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lunes, 22 de agosto de 2011

San Chárbel Makhluf






Mucho se puede hablar de este santo monje libanés, un ermitaño, discípulo y auténtico reflejo de San Marón, gloria del Líbano y noble bandera de la Iglesia maronita que tiene en él un privilegiado protector. Pero en esta pequeña misiva pastoral poco podemos decir sobre las maravillas de este extraordinario taumaturgo del siglo XX que impacta a quien contempla su abnegada vida.

Nacido, el 8 de mayo de 1828, a los pies de los cedros eternos de la montaña libanesa, se educó dentro de una familia muy humilde pero de una intachable conducta cristiana. De pequeño quedó huérfano de padre, cuando este fue obligado sin piedad a alistarse en el ejército turco dominador y opresor, simplemente porque poseía un burro para el transporte de la provisión militar. Atraído a la vida religiosa por influencia de sus tíos maternos, dos ermitaños que él a menudo visitaba, a los 23 años de edad, dejó furtivamente su humilde casa de Bekacafra y entró a ser monje en la Orden Maronita Libanesa que sigue la santa Regla de San Antonio Abad ", astro del desierto" y "Padre de los monjes". En esta Orden fundada en el Líbano, el año 1695, el Joven "Yusef" que adoptó el nombre Charbel, un mártir del siglo II, buscó el camino de la perfección en la cima del monte de Anaya, donde durante 23 años vivió una rigurosa vida de ermitaño. Alcanzando la cumbre de su santidad en la tierra, el 24 de diciembre de 1898, cerró sus ojos al mundo, valle de lágrimas, para abrirlos en el alto cielo, el día en que su Maestro Jesús nacía en la tierra.

En este año proclamado por la Iglesia maronita como el "año charbeliano", por ser el primer centenario de la muerte de San Charbel, me satisface como pastor, destacar a los ojos de los fieles que tienen una admiración por el ermitaño libanés, los siguientes puntos que nos inspira la ejemplar vida del santo :

CHARBEL EJEMPLO DE VIDA CRISTIANA PARA LOS FIELES

La vocación a la santidad, siendo un llamado para todos los fieles cristianos, la Iglesia al canonizar los santos, no pretende solamente usar su autoridad para afirmar que ellos ya están con certeza en el cielo, sino más bien, la idea de la Iglesia es presentarlos, principalmente, como modelos de vida que es conveniente imitar. Así no pensemos que la vida de un ermitaño atañe solo a los monjes, todos los fieles pueden imitar su espiritualidad inspirada en el Evangelio. Queridos hermanos, a quienes dirijo estas palabras, les pido entrañablemente , que lean con atención y seriedad estas reflexiones del pastor que se refieren a la íntima relación que existe entre la vida de San Charbel y la vida cristiana de toda familia.

En el último encuentro del Santo Padre con la familia, realizado en Río de Janeiro se destaca el papel de la familia, como don y compromiso, como don para la sociedad, el hijo en la familia como el don más excelente y la familia, esperanza de la humanidad. La familia pues, resume toda la realidad de la humanidad, es por sí misma toda una sociedad completa.

No cabe la menor duda que, en su vocación monacal, Charbel debe mucho a su familia, modelo de la modesta familia cristiana de la época , compuesta de padre y madre, esposos ejemplares y cinco hijos que llevaban una vida de santidad, en su aldea humilde , dedicándose al trabajo sagrado y a la oración asidua. La familia del santo nos recuerda, junto a muchas familias en nuestra tierra libanesa, la familia de Pío X , simple, modesta y pobre , pero llena de nobleza, de grandeza moral y de auténtica santidad, características que prepararon José Sarto a ser el futuro Papa San Pío X . Es muy significativo lo que un día dijo la madre del Papa a su hijo cuando este llegó a ser obispo y fue a visitarla, mostrándola con cierto legítimo orgullo su anillo episcopal : mi hijo, este anillo tu lo tienes por que yo llevo en mi dedo este otro anillo; cuidado, hijo, ahora su responsabilidad aumentó. ¡Qué sabiduría de una madre que sabe el valor del anillo, como símbolo del compromiso matrimonial y de la alianza entre la familia y Dios; y cuanta responsabilidad encierra su advertencia al hijo para que no se deje llevar por la vanagloria de este mundo y que tome en serio la dignidad del ministerio eclesial.

