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sábado, 10 de septiembre de 2011

Adoración al Santísimo Sacramento del Altar

ADORACIÓN

Rostro de Nuestro SeñorEterno Padre, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha salvado, aún contra mi propia voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios mío, por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mí. La única recompensa que puedo darte en retribución de todo lo que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria.
Estoy delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y quiero permanecer en tu adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi consagración y entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.
Jesús bendito, estoy frente a Ti y quiero arrancar a Tu Divino Corazón innumerables gracias para mí y para todas las almas, para la Santa Iglesia, tus sacerdotes y religiosos. Permite, oh Jesús, que estas horas sean verdaderamente horas de intimidad, horas de amor en las cuales me sea dado recibir todas las gracias que Tu Corazón divino me tiene reservadas.
Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, me uno a Ti y te suplico me hagas partícipe de los sentimientos de Tu Corazón Inmaculado.
¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores.


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Invocación al Espíritu Santo

para cuando comenzamos la adoración

Espíritu Santo que aleteabas por encima de las aguas primordiales

y pusiste orden en el caos.

Espíritu Santo que has hablado desde antiguo por boca de los profetas,

que te manifestaste en el susurro suave de una brisa en el Horeb

mostrando tu intimidad con Elías,

y en el fuerte viento de Pentecostés, mostrando tu fuerza y tu poder.

Tú que eres el Amor,

quien nos enseña toda la verdad.

Tú que obraste en el seno de la Virgen, que ya estaba plena de Ti en su corazón,

concibiendo en la carne al Hijo de Dios.

Tú que por las palabras del sacerdote traes al mismo Hijo en el altar:

Ven, ahora, con tu poder y en la íntima amistad.

Ven, llénanos de Ti, Santo Espíritu.

Sopla sobre nuestras vidas

y despeja toda tiniebla.

Llénanos con tu luz. ¡Ilumínanos!

Trae la santidad a nuestras vidas

y haz de nosotros esos adoradores que busca el Padre:

en espíritu y en verdad.

Ven, para que adorando demos testimonio de Jesucristo.

Ven, en el Nombre de Jesús, por la intercesión de María.

¡Ven, Espíritu Santo! ¡Ven!


San Pedro Julián Eymard y sus consejos espirituales sobre la adoración:

“La adoración eucarística tiene como fin la persona divina de nuestro Señor Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento. Él está vivo, quiere que le hablemos, Él nos hablará. Y este coloquio que se establece entre el alma y el Señor es la verdadera meditación eucarística, es -precisamente- la adoración. Dichosa el alma que sabe encontrar a Jesús en la Eucaristía y en la Eucaristía todas las cosas...”.

“Que la confianza, la simplicidad y el amor los lleven a la adoración”.


“Comiencen sus adoraciones con un acto de amor y abrirán sus almas deliciosamente a la acción divina. Es por el hecho de que comienzan por ustedes mismos que se detienen en el camino. Pues, si comienzan por otra virtud y no por el amor van por un falso camino… El amor es la única puerta del corazón”.

“Vean la hora de adoración que han escogido como una hora del paraíso: vayan como si fueran al cielo, al banquete divino, y esta hora será deseada, saludada con felicidad. Retengan dulcemente el deseo en su corazón. Digan: “Dentro de cuatro horas, dentro de dos horas, dentro de una hora iré a la audiencia de gracia y de amor de Nuestro Señor. Él me ha invitado, me espera, me desea”.

“Vayan a Nuestro Señor tal como son, vayan a Él con una meditación natural. Usen su propia piedad y amor antes de servirse de libros. Busquen la humildad del amor. Que un libro pío los acompañe para encauzarlos en el buen camino cuando el espíritu se vuelve pesado o cuando los sentidos se embotan, eso está bien; pero, recuerden, nuestro buen Maestro prefiere la pobreza de nuestros corazones a los más sublimes pensamientos y afecciones que pertenecen a otros”.

“El verdadero secreto del amor es olvidarse de sí mismo, como el Bautista, para exaltar y glorificar al Señor Jesús. El verdadero amor no mira lo que él da sino aquello que merece el Bienamado”.

“No querer llegarse a Nuestro Señor con la propia miseria o con la pobreza humillada es, muy a menudo, el fruto sutil del orgullo o de la impaciencia; y sin embargo, es esto que el Señor más prefiere, lo que Él ama, lo que Él bendice”.

