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Antonio Rosmini Serbati, Beato |
Antonio Rosmini (Rovereto 1797 – Stresa 1855) vivió en la
primera mitad del siglo XVII, época de grandes transformaciones y
movimiento, en el cual fué personalmente comprometido Rosmini.
A los 16
años descubre la vocación al sacerdocio, a la cual responde
de inmediato, a pesar de la oposición inicial de la
familia. Su deseo de consagrarse a Dios encierra también el
de servir al prójimo con todos los medios a su
disposición: cultura y bienes materiales.
Como estudiante de teología en la
universidad de Padova era abierto a todas las disciplinas para
comprender mejor la problemática del hombre. Invierte su energía de
joven en grandes proyectos como por ejemplo la Enciclopedia cristiana,
en contraposición a la francesa, y la Sociedad de los
Amigos para la animación cristiana de la sociedad.
A
pesar que estas iniciativas no tuvieron seguimiento, es en este
periodo que descubre el principio esencial que guiará de ahora
en adelante su conducta. Se ofrece como instrumento a
la Providencia para cualquier bien que desee cumplir. Por lo
demás Rosmini se sumerge en un compromiso de continua conversión,
emprendiendo solo las iniciativas indicadas por la voluntad de Dios
por medio de la petición del prójimo. Aqui germina ese
servicio de caridad universal, que abraza todo el hombre y
se expresa como caridad material, intelectual y espiritual.
Guíado por la
Providencia, Rosmini realiza una actividad extraordinaria: Además de ser fundador
y guía espiritual de dos institutos religiosos, mantiene relaciones de
amistad con diferentes clases de personas, sostiene una comunicación espistolar
que actualmente forman trece volumenes.
Trabaja en un nuevo sistema filosófico. En
1848 trabaja como diplomático del gobierno del Piamonte ante la
Santa Sede.
A pesar de su absoluta fidelidad al Papa
Pío IX, al que siguió en su exilio en Gaeta
(1848), las autoridades eclesiásticas, en 1849, pusieron en el «Índice»
de los libros prohibidos dos de sus obras. Más tarde,
fueron condenadas con el decreto doctrinal «Post Obitum» cuarenta proposiciones
suyas, extraídas de obras sobre todo póstumas y de otras
editadas en vida.
Es elegido como cardenal pero jamás llegó a
concretarse este nombramiento. Esta prodijiosa actividad la realiza junto a
un largo sufrimiento, vivido con fe heróica. Humillado y perseguido,
mantiene intacto su amor a la Iglesia, recibiendo todo como
medio necesario para el progreso del Reino de Dios.
Con el
Concilio Vaticano II el pensamiento de Antonio Rosmini es redescubierto
y estudiado.
Fue beatificado bajo el pontificado de Su Santidad Benedicto
XVI el 18 de noviembre de 2007.
Pensamiento y obras del Sac. Antonio Rosmini S. |
Nota sobre el valor de los Decretos doctrinales
concernientes al pensamiento y las obras del Rvdo. Sac. Antonio Rosmini
Serbati (1 de julio de 2001) |
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1. El Magisterio de la Iglesia, que tiene el
deber de promover y custodiar la doctrina de la fe
y preservarla de las recurrentes asechanzas procedentes de algunas corrientes
de pensamiento y de determinadas praxis, en repetidas ocasiones se
interesó durante el siglo XIX por los resultados del trabajo
intelectual del sacerdote Antonio Rosmini Serbati (1797-1855), poniendo en el
Índice dos de sus obras en 1849, absolviendo ("dimettendo") después
del examen, con decreto doctrinal de la Sagrada Congregación del
Índice, las opera omnia en 1854 y, sucesivamente, condenando en
1887 cuarenta proposiciones, tomadas principalmente de obras póstumas y de
otras obras editadas en vida, con el decreto doctrinal, denominado
Post obitum, de la Sagrada Congregación del Santo Oficio (Denz
3201-3241).