En otro cuadro de realidad, una charla de San Charbel con su familia nos ofrece el mismo sentido místico y espiritual de la familia cristiana como lo entendía la familia del papa santo. Ante los reclamos de Briyita, la madre de Yusef y de Tanios, su tío, que vinieron a visitarlo en el Convento de Maifuk donde iba a consagrarse por los votos religiosos, reprochándole la manera, poco usual, de haberlos dejado sin despedirse de ellos, en momentos en que ellos más necesitaban de su ayuda en la familia, Yusef en su respuesta al mismo tiempo firme y respetuosa parecía un Jesús que respondía a María y José cuando lo perdieron y lo encontraron en el templo : " ¿Porqué me buscaban?. ¿No sabían que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". Ellos añade el evangelista Lucas, no entendieron lo que los decía.(Lc 2, 49-50).

- Querida mamá, querido tío, no ignoro lo que les debo, ni la pena que involuntariamente les he causado...pero puesto que el Señor me quiere todo para El, no puedo...ustedes no pueden...decirle que no. Mientras el tío Tanios no le gustaban nada estas palabras, pensando que Yusef, monje, está perdido para su familia, su madre, inspirada por Dios y dominando su dolor maternal, se acercó de su hijo y tomando sus manos en las suyas, le dice como una verdadera madre cristiana : "Si no fueras a ser un buen religioso te diría ¡Regresa a la casa! ¡Pero ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor al estar separada de ti, le digo resignada : Que El te bendiga, hijo mío y que haga de ti un santo!"...(Charbel hombre ebrio de Dios del P. .Paul Daher)

¡Cuantas familias necesitan tener este comportamiento ante la vocación de sus hijos que quieren consagrarse a Dios! La Iglesia de Cristo tiene su riqueza espiritual gracias a estas familias que entienden la voluntad de Dios y la cumplen, armadas con la fe del padre de los creyentes, Abraham, que no vacilaba en sacrificar a su hijo Isaac, si la voluntad de Dios así lo exigía.

Padres, no sean egoístas, dejen sus hijos seguir el camino que Dios traza para ellos. Hijos, no duden en imitar el ejemplo de San Charbel . Jóvenes, tengan el coraje de decir sí a Dios cuando los convoca para su servicio y nunca desistan, de seguir el camino que emprendieron, ante las dificultades y las dudas que puedan surgir a lo largo de su vida. Pues Dios merece toda nuestra generosidad y El es infinitamente más generoso que nosotros. Familias cristianas sepan que siendo "células originales de la vida social" la sociedad humana necesita de su fe, de su generosidad, de su desprendimiento y de la estricta fidelidad a sus compromisos. No olviden que la santidad de la familia es el pilar principal que sustenta nuestra sociedad actual, proclive, en su compleja estructura ideológica, a vivir sin ideales, guiada por la oscura luz del materialismo, sumergida en el pantano del hedonismo y corroída y minada por el apego a los bienes de este mundo que solo pueden conducirnos a la ruina espiritual. Pongámonos, todos, hermanos, bajo la protección de San Charbel y por su intercesión Dios hará de la familia cristiana comprometida con los valores evangélicos, la eficaz "esperanza de la humanidad".

CHARBEL EJEMPLO DE VIDA CONSAGRADA PARA LOS SACERDOTES

Charbel, con 25 años de edad, en 1853 se consagró al Señor por los tres votos religiosos de Obediencia, pobreza y castidad, y tuvo su plena consagración, recibiendo, a la edad de 31 años, el sacramento del sacerdocio, el 23 de julio de 1859 en la sede patriarcal de Bkerke, por la imposición de las manos de Mons. Yusef El-Marid.

En su vida sacerdotal, San Charbel no hizo más que poner en práctica lo que había aprendido de su maestro espiritual y profesor de Teología, el actual Beato Nemtala El Hardini, cuando le dijo : "Ser sacerdote , hijo mío, es ser otro Cristo. Para llegar a serlo no hay más que un camino: ¡el del Calvario! Comprométase sin decaimiento. El lo ayudará". Así Charbel vivió su consagración religiosa y sacerdotal , imitando a Cristo el sacrificado y haciendo de su misa el centro alrededor del cual va a cristalizarse su existencia como sacerdote ermitaño.