“Como sus adoraciones son bastante imperfectas, únanlas a las adoraciones de la Santísima Virgen”.

“Se están con aridez, glorifiquen la gracia de Dios, sin la cual no pueden hacer nada; abran sus almas hacia el cielo como la flor abre su cáliz cuando se alza el sol para recibir el rocío benefactor. Y si ocurre que están en estado de tentación y de tristeza y todo los lleva a dejar la adoración bajo el pretexto de que ofenden a Dios, que lo deshonran más de lo que lo sirven, no escuchen esas tentaciones. En estos casos se trata de adorar con la adoración de combate, de fidelidad a Jesús contra ustedes mismos. No, de ninguna manera le disgustan. Ustedes alegran a Su Maestro que los contempla. Él espera nuestro homenaje de la perseverancia hasta el último minuto del tiempo que debemos consagrarle”.


“Oren en cuatro tiempos: Adoración, acción de gracias, reparación, súplicas”.

“El santo Sacrificio de la Misa es la más sublime de las oraciones. Jesucristo se ofrece a su Padre, lo adora, le da gracias, lo honra y le suplica a favor de su Iglesia, de los hombres, sus hermanos y de los pobres pecadores. Esta augusta oración Jesús la continúa por su estado de víctima en la Eucaristía. Unámonos entonces a la oración de Nuestro Señor; oremos como Él por los cuatro fines del sacrificio de la Misa: esta oración reasume toda la religión y encierra los actos de todas las virtudes...”:

“1. Adoración: Si comienzan por el amor terminarán por el amor. Ofrezcan su persona a Cristo, sus acciones, su vida. Adoren al Padre por medio del Corazón eucarístico de Jesús. Él es Dios y hombre, su Salvador, su hermano, todo junto. Adoren al Padre Celestial por su Hijo, objeto de todas sus complacencias, y su adoración tendrá el valor de la de Jesús: será la suya.

2. Acción de gracias: Es el acto de amor más dulce del alma, el más agradable a Dios; y el perfecto homenaje a su bondad infinita. La Eucaristía es, ella misma, el perfecto reconocimiento. Eucaristía quiere decir acción de gracias: Jesús da gracias al Padre por nosotros. Él es nuestro propio agradecimiento. Den gracias al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo...


3. Reparación
: por todos los pecados cometidos contra su presencia eucarística. Cuánta tristeza es para Jesús la de permanecer ignorado, abandonado, menospreciado en los sagrarios. Son pocos los cristianos que creen en su presencia real, muchos son los que lo olvidan, y todo porque Él se hizo demasiado pequeño, demasiado humilde, para ofrecernos el testimonio de su amor. Pidan perdón, hagan descender la misericordia de Dios sobre el mundo por todos los crímenes...

4. Intercesión: súplicas
: Oren para que venga su Reino, para que todos los hombres crean en su presencia eucarística. Oren por las intenciones del mundo, por sus propias intenciones. Y concluyan su adoración con actos de amor y de adoración. El Señor en su presencia eucarística oculta su gloria, divina y corporal, para no encandilarnos y enceguecernos. Él vela su majestad para que osen ir a Él y hablarle como lo hace un amigo con su amigo; mitiga también el ardor de su Corazón y su amor por ustedes, porque sino no podrían soportar la fuerza y la ternura. No los deja ver más que su bondad, que filtra y sustrae por medio de las santas especies, como los rayos del sol a través de una ligera nube.

El amor del Corazón se concentra; se lo encierra para hacerlo más fuerte, como el óptico que trabaja su cristal para reunir en un solo punto todo el calor y toda la luz de los rayos solares. Nuestro Señor, entonces, se comprime en el más pequeño espacio de la hostia, y como se enciende un gran incendio aplicando el fuego brillante de una lente sobre el material inflamable, así la Eucaristía hace brotar sus llamas sobre aquellos que participan en ella y los inflama de un fuego divino... Jesús dijo: «He venido a traer fuego sobre la tierra y cómo quisiera que este fuego inflamase el universo». «Y bien, este fuego divino es la Eucaristía», dice san Juan Crisóstomo. Los incendiarios de este fuego eucarístico son todos aquellos que aman a Jesús, porque el amor verdadero quiere el reino y la gloria de su Bienamado”.