2. Una lectura aproximativa y superficial de estas diferentes intervenciones
podría llevar a pensar en una contradicción intrínseca y objetiva
por parte del Magisterio al interpretar los contenidos del pensamiento
rosminiano y al valorarlos frente al pueblo de Dios. Sin
embargo, una lectura atenta no sólo de los textos, sino
también del contexto y de la situación en que fueron
promulgados, ayuda a captar, aunque sea en su necesario desarrollo,
una consideración al mismo tiempo vigilante y coherente, orientada siempre
y de cualquier modo a la custodia de la fe
católica, y decidida a no permitir sus interpretaciones equívocas o
reductivas. En esa misma línea se sitúa esta Nota sobre
el valor doctrinal de dichos decretos.
3. El decreto de 1854,
con el que fueron absueltas ("dimesse") las obras de Rosmini,
atestigua el reconocimiento de la ortodoxia de su pensamiento y
de sus intenciones declaradas, cuando, respondiendo a la inclusión en
el Índice de sus dos obras en 1849, escribió al
beato Pío IX: "En todo quiero apoyarme en la
autoridad de la Iglesia, y quiero que todo el mundo
sepa que me adhiero a esta única autoridad" (1). Sin
embargo, el decreto mismo no implicaba que el Magisterio adoptara
el sistema de pensamiento rosminiano como instrumento filosófico-teológico de mediación
de la doctrina cristiana y tampoco pretendía expresar ninguna opinión
sobre el valor especulativo y teórico de las posiciones del
autor.
4. Las vicisitudes sucesivas a la muerte de Rosmini exigieron
un distanciamiento de su sistema de pensamiento y, particularmente, de
algunas afirmaciones del mismo. Es necesario iluminar ante todo los
principales factores de orden histórico-cultural que influyeron en ese distanciamiento,
que culminó con la condena de las "cuarenta proposiciones" del
decreto Post obitum, en 1887. Un primer factor se refiere al
proyecto de renovación de los estudios eclesiásticos promovido por la
encíclica Aeterni Patris (1879) de León XIII, en la línea
de la fidelidad al pensamiento de santo Tomás de Aquino.
La necesidad que sintió el Magisterio pontificio de proporcionar un
instrumento filosófico y teórico, localizado en el tomismo, capaz de
garantizar la unidad de los estudios eclesiásticos, sobre todo en
la formación de los sacerdotes en los seminarios y en
las facultades teológicas, contra el peligro del eclecticismo filosófico, puso
las premisas para un juicio negativo con respecto a una
posición filosófica y especulativa, como la rosminiana, que por su
lenguaje y por su aparato conceptual resultaba diversa de la
elaboración filosófica y teológica de santo Tomás de Aquino.
Un segundo
factor que conviene tener presente es que las proposiciones condenadas
están tomadas en su mayor parte de obras póstumas del
autor, cuya publicación carece de aparato crítico capaz de explicar
el sentido preciso de las expresiones y de los conceptos
utilizados en ellas. Eso favoreció una interpretación en sentido heterodoxo
del pensamiento rosminiano, entre otras causas debido a la dificultad
objetiva de interpretar sus categorías, sobre todo si se leían
desde la perspectiva neotomista.
5. Además de estos factores determinados por
la contingencia histórico-cultural y eclesial del tiempo, es preciso reconocer
que en el sistema rosminiano se encuentran conceptos y expresiones
a veces ambiguas y equívocas, que exigen una interpretación atenta
y que sólo se pueden esclarecer a la luz del
contexto más general de la obra del autor. La ambigüedad,
la equivocidad y la difícil comprensión de algunas expresiones y
categorías presentes en las proposiciones condenadas explican, entre otras, las
interpretaciones en clave idealista, ontologista y subjetivista, que dieron pensadores
no católicos, contra las cuales el decreto Post obitum pone
objetivamente en guardia. El respeto a la verdad histórica exige,
además, que se subraye y confirme el importante papel que
desempeñó el decreto de condena de las "cuarenta proposiciones", por
cuanto no sólo expresó las preocupaciones reales del Magisterio contra
interpretaciones erróneas y equívocas del pensamiento rosminiano, en contraste con
la fe católica, sino también previó lo que de hecho
aconteció en la aceptación del rosminianismo en los sectores intelectuales
de la cultura filosófica laicista, marcada tanto por el idealismo
trascendental como por el idealismo lógico y ontológico.
