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domingo, 30 de octubre de 2011

Rezando con el Padre Pío

pio
HACER EL BIEN

“Jesús nos llama con sus divinas inspiraciones y se nos comunica con su gracia.”

“¿Cuantas veces él nos ha invitado?”

“¿Y con que rapidez le hemos contestado?”

“No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. Del bien de después están llenos los sepulcros…, y además, ¿quien nos dice que viviremos mañana?. Escuchemos la voz de nuestra conciencia, la voz del profeta rey: Si escucháis hoy la voz del Señor, no cerréis vuestros oídos. Levantémonos y atesoremos, porque sólo el instante que pasa está en nuestras manos. No queramos alargar el tiempo entre un instante y otro, que eso no está en nuestras manos.”

“Comencemos hoy, hermanos a hacer el bien, que hasta ahora no hemos hecho nada”.

Padre Pío

***

SÚPLICAS DE S. S. JUAN PABLO II (Siervo de Dios)
“Enséñanos también a nosotros, te pedimos, la humildad del corazón para formar parte de los pequeños del Evangelio, a quienes el Padre les ha prometido revelar los misterios de su Reino.

“Ayúdanos a rezar sin cansarnos nunca, seguros de que Dios conoce lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos.

“Danos una mirada de fe capaz de capaz de reconocer con prontitud en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.

“Apóyanos en la hora del combate y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.

“Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y nuestra”.

“Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria bienaventurada, donde esperamos llegar también nosotros para contemplar para siempre la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

(Oración pronunciada por Juan Pablo II en la Misa de canonización del padre Pío celebrada el 16 de Junio de 2002)


Oración que resume la mística del PADRE PÍO


“La voluntad es la única puerta por la que puede entrar el demonio en nuestra alma; fuera de ella no existe ninguna otra secreta”. P. Pío

- Quédate conmigo, Señor, porque es necesario tenerte presente para no olvidarte.

- Quédate conmigo, Señor, porque soy débil y tengo necesidad de Tú fortaleza para no caer tantas veces.

- Quédate conmigo, Señor, porque Tú eres mi vida y sin Ti disminuye mi fervor.

- Quédate conmigo, Señor, porque Tú eres mi luz y sin Ti quedo en tinieblas.

- Quédate conmigo, Señor, para mostrarme Tu voluntad.

- Quédate, Señor, conmigo, para que oiga Tu voz y la siga.

- Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y estar en Tú compañía.

- Quédate conmigo, Señor, si quieres que sea fiel.

- Quédate conmigo, Señor, porque aunque mi alma sea tan pobre, desea ser para Ti un lugar de descanso, un nido de amor. . .!

- Quédate Jesús, conmigo porque se hace tarde y el día declina. . . Esto es la vida, se acerca la muerte, el juicio, la eternidad. . .

- Quédate conmigo. . . me es necesario doblar mis fuerzas a fin de no desfallecer en el camino y para esto tengo necesidad de Ti.

- Se hace tarde y viene la muerte.

- Me inquietan las tinieblas, las tentaciones las arideces, las cruces, las penas. . . ¡ Oh cuanta necesidad tengo de Ti!.

- Haz que te conozca, como tus discípulos, al partir el pan. Esto es que la unión eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza, que me sostenga y la única alegría de mi corazón. . .

- Quédate, Señor, conmigo, porque cuando llegue la muerte quiero estar unido a Ti, si no realmente por la Santa Comunión, al menos por la gracia y por el amor. . . !

- ¡Quédate, Jesús, conmigo! . . . No te pido Tu Divina consolación, porque no la merezco, pero el don de Tu Santísima presencia. . . ¡Oh si, te lo pido!.

- ¡Quédate, Señor, conmigo! A Ti solo busco: Tu amor, Tu gracia, Tu voluntad, Tu Corazón, Tu Espíritu, porque te amo y no quiero otra recompensa que amar.

- Quiero un amor ferviente y profundo.

- Quiero amarte con todo mi corazón, aquí en la Tierra para seguir amándote con perfección por toda la eternidad. Así sea.

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