¿Qué nos dice nuestra Madre Santísima?
Ya en sus apariciones en Fátima enseñaba a los niños el valor de la adoración y cómo la respuesta al amor de Dios tiene valor de redención. Tal el significado de la oración dada a los pastorcitos: "Dios mío, yo creo en Ti, te adoro, confío en Ti, espero en Ti y te amo. Te suplico que perdones a los que no creen en Ti, no te adoran, no confían en Ti, ni esperan, ni te aman".
Por medio del ángel de Fátima recordamos que la adoración libera el poder de Dios para la conversión del mundo. El mismo ángel, al presentarle a los tres niños el cáliz y la Sagrada Forma, les hizo repetir : "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente, te ofrezco el santísimo cuerpo de Jesucristo, su preciosísima sangre, alma y divinidad presente en todos los tabernáculos del mundo en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencia con que se te ofende. Por los infinitos méritos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María te suplico la conversión de todo el mundo". Postrados en adoración los niños veían la sangre colar de la Hostia en señal del divino sacrificio reparador de las ofensas inferidas a Dios y de la gracia de conversión que descendía para salvación de las almas.

En muchas otras apariciones, la Virgen Santísima recuerda la verdadera y real presencia del Señor en la Eucaristía y la importancia de la adoración. Así, en San Nicolás dice: "Debe ser el Señor único centro de adoración de sus fieles. Es ésta una invitación para adorar a Jesús eucarístico, ya sea con la oración o en solemne silencio. El Señor está allí presente y llega a los corazones anhelantes de su amor. Renovad diariamente, tanto externa como interiormente, este acto de ofrecimiento, como reparación por las almas infieles, por los que, por ignorancia, viven apartados de Dios. Adorad a Jesús y su gracia os envolverá. ¡Alabado sea su Santo Nombre!" (mensaje 1535).

En Medjugorje varias veces se refiere a la adoración. En sus mensajes nos dice: "Adoren al Santísimo sin interrupción", "Enamórense de Jesús en la Eucaristía", "Cuando los fieles adoran al Santísimo reciben grandes gracias y yo siempre estoy allí, junto a ellos en adoración a mi Hijo".

Los grandes santuarios marianos centran su espiritualidad en el culto eucarístico. Entre otros recordemos a Lourdes, Medjugorje, San Nicolás.

En Medjugorje surgieron comunidades religiosas que centran su vida en la adoración y propenden a la adoración perpetua.

El Santo Padre, en su encíclica Incarnationis Mysterium, dice: "Durante 2000 años la Iglesia ha sido la cuna en la que María coloca a Jesús y lo entrega a la adoración y contemplación de todos los pueblos. Que la humildad de la Novia haga que brille aún más la gloria y el poder de la Eucaristía, la que Ella celebra y atesora en su corazón".

La Adoración Perpetua hace, de Cristo, Rey y trae su Reinado sobre la tierra. Él prometió: "Reinaré en cada corazón, en cada hogar, en cada país del mundo entero. Reinaré por el amor omnipotente y todopoderoso de mi Corazón Eucarístico". Como dice el P. Martin Lucia, misionero de la Adoración Perpetua: "En eso consiste el triunfo del Corazón Inmaculado que la Santísima Virgen profetizó en Fátima".

CITAS ACERCA DE LA ADORACIÓN
El Señor está verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento. Él dijo: "Yo soy el pan de vida bajado del cielo" (Jn 6:35). Jesús es fiel a su promesa, Él nos dice: "Sepan que estoy con ustedes hasta el fin de los tiempos" (Mt 28:30).
El Amor debe ser retribuido con amor: "Donde está tu tesoro allí está tu corazón" (Mt 6:21).
Cuando fijas tus ojos en la Sagrada Hostia y miras con los ojos de tu corazón estás viendo al Hijo de Dios que dijo: "La voluntad de mi Padre que me ha enviado es que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él tenga vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día" (Jn 6:40).

GUIA PARA ADORACION DEL SANTISIMO SACRAMENTO

Tal vez haga mucho tiempo que no estás un rato a solas con Jesús en la capilla, o quizás ésta sea la primera vez que te disponés a rezar frente a Jesús expuesto en el Santísimo Sacramento. Por eso pensamos en ofrecerte una guía que puede servirte como orientación.

