miércoles, 17 de julio de 2013

Los Signos de los Tiempos

 




Los sucesos que están sacudiendo a Japón y al mundo entero han hecho que en los distintos medios de comunicación se vuelva a hablar del fin del mundo. El comisario Europeo de Energía Atómica, Günther Oettinger, ha dicho que la palabra "apocalipsis" parece adecuada. Es claro que en las universidades de Física e Ingeniería Atómica no estudian griego. Si lo hicieran sabrían que "apocalipsis" quiere decir "levantar el velo", "revelar". Justamente los científicos parecieran estar en la situación contraria ya que mas bien no saben que va a pasar. 
El Apocalipsis, último libro de la Biblia, es seguramente la obra que tiene la mayor cantidad de interpretaciones equívocas de la historia. La mayoría de la gente lo identifica con el fin del mundo. Como si lo hubieran empezado a leer y dejado por la mitad, sin llegar a lo central, esto es la victoria de Dios y la Nueva Jerusalén. 
El Papa Benedicto XVI ha mostrado varias veces cierta preocupación por este tipo de lecturas apocalípticas de los signos de los tiempos. En la segunda parte de Jesús de Nazaret se refiere a ellas al hablar del discurso escatológico de Cristo. Dice:
"En base a esto podemos también entender el significado del hecho que Jesús no describe el fin del mundo, sino que lo anuncia con palabras ya existentes del Antiguo Testamento. El hablar de futuro con palabras del pasado separa a este discurso de toda conexión cronológica. No se trata de una nueva formulación de las descripciones del futuro, como sería de esperar de un visionario, sino que trata de insertar las visiones del futuro en la Palabra de Dios ya dada, la cual de esta manera evidencia la firmeza de un lado, y ser abierta a la potencialidad del otro. Es claro ahora que la Palabra de Dios ilumina el futuro en su significado esencial. Pero no da una descripción del futuro, sino que nos muestra hoy la vía justa para ahora y para mañana. Las palabras apocalípticas de Jesús no tienen nada que ver con la clarividencia. Ellas quieren separarse de la curiosidad superficial por las cosas visibles y conducirnos a lo esencial: a la vida fundamentada en la Palabra de Dios, que Jesús nos dona, al encuentro con Él, la Palabra viviente; a la responsabilidad delante del Juez de vivos y muertos." (Bendetto XVI, Gesú di Nazareth, dall'ingreso a Gerusalemme fino alla resurrezione, 2011, p.63.)

La otra respuesta posible a estos signos nos la da la liturgia de hoy en las palabras de Cristo que son usadas en la antífona al Benedictus matutino:

"Generatio haec generatio nequam est; signum quaerit, et signum non dabitur illi nisi signum Ionae" ("Esta generación es malvada: reclama una señal, y no se le concederá más señal que la de Jonás"). (Lc, 11,29).

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