lunes, 20 de octubre de 2014

INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA



Tratándose de un libro antiguo, que refleja una cultura muy lejana de nosotros, escrito en tiempos distintos y en cuya formación intervinieron muchas personas, no es fácil encontrar el verdadero significado de muchas cosas contenidas en la Biblia. Por eso, muchos se equivocaron, dando origen a tantas divisiones. Este capítulo tiene como finalidad ofrecer alguna sugerencia práctica para poder descubrir el significado auténtico de algún pasaje bíblico y así evitar el peligro de equivocarse. En la segunda Carta de San Pedro se nos pone en guardia contra este peligro.
Hay en ellas (las cartas de S. Pablo) algunos puntos difíciles de comprender, que las personas ignorantes y poco firmes en su fe tuercen, lo mismo que las demás Escrituras, para su propio perjuicio (2Pe 3, 16).
En la misma Biblia, vemos como el eunuco de la reina de Etiopía le contestó a Felipe, cuando le preguntó si entendía el significado del pasaje bíblico que estaba leyendo:
Si nadie me explica,
¿cómo voy a entender? (Hech 8,31).
En efecto, la Biblia no es un cuento, que cada cual entiende a su modo, y ahí muere todo.
Sépanlo bien: nadie puede interpretar por sí mismo una profecía de la Escritura, ya que ninguna profecía viene de una decisión humana, sino que los hombres de Dios, movidos por el Espíritu Santo, dijeron sus mensajes (2Pe 1,20).
Siendo la Biblia algo escrito por inspiración de Dios, su verdadera interpretación puede ser dada solamente por las personas encargadas por Dios.
Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como se hace con el trigo; pero yo he regado por ti para que tu fe no venga abajo. Tú, entonces, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos (Lc 22,31-32).
Precisamente esta es la misión de Pedro y sus sucesores, los obispos de Roma: fortalecer, orientar, guiar al rebaño de Cristo, entre otras cosas interpretando oportunamente la Biblia.
Nada de que: «Cada cual puede interpretar la Biblia por su cuenta». Esta idea de Lutero no tiene ningún fundamento bíblico y ha causado mucho daño a la Iglesia, favoreciendo el surgimiento de nuevos grupos de cristianos según la distinta manera de interpretar tal o cual texto bíblico.

1. - Estudiar el texto 
Antes que nada, es necesario buscar el sentido literal, es decir tratar de descubrir qué quiere decir una palabra o una expresión. Para poder lograr esto, hay que tener en cuenta el género literario (ver si se trata de poesía, historia, cuento, leyenda, etc.), la vida y la mentalidad del autor, la época y el ambiente en que se escribió el libro, las costumbres, las creencias y la manera propia de expresarse de aquel tiempo y aquel lugar. En esta tarea, son de mucha utilidad los escritos extrabíblicos, es decir, las fuentes literarias (libros) que tenemos aparte de la Biblia.
Alguien puede ver todo esto muy complicado, como un truco para despistar al lector sencillo, pensando: «Yo leo la Biblia y basta. ¿Qué necesidad tengo de buscar por aquí y por allá?».
Es que el estudio de la Biblia es algo serio. No basta decir: «Yo entiendo esto y basta». Precisamente por esta razón surgieron tantas divisiones. En la misma literatura profana, se tiene mucho cuidado para entender correctamente una palabra o una expresión de tal o cual autor famoso.
Por ejemplo, en un libro encontramos esta expresión: «Sus ojos eran dos perlas preciosas». Para entender su verdadero significado, tenemos que ver si se trata de poesía y entonces expresan el encanto que los ojos de la novia producen en un enamorado; o se trata de un relato médico. En este caso, se trataría de dos perlas verdaderas, que fueron injertadas, en sustitución de los ojos verdaderos, a raíz de algún accidente. Otro ejemplo: En un libro encontramos: «La señora fulana colgó los tenis». Nos preguntamos: «¿Dónde se escribió este libro?». «En México». Muy bien, en el lenguaje popular mexicano, colgar los tenis quiere decir «morirse».
Pasando al estudio de la Biblia, nos preguntamos: «¿Qué quiere decir: «relaciones sexuales prohibidas», de las que se habla en Hech 15,29?» Examinando la costumbre pagana de practicar en ciertos templos la prostitución en honor de la diosa del amor y la mentalidad de los judíos de evitar todo lo relacionado con la idolatría, podemos concluir que las «relaciones sexuales prohibidas» eran las que se tenían en ciertos templos en honor de alguna diosa.
Lo mismo por lo que se refiere a la prohibición de comer la carne de los animales sofocados. Es que en algunos templos se inmolaban ciertos animales (gatos por ejemplo) a los dioses, haciéndolos morir sofocados en agua. Así que «animales sin sangrar» puede referirse a los animales ofrecidos a los dioses y muertos por sofocamiento en agua (Hech 15,29).
¿Qué quiere decir «primogénito»? Algunos piensan que se usa la palabra primogénito solamente para indicar el primer nacido, suponiendo que después hayan nacido otros. De otra manera se diría «unigénito. Así que, al decir el Evangelio que María dio a luz a su hijo «primogénito», pretenden deducir que entonces María tuvo a otros hijos.
Los que piensan de esta manera, no tienen en cuenta la mentalidad bíblica ni la mentalidad de aquella época. En realidad, los judíos al nacer su primer hijo, lo llamaban «primogénito», sin saber si después iban a nacer otros o no (Ex 13,2; Núm 18,15). En un escrito profano de la época de Cristo encontramos que una mujer murió al dar a luz a su hijo primogénito. Evidentemente se trataba de un hijo único, puesto que pronto murió y ya no pudo dar a luz a otros hijos. No obstante se tratara de un hijo «único», no se dice «unigénito», sino «primogénito».
¿Qué quiere decir la palabra «hermano»? Es suficiente examinar el libro de Tobías. Quiere decir «de la misma raza» (Tob 1,3.5;10,6;5;5,9,14...), «primo» (Tob 7,10-12), «esposo»(Tob 7,12-15), «hermano carnal»(Tob 7,4), «pariente» (Tob 7,10). Sabiendo esto, es fácil aclarar el sentido de la expresión «los hermanos de Jesús».