Lo primero que te sugerimos es que te arrodilles delante de Jesús, lo mires sobre el altar y hagas una breve oración de adoración, en la que reconozcas toda su grandeza como verdadero Hijo de Dios hecho hombre, todo el amor que te ha manifestado a lo largo de tu vida y le pidas que sea El mismo quien disponga tu corazón para poder escucharlo y aceptar sinceramente lo que El quiera decirte.

Ponete más cómodo ahora, te podés sentar, mirarlo e imaginar que estás con Él en Galilea, cerca del lago, con los discípulos y rodeado de toda la gente que lo seguía. Es el mismo Jesús, bajo apariencia de pan, el que está delante tuyo. Imaginándote en ese lugar leé del Evangelio Jn 6,1-13.

Es un episodio conocido, pero te invitamos a que te detengas a pensar algunos detalles:

  • El que dio los panes y los pescados era un muchacho, podría ser un chico de tu edad. Le dio lo que tenía, no era mucho, pero era todo lo que tenía
  • Eran muchos lo que tenían hambre (5000 hombres), por eso se entiende la reflexión de Andrés: "¿Qué es esto para tanta gente?"
  • Jesús toma lo que el muchacho le entrega y da de comer a todos y sobran pedazos todavía
  • Jesús hace un signo maravilloso a partir de la generosidad de un joven

Te proponemos que delante del mismo Jesús te preguntes:

  • ¿Ves el "hambre" de la gente de este tiempo? (hambre material, de justicia, de Dios, de paz ...) ¿O estás cerrado en tus propios problemas?
  • ¿Creés que Jesús puede hacer algo para saciar el "hambre" de la gente?
  • ¿Te das cuenta de que vos tenés muchos "panes" que podés darle a Jesús para que Él los multiplique?
  • ¿Serías capaz de ofrecerle a Jesús tu vida en serio para que Él pueda contar con vos?

Como todos sabemos que a veces nos resulta difícil encontrar las palabras para responder a Jesús y que las fuerzas que tenemos para cumplir nuestros compromisos son muy pocas, te proponemos que acompañes tu respuesta con la siguiente oración:

ALMA DE CRISTO, SANTÍFICAME
CUERPO DE CRISTO, SÁLVAME
SANGRE DE CRISTO, EMBRIÁGAME
AGUA DEL COSTADO DE CRISTO, LÁVAME
PASION DE CRISTO, CONFÓRTAME
OH BUEN JESUS, ÓYEME
DENTRO DE TUS LLAGAS, ESCÓNDEME
NO PERMITAS QUE ME APARTE DE TI
DEL MALIGNO ENEMIGO, DEFIÉNDEME
EN LA HORA DE MI MUERTE, LLÁMAME
Y MÁNDAME IR A TI
PARA QUE CON TUS SANTOS TE ALABE
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMEN

Para terminar tu adoración podés abrirle tu corazón pidiendo lo que necesites y por las intenciones que todos compartimos hoy. En nombre de Jesús te agradecemos que hayas querido compartir este ratito con El y te aseguramos que todos rezaremos por vos.


Oración de Adoración al Santísimo Sacramento

Señor mío Jesucristo,

que por el amor que tienes a los hombres

estas de noche y de día en este Sacramento lleno de piedad y de amor, esperando , llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte,

yo creo que estas presente en el Santísimo Sacramento del Altar,

Te adoro desde el abismo de mi nada

y Te doy gracias por todos los regalos que me has dado,

especialmente por haberme dado en este Sacramento

Tu Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad,

por haberme dado como abogada a Tu Santísima Madre,

la Virgen Maria,

por haberme llamado a visitarte es este momento.

Adoro a Tu Amantísimo Corazón

y deseo adorarlo por tres motivos.

primero, en agradecimiento de esta tan preciosa dádiva,

segundo, para desagraviarte de todas las injurias que recibes de Tus enemigos en este Sacramento y

tercero porque deseo en esta visita

adorarte en todos los lugares de la tierra,

aún en la red, donde estás ahora ante mi oculto y mas abandonado.

Jesús mío, Te amo con todo mi corazón,

perdona todas las veces que Te he ofendido en el pasado

a Tu infinita bondad.

Propongo ayudada de Tu gracia,

enmendarme en el futuro,

y ahora miserable como soy,

me consagro toda a Vos,

te doy y entrego toda mi voluntad,

mis afectos, mis deseos y todo cuanto me pertenece.

