Ludwig Ott escribe en su
Manual de Teología Dogmática “El papa Benedicto XII definió, en la
constitución dogmática Benedictus Deus (1336), que las almas de los
justos que se encuentran totalmente purificadas entran en el cielo
inmediatamente después de la muerte (o después de su purificación, si tenían
algo que purgar), antes de la resurrección del cuerpo y del juicio universal, a
fin de participar de la visión inmediata de Dios, siendo verdaderamente
bienaventuradas; mientras que las almas de los que han fallecido en pecado
mortal van al infierno inmediatamente después de la muerte para ser en él
atormentadas. Esta definición va dirigida contra la doctrina enseñada
privadamente por el papa Juan XII según la cual las almas completamente
purificadas van al cielo inmediatamente después de la muerte, pero antes de la
resurrección no frutan de la visión intuitiva de la esencia divina, sino que
únicamente gozan de la contemplación de la humanidad glorificada.”
En realidad, parece que
Juan XXII era un conocedor de la patrística, especialmente san Bernardo y en
varias homilías había hecho una interpretación del Apocalipsis diciendo que las
almas de los justos esperaban la resurrección de los cuerpos para gozar de la
visión de Dios. El hecho generó un cierto escándalo entre el pueblo fiel lo que
llevó a que Juan estableciera una comisión de teólogos para analizar la
cuestión. El resultado fue la constitución Benedictus Deus, que sin
embargo no fue publicada por él (murió antes) sino por su sucesor.
Esta vieja historia me
parece que tiene varios puntos aleccionadores. El primero es al necesidad de
poner en perspectiva todo lo que se dice, aunque lo diga el papa. Tanto desde el
progresismo como desde el tradicionalismo se usan para argumentar cualquier
frase en cualquier situación. Casi como si fueran polícías dispuestos a usar
cualquier cosa que alguien diga en su contra. (El progresismo abunda en ejemplos
de este tipo. En el tradicionalismo, es lo que hace Amerio en Iota
Unum.)
La segunda, es la necesidad
de que el pueblo y los teólogos esten formados en la tradición para defender la
fe. Aquí es necesario decir que en general son los papas los que defienden la
tradición contra teólogos y no pocos fieles (al menos en este último siglo).
La tercera es llamar la
atención sobre esta doctrina, que nos diferencia en alguna medida de la Iglesia
Ortodoxa y hoy es olvidada (o reinterpretada) por la mayoría de los manuales de
Escatología
No hay comentarios:
Publicar un comentario