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viernes, 25 de noviembre de 2011

LA ALIMENTACIÓN DE LA FE


Ya sabemos que, para robustecer nuestro cuerpo, hemos de llevar una vida equilibrada, una dieta sana y, sobre todo, no abusar de ciertos alimentos que pueden producir una alteración en nuestro organismo.

¿Ocurre lo mismo con la fe? Por supuesto que si. No hace muchos días una persona, en un programa de radio, decía: “para ser bueno no hace falta ir a misa”.

Esta opinión, que la hemos podido ir en variadas circunstancias, nos tendría que llevar a pensar varias cosas:

a) A misa no se va para ser más bueno o menos malo. A la eucaristía se va porque Dios habla a través de su Palabra.

b) La vida cristiana no consiste (solamente) en ser bueno. Exige, además, llenarnos del Espíritu de Dios; de preguntarnos ¿qué querrá Dios de mí?

c) Ser amigo de Jesús, nos exige (además de hacer el bien) no mirar a quien se hace.

¿Cómo podemos conseguir todo ello? La oración, la eucaristía, la Palabra, la contemplación, los sacramentos son una DIETA imprescindible para ser fuertes en la fe. Lo demás, son excusas para no alimentarnos de Dios y llenarnos con las cosas del mundo.

María:

En Nazaret te llenaste de Dios, escuchaste su mensaje

En tu “SI” dijiste que, Dios era lo más grande de tu vida

Hoy, en este mes de mayo, queremos darte las gracias porque, Tú, nos llevas siempre al encuentro con Jesús.

Sabes, como Madre, que muchos cristianos están débiles porque se han apartado del alimento de la fe: la eucaristía, la Palabra, los sacramentos.

Haz que nosotros, tus hijos, sepamos valorar cada día más lo importante que es para nuestra vida cristiana estar en contacto con el Señor.

Y, además, que nuestra amistad con Jesús produzca frutos en nuestra forma de pensar, obrar y ser.

Amén

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