Un modelo de exégesis
bíblica de San Teodoro Estudita
LA PRECIOSA Y
VIVIFICANTE CRUZ DE CRISTO
¡Oh don valiosísimo de la
cruz! ¡Cuán grande es su magnificencia! la cruz no encierra en sí mezcla de bien
y de mal, como el árbol del Edén, sino que toda ella es hermosa y agradable,
tanto para la vista como para el gusto. Se trata, en efecto, del leño que
engendra la vida, no la muerte; que da luz, no tinieblas; que introduce en el
Edén, no que hace salir de él. La cruz es el madero al cual subió Cristo, como
un rey a su carro de combate, para, desde él, vencer al demonio, que detentaba
el poder de la muerte, y liberar al género humano de la esclavitud del
tirano.
Es el madero en el cual el Señor, como
esforzado guerrero, heridos en la batalla sus pies, sus manos y su divino
costado, curó las llagas de nuestras malas acciones, es decir, nuestra
naturaleza herida de muerte por el dragón infernal.
Primero hallamos la muerte en un árbol, ahora
en otro árbol hemos recuperado la vida; los que habíamos sido antes engañados en
un árbol hemos rechazado a la astuta serpiente en otro árbol. Nueva y extraña
mudanza, ciertamente. A cambio de la muerte se nos da la vida, a cambio de la
corrupción se nos da la incorrupción, a cambio del deshonor se nos da la
gloria.
No sin motivo exclamaba el santo Apóstol: En
cuanto a mí, líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo; por él el mundo está crucificado para mi y yo para el mundo. Pues
aquella suprema sabiduría que nace de la cruz ha desmentido la jactancia de la
sabiduría del mundo y la arrogancia de lo que no es más que necedad. Los bienes
de toda clase que dimanan de la cruz han destruido todo germen de malicia.
Ya desde el principio del mundo, todas aquellas
cosas que no eran sino figuras y anuncios anticipados de este leño fueron signo
e indicio de algo mucho más admirable que ellas mismas. Mira, si no, tú que
deseas saberlo. ¿Por ventura no escapó Noé del desastre del diluvio, por
decisión divina