miércoles, 17 de julio de 2013

Sinforosa y sus siete hijos, Santos


Mártires, Julio 18
 
Sinforosa y sus siete hijos, Santos
Sinforosa y sus siete hijos, Santos

Mártires

Martirologio Romano; A nueve millas de Roma por la via Tiburtina, conmemoración de los Santos Sinforosa y sus siete compañeros Crecencio, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, mártires, que fueron martirizados de diversas maneras, fieles a su hermandad con Cristo

Santa Sinforosa fue una matrona romana, mujer, cuñada, y madre de mártires. Su esposo, san Getulio, que era tribuno militar, murió mártir en la época de Adriano. Este matrimonio tenía siete hijos varones cuyos nombres conserva la tradición: Crescencio, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio.

La familia vivió en Roma un tiempo, yendo y viniendo a las propiedades que el padre de familia, el tribuno Getulio -llamado también Zotico-, tenía en Tívoli. Dios les ha dado siete hijos; son familia cristiana y, en una casa bien dispuesta, llenan las horas del día viviendo en paz y armonía entre trabajos y aprendizajes mezclados con juegos, gritos y rezos.

El supersticioso emperador Adriano se ha convertido en un perseguidor cruel de los cristianos. Entre otros muchos, aprisiona a Getulio y a Amancio, su hermano, también militar. Prisioneros primero, acaban siendo decapitados en la orilla del Tiber.

Durante todo el tiempo de la persecución, Sinforosa ha salido con los suyos de Roma hacia Tívoli y allí procura preparar a sus hijos para la amenaza presente que se promete larga y que ya ha acabado con la vida de su padre. Les habla del amor de Dios y del premio, de fortaleza y fidelidad, de lealtad a Dios con las obras hasta la muerte como ha sido la actitud de su propio padre. Tuvo que pasar oculta siete meses con sus hijos, escondiéndose cuando arreciaba la persecución, por el temor a ser descubiertos, en una cisterna seca, que siglos después se mostraba a los visitantes. Sin fingimiento inútil, prepara a sus hijos hablándoles del peligro que corren, de los bienes futuros prometidos a los que son fieles y de la confianza en Jesucristo; también les pone al corriente de la dureza que supone el martirio y confiesa sus miedos ante la posibilidad de que claudique alguno de ellos. Todos se proponen estar dispuestos a la muerte antes que adorar a los ídolos.

Por fin cayeron en manos de sus enemigos, y como Sinforosa no se dejase persuadir con promesas y amenazas para sacrificar a los ídolos, el juez quiere colgarla por los cabellos junto al templo de Hércules; pero, comprendiendo que el espectáculo contribuirá a afianzar la fe de los cristianos que permanecen ocultos entre el pueblo, cambia el propósito, disponiendo que sea arrojada al río Teverone, próximo a Tívoli, con una pesada piedra atada al cuello. Hasta último momento Sinforosa siguió animando a sus hijos a permanecer firmes en la fe.

Sus hijos Crescente, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, jóvenes y algunos niños, se resisten firmemente a sacrificar a los dioses y aseguran con claridad ante el juez que se ha ofrecido con promesas a hacer de padre y madre para ellos: "No seremos menos fuertes ni menos cristianos que nuestros padres".

Entonces es el potro alrededor del templo de Hércules el que entra en juego. A fuerza de ser estirados les descoyuntan los miembros, pero ellos bendecían a Dios en medio del tormento. Luego vienen los garfios que van rompiendo las carnes y, por último, vencido y humillado el juez por no poder torcer la voluntad de los fuertes y jóvenes reos, manda que los verdugos terminen con sus vidas atravesándoles con espadas y puñales.

Enterraron sus cuerpos en una fosa común que los paganos llamaron luego "Biothanatos", queriendo expresar el desprecio a la muerte que mostraron al juzgarles. Cuando se calma de furia de Adriano en cosa de año y medio, los cristianos pudieron dar digna sepultura a los que llamaban ya, distinguiéndolos, como "Los Siete Hermanos" y levantaron una pequeña y pobre iglesia a Sinforosa. Posteriormente sus reliquias se trasladaron a Roma y se pusieron, junto a las de Getulio, en la Iglesia de san Miguel.


Santos Sinforosa y siete compañeros, mártires
fecha: 18 de julio
†: s. III/ IV - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
En la vía Tiburtina, a nueve miliarios de la ciudad de Roma, conmemoración de los santos Sinforosa y sus siete compañeros: Crescente, Julián, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, todos mártires, que quedaron hermanados en Cristo tras padecer el sacrificio bajo diversas formas de tortura.

Esta memoria recibía tradicionalmente el nombre de «Santa Sinforosa y sus siete hijos», basándose en la leyenda que enseguida comentaremos, y que dio lugar a unas «Actas de martirio» que se tuvieron por autñenticas durante mucho tiempo, y que incluso Rinart clasificó dentro de las que él denominaba «Acta sincera». Como en tantas otras ocasiones, debemos distinguir el nivel de los hechos que con signos fiables de veracidad han llegado hasta nosotros, de los que la memoria popular transformó en leyenda y que, por muy pintorescos y tradicionales que puedan ser, no forman parte de la memoria del santo, es decir, de la obra de santificación de Cristo en él, y a través de él, en la Iglesia. El entramado legendario es, sin embargo, importante conocerlo -así sea para descartarlo-, porque de él suele tomar cuerpo la iconografía y la veneración popular.

La leyenda de Sinforosa ubica los hechos n la primera mitad del siglo II, en Roma, bajo el emperador Adriano (117-138). Éste acaba de terminar su palacio en Tibur, pero al invocar a los dioses se le revela que estos no están demasiado contentos; la causa es, tal como lo dice el oráculo, una cristiana: «La viuda Sinforosa y sus hijos nos atormentan diariamente invocando a su Dios. Si ella y sus hijos ofrecen sacrificios, prometemos darte todo lo que pidas.» Sinforosa era una matrona romana, viuda del tribuno Getulio, también mártir. A partir de ese momento, el Emperador intentará por todos los medios hacer que Sinforosa y sus hijos sacrifiquen a los dioses de Roma. Puesto que no tiene éxito con la madre, la arroja al río Anio con una pesada piedra al cuello. Con los hijos lo sigue intentando, y naturalmente que la Passio despliega los detalles de las diferentes torturas infligidas a cada uno, hasta que acaba con todos. Son enterrados cerca del noveno miliario camino de Roma en la vía Tiburtina, y con el tiempo una basílica se construye en ese lugar.

Las tumbas de Sinforosa y otros siete mártires existen en el noveno miliario de la vía Tiburtina, y hay restos de una basílica, por lo que puede aceptarse como perfectamente ajustado a los hechos la base del culto. Sin embargo, no hay la menor evidencia de que formaran parte de una misma familia, y más bien el cuadro de la madre y siete hermanos hace pensar en la gesta de la madre macabea y sus siete hijos, sobre cuyo fundamento se tejieron muchas leyendas de santos, como la de «Los siete hijos de santa Felicitas». H Delehaye lo sintetiza de esta manera: «siete santos, cuya única relación consistía probablemente en la proximidad de sus tumbas o del aniversario de su muerte, se convirtieron en hermanos entre sí y en hijos de Santa Sinforosa.»

El nuevo Martirologio Romano renuncia, desde luego, a la leyenda, pero, no sin un punto de ironía, expresará en el elogio que estos mártires «quedaron hermanados en Cristo tras padecer el sacrificio bajo diversas formas de tortura».

 

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