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lunes, 22 de agosto de 2011

Dogmas de fe


Dogmas de la Iglesia Católica
Dogma es una verdad que pertenece al campo de la fe o de la moral, que ha sido revelada por Dios, transmitida desde los Apóstoles ya a través de la Escritura, ya de la Tradición, y propuesta por la Iglesia para su aceptación por parte de los fieles.

Brevemente, “dogma” puede ser definido como una verdad revelada y definida por la Iglesia. Las revelaciones privadas no constituyen dogmas, y algunos teólogos incluso limitan la palabra definida a doctrinas definidas solemnemente por el Papa o por un concilio general, mientras que una verdad revelada se convierte en dogma aún cuando sea propuesta por la Iglesia por medio de su magisterio ordinario o su oficio de enseñar. El concepto de dogma, entonces, abarca una doble relación: con la revelación divina y con la enseñanza autorizada de la Iglesia (Cf. Nos. 85-95 del Catecismo de la Iglesia católica, NT.)

Las tres clases de verdades reveladas. Los teólogos distinguen tres clases de verdades reveladas: verdades reveladas formal y explícitamente; verdades reveladas formal pero sólo implícitamente; y verdades reveladas sólo virtualmente.
Las verdades reveladas formal y explícitamente por Dios son indudablemente dogmas en sentido estricto cuando la Iglesia las propone o define. Tales son, por ejemplo, los artículos del Credo de los Apóstoles. De igual modo son dogmas en sentido estricto las verdades reveladas por Dios formalmente, pero en forma implícita. Ejemplo de ellas son las doctrinas de la transubstanciación, de la infalibilidad papal, de la Inmaculada Concepción, algunas enseñanzas de la Iglesia acerca del Salvador, los sacramentos, etc.

Toda doctrina definida por la Iglesia como algo contenido en la revelación se debe aceptar como algo formalmente revelado, implícita o explícitamente. Y es un dogma de fe que la Iglesia es infalible al definir esas dos clases de verdades reveladas. El rechazo deliberado de alguna de ellas constituye pecado de herejía.

Hay varias opiniones acerca de las verdades reveladas virtualmente. Y ello deriva de la diversidad de posturas respecto al objeto material de la fe (Véase Fe). Baste decir aquí que, según algunos teólogos, las verdades reveladas virtualmente pertenecen al objeto material de la fe y solamente se convierten en dogmas en sentido estricto cuando la Iglesia las define o propone como tales. Para otros, esas verdades no pertenecen al objeto material de la fe divina, ni se convierten en dogmas, estrictamente hablando, por el hecho de ser definidas o propuestas, mas pueden ser llamadas dogmas mediatamente divinas, o eclesiásticas. En la hipótesis de que las conclusiones virtualmente reveladas no pertenezcan al objeto material de la fe, no se ha definido aún si la Iglesia es infalible al definirlas. Sin embargo, en torno a esas verdades, la doctrina de la Iglesia es teológicamente cierta y no puede ser negada legalmente, de modo que aunque la negación de un dogma eclesiástico no sea formalmente una herejía, sí significaría el quebrantamiento de un vínculo de fe y acarrearía la expulsión de la Iglesia por un decreto de anatema o de excomunión.

DIVISIONES

Las divisiones del dogma son prácticamente las mismas que las de la fe. Los dogmas pueden ser (1) generales o especiales; (2) materiales o formales; (3) puros o mixtos; (4) simbólicos o no simbólicos; (5) y pueden diferir según sus diversos grados de necesidad.

(1) Los dogmas generales forman parte de la revelación destinada a toda la humanidad y transmitida por los Apóstoles. Los especiales son aquellos que son revelados en forma privada. Estos últimos, en sentido estricto, no constituyen verdaderos dogmas, puesto que no son verdades reveladas a través de los Apóstoles, ni son definidos o propuestos por la Iglesia para ser aceptados universalmente por los fieles.