Dios llama al sacerdote como llamó a Abraham : "Deja tu tierra natal y la casa de tu padre , y ve al país que yo te mostraré. Yo... te bendeciré. Engrandeceré tu nombre y serás una bendición---y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra" (Gen 12, 1-3). Así Charbel entendió la misión del sacerdote y dejó atrás su casa, su familia y su tierra para dedicarse a ejercer su ministerio dentro de los límites de su vocación monacal. Puede ser que no entendamos su desprendimiento, total y extraño, llegando al punto máximo de ser mal interpretado su comportamiento, cuando recusaba ir a su aldea para celebrar una misa en presencia de su madre vieja que no pudo asistir a su ordenación sacerdotal. Pero el espíritu que lo determinó a tomar esta decisión, como otras tantas decisiones similares, será siempre el secreto de su mística espiritual y el misterio de su santidad. Lo importante es que el sacerdote debe ejercer su ministerio librándose de las ataduras de la sangre para unirse a los lazos de la gracia y así ser dócil a la acción del Espíritu Santo.






En cuanto a las virtudes, que exige la consagración sacerdotal, a saber, la obediencia, la pobreza y la castidad, San Charbel ha sido el modelo que todo sacerdote debe intentar imitar porque el secreto de su santidad fue su estricta fidelidad a sus votos y una vigilancia continua para que el espíritu mundano no contamine la pureza moral que exige el ejercicio del ministerio sacerdotal, en el contacto permanente del sacerdote con las cosas sagradas. Así la obediencia de Charbel, según los testimonios de sus conocidos, ha sido proverbial, su castidad rozaba con la de los ángeles y su pobreza era total emparentada con la pobreza de San Juan de la Cruz y San Francisco de Asís. Además estas tres virtudes, obediencia, pobreza y castidad son la expresión de los tres votos que como clavos, sostienen el sacerdote consagrado, suspendido en la Cruz, como su Maestro.

El centro de gravedad para Charbel en su vida de consagrado es la unión con Dios. El desprendimiento de los bienes terrestres, como el ascetismo riguroso, no son fines en sí mismos, sino, un medio para facilitar la unión con Dios. El mundo visible ya no cuenta para los santos, el renunciamiento a los bienes terrenales es para ellos como los pulmones para el sistema respiratorio. El sacerdote por más que tenga ocupaciones por razón de su ministerio debe empaparse de Dios y tomar ante el Maestro la actitud de María que permanecía a los pies de Jesús para contemplarlo, escucharlo y unirse a El, porque "una sola es necesaria". Así el sacerdote, como el monje no escapa del mundo sino para vivir con Cristo y ser testigo de esa presencia de Dios en el mundo. El silencio, el desierto, son palabras sagradas para el consagrado, son las puertas del santuario donde reside Dios en lo íntima del alma.

Sin la renuncia al mundo no hay ambiente para la vida de oración que nos lleva a la unión con Dios. Orar, para San Charbel era la ocupación cotidiana de toda la vida, sin por esto dejar de realizar otras actividades que exige la naturaleza de la vida monástica o eremítica. Su vida misma era una oración porque, en medio de sus ocupaciones en el orden temporal, él tenía su mente fijada en Dios y el Espíritu Santo actuaba permanentemente a través de sus sentidos, sus pensamientos y en medio de su silencio continuo y voluntario.

Feliz el sacerdote que actúa a imagen de Charbel entregándose a Dios por la oración y poniéndose a disposición del Espíritu Santo, porque su apostolado será altamente fructífero. Cristo se configura en estos sacerdotes que viven continuamente a su pies, en actitud de contemplación y de escucha, como María, sin dejar de realizar las actividades de Marta. La Iglesia no debe preocuparse mucho por la falta numérica de sacerdotes, pero sí, es motivo de alarma, la falta de vocaciones cualitativas, porque la obra de la salvación es divina y solamente pide una colaboración voluntaria del hombre. Cristo continua redimiendo al hombre por su viacrucis y solo necesita de cirineos.