De hoy en adelante, haz Señor de mi y de mis cosas

todos lo que Te agrada.

Lo que yo quiero y Te pido es tu amor,

la perfecta obediencia a Tu Santísima voluntad

y la perseverancia final.

Te pido por las almas del Purgatorio,

especialmente las mas devotas del Santísimo Sacramento y de Tu Madre.

En fin mi amado,

uno todos mis afectos y deseos con los de Tu Amorosimo Corazón

y así unidos los ofrezco a Tu Eterno Padre

y te pido en Tu Nombre que por Tu amor los acepte

y mire benigmamente.

Bendice Amado mio a todos los que lean este acto de Adoración.

Amén.





Ver también:
Culto Eucarístico

AdoracionPerpetua.info

Adoración eucarística para la santificación de los sacerdotes y maternidad espiritual

Adoración Eucarística
Exposición del Santísimo

La exposición del Santísimo es la devoción que tiene por objeto la adoración de Cristo Eucarístico. Se fundamenta en la fe en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. La Eucaristía se expone en una custodia (ostensorio) para adoración.

La Exposición al Santísimo ha sido recomendada con frecuencia por los Papas. La vida de los santos está repleta de testimonios de amor al Santísimo y de los maravillosos frutos de la adoración a través de los siglos.

Papa Benedicto XVI (2 marzo,2006)
Sólo querría dar gracias a Dios, pues tras el Concilio, después de un período en el que faltaba algo del sentido de la adoración eucarística, ha vuelto a renacer esta adoración por doquier en la Iglesia, como hemos visto y escuchado en el Sínodo sobre la Eucaristía.

Ciertamente con la Constitución conciliar sobre la liturgia, se redescubrió particularmente toda la riqueza de la Eucaristía, celebrada donde se realiza el testamento del Señor: Él se nos da y nosotros le respondemos dándonos a Él.

Entrar en comunión sacramental, casi corporal, con Él pierde su profundidad y también su riqueza humana si falta la adoración, como acto que sigue a la Comunión recibida.

La adoración es entrar con la profundidad de nuestro corazón en comunión con el Señor que se hace presente corporalmente en la Eucaristía.

40 Horas de adoración
En 1534, en reparación a los ataques de los protestantes contra la Eucaristía, los capuchinos decidieron incrementar la exposición del Santísimo durante los tres días que precedían a la Cuaresma. Estos días popularmente se utilizan en carnavales. Establecieron así cuarenta horas consecutivas de adoración, el tiempo que transcurrió aproximadamente entre la crucifixión y la resurrección de Nuestro Señor. Comenzando en Milán, Italia, la práctica pronto se propagó por todo el país y por el mundo. San Felipe Neri introdujo la devoción en Roma.
Los Papas Pío IV, Clemente VIII y Pablo V la enriquecieron con numerosas indulgencias.

Algunas asociaciones han tomado la adoración perpetua como uno de sus principales fines. Entre ellas está la Archicofradía del Sagrado Corazón de Jesús. La devoción al Sagrado Corazón conduce al encuentro con Jesús Eucarístico. Santa Margarita María Alacoque

La adoración nocturna para hombres comenzó en Nuestra Señora de las Victorias (París), el 6 de diciembre de 1848. Desde París, los centros de adoración nocturna se extendieron por el mundo. En 1875 había en Francia unas sesenta diócesis con adoración perpetua diurna. En cuarenta de ellas había también adoración nocturna.

Testimonio

Me cuenta el párroco de la iglesia de Prato donde está la Adoración Perpetua, que estando él en la capilla de la adoración, siendo las 4 y media de la madrugada, entró un hombre y cayendo de rodillas se echó a llorar. Lloraba con toda su alma. Don Guglielmo, el párroco, se acercó a consolarlo y lo llevó a una sala contigua. Allí el hombre le contó que iba en camino al puente vecino, que está sobre el río, con la intención de acabar con su vida cuando vio la luz de la capilla y sintió una fuerza que lo atraía adentro. Allí, en la penumbra, iluminado estaba el Señor en el Santísimo y se quebró. Iba camino a la muerte y se encontró con Aquel que es la Resurrección y la Vida. Gloria a nuestro Señor!
P. Justo,
noviembre, 2008




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Adoración Eucarística

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