(2) Son dogmas materiales (o divinos, por si mismos, dogmas in se) aquellos que, sin tomar en consideración si son o no definidos por la Iglesia, se aceptan simplemente como revelados. Dogma formal (o católico, “en relación con nosotros”, quoad nos) es aquel que puede ser reconocido como revelado y definido. Lo mismo que en el caso de los dogmas especiales, los materiales no pueden ser llamados dogmas en el sentido estricto de la palabra.

(3) Dogma puro es el que únicamente puede ser conocido a través de la revelación, como es el caso de la Trinidad, la Encarnación, etc. Dogma mixto es aquel que puede conocerse ya por la revelación ya por el razonamiento filosófico, como la existencia y los atributos de Dios. Ambas clases de dogma son tales estrictamente hablando, pues se pueden considerar revelados y definidos.

(4) Los dogmas contenidos en los símbolos o credos de la Iglesia son llamados simbólicos; los demás son no simbólicos. De ahí que todos los artículos del Credo de los Apóstoles sean verdaderos dogmas, pero no todos los dogmas pueden ser técnicamente llamados artículos de fe, aunque así se les conozca ordinariamente.

(5) Finalmente, hay dogmas a los cuales es indispensable adherirse por la fe como condición necesaria para salvarse, mientras que en otros tal adhesión sólo se hace necesaria por un precepto divino. Unos dogmas deben ser conocidos y creídos explícitamente, mientras que para otros basta una adhesión implícita.


CARÁCTER OBJETIVO DE LA VERDAD DOGMÁTICA;
ACEPTACIÓN INTELECTUAL DEL DOGMA


Siendo el dogma una verdad revelada, su carácter intelectual y su realidad objetiva dependen del carácter intelectual y la realidad objetiva de la revelación divina. De modo que aplicaremos aquí al dogma las mismas conclusiones que se desarrollan, con mayor profundidad, en el artículo sobre revelación. ¿Debe reconocerse el dogma simplemente como una verdad revelada por Dios? ¿Pueden aceptarse los dogmas como verdades objetivas, destinadas a ser entendidas por el entendimiento humano? ¿Debemos creerlas con nuestra razón? ¿Debemos admitir la distinción entre dogmas fundamentales y no fundamentales?

(1)Los racionalistas niegan la existencia de la revelación divina sobrenatural y, por ende, de los dogmas religiosos. Cierta escuela mística enseñó que lo que Cristo inauguró en el mundo fue una “nueva vida”. La teoría modernista merece un tratamiento aparte, dada la condenación que la Iglesia ha hecho de ella. Hay varias posiciones entre los modernistas. Aparentemente, algunos de ellos no niegan todo valor intelectual al dogma (Cf. Le Roy, “Dogme et Critique”). El dogma y la revelación- afirman- se expresan en términos de acción. De ese modo, cuando se dice que el Hijo de Dios “descendió de los cielos”, los teólogos no quieren decir con ello que Él bajó del modo como bajan los cuerpos o como se dice que los ángeles se desplazan de un sitio a otro, sino que intentan expresar la unión hipostática en términos de acción. Cuando profesamos nuestra fe en Dios Padre- según Le Roy- lo que decimos es que debemos actuar ante Dios como si fuéramos sus hijos, pero que ni la paternidad de Dios, ni los demás dogmas de la fe, como la Encarnación, la Trinidad, la Resurrección, etc., forman una idea en la mente. Según otros modernistas, Dios no ha revelado nada a la mente humana. Ellos opinan que la revelación comenzó siendo una forma de conciencia del bien y el mal, y que la evolución o desarrollo de la revelación no consiste sino en el desarrollo del sentido religioso, el cual alcanzó su punto más alto, hasta el momento, en el moderno Estado liberal y democrático. Consecuentemente, siguiendo la lógica de esos autores, los dogmas de fe, considerados como dogmas, no tienen ningún significado para la razón, ni es necesario que creamos en ellos racionalmente. Podemos rechazarlos; basta que los utilicemos como guía para nuestra conducta. (Véase, Modernismo). En contra de esta doctrina, la Iglesia enseña que Dios ha hecho revelaciones a la mente humana. Existen, indudablemente, atributos divinos relativos y algunos de los dogmas de fe pueden ser expresados usando simbolismos de acción, pero también presentan a la mente un significado distinto de la acción. La paternidad de Dios puede implicar que debemos actuar ante Él como hijos ante su padre, pero igualmente trae a la mente conceptos analógicos de nuestro Dios y Creador. Hay también verdades, como la Trinidad, la Resurrección de Cristo, su Ascensión, etc., que constituyen hechos absolutamente objetivos y que pueden ser creídos aún si sus consecuencias prácticas pudiesen ser ignoradas o minusvalorizadas. Los dogmas de la Iglesia, tales como la existencia de Dios, la Trinidad, la Encarnación y la Resurrección, los sacramentos, el juicio futuro, etc., tienen una realidad objetiva y son hechos tan reales y verdaderos como el hecho de que Augusto fue Emperador de Roma, o que George Washington fue presidente de los Estados Unidos.