Queridos sacerdotes y consagrados de la Eparquía maronita, que comparten conmigo la ardua tarea de la evangelización, en este vasto territorio argentino, no puedo ofrecerles un modelo de sacerdote mejor que San Charbel, que es la gloria de nuestra Iglesia madre, imiten su gran espíritu sacerdotal y traten en medio de las diversas tareas pastorales que ocupan todo su tiempo a mantenerse unidos a Dios, por la oración, construyendo en su interior un santuario cuyas puertas son el silencio y el desierto, para que en medio de su soledad y de la aridez de sus ocupaciones en el ministerio, puedan permanecer en contacto con Dios, fieles a sus compromisos sacerdotales. LOS DOS AMORES DE CHARBEL : MARIA Y LA EUCARISTIA

Fiel hijo de la Iglesia Maronita, San Charbel alimenta en su vida íntima un amor intenso y tierno a María Santísima, como la totalidad del pueblo libanés en general y del maronita en particular.

El Líbano es tierra de María. Así el Espíritu Santo llama a su Esposa : "Ven del Líbano, esposa mía, ven desde el Líbano. Desciende desde la cumbre del Amaná, desde las cimas del Sanir y del Hermón, desde las guaridas de los leones, desde los montes de los leopardos" (Cant 4, 8). Ella misma clama por la boca del Eclesiástico : "Crecí como un cedro en el Líbano y como un ciprés en los montes del hermón" ( Eco 24, 13).

La Iglesia latina reza en el oficio de una de sus fiesta marianas : "El olor de su vestido es el olor del Líbano" y la Iglesia Maronita la invoca, añadiendo a sus letanías : "Cedro del Líbano ruega por nosotros". Y para conmemorar los cincuenta años de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción se erigió el Santuario Nra. Sra. Del Líbano a Harisa. Los patriarcas maronitas pusieron siempre sus sedes bajo la protección de María. El pueblo libanés en sus diversas comunidades religiosas, cristianas y musulmanas, honra a María y cuando su patria está en peligro, implora ansiosamente su protección..

San Charbel no podía estar ajeno a esta devoción mariana, él que pertenecía a una familia maronita de la montaña libanesa donde el amor a María es casi ingerido con la leche materna. Charbel desde pequeño aprendió a venerar a María y cuando sus compañeros, que vigilaban con él sus rebaños en el campo, lo perdían de vista, lo encontraban recogido en una gruta en actitud de profunda oración ante una imagen de María. Como en toda familia maronita de su tiempo, diariamente Yusef rezaba el rosario con toda su familia, implorando la protección de la poderosa Madre de Dios; y cuando consagró su vida a Dios en la Orden Libanesa Maronita, encontró en la Regla de su Orden un lugar de honor reservado al culto mariano y en los libros litúrgicos de la Iglesia Maronita, como en otras comunidades cristianas, abundan los textos bíblicos y los diferentes himnos dedicados a María.

En la práctica de las virtudes Charbel procuraba siempre imitar las principales virtudes de María, como la humildad de "sierva del Señor", su obediencia a la voluntad divina en los momentos más críticos de su misteriosa vida de Madre de Dios y sobre todo imitó su suave silencio y profundo recogimiento ante la excelsa realidad del misterio divino vivido en la familia de Nazaret. Entre otros consejos, que el monje Charbel dirigía en los pocos contactos que tenía con la gente, se destaca lo que pidió una vez a la gente piadosa de Bikacafra, su aldea natal: " ¿Quieren ser salvados con seguridad? Tengan una gran devoción a la Virgen María. Ella garantizará su salvación.

El otro amor de Charbel : es la Eucaristía. Como María está íntimamente ligada a Jesús, su Hijo, al engendrarlo en el tiempo y al ser asociada a la obra de la Redención y de la Salvación, como Corredentora y Mediadora de todas las gracias, según la opinión dominante en la Iglesia, ella está siempre místicamente presente con su Hijo en la Eucaristía donde Cristo existe por su Cuerpo verdadero formado en el seno de María. Charbel asociaba a su amor a Jesús el amor a María. En todas las celebraciones eucarísticas de la liturgia maronita siempre está presente María en una oración o una letanía y Charbel, en sus largas horas de adoración ante el Santísimo y en sus prolongadas meditaciones ante el sagrario vivía unido a María y a Cristo. Con esto aseguraba la fuerza del amor que le hacía vivir momentos de inefable alegría espiritual en medio de su soledad y de sus "noches oscuras".

