*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
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lunes, 12 de septiembre de 2011
El Evangelio según Lucas
Autor: Lucas
Fecha: 59-75 d.c
Tema: Jesús el salvador del mundo
Palabras clave: Oración, acción de gracias, gozo, salvación, reino, espíritu santo, arrepentimiento.
Autor
Tanto el estilo como el lenguaje del Evangelio de Lucas y los Hechos de los Apóstoles ofrecen suficiente evidencia de que la misma persona escribió las dos obras. El «primer tratado» de Hechos 1.1 parece ser una referencia al tercer Evangelio, como si fuera el primero de una serie de dos volúmenes, y la dedicatoria a Teófilo también constituye un fuerte argumento en favor de una autoría común. Como la tradición de la Iglesia atribuye unánimemente estas dos obras al médico Lucas, un compañero cercano de Pablo (Col 4.14; Flm 24; 2 Ti 4.11), y como la evidencia interna apoya este punto de vista, no hay razones para disputar la autoría de Lucas.
Fecha
Los especialistas, que consideran que Lucas utilizó el Evangelio de Marcos como fuente para escribir el suyo, fechan el tercer Evangelio en los años 70 d.C. Otros, sin embargo, señalan que Lucas lo escribió antes que los Hechos, y que lo elaboró durante la primera prisión romana de Pablo, alrededor del año 63 d.C. Como Lucas estaba en Cesarea durante los dos años que Pablo permaneció encarcelado (Hch 27.1), habría tenido durante ese tiempo amplias oportunidades de llevar a cabo las investigaciones que menciona en 1.1-4. Si este es el caso, entonces el Evangelio de Lucas debe ser fechado alrededor de los años 59-60, pero nunca más allá del 75 d.C.
Propósito
Lucas es enfático en declarar que su propósito al escribir este Evangelio es presentar «por orden» (1.3) «todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y enseñar» (Hch 1.1), de manera que Teófilo conociera las evidencias históricas de las enseñanzas que había recibido (1.4). Aunque el Evangelio se dirige específicamente a un individuo, aparentemente alguien en alta posición social, a la vez intenta ofrecer a todos los creyentes la seguridad de que el cristianismo no es uno de los muchos sistemas especulativos a la búsqueda de valores teológicos o éticos, sino un movimiento vinculado a un acontecimiento histórico.
Lucas basa la certeza y la exactitud de su obra sobre cuatro argumentos: 1) su preocupación por los orígenes del movimiento, otorgando prioridad a los testigos presenciales (v. 2); 2) su deseo de hacer conocidas «todas las cosas»; 3) la secuencia cronológica, o relato ordenado de los acontecimientos; y 4) la exactitud o veracidad de las cosas (v. 4).
Para lograr este propósito, Lucas traza en sus dos volúmenes un cuadro del movimiento cristiano desde sus orígenes con Jesús de Nazaret, hasta su transformación en una comunidad universal que trasciende los límites de la nacionalidad judía, y abarca a judíos y gentiles por igual. Lucas presenta a Jesús, no como un mero Mesías judío, sino como el Salvador del mundo.
Contenido
Un rasgo distintivo del Evangelio de Lucas es su énfasis en la universalidad del mensaje cristiano. Desde la canción de Simeón, alabando a Jesús como «una luz... a los gentiles» (2.32), al mandato del Señor resucitado de predicar «a todas las naciones» (24.47), Lucas acentúa el hecho de que Jesús no es solamente el libertador de los judíos, sino el Salvador del mundo entero.
Para apoyar esta tesis, Lucas suprime mucho material que es estrictamente de carácter judío. Por ejemplo, no incluye el pronunciamiento de condena de Jesús contra los escribas y fariseos (Mt 23), ni la discusión en torno a la tradición judía (Mt 15.1-20; Mc 7.1-23). Tampoco incluye las enseñanzas de Jesús en el Sermón del Monte que tienen directamente que ver con la Ley judía (véanse Mt 5.21-48; 6.1-8, 16-18). También omite las instrucciones de Jesús a los doce para que se abstuvieran de ministrar a los gentiles y samaritanos (Mt 10.5).
Por otro lado, incluye muchas cosas que demuestran la universalidad del cristianismo. Sitúa el nacimiento de Jesús en un contexto romano (2.1, 2; 3.1), a fin de demostrar que los acontecimientos que relata tienen significación para todos los pueblos. En tanto Mateo traza los ancestros de Jesús desde Abraham, Lucas se remonta hasta Adán, vinculando al Señor con toda la raza humana.
Pero también destaca las raíces judías de Jesús. De todos los autores de evangelios, él es el único que recoge la circuncisión y dedicación de Jesús (2.21-24), así como su visita al templo cuando era un muchacho de doce años (2.41-52). Sólo él relata el nacimiento y la infancia de Jesús en el contexto de un piadoso grupo de judíos: Simeón, Ana, Zacarías y Elisabet, quienes se contaban entre el remanente fiel que esperaba «la consolación de Israel» (2.25). A lo largo de su Evangelio, Lucas pone en claro que Jesús representa la consumación de las expectativas del Antiguo Testamento sobre la salvación.
Un versículo clave en el Evangelio de Lucas es 19.10, el cual afirma que Jesús «vino a buscar y a salvar lo que se había perdido». Al presentar a Jesús como el Salvador de todo tipo de personas, Lucas incluye material que no aparece en los otros Evangelios, tal como el relato del fariseo y la mujer pecadora (7.36-50); las parábolas de la oveja perdida, la moneda y el hijo pródigo (15.1-32); la parábola del fariseo y el colector de impuestos (18.9-14); la historia de Zaqueo (19.1-10); y el perdón del ladrón en la cruz (23.39-43).
Lucas hace resaltar las advertencias de Jesús sobre el peligro de las riquezas; y pone de manfiesto su simpatía por el pobre (véanse 1.53; 4.18; 6.20, 21, 24, 25; 12.13-21; 14.13; 16.19-31; 19.1-10).
Este Evangelio hace más referencias a la oración que los otros. Lucas enfatiza especialmente la vida de oración de Jesús, al relatar siete ocasiones en que Jesús ora que no aparecen en ninguno de los otros Evangelios (véanse 3.21; 5.16; 6.12; 9.18, 29; 11.1; 23.34, 46). Sólo Lucas contiene las lecciones del Señor sobre la oración que se ofrecen en las parábolas del amigo inoportuno (11.5-10), el juez injusto (18.1-8) y el fariseo y el publicano (18.9-14). Además, el Evangelio abunda en notas de alabanza y acción de gracias (véanse 1.28, 46-56, 68-79; 2.14, 20, 29-32; 5.25, 26; 7.16; 13.13; 17.15; 18.43).
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