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María Crucificada Curcio, Beata |
Fundadora de las Carmelitas Misioneras de Santa Teresa del Niño Jesús
Nació
en Ispica (Sicilia, Italia) el 30 de enero de 1877.
Era la séptima de diez hijos. Vivió su infancia en
un ambiente familiar cultural y socialmente elevado. Dotada de gran
inteligencia y un carácter alegre y decidido, manifestó durante su
adolescencia una marcada tendencia a la piedad y a la
solidaridad con los más necesitados y marginados.
En su casa
recibió una severa educación, con principios muy rígidos, en razón
de los cuales su padre, siguiendo las costumbres de la
época, no le permitió seguir estudiando después de la escuela
primaria. Eso le costó mucho, pues sentía una gran sed
de conocimientos, que saciaba con los libros de la biblioteca
familiar. Así pudo leer el "Libro de la vida" de
santa Teresa de Jesús, que ejerció un gran impacto en
ella, impulsándola a conocer y amar el Carmelo, y abriéndola
al "estudio de las cosas celestiales".
En 1890, a la
edad de trece años, obtuvo, aunque con dificultad, el permiso
de inscribirse en la Tercera Orden Carmelitana, recién constituida en
Ispica. Visitaba con frecuencia el santuario de la Virgen del
Carmen, cultivando una intensa devoción a María, "que le había
robado el corazón desde su infancia", y le había encomendado
la misión de "hacer que volviera a florecer el Carmelo".
Profundizando en la espiritualidad carmelitana comprendió el plan de Dios
para ella.
Queriendo compartir el ideal de un Carmelo misionero
que uniera la dimensión contemplativa con la apostólica, inició una
experiencia de vida común con algunas compañeras terciarias en un
apartamento de su casa paterna. Luego se trasladó a Modica,
para dirigir la casa "Carmela Polara" para la acogida y
asistencia de muchachas huérfanas o necesitadas.
Después de años de
pruebas y tribulaciones con el vano intento de que su
obra fuera reconocida oficialmente por la autoridad eclesiástica local, por
fin encontró apoyo en el padre Lorenzo van den Eerenbeemt,
de la Orden Carmelita de la antigua observancia.
El 17
de mayo de 1925 viajó a Roma para la canonización
de santa Teresa del Niño Jesús. Al día siguiente, visitando
la localidad de Santa Marinella, cercana a la ciudad de
Roma, quedó impresionada por la extrema pobreza de la mayor
parte de sus habitantes y comprendió que allí la quería
Dios. Con permiso del obispo, se estableció definitivamente en Santa
Marinella, y el 16 de julio sucesivo recibió el decreto
de afiliación de su pequeña comunidad a la Orden Carmelitana.
En 1930, después de muchos sufrimientos y cruces, su pequeña
comunidad fue erigida como congregación de derecho diocesano con el
nombre de Carmelitas Misioneras de Santa Teresa del Niño Jesús.
"Llevar almas a Dios" era el objetivo que la impulsó
a crear obras educativas y asistenciales en Italia y en
el extranjero. Pudo realizar su anhelo misionero en 1947 enviando
a las primeras cuatro religiosas a Brasil, con un solo
mandato: "No olvidéis a los pobres".
Su oración era
un diálogo íntimo y continuo con Jesús, con el Padre
y con todos los santos, inspirado por una confianza filial
y sentimientos de gratitud, de alabanza, de adoración y de
reparación, que trataba de transmitir, ante todo con el ejemplo
de su vida, a sus hijas espirituales y a cuantos
se acercaban a ella.
Cultivó una intensa unión de amor
con Cristo en la Eucaristía, esforzándose por vivir un profundo
espíritu de reparación, que la llevaba a compartir los sufrimientos
y las angustias de los hombres, especialmente "del inmenso número
de almas que no conocen y no aman a Dios",
tratando de ayudarles en sus necesidades con caridad, pues descubría
en ellos el rostro de Cristo crucificado.
Exhortaba a sus religiosas
a entregarse sin medida al servicio de la juventud más
humillada y abandonada, para "separar en ella el oro del
fango", a fin de restaurar en toda criatura la dignidad
y la imagen de hijo de Dios.
Marcada toda su
vida por una salud precaria y por la diabetes, que
afrontaba con fortaleza y sincera adhesión a la voluntad de
Dios, pasó sus últimos años enferma, orando y entregándose a
sus religiosas.
El 4 de julio de 1957 murió serenamente
en Santa Marinella.
Fue beatificada el 13 de noviembre de
2005 por S.S. Benedicto XVI.
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