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miércoles, 30 de noviembre de 2011

El silencio de Dios




Este es un hermoso mensaje que recibí por E-mail. Aunque desconozco al autor, estoy seguro que su finalidad de divulgar este mensaje ampliamente se está cumpliendo. Disfrutenlo por favor.!!!

EL SILENCIO DE DIOS

Cuenta una antigua Leyenda Noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, quien cuidaba una Ermita. A ella acudía la gente a orar con mucha devoción.

En esta ermita había una cruz muy antigua. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algún milagro. Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodillo ante la cruz y dijo:

“Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.” Y se quedo fijo con la mirada puesta en la Efigie, como esperando la respuesta.

El Señor abrió sus labios y hablo. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:
“Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición.”

*Cual, Señor?, - pregunto con acento suplicante Haakon.

**Es una condición difícil?

!Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!, - respondió el viejo ermitaño.

Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardarte en silencio siempre.

Haakon contesto: “Os, lo prometo, Señor!” Y se efectuó el cambio.

Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado con los clavos en la Cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y este por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.

Pero un día, llego un rico, después de haber orado, dejo allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y callo. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropio de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postro ante el poco después Para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho se la había apropiado. El rico se volvió al joven y le dijo iracundo:

! Dame la bolsa que me has robado!.

El joven sorprendido, replico:

!No he robado ninguna bolsa!. !No mientas, devuélvemela enseguida!.

Le repito que no he cogido ninguna bolsa! , afirmo el muchacho. El rico arremetió, furioso contra el. Sonó entonces una voz fuerte: ! Detente! El rico miro hacia arriba y vio que la imagen le hablaba.

Haakon, que no pudo permanecer en silencio, grito, defendió al joven, increpo al rico por la falsa acusación. Este quedo anonadado, y salió de la ermita. El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje.

Cuando la ermita quedo a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo:

Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio”.

“ Pero, - dijo Haakon - , *Como iba a permitir esa injusticia?”.

Se cambiaron los oficios. Jesús ocupo la Cruz de nuevo y el ermitaño se quedo ante la Cruz.

El Señor, siguió hablando: “Tu no sabias que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre, por el contrario, tenia necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para el resultaría fatal.

Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y el ha perdido la vida.

Tu no sabias nada. Yo si. Por eso callo.

Y el Señor nuevamente guardo silencio”.

Muchas veces nos preguntamos por que razón Dios no nos contesta..? Por que razón se queda callado Dios?. Muchos de nosotros quisiéramos que el nos respondiera lo que deseamos oír... pero, Dios no es así. Dios nos responde aun con el silencio... Debemos aprender a escucharlo. Su Divino Silencio, son palabras destinadas a convencernos de que, el sabe lo que esta haciendo.

En su silencio nos dice con amor;

!CONFIAD EN MI, QUE SE BIEN LO
QUE DEBO HACER!

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