Fieles, consagrados y sacerdotes, imiten en su vida esta mística de San Charbel y en los dos amores a María y a la Eucaristía tendrán una poderosa fuerza para enfrentar las más penosas dificultades inherentes a la labor espiritual, pastoral y social. Una visita al santísimo, o una hora de adoración ante el sagrario, junto a unas jaculatorias marianas, les facilitarán un fecundo apostolado y les proporcionarán una paz y una serenidad indispensables para toda obra de santidad.

Oración a San Charbel




Novena a San Chárbel

Primer Día

Oh. Bienaventurado San Chárbel, que desde tu santo cuerpo venciste la corrupción y resplandeció en ti el perfume del cielo, ven en mi ayuda y concédeme la gracia que a Dios pido en esta necesidad que tengo (hacer la petición). Amén.

Oh, San Chárbel, amigo de Dios, ruega al Señor por mí. Oh Dios que concediste a San Chárbel el don de la fe, te suplico que me obtengas la gracia divina que bajo su intercesión imploro, de vivir conforme a tus mandatos y a las enseñanzas de la Biblia. A ti sea la gloria, ahora y por los siglos. Amén.

Padre Nuestro. Ave María. Gloria.

Segundo Día

Oh, San Chárbel, mártir de la vida monástica que experimentaste el sufrimiento y que nuestro Señor Jesús te convirtió en faro de luz, acudo ahora a ti y te pido que, por tu intercesión, me obtengas de Dios la gracia que le pido (hacer la petición). Confío en tu intercesión. Amén

Oh, San Chárbel, vaso de agradable aroma, ruega al Señor por mí.

Oh Dios de misericordia, que glorificaste a San Chárbel dándole gracias innumerables para realizar milagros, ten piedad de mí y concédeme por su intercesión el favor que ahora te pido A ti sea la gloria ahora y por los siglos. Amén.

Padre Nuestro. Ave María. Gloria.

Tercer Día

Oh, San Chárbel, amigo, que resplandeciste como una brillante estrella en medio de la Iglesia, ilumina mi camino en esta vida y fortalece mi esperanza, mientras invoco tu intercesión para obtener la gracia que pido (hacer la petición). Te lo pido en el nombre de Cristo crucificado a quien siempre has servido. Amén.

Oh, San Chárbel, modelo de paciencia y silencio, ruega al Señor por mí.

Oh, Señor Jesús, que santificaste a San Chárbel y le ayudaste a cargar su propia cruz, dame el coraje, por intercesión de San Chárbel, de sobrellevar todas las contradicciones y dificultades de mi vida con paciencia y docilidad a tu divina Voluntad. A ti sean dadas las gracias ahora y por los siglos. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Cuarto día

Oh, San Chárbel, padre cariñoso, a ti acudo, pues mi confianza en ti llena mi corazón. Con el poder de tu intercesión ante Dios, espero la gracia que ahora le pido (hacer la petición). Muéstrame tu amor una vez más. Amén.

Oh, San Chárbel, jardín de virtud, ruega al Señor por mí.

Oh, Dios, que concediste especiales gracias a San Chárbel para imitarte, concédeme a mi también crecer en las virtudes cristianas y obtener tu misericordia para alabarte y darte gloria ahora y por los siglos. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Quinto Día

Oh, San Chárbel, amado de Dios, ilumíname, ayúdame y enséñame a complacer siempre y en todo a Dios. Apresúrate a socorrerme, oh padre tierno. Acudo a ti para que le pidas a Dios por esta mi necesidad (hacer la petición). Amén.

Oh, San Chárbel, amigo del Crucificado, ruega al Señor por mí.

Oh, Dios, escucha a mi llamado por la intercesión de San Chárbel. Guarda mi pobre corazón y dame tu paz. Aplaca las dificultades de mi alma. A ti sea la gloria ahora y por siglos. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.


Sexto Día

Oh, San Chárbel, poderoso intercesor, te pido que colmes la gracia que ahora requiero (hacer la petición). Una sola palabra tuya a nuestro buen Jesús es suficiente para que me perdone, tenga piedad de mí y me obtenga el favor que ahora necesito. Amén.

Oh, San Chárbel, alegría del cielo y de la tierra, ruega al Señor por mí.

