Lucas 19, 41-44. Tiempo Ordinario. Y es que el hombre, la criatura que Dios ama con ternura, puede destruirse a sí mismo. | |
Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita». Oración introductoria Señor, ayúdame a comprender en esta oración lo que puede conducirme a la paz y a la auténtica felicidad. Abre mi mente y mi corazón, aumenta mi fe, acrecienta mi confianza, inflámame de tu amor y ayúdame a aprovechar esta oportunidad que me das para encontrarme contigo en esta meditación. Petición Jesús, ayúdame a evitar todo lo que te ofende y a agradarte con amor en mi comportamiento de cada día. Meditación del Papa Aquellos jóvenes fueron un signo de alegría auténtica, a veces rumorosa pero siempre pacífica y positiva. A pesar de que fueron tantos, no causaron desórdenes ni ningún daño. Para estar alegres no necesitaron recurrir a modos descomedidos y violentos, al alcohol y a sustancias estupefacientes. Reinaba en ellos la alegría de encontrase y descubrir juntos un mundo nuevo. ¿Cómo no hacer una comparación con sus coetáneos que, en busca de falsas evasiones, consuman experiencias degradantes que desembocan no raramente en tragedias desconcertantes? Este es un producto típico de la llamada actualmente "sociedad del bienestar" que, para colmar un vacío interior y el aburrimiento que lo acompaña, induce a probar experiencias nuevas, más emocionantes, más "extremas". Incluso las vacaciones corren así el riesgo de disiparse siguiendo en vano espejismos de placer. Pero de este modo el espíritu no reposa, el corazón no experimenta alegría y no halla paz, al contrario, termina por estar todavía más cansado y triste que antes. Me he referido a los jóvenes, porque son los más sedientos de vida y experiencias nuevas, y por ello también los que corren mayor riesgo. Pero la reflexión vale para todos nosotros: la persona humana se regenera verdaderamente sólo en la relación con Dios, y a Dios se le encuentra aprendiendo a escuchar su voz en la quietud interior y en el silencio (Benedicto XVI, 10 de agosto de 2010). Reflexión Jesús llora por Jerusalén. Y profetiza una realidad que seguimos contemplando hoy. Existe división, existen enfrentamientos, existe desencuentro, existen guerras. A lo largo de todo el Antiguo Testamento la tierra prometida ha sido un punto de referencia, una esperanza y hasta cierto punto la garantía de un pueblo. Sin embargo, no es suficiente para la salvación, la tierra no deja de ser un lugar y sus miembros los responsables de lo que en ella sucede. El pasaje de hoy parece sorprendente. Por un lado Jesús profetiza una realidad negativa de este mundo y por otro llora por el presente y el futuro de un pueblo. Jesús ama su tierra, ama a su pueblo y sufre por lo que no ve en él. El enfrentamiento es consecuencia de no entender lo que conduce a la paz, de obstinarse en creer que la paz global no es el resultado de la paz con uno mismo. Quizás, cuando Jesús llora, esta teniendo presente todas las guerras que se sucederán en el tiempo, todo el dolor que el hombre se produce a sí mismo. Y es que el hombre, la criatura que Dios ama con ternura, puede destruirse a sí mismo. Podemos pensar en la guerra como en algo lejano en el espacio y en el tiempo, algo ajeno a nuestra realidad cotidiana. Y algo por lo que no podemos hacer mucho. Sin embargo nosotros podemos ser ángeles de paz o demonios de guerra. Porque la guerra en definitiva es el odio, es el rencor, el tomarse la justicia por su mano. Cuando no perdonamos una falta de caridad que han tenido con nosotros, cuando guardamos y recordamos el mal que nos han hecho, no estamos entendiendo lo que conduce a la paz. Porque el hombre tiene un sentido de la justicia limitado y sobretodo imposible de realizar de modo exclusivamente horizontal. Porque nosotros somos limitados y vamos a fallar muchas veces, vamos a herir, aun sin intención, y vamos a ser heridos. No podemos aplicarnos un sentido de la paz irrealizable. Jesús llora porque nos obstinamos en no aceptar las normas flexibles del amor. Propósito Buscar la paz, que es fruto del amor y del perdón, de la comprensión y de la lucha por mejorar y amar sin medida. Jesús llora porque nos obstinamos en no aceptar las normas flexibles del amor. |
*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
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