La coherencia profunda
del juicio del Magisterio en sus diversas interpretaciones en esta
materia queda de manifiesto por el hecho de que el
mismo decreto doctrinal Post obitum no se refiere al juicio
sobre la negación formal de verdades de fe por parte
del autor, sino más bien al hecho de que el
sistema filosófico-teológico de Rosmini se consideraba insuficiente e inadecuado para
custodiar y exponer algunas verdades de la doctrina católica, aun
reconocidas y confesadas por el autor mismo.
6. Por otra parte,
se debe reconocer que una difundida literatura científica, seria y
rigurosa, sobre el pensamiento de Antonio Rosmini, expresada en el
campo católico por teólogos y filósofos pertenecientes a varias escuelas
de pensamiento, ha demostrado que esas interpretaciones contrarias a la
fe y a la doctrina católica no corresponden en realidad
a la auténtica posición de Rosmini.
7. La Congregación para la
doctrina de la fe, después de un profundo examen de
los dos decretos doctrinales promulgados en el siglo XIX y
teniendo en cuenta los resultados obtenidos por la historiografía y
la investigación científica y teórica de los últimos decenios, ha
llegado a la siguiente conclusión:
Actualmente se pueden considerar ya
superados los motivos de preocupación y de dificultades doctrinales y
prudenciales, que llevaron a la promulgación del decreto Post obitum
de condena de las "cuarenta proposiciones" tomadas de las obras
de Antonio Rosmini. Y eso se debe a que el
sentido de las proposiciones, como las entendió y condenó el
mismo decreto, no corresponde en realidad a la auténtica posición
de Rosmini, sino a posibles conclusiones de la lectura de
sus obras. Con todo, queda abierta al debate teórico la
cuestión del valor mayor o menor del sistema rosminiano mismo,
de su consistencia especulativa y de las teorías o hipótesis
filosóficas y teológicas expresadas en él.
Al mismo tiempo, el decreto
Post obitum conserva su validez objetiva en relación con el
dictado de las proposiciones condenadas, para quien las lee, fuera
del contexto del pensamiento rosminiano, desde una perspectiva idealista, ontologista
y con un significado contrario a la fe y a
la doctrina católica.
8. Por lo demás, la misma carta encíclica
Fides et ratio de Juan Pablo II, a la vez
que incluye a Rosmini entre los pensadores más recientes en
los que se lleva a cabo un fecundo encuentro entre
saber filosófico y palabra de Dios, añade que con esta
indicación no se quiere "avalar ningún aspecto de su pensamiento,
sino sólo proponer ejemplos significativos de un camino de búsqueda
filosófica que ha obtenido considerables beneficios de la confrontación con
los datos de la fe" (2).
9. Es preciso afirmar, asimismo,
que la empresa especulativa e intelectual de Antonio Rosmini, caracterizada
por una gran audacia y valentía, aunque en cierto modo
pudiera considerarse una peligrosa osadía, especialmente en algunas formulaciones, con
el propósito de ofrecer nuevas oportunidades a la doctrina católica
en relación con los desafíos del pensamiento moderno, se desarrolló
en un horizonte ascético y espiritual, reconocido incluso por sus
más encarnizados adversarios, y encontró expresión en las obras que
acompañaron la fundación del Instituto de la Caridad y la
de las Hermanas de la Divina Providencia.
El Sumo Pontífice
Juan Pablo II, durante la audiencia del 8 de junio
de 2001, concedida al infrascrito cardenal prefecto de la Congregación
para la doctrina de la fe, aprobó esta Nota sobre
el valor de los decretos doctrinales con respecto al pensamiento
y a las obras del sacerdote Antonio Rosmini Serbati, decidida
en la sesión ordinaria, y ha ordenado su publicación.
Roma, en
la sede de la Congregación para la doctrina de la
fe, 1 de julio de 2001.
+ Cardenal Joseph Ratzinger Prefecto
+ Tarcisio
Bertone, s.d.b. Arzobispo emérito de Vercelli Secretario
Notas
(1)Antonio Rosmini, Carta al Papa
Pío IX, en: Epistolario completo, Casale Monferrato, tip.
Pane 1892, vol. X, 541 (carta 6341).
(2) Carta encíclica de
Juan Pablo II Fides et ratio, 74: AAS 91
(1999) 62.
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