Oh Dios, que escogiste a San Chárbel como protector nuestro con el poder de tu divina gracia, concédeme por su intercesión el favor que te pido. A ti sea la gloria ahora y por los siglos. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Séptimo Día

Oh, San Chárbel, amado por muchos, ayúdame en mis necesidades. Tengo una firme esperanza en tu intercesión ante Dios. Alcánzame la gracia que a Dios le pido (hacer la petición). Amén

Oh, San Chárbel, que das santos consejos a los extraviados, ruega al Señor por mi. Oh, Dios, mis innumerables pecados son escondidos por las gracias que me concedes. Respóndeme por la intercesión de San Chárbel. Devuelve la alegría a mi triste corazón y alcánzame la gracia que te pido. A Ti, gracia encarnada, se la gloria y la acción de gracias a hora y por los siglos. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Octavo Día

Oh, San Chárbel, cuantas veces te he visto de rodillas sobre tu áspera alfombra de caña, ayunando, absteniéndote y absorto en el llamado de Dios, mi esperanza y mi confianza en ti aumentan. Te pido, con esta confianza, que me ayudes a recibir de Dios la gracia que ahora le pido (hacer la petición). Amén.

Oh, San Chárbel, embebido en Dios, ruega al Señor por mí.

Oh, Jesús, luz apacible, tú que has elevado a tu amado Chárbel a la perfección bíblica, te pido de todo corazón la gracia de vivir, en todo lo que me quede de vida, conforme a tu divina voluntad. Te amo, oh Dios y salvador mío. Amén.

Padre Nuestro. Ave María. Gloria.


Noveno Día

Oh, padre San Chárbel, aquí me tienes, al final de esta Novena. Mi corazón se alimenta cuantas veces hablo contigo. Tengo una gran confianza en que alcanzaré de Jesús la gracia que he estado pidiendo por tu intercesión. Me arrepiento de mis faltas y prometo, con la ayuda de la gracia de Dios, no pecar más. Te ruego cumplas mi demanda (hacer la petición). Amén.

Oh, San Chárbel, coronado de gloria, ruega la Señor por mí.

Oh, Señor, tu has escuchado las oraciones de San Chárbel y lo has colmado con la gracia de estar en total armonía contigo, ten piedad de mí en este momento de aflicción. Guárdame de todo mal, pues no soy capaz de soportarlo. A ti sea la gloria y la acción de gracias ahora y por los siglos. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Coronilla a San Chárbel

Oración



¡Oh! Santo Venerado. Tú, que pasaste tú vida en la soledad, en una ermita humilde y retirada. Que no pensaste en el mundo ni en sus goces. Que ahora estas sentado a la diestra de Dios Padre. Te pedimos que intercedas por nosotros, para que El nos extienda su bendita mano y nos socorra. Ilumine nuestra mente. Aumente nuestra fé. Fortifique nuestra voluntad para proseguir nuestras oraciones y súplicas ante ti y todos los santos.
¡Oh Santo Charbel! Que por tú poderosa intercesión, Dios Padre hace milagros y realiza prodigios sobrenaturales. Que cura a los enfermos y devuelve la razón a los perturbados. Que devuelve la vista a los ciegos y el movimiento a los paralíticos.
Dios Padre Todopoderoso, miranos con piedad, otórganos las gracias que te imploramos, por la poderosa intercesión de San Charbel, (Aquí hacer la(s) petición(es) ...) y ayúdanos para hacer el bien y evitar el mal.
Pedimos tú intercesión en todos los momentos, sobre todo en la hora de nuestra muerte, Amén.
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria ...)
San Charbel ruega por nosotros, Amén.


Biografía de San Charbel


Nació en el pueblo de Beqakafra, a 140km. del Líbano, capital libanesa, el 8 de mayo, de 1828. Era el quinto hijo de Antun Makhlouf y Brigitte Chidiac, una piadosa familia campesina. Fue bautizado a los ocho días en la Iglesia de Ntra. Señora en su pueblo natal, recibiendo por nombre Yusef (José). A los tres años el padre de Yusef fue inscrito en el ejército turco en la guerra contra los egipcios y muere cuando regresaba a casa. Su madre cuida de la familia siendo gran ejemplo de virtud y fe. Pasado un tiempo, ella se casa de nuevo con un hombre devoto quien eventualmente será ordenado sacerdote (en el rito maronita, hombres casados son elegibles al sacerdocio).