(2) Procediendo abstractivamente a partir de la definición de la Iglesia, una vez que nuestra mente ha aceptado que Él nos habla, quedamos obligados a dar a Dios el honor de nuestro asentimiento a la verdad revelada. Incluso los ateos admiten, hipotéticamente, que, si existiese un ser infinito distinto del mundo, deberíamos brindarle el honor de creer su divina palabra.

(3) Consecuentemente no es válido distinguir entre verdades reveladas fundamentales y no fundamentales para insinuar que hay verdades que, aunque se reconozcan como reveladas por Dios, pueden ser legalmente rechazadas. Sin embargo, si bien implícitamente debemos creer toda verdad sustentada por la Palabra de Dios, sí somos libres de admitir que hay verdades más importantes que otras, y que algunas de ellas exigen ser conocidas explícitamente, mientras que otras sólo requieren una fe implícita.


EL DOGMA Y LA IGLESIA

Las verdades reveladas no adquieren su carácter formal de dogmas hasta que son definidas o propuestas por la Iglesia. En tiempos recientes se ha sentido cierta hostilidad hacia la religión dogmática, considerada como un cuerpo de verdades definidas por la Iglesia. Tal hostilidad se acentúa cuando se considera que es el Papa quien las define. La teoría del dogma tratada aquí presupone la aceptación de la doctrina de la infalibilidad del oficio de enseñar de la Iglesia y del Pontífice Romano. Es evidentemente necesario, por tanto, hacer notar algunos puntos: (1) lo razonable de la definición del dogma; (2) la inmutabilidad del dogma; (3) la necesidad de la fe en el dogma para salvaguardar la unidad de la Iglesia; (4) las inconsistencias que se le adjudican a la definición del dogma.

(1)Contrario a la teoría de la interpretación de la Escritura basada en el criterio individual, los católicos consideramos como algo totalmente inaceptable la postura de que Dios reveló al mundo un conjunto de verdades pero que no designó oficialmente a ningún maestro para interpretarlas, ni a ningún juez autorizado para resolver controversias al respecto. Esto es tan ilógico como pensar en una legislatura civil que hiciera leyes para todos y cediera a cada individuo el derecho y la obligación de interpretarlas y de dirimir controversias de acuerdo a su criterio particular. La Iglesia y el Sumo Pontífice han sido revestidos por Dios con el privilegio de la infalibilidad para poder llevar a cabo su función como maestros universales en las esferas de la fe y de lo moral (Cf. Nos. 889-892 y 2035 del Catecismo de la Iglesia Católica, NT.). Esta necesidad lógica constituye un argumento irrefutable de que los dogmas definidos y enseñados por la Iglesia son las verdades contenidas en la revelación divina.

