FRANCISCO RAFAEL DE PASCUAL, monje cisterciense, CÓBRECES (CANTABRIA).
De todo hay en la viña del Señor. Y también se puede opinar de todo. Se puede escribir de todo. Pero en todo lo que se escribe hay que conservar la sabiduría de elegir las palabras: los nombres, adjetivos y los verbos.
No quisiera herir a nadie; pero leo cosas que hieren. Hay verdades que hieren, y no me conformo con el dolor. Hay quienes parecen disfrutan proyectando sombras en medio de la luz. Y no acepto con serenidad que se hable en nombre de otros. No me agradan, lo siento, zelotas y fariseos que administran las verdades, las luces y las sombras, las creencias y sentimientos de otros.
Convivo, comparto, consufro y me alegro con mis amigos, leo y estudio, y no necesito tanto intérprete de nuestro celibato, monástico o sacerdotal, libremente asumido, vivido en la entrega y descubrimiento del afán y del amor de cada día, tropiezo y me levanto con la ayuda de quien tiene todo el tiempo del mundo para estar a mi lado, me acerco a los otros sin reservarme nada para mí, y en la entrega recibo más complementos de los que nunca hubiera programado.
No me comparo con otros, sé los peligros que corro y las metas que he cruzado. Estudio filosofía y sé qué son los sofismas, conozco un poco el corazón humano y sé que es de cada uno.
No quiero que me interpreten lo que yo también leo y puedo encontrar en cualquier libro. Ya lo he leído. Ya me lo sé. Está escrito. Pero lo que hay en el corazón de cada uno es siempre nuevo. Y en mi corazón hay más alegría que si abundara en trigo y en vino. Me he acostumbrado al vino de solera, al pan bien cocido. Y lo comparto con quien llega a mi mesa como una sorpresa.
No quiero que nadie me quite los invitados a mi mesa. No quiero que nadie les advierta ni les muestre atajos. Que vengan ellos solos libremente. El corazón no se atiene a razones, lo sabemos, aunque estén escritas en los libros, decretadas en los concilios y avaladas por los santos padres: nadie es bueno porque lo digan los santos padres, los concilios o los libros. Es bueno porque quiere ser bueno.
Amo quia amo. Amo porque amo dijo Agustín y copiaron los medievales. Soy como soy porque quiero serlo, porque lo he elegido, porque es mi aventura, y mi aventura es mía.
No quiero que me den guías-útiles, no quiero que me recomienden lugares, no quiero que me programen rutas.
No quiero que me convenzan de nada. Como dije antes, tengo mis amigos, y entre nosotros, como dijo Elredo de Rieval, está Él como uno más.
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