglesia de su nombre en Burgos, ciudad de la que es patrono. Ahora bien, como suele ocurrir con los santos, su lugar de nacimiento es muy otro, y al saber que Lesmes es una adaptación fonética de Adelelmo, quizás empiece a sonarnos a menos castizo y castellano. En realidad era del otro lado de los Pirineos, de Loudun, en el Poitou, y debía de llamarse Adelelme, o, aún más, a la francesa, Aleaume. Nació de una familia acaudalada, y después de repartir sus bienes entre los pobres vistió las ropas de uno de sus antiguos criados y fue en peregrinación a Roma.

Más tarde fue monje y llegó a ser abad del monasterio de La Chaise-Dieu, fundada por el san Roberto, en la Auvernia, hasta que Constanza, que era de origen borgoñón, la esposa del rey castellano Alfonso VI, le llamó a España para introducir la liturgia romana en sustitución de la mozárabe.

Lesmes fundó en Burgos el monasterio benedictino de San Juan Evangelista, y allí se dedicó a atender a las necesidades de los peregrinos de Santiago, quizá recordando los lejanos tiempos en que él también peregrinaba, y al cuidado de los enfermos. El despliegue de caridad religiosa al servicio de todos y especialmente de los enfermos, hasta su muerte el año 1097, le mereció el ser considerado por Burgos como su Santo Patrono. Este francés, al que imaginamos siempre con los severos, rígidos trazos de la iconografía románica, se identificó tanto con su ciudad de adopción que casi hemos llegado a olvidar que vino de otras tierras; para hacer a Castilla y a España más universal, según el modelo de Roma, y para fundirse servicialmente con la etapa de Burgos en el camino de Santiago, viendo cómo su nombre se iba transformando en boca de los burgaleses, haciéndose pronunciable para ellos, hasta quedar convertido en un signo más de su entrega total a una misión.

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