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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Solo por un rato apaguemos el televisor


Apaguemos por una rato el televisor y gocemos del precioso regalo de conocer mejor a nuestros seres queridos y que ellos también nos conozcan a nosotros
Solo por un rato apaguemos el televisor
Solo por un rato apaguemos el televisor
Solo por un rato apaguemos el televisor .Ese rato que les corresponde a nuestros seres queridos, ese rato cuando la familia, dispersa durante el día, se reúne en el hogar y el aparato, que sigue encendido, no nos deja conversar, no nos deja tener comunicación, no nos deja mirarnos a los ojos unos a otros y preguntarnos: -¿cómo te ha ido?, ¿cómo estás?...¡cuéntame,... ¿cómo fue tu día?. Nada, el aparato sigue encendido perpetuamente y es el "ojo maligno" que nos hipnotiza, que nos absorbe, que nos lleva por otros mundos, muchos mundos, todos menos el nuestro propio e irrepetible.

No tenemos animadversión por este aparato porque realmente es un medio importante de comunicación y de fácil entretenimiento, pero...¡cuidado!, todo con medida es bueno pero bien podemos caer en ser adictos a él, a esa ventana y a ese sonido sin el cual podríamos llegar a sentirnos vacíos, ¡qué triste sería eso!.

Los niños necesitan una dosificación de ese medio y no digamos los videojuegos y consolas, donde frente a ellos se les ve como enajenados y perdidos en ese mundo que los atrapa irremisiblemente y los hace ausentes para todo lo demás, para todo los que les rodea.

No nos damos cuenta pero es grave, muy grave lo que nos está pasando. Los padres no pueden platicar con los hijos porque a los hijos les gusta mucho más ver caricaturas- de personajes horribles y violentos-, eso cuando son niños, cuando adolescentes, prefieren estar en su cuarto viendo "sus programas" tanto ellas como ellos, muchas veces eróticos y pornográficos.

El esposo llega y la esposa está absorta y como petrificada. Contesta con puros " hum, hum..." pues no quiere perderse los complicados entresijos que padecen los personajes de la telenovela de la noche y el esposo tienen que someterse a la tortura del último capítulo para poder cenar y esperar a que pasen la últimas noticias del día, por cierto con un horario ya muy tarde por causa de la novelita.

Cuando llega el día de descanso tampoco él está libre de culpa. En lugar de salir a los parques, museos, etcétera, o simplemente a una nevería y convivir con toda la familia, es frecuente que el padre se siente frente al televisor y desde el principio del día hasta su final… pasan los juegos deportivos, buscados por todos los canales incesantemente, ante sus ojos, casi sin pestañear y sin decir una sola palabra... y no hablemos del fútbol...¡Oh,el fútbol!.

Y con ese "reencuentro" tan distante, tan alejado del interés de los unos y los otros, se va pasando la vida...

La buena música o los libros se van empolvando, sin que nadie la oiga, sin que nadie los lea. ¡Son hermosos pero ya no hay tiempo para leer, la televisión nos da ya todo hecho!.Y la conversación, la sobremesa, la reunión familiar para hablar de diferentes temas ... todo eso se ha olvidado. Por favor, apaguemos por una rato el televisor y gocemos del precioso regalo de conocer mejor a nuestros seres queridos y que ellos también nos conozcan a nosotros.

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