Yusef ayudó a su padrastro en el ministerio sacerdotal. Ya desde joven era ascético y de profunda oración. Yusef estudió en la pequeña escuela parroquial del pueblo. A la edad de 14 años fue pastor de ovejas y aumenta su oración. Se retiraba con frecuencia a una cueva que descubrió cerca de los pastizales para adentrarse en horas de oración. Por ello recibió muchas burlas de otros jóvenes pastores. Dos de sus tíos maternos eran ermitaños pertenecientes a la Orden Libanesa Maronita. Yusef acudía a ellos con frecuencia para aprender sobre la vida religiosa y el monacato en especial.



A los 20 años de edad, Yusef es el sostén de su casa. Es el tiempo de contraer matrimonio pero el se siente llamado a otra vida. Después de tres años de espera, escuchó la voz del Señor: "Deja todo, ven y sígueme". Así, una mañana del año 1851 se dirige al convento de Ntra. Señora de Mayfouq, donde fue recibido como postulante. Al entrar en el noviciado renuncia a su nombre bautismal y escoge como nombre de consagración : Chárbel.


Un tiempo mas tarde lo envían al Convento de Annaya, en donde profesó los votos perpetuos como monje en 1853. Lo enviaron inmediatamente al Monasterio de San Cypriano de Kfifen, donde realizó sus estudios de filosofía y teología, llevando una vida ejemplar de obediencia y observancia. Fue ordenado sacerdote el 23 de julio, de 1859 por Mons. José al Marid, bajo el patriarcado de Paulo Massad. Al poco tiempo regresó al Monasterio de Annaya por orden de sus superiores. Ahí pasó muchos años de vida ejemplar de oración y apostolado. Entre estos, el cuidado de los enfermos, el pastoreo de almas y el trabajo manual en cosas muy humildes.


Chárbel recibió autorización para la vida ermitaña el 13 de febrero, de 1875 . Desde ese momento hasta su muerte, ocurrida en la ermita de los Santos Pedro y Pablo, la víspera de la Navidad del año 1898, se dedicó a la oración (rezaba 7 veces al día la Liturgia de las Horas), la ascésis, la penitencia y el trabajo manual. Comía una vez al día y llevaba silicio.


El padre Chárbel alcanzó la celebridad después de su muerte. Dios quiso señalar a este santo por numerosos prodigios: Su cuerpo se mantiene incorrupto y suda sangre, ocurren prodigios de luz constatados por muchas personas. El pueblo lo veneraba como santo aunque la jerarquía y sus mismos superiores prohibieron su culto formal mientras la Iglesia no pronunciara su veredicto.



Dado al constante culto del pueblo, el Padre Superior General Ignacio Dagher solicitó al Papa Pío XI en 1925, la apertura del proceso de beatificación del P. Chárbel. Fue beatificado durante la clausura del Concilio Vaticano II, el 5 de diciembre, de 1965 por el Papa Pablo VI. El Papa dijo: "Un ermitaño de la montaña libanesa está inscrito en el número de los Bienaventurados... Un nuevo miembro de santidad monástica enriquece con su ejemplo y con su intercesión a todo el pueblo cristiano. El puede hacernos entender, en un mundo fascinado por las comodidades y la riqueza, el gran valor de la pobreza, de la penitencia y del ascetismo, para liberar el alma en su ascensión a Dios".


El 9 de octubre de 1977, durante el Sínodo Mundial de Obispos, el Papa canonizó al P. Chárbel con la siguiente proclama: "En honor de la Santa e Individua Trinidad, para la exaltación de la fe católica y promoción de la vida cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, después de madura deliberación y tras implorar intensamente la ayuda divina... decretamos y definimos que el beato Chárbel Majluf es SANTO, y lo inscribimos en el catálogo de los santos, estableciendo que sea venerado como santo con piadosa devoción en toda la Iglesia. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo."


Monge ermitaño de rito maronita, nació en el Líbano y es muy conocido por sus asombrosos prodigios.
Durante cuarenta y cinco dias despues de su muerte salía una luz intensa de su tumba, fué enterrado sin ataúd siguiendo las reglas de su orden, ante tal portento su cuerpo fué exhumado, lo encontraron flotando sobre el barro en una tumba inundada de agua, estaba incorrupto y hasta hoy continua flexible y en perfecto estado.



Monasterio de San Maron sepulcro sw San Charbel.


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