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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Espiritualidad - Reflexiones






Lectura del libro primero de los Reyes 19,9a. 11-13a.

En aquellos días, al llegar Elías al monte de Dios; al Horeb, se refugió en una gruta. El Señor le dijo:

-Sal y aguarda al Señor en el monte, que el Señor va a pasar.

Pasó antes del Señor un viento huracanado, que agrietaba los montes y rompía los peñascos: en el viento no estaba el Señor. Vino después un terremoto, y en el terremoto no estaba el Señor. Después vino un fuego, y en el fuego no estaba el Señor. Después se escuchó un susurro.

Elías, al oírlo, se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la gruta.

Palabra de Dios.


SALMO: Sal 84,9ab-10. 11-12. 13-14

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor.
Dios anuncia la paz.
La salvación está ya cerca de sus fieles
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la Justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.



Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 9,1-5.

Hermanos:

Como cristiano que soy, voy a ser sincero; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo.

Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según lo humano, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.

Palabra de Dios.



+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo 14,22-33.

Después que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.

Jesús les dijo en seguida:
-¡Animo, soy yo, no tengáis miedo!
Pedro le contestó:
-Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.
El le dijo:
-Ven.

Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
-Señor, sálvame.
En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: -¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?
En cuanto subieron a la barca amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él diciendo:
-Realmente eres Hijo de Dios.

Palabra del Señor.

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