viernes, 25 de noviembre de 2011

“ENTUSIASMO”



El entusiasmo, según su etimología, significa El entusiasmo es inspiración divina. Una persona con entusiasmo se comporta con alegría, contento, regocijo, para llevar a efecto su ideal, su proyecto de vida y cualquier actividad por sencilla o difícil que ésta sea.

La inspiración divina que movía a los profetas era la fe en algo o alguien. Esa fuerza divina se manifiesta en la viveza, en la entrega a los demás, en el poder con que se habla, se testimonia, se sirve y se vive la propia vida.

Encontrarse con personas entusiastas es un don de Dios, y mucho más cuando éstas testimonian con sus vidas el ideal que se han propuesto.

El entusiasmo allana dificultades, quita obstáculos, abre puertas, llena los corazones, disipa las angustias y tristezas, nos acerca más al Evangelio y al mensaje de Jesús.

Los hombres, frente al pesimismo y la desesperanza, necesitan creyentes que proyecten entusiasmo.

El entusiasmo por la vida es un valor fundamental.

La vida está llena de sorpresas.

Hay días buenos y malos.

Hay problemas y desgracias que nos hacen sufrir, nos mantienen alerta, nos hacen compañía y, con frecuencia, nos ayudan a mostrar a los demás lo mejor de nosotros mismos.

El hombre entusiasta no tiene miedo a las pequeñas limitaciones de la vida; las afronta con alegría y optimismo; y, de la dificultad, sabe sacar, como el entallador, una bella rosa de amor.

Virgen María:

Enséñanos a no tener miedo, a estar siempre dispuestos a afrontar las dificultades, a no dejarnos llevar por las influencias de unos y otros, a vivir la vida con esa fuerza interior con que Tú la viviste, a vivir con entusiasmo y esperanza la misión que a cada uno nos ha sido encomendada. Así daremos testimonio a nuestros hermanos y contribuiremos con entusiasmo a la construcción del Reino de Dios.

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