(2) Los dogmas de la Iglesia son inmutables. Los modernistas sostienen que los dogmas religiosos, como tales, no tienen ningún significado intelectual; que nadie está obligado a creerlos racionalmente; que pueden ser falsos; que basta que los utilicemos como guías de acción; que deberán modificarse cuando el espíritu de la época los haga obsoletos; cuando pierdan su valor como reglas para una vida religiosa liberal. Pero según la doctrina católica la revelación divina se dirige a la mente humana y expresa verdades genuinas y objetivas y, consecuentemente, los dogmas son verdades divinas inmutables. Son verdades perennemente inmutables que Augusto fue emperador de Roma y que George Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos. La fe católica sostiene que, del mismo modo, existen y existirán verdades eternamente inmutables como las que afirman que hay tres personas en Dios, que Cristo murió por nosotros, que resucitó de entre los muertos, que fundó la Iglesia, que instituyó los sacramentos. Podemos distinguir entre las verdades en si mismas y el lenguaje en el que estas se expresan. Puede ser que el significado pleno de ciertas verdades reveladas emerja sólo paulatinamente, pero la verdad permanece siempre. Puede variar el lenguaje, o puede ser que éste sea usado con diferente significado, pero siempre se podrá llegar a saber qué sentido se les dio en el pasado a las palabras.

(3) Nuestra fe en las verdades reveladas no debe estar condicionada a su definición por la Iglesia. Basta que sepamos que Dios las reveló. La necesidad de creerlas una vez que han sido definidas o propuestas por la Iglesia se aplica a nuestra preservación del vínculo de la fe. (Véase Herejía).

(4) Por último, y contrario a lo que a se afirma en ocasiones, los católicos no admiten que los dogmas son creaciones arbitrarias de la autoridad eclesiástica. Tampoco admiten que el número de los dogmas se pueda incrementar al gusto, ni que sean instrumentos de subyugación de los ignorantes, ni que se conviertan en obstáculos para la conversión de algunos. Más no se puede dar solución satisfactoria a esos cuestionamientos sin hacer referencia a asuntos más fundamentales. Las definiciones dogmáticas serían arbitrarias si no existiese, como una institución divina, el oficio infalible del magisterio eclesiástico. Si, por otro lado, como aseguran los católicos, Dios ha establecido en su Iglesia una función infalible, una definición dogmática no puede ser considerada algo arbitrario. La misma providencia divina que protege a la Iglesia del error la protege de una multiplicación desordenada de dogmas. Más aún, siendo las definiciones dogmáticas actos de auténtica interpretación y promulgación del significado de la revelación divina, difícilmente pueden considerarse como instrumentos de subyugación, ni obstáculos a la conversión. Todo lo contrario, la autorizada definición de la verdad y condenación del error son argumentos sólidos que pueden llevar a la Iglesia a aquellos que buscan la verdad sinceramente.


DOGMA Y RELIGIÓN

Se ha acusado a la Iglesia Católica a veces de que, como consecuencia de sus dogmas, la vida religiosa de sus fieles se reduce a creencias meramente especulativas y a formalidades sacramentales externas. Es una acusación extraña que nace de prejuicios o de falta de conocimiento de la vida de la Iglesia. Definitivamente, la vida en las instituciones conventuales o monásticas no es simple formalidad externa. Las prácticas religiosas externas de los seglares católicos, tales como la oración pública, la confesión, la comunión, etc., exigen un cuidadoso auto examen interno, autodisciplina, y varios otros actos de religión interna. Y bástenos observar la vida cívica de los católicos, sus acciones de filantropía, sus escuelas y hospitales, orfanatos, sus organizaciones de caridad, etc., para convencernos de que la religión dogmática no degenera en meras formalidades exteriores. En contraste con eso, en las instituciones cristianas no católicas, a la disipación de la religión dogmática sigue invariablemente la descomposición de la vida cristiana sobrenatural. Si llegase a desaparecer el sistema dogmático de la Iglesia Católica, con su cabeza infalible, ningún sistema basado en el criterio particular podría impedir que el mundo retornara al seguimiento de los ideales paganos. Ciertamente el dogma no es ni el principio único ni el fin único de la vida católica. Si el católico sirve a Dios, honra a la Trinidad, ama a Cristo, obedece a la Iglesia, frecuenta los sacramentos, participa en la Misa y cumple los mandamientos es porque cree racionalmente en Dios, en la Trinidad, en la divinidad de Cristo, en la Iglesia, en los sacramentos y en el sacrificio de la Misa, en la obligación de cumplir los mandamientos. Es más, cree que todos esos contenidos constituyen verdades objetivas e inmutables.

DOGMA Y CIENCIA

A pesar de lo anterior, se objeta que el dogma limita la investigación, antagoniza la independencia de pensamiento e imposibilita la teología científica. Podemos pensar que esta objeción es planteada por protestantes o por no creyentes. Consideremos la objeción desde los dos puntos de vista (La lectura de la encíclica Fides et Ratio de S.S. Juan Pablo II, será de gran provecho en este punto, NT.).

(1)Los católicos reconocen en el dogma una influencia que va más allá de la investigación científica y de la libertad de pensamiento. Los protestantes también profesan adherirse a ciertas creencias dogmáticas supuestamente opuestas a la investigación científica y en conflicto con los descubrimientos de la ciencia moderna. Antiguas dificultades relativas a la existencia de Dios, o a su demostrabilidad, al dogma de la creación, los milagros, el alma humana, y la religión sobrenatural han sido vestidas con nuevos ropajes y promovidas por escuelas científicas contemporáneas a partir de los más recientes descubrimientos de la Geología, la Paleontología, Biología, Astronomía, Anatomía Comparativa y Fisiología. Mas los protestantes, al igual que los católicos, profesan creer en Dios, en la creación, en el alma, en la Encarnación, en la posibilidad de los milagros. También sostienen ellos que no hay conflicto entre las conclusiones genuinas de la ciencia y los dogmas bien entendidos de la religión cristiana. De ahí que los protestantes no puedan lógicamente quejarse de que los dogmas católicos impiden el desarrollo científico. Pero sí se insiste en que, en el sistema de la Iglesia Católica, las creencias no admiten criterios individuales y que detrás de los dogmas de la Iglesia está la sombra pesada de su episcopado. Ciertamente, los católicos saben que la autoridad eclesiástica está detrás de la fe dogmática, pero ello de ninguna manera ata su libertad intelectual. En todo caso, simplemente les hace preguntarse acerca de la constitución de la Iglesia. Los católicos encuentran difícil creer que Dios haya revelado a la humanidad un conjunto de verdades y que no haya establecido una autoridad viva para que interpretara, enseñara y salvaguardara ese cuerpo de doctrina, y para que decidiera en casos de controversia. La autoridad del episcopado, en unión con el Supremo Pontífice, para controlar la actividad intelectual es correlativa a su autoridad para enseñar la verdad sobrenatural. La existencia de jueces y magistrados no amplía el ámbito de nuestras leyes civiles; ellos son la autoridad viva para interpretar y aplicar la ley. De modo semejante, la autoridad episcopal tiene como campo la verdad de la revelación, y sólo prohíbe aquello que no concuerda con la totalidad de esa verdad.

(2) Al discutir la cuestión con los no creyentes, se hace notar que la ciencia es “la observación y clasificación, o coordinación, de los datos o fenómenos individuales de la naturaleza”. Los católicos son absolutamente libres de emprender cualquier investigación científica en los términos planteados por esa definición. No existe prohibición o restricción alguna para que los católicos observen y coordinen los fenómenos de la naturaleza. Algunos científicos, sin embargo, no se constriñen a la ciencia en los términos que ellos mismos la han definido. Proponen teorías frecuentemente contrarias a la misma observación experimental. Hay quien sostiene, como verdad científica, que Dios no existe; que su existencia no es cognoscible; que el mundo no ha sido creado. No falta quien niega, en nombre de la ciencia, que el alma exista, o que sea posible la revelación sobrenatural. Indudablemente que tales negaciones no tienen sustento en el método científico. El dogma católico y la autoridad eclesiástica limitan la actividad intelectual sólo en la medida en que se considera necesario para salvaguardar las verdades de la revelación. Si los científicos no creyentes aplicasen también el método científico al estudiar el catolicismo, observando, comparando, haciendo hipótesis y hasta formulando conclusiones científicas, podrían constatar que la fe dogmática para nada interfiere con la legítima libertad de los católicos para emprender investigaciones científicas, para cumplir sus deberes ciudadanos o para desempeñar cualquier otra forma de actividad que ayude al progreso y al saber. Ninguna teoría contraria al dogma puede negar los hechos constatables de la multitud de servicios prestados por los católicos en todas las áreas del saber y del servicio social. (Véase Fe, Infalibilidad, Revelación, Ciencia, Verdad).


