jueves, 13 de noviembre de 2014

Es bueno y justo dar gracias a Dios en público

 
 













Es bueno y justo dar gracias a Dios en público – editorial Ecclesia
El ébola, indirectamente, vuelve hoy a ecclesia con la entrevista a la hermana Paciencia Melgar. Y vuelve también con estas líneas en las que nos hacemos eco del testimonio de Teresa Romero, la auxiliar de enfermería contagiada por ébola y felizmente sanada. Fue el miércoles 5 de noviembre, el día de su alta hospitalaria. Teresa Romero hizo pública una declaración, de la que queremos destacar tres ideas, sin entrar en valorar otras apreciaciones y ulteriores decisiones suyas.
La primera es su acción de gracias a Dios y al apóstol Santiago –Romero es gallega-, «por devolverme la vida». Para la auxiliar de enfermería, «si Dios hizo el milagro, sin duda, se sirvió para ello» de sus compañeros sanitarios del Hospital Carlos III de Madrid, donde fue ingresada el 6 de octubre. En segundo lugar, Teresa Romero afirmó que, si su «contagio sirve para algo, para que se estudie mejor la enfermedad, o encontrar una vacuna, o mi sangre sirve para curar otras personas, aquí estoy. Si con mi sangre se puede curar, aquí estoy hasta quedarme seca». Y por último, Romero expresó su deseo de encontrarse con la hermana Paciencia, que le dio su plasma sanguíneo para curarse. «Estoy deseando –añadió- darle un abrazo».
Mientras la insensibilidad, la increencia, el egoísmo, la insolidaridad y el materialismo, parecen avanzar sin cesar en nuestros derredores, arrasándolo casi todo, reconforta –y mucho- escuchar testimonios así. «Meter», «poner» a Dios en medio de una situación tan crítica como la del ébola y que lo haga la primera persona en contraerlo fuera de África y darle gracias, es una alegría. Como lo son sus agradecimientos al equipo médico y a la hermana Paciencia y su disponibilidad para seguir ayudando y sirviendo.
Dar las gracias a Dios y al prójimo jamás puede ser una costumbre ya olvidada y en desuso. Dios no puede ser el gran ausente de la vida de los hombres porque Él no está nunca ausente de nuestras alegrías y tristezas, sobre todo de nuestras tristezas y pesares.
Quizás otros medios de comunicación se hayan quedado con otras palabras de Teresa Romero. Pero, precisamente por ello, su acción de gracias a Dios y a quienes la han ayudado, es todavía más necesario ponerla de relieve.

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