OREMOS POR LAS VOCACIONES, SACERDOTES Y NECESIDADES DE LA IGLESIA CATÓLICA
Si existen buenas ovejas habrá también buenos pastores, pues de entre las buenas ovejas salen buenos pastores.
San Agustín
Sermón 46
Sermón 46
Escuchemos lo que dice el señor a los predicadores: La mies es mucha, pero los operarios son pocos; rogad pues, al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies. Por tanto, para una mies abundante son pocos los trabajadores; al escuchar esto, no podemos dejar de sentir una gran tristeza, por que hay que reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas, faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas.
San Gregorio Magno
Hom. 17 sobre los evangelio
Hom. 17 sobre los evangelio
Padre Bueno, en Cristo tu Hijo nos revelas tu amor, nos abrazas como a tus hijos y nos ofreces la posibilidad de descubrir, en tu voluntad, los rasgos de nuestro verdadero rostro.
Padre santo, Tú nos llamas a ser santos como Tú eres santo. Te pedimos que nunca falten a tu Iglesia ministros y apóstoles santos que, con la palabra y con los sacramentos, preparen el camino para el encuentro contigo.
Padre misericordioso, da a la Humanidad extraviada, hombres y mujeres, que, con el testimonio de una vida transfigurada, a imagen de tu Hijo, caminen alegremente con todos los demás hermanos y hermanas hacia la patria celestial.
Padre nuestro, con la voz de tu Espíritu Santo, y confiando en la materna intercesión de María, te pedimos ardientemente: manda a tu Iglesia sacerdotes, que sean testimonios valientes de tu infinita bondad. ¡Amén!
«La vocación al servicio de la Iglesia comunión» (2008)
Benedicto XVI
Benedicto XVI
Virgen y Madre, Santa María, que animaste a la primera comunidad, en la que «todos perseveraban unánimes en la oración», ayuda a la Iglesia a ser en el mundo de hoy icono de la Trinidad, signo elocuente del amor divino a todos los hombres.
Virgen María, que respondiste con prontitud a la llamada del Padre diciendo: «Aquí está la esclava del Señor», intercede para que no falten en el pueblo cristiano servidores de la alegría divina:
Sacerdotes que, en comunión con sus Obispos, anuncien fielmente el Evangelio y celebren los sacramentos, cuidando al pueblo de Dios, que estén dispuestos a evangelizar a toda la humanidad.
Que aumente el número de las personas consagradas, que vayan contracorriente, viviendo los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, y den testimonio profético de Cristo y de su mensaje liberador de salvación.
María, que comprendiste mejor que nadie el sentido de las palabras de Jesús: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica», haz que los hermanos y hermanas a los que el Señor llama a vocaciones particulares en la Iglesia, aprendan a escuchar a tu divino Hijo.
Ayúdanos a todos, a decir con la vida:
«Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad»
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