Lista de Dogmas Católicos

La siguiente exposición se refiere a todos los Dogmas Católicos (Sentencias con certidumbre teológica DE FE), que conoce la Teología Dogmática Católica. La exposición consta del dogma formulado y de su definición, es decir, los datos que hacen constar qué Sínodo, Concilio o Sumo Pontífice lo definieron como tal.

INTRODUCCIÓN

Grados de certidumbre teológica

1.-Tienen el supremo grado de certeza las verdades reveladas inmediatamente. El asenso de fe que a ellas se presta radica en la autoridad misma del Dios revelador (fides divina), y cuando la Iglesia garantiza con su proclamación que se hallan contenidas en la revelación, entonces dichas verdades se apoyan también en la autoridad del magisterio infalible de la Iglesia (fides católica). Cuando son propuestas por medio de una definición solemne del Papa o de un concilio universal, entonces son verdades de fe definida (de fide definita).

2.-Las verdades católicas o doctrinas eclesiásticas sobre las que ha fallado de forma definitiva el magisterio infalible de la Iglesia hay que admitirlas con un asenso de fe que se apoya únicamente en la autoridad de la Iglesia (fe eclesiástica). La certidumbre de estas verdades es infalible como la de los dogmas propiamente dichos.

3.-Verdad próxima a la fe (fidei proxima), es una doctrina considerada casi universalmente por los teólogos como verdad revelada, pero que la Iglesia no ha declarado todavía como tal de forma definitiva.

4.-Una sentencia perteneciente a la fe o teológicamente cierta (“ad fidem pertinens vel theologice certa”) es una doctrina sobre la cual no ha hecho todavía manifestaciones definitivas el magisterio eclesiástico, pero cuya verdad está garantizada por su conexión íntima con la doctrina revelada (conclusiones teológicas).

5.-Sentencia común es una doctrina que, aunque todavía cae dentro del campo de la libre discusión, es sostenida generalmente por todos los teólogos.

6.-Opiniones teológicas de inferior grado de certeza son las sentencias probables, más probable, bien fundada y la llamada sentencia piadosa, por tener en cuenta la piadosa creencia de los fieles (“sententia probabilis ,probabilior, bene fundata, pia”). El grado ínfimo de certeza lo posee la opinión tolerada, que sólo se apoya en débiles fundamentos, pero es tolerada por la Iglesia.

A propósito de la declaraciones del magisterio eclesiástico, hay que tener en cuenta que no todas las manifestaciones de dicho magisterio en materia de fe y costumbres son infalibles, y ,por tanto, irrevocables. Son infalibles únicamente las declaraciones del Concilio Ecuménico que representa al episcopado en pleno y las declaraciones del Romano Pontífice cuando habla ex cathedra. El magisterio del Romano Pontífice en su forma ordinaria y habitual no es infalible. Tampoco las decisiones de las congregaciones romanas (Congregación para la Doctrina de la Fe, Comisión Bíblica), son infalibles. No obstante, hay que acatarlas con interno asentimiento (assensus religiosus) motivado por la obediencia ante la autoridad del magisterio eclesiástico. No es suficiente como norma general el llamado respetuoso silencio. Excepcionalmente puede cesar la obligación de prestar el asenso interno cuando un apreciador competente, después de examinar reiterada y concienzudamente todas las razones, llega a la convicción de que la declaración radica en un error.

Tomado del: Manual de Teología Dogmática, de Ludwig Ott.
Bibliografía citada por el autor: S. Cartechini, De valore notarum theologicarum et de criteriis ad eas dignoscendas, R 1951. El mismo, Dall´opinione al domma. Valora delle note teologiche, R 1953.



SENTENCIAS DE FE



_Dios Trino y Uno_


_Dios Trino en Personas_


_Dios Creador_


_Dios Redentor I

(La Persona del Redentor)


_Dios Redentor II_

(La Obra del Redentor)


_Dios Redentor III_

(La Madre del Redentor)


_Dios Santificador I_

(La Gracia)


_Dios Santificador II_

(La Iglesia)


_Dios Santificador III_

(Los Sacramentos: Generalidades, Bautismo y Confirmación)


_Dios Santificador IV_

(Los Sacramentos: La Eucaristía)


_Dios Santificador V_

(Los Sacramentos: La Penitencia)


_Dios Santificador VI_

(Los Sacramentos: Unción de los Enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio)


_Dios Consumador_





"SEA PARA GLORIA DE DIOS"


DOGMAS MARIANOS

La Maternidad Divina

La Inmaculada Concepción

La Perpetua Virginidad

La Asunción de María


Listado de los dogmas

Otros dogmas y creencias católicos

* Creencia en que la Biblia por sí sola no presenta completa la revelación de Dios, sino que se debe tener en cuenta también la Tradición, es decir la palabra de Dios proclamada y recibida oralmente por los apóstoles y sus sucesores, los padres de la iglesia, los papas y los obispos.
* El valor de la oración, esto es, de la relación personal del individuo con su Creador.
* La doctrina de la sucesión apostólica.
* Supremacía del papa como vicario (representante) de Jesucristo en la Tierra.
* Infalibilidad del papa en cuestiones de fe y moral cuando se expresa "ex-cátedra".
* Veneración de la Virgen María. Viene ya de la especial mención a la Virgen en el Credo. Se evidencia especialmente en un asombroso número de representaciones marianas, recipientes cada una de un fervoroso culto popular, especialmente en procesiones y peregrinajes: Nuestra Señora del Pilar (España), Nuestra Señora de Lourdes (Francia), la Madonna di Loreto (Italia), Nuestra Señora de Luján (Argentina), Nuestra Señora del Rosario de Lima, Nuestra Señora de Cocharcas , Nuestra Madre de la Merced, Virgen del Carmen, Virgen del Milagro, Santísima Virgen de Guadalupe de Pacasmayo, Virgen de la Puerta y la Virgen de Chapi en (Perú), Nuestra Señora de Guadalupe (México), Virgen del Rosario, Virgen del Los Ángeles (Costa Rica), Nuestra Señora de Fátima (Portugal), Nuestra Señora de Czestochowa (Polonia). Este especial culto es para algunos origen de controversia, dadas ciertas tendencias sincretistas, particularmente en partes de América Latina.
* Purgatorio. Estado medio purificador entre cielo e infierno, que justifica las oraciones y misas que se ofrecen por las almas de los fieles difuntos.
* Transubstanciación del pan y el vino: durante la misa el sacerdote oficiante, en representación sacral de Jesucristo, realiza el milagro de transformar las hostias y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesús, de acuerdo con las palabras de Jesucristo en la Última Cena (en el Evangelio de San Juan): "éste es mi cuerpo", "ésta es mi sangre".
* La Salvación se obtiene por la fe. Se considera estéril y falsa la fe que no se manifiesta en obras. Está comentado en el Catecismo de la Iglesia Católica.
* Creencia de que toda la humanidad participa del pecado original, heredado de Adán y Eva según la formulación tradicional de San Agustín.


Europa

Que es Dogma | Que es Doctrina

Ver también:
Dezinger
-compendio de la doctrina de la Iglesia
Documentos de la Iglesia
Catecismo de la Iglesia Católica -Síntesis oficial de la doctrina católica
Verdades de la fe -explicación de doctrinas católicas, Guido Adolfo Rojas Zamorano.
Catequesis: Numerosos recursos para enseñar.
Teología

Para Defender la Fe «Ad Tuendam fidem» Carta Apostólica, Juan Pablo II, 18 de mayo de 1998.
Fidelidad a la profesión de fe
requerida a quienes enseñan la doctrina


Niveles del magisterio
Conferencia Episcopal

Importancia de la formación -P. Marcel

Ver también:
Dogmas: Excelente compilación y explicación de dogmas de "Churchforum"
Concordancia Doctrinal

Respuestas a algunas preguntas acerca de ciertos aspectos de la Doctrina sobre la Iglesia Congregación de la Doctrina de la Fe
Filosofía de San Agustín



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