2. - Examinar el contexto 
Esto quiere decir que, para encontrar el verdadero significado de una expresión, es necesario examinar lo que se encuentra antes y después de aquel versículo, cuyo significado se está buscando.
En el Sal 14,1, encontramos: «Dios no existe». Basta leer lo que ya está escrito antes y ya tenemos la respuesta: «El tonto dice: Dios no existe».
Para entender el sentido verdadero de cualquier texto hay que ver lo que se dice antes y después. Si se trata de una carta, hay que leer todo lo que está escrito. No basta leer sólo un pedacito. Por ejemplo, al leer una carta, uno encuentra: «Nadie te quiere...». Esto puede espantar al destinatario pero, si sigue leyendo, encuentra la respuesta: «Nadie te quiere... como yo». Ya cambia todo el sentido.
Un ejemplo de cómo se puede torcer el sentido de un texto bíblico, lo encontramos en Heb 4,9. Allá se dice: «Es entonces claro que algún descanso, algún día séptimo está reservado todavía al pueblo de Dios». Los adventistas del séptimo día dicen: «¿Vieron como la Biblia dice que tenemos que guardar el sábado?».
Para poder entender qué significa esta expresión, hay que leer desde Heb 3,7 hasta Heb 4,11. Entonces veremos que no se trata del día sábado sino del «descanso de Dios que descansa de sus obras al principio del mundo» (Heb 4,1-14).«El que entra en el descanso de Dios, descansa de todas sus obras, como Dios descansa de las suyas» (Heb 4,10), tomando «parte con Cristo» (Heb 3,14). Por lo tanto, hay que esforzarse «para entrar en ese descanso» (Heb 4,11).
En otras palabras, teniendo en cuenta el contexto, vemos claramente como aquí no se habla del día sábado, sino de la gloria futura reservada a los que «hoy» (Heb 3,13) escuchan la voz del Señor.

3. - Tener en cuenta los textos paralelos 
Para poder entender lo que dice la Biblia sobre un determinado tema, hay que examinar todos los textos que se refieren al mismo tema. No basta con examinar un solo texto.
Por ejemplo, si queremos entender lo que enseña la Biblia sobre el bautismo, no basta examinar uno que otro texto aislado. Hay que leer todo lo que dice sobre el bautismo. Si uno lee solamente Hech 2,38, puede pensar que el bautismo sirve exclusivamente para perdonar los pecados actuales. Por eso habría que bautizar solamente a los adultos y no a los niños. Lo mismo si lee sólo Mc 16,16. Puede pensar que para el bautismo es indispensable una fe personal y por lo tanto no vale el bautismo de los niños.
Si esto fuera cierto, entonces sería inútil el bautismo que recibió Jesús, puesto que no tenía pecados (Heb 4,15) o el bautismo que recibió Cornelio con su familia (Hech 10,47), puesto que ya había recibido el Espíritu Santo y por lo tanto ya sus pecados estaban perdonados. Por lo que se refiere a los niños, en Hech 16,33 vemos como Pablo bautizó al carcelero con toda su familia, sin ninguna distinción. Para poder entender la enseñanza bíblica sobre el bautismo, hay que ver todo lo que la Biblia dice sobre el bautismo y no escoger solamente uno que otro texto más conforme con la propia opinión.
Entonces veremos que no dice que hay que bautizarse en el río (en Jerusalén no había río y se bautizaron unas tres mil personas el día de Pentecostés: Hech 2,41, aunque se presenten muchos casos de personas que recibieron el bautismo por inmersión). Veremos también que no importa la edad en que uno recibe el bautismo (Jn 3,5-6; Mt 28,18-19). Lo que importa es nacer dos veces: la primera según la carne y la segunda según el Espíritu.
Con relación a los niños, la Biblia afirma que también ellos son pecadores en el sentido de que son miembros de un pueblo de pecadores, descendientes de Adán, el rebelde (Rom 5,12-19; Sal 51,7; Ef 2,3), con un pecado que solemos llamar «original», es decir que se cometió al origen (principio) de la humanidad.
Así que el bautismo sirve para perdonar los pecados, dar el Espíritu Santo (el ejemplo de Jesús) y hacer entrar en la Iglesia (el ejemplo de Cornelio). Si uno se fija en un solo aspecto, puede caer en el error, al pensar que es «todo» lo que dice la Biblia sobre el bautismo. Por lo que se refiere a la fe personal, ésta es necesaria solamente si se trata de adultos (Mc 16,16).
Para poder entender esto, nos puede ayudar el ejemplo del rompecabezas. Es necesario reunir todas las piezas para que se vea bien la figura, que se quiere presentar. Si se reúnen sólo algunas piezas, no se tiene una idea clara y uno puede fácilmente equivocarse.
En realidad, Dios es el autor principal de toda la Escritura. Por lo tanto, Dios, al inspirar a tal o cual autor, tenía presente el plan completo, que poco a poco iba manifestando. Así que, si nosotros queremos conocer la enseñanza completa sobre un cierto tema, tenemos que reunir todos los pasajes que se refieren a él.
Otro aspecto importante: a veces el mismo hecho o la misma enseñanza se presentan en distintas partes de la Biblia. Pues bien, para poder entender correctamente su significado, es necesario examinar todo los textos que se refieran al mismo hecho o a la misma enseñanza.

4. - Tener en cuenta la analogía de la fe 
Tiene que haber consonancia (acuerdo), entre todas las verdades que presenta la Biblia y son enseñadas por la Iglesia Católica. Siendo Dios el autor de toda la Biblia, no puede haber contradicción (desacuerdo) entre una verdad y otra. Una vez que la Iglesia descubre una verdad en la Biblia, todo lo demás tiene que estar de acuerdo con esta verdad.
Por ejemplo, una vez que la Iglesia, interpretando la Biblia, afirma la perpetua virginidad de María, es imposible que la expresión «hermanos de Jesús» se pueda entender como hermanos carnales de Jesús. Necesariamente hay que buscar otra explicación. Lo mismo pasa con relación al tema de la Trinidad.
Aclarado que hay un solo Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no pueden ser tres dioses distintos, sino tres «personas» en un «solo Dios».

5. - Examinar la Tradición viva de la Iglesia 
Cuando Jesús envió a los apóstoles, no les ordenó que escribieran su mensaje, sino que lo anunciaran. Además, lo que se escribió no fue todo lo que dijo e hizo Jesús (Jn 21,25). Por lo tanto, el mensaje transmitido de generación en generación en la Iglesia, es más amplio de lo que se escribió, y resulta de mucha utilidad para entender lo que fue escrito en el Nuevo Testamento.
El mensaje, escuchado por boca de Jesús, vivido, elaborado y transmitido por los Apóstoles, se llama Tradición Apostólica.
¿Cómo se manifiesta esta Tradición viva de la Iglesia? Mediante la enseñanza del Papa y los obispos, cuando se reúnen en forma solemne (concilios-sínodos episcopales-conferencias episcopales) o cuando orientan a la comunidad en forma ordinaria. Al enseñar alguna doctrina, están presentando la Tradición viva de la Iglesia y por lo tanto están dando el sentido auténtico de las verdades contenidas en la Biblia. Naturalmente se necesita que haya cierta unanimidad y se presente algo como doctrina y no como opinión. Los símbolos de la fe y las definiciones solemnes de los Concilios y del Papa representan la máxima expresión de la Tradición viva de la Iglesia.
También es muy importante examinar los escritos de los obispos y escritores eclesiásticos de los primeros siglos de la Iglesia. Son testigos de la mentalidad de la Iglesia primitiva, que se formó a raíz de la predicación apostólica. Si hay uniformidad sobre ciertos aspectos, ofrecen válidas razones para interpretar correctamente las verdades contenidas en la Biblia. Los catecismos, la liturgia, el arte cristiano y el derecho canónico manifiestan el sentir de la Iglesia y por lo tanto son medios importantes para descubrir la Revelación, que sigue transmitiéndose de generación en generación.
También el sentido común de los fieles, cuando afirma una determinada doctrina, es expresión de la Tradición viva de la Iglesia, y por lo tanto es de suma importancia para poder interpretar correctamente la Biblia.
Para resumir todo esto, basta recordar lo que a este respecto afirmó Orígenes (185-254 d. C.):
«Lo único verdaderamente cierto (en la Biblia) es que en nada se aparta de la Tradición eclesiástica y apostólica».

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