viernes, 14 de noviembre de 2014

Vuelve a empezar

 

Después de una confesión.
Nosotros no caemos en la cuenta de ello, pero cada vez que nos vamos a confesar con el sacerdote, si hacemos una buena y sincera confesión, salimos nuevos del confesionario, de modo que volvemos a empezar otra vez, limpios de toda mancha.
Recordemos esto para ir más frecuentemente a confesarnos, porque la confesión no sólo nos borra los pecados, sino que nos da fuerzas para dejar de cometerlos, y nos va curando las heridas que esos mismos pecados dejaron en nosotros.
Pero no hagamos como los niños que se rascan en la lastimadura que le pica, porque corremos el peligro de que se infecte la herida y vuelva a sangrar. Tampoco nosotros estemos recordando el pasado, lo que hicimos de malo, dando vueltas y revueltas al asunto, porque eso nos hace mal y no nos deja vivir bien el presente, que es el tiempo que Dios nos regala para que seamos santos.
Recordemos que en cada confesión Dios destruye, aniquila nuestro pecado. ¿Entonces por qué seguimos torturándonos con lo que hemos hecho, si ya Dios no lo recuerda, si ya el Señor lo ha olvidado para siempre?
Seamos astutos porque detrás de estas rememoraciones de los pecados pasados se esconde el demonio, que no quiere vernos en paz, ni felices, y por ello nos tortura con el pasado. No le prestemos oídos y vivamos felices el momento presente.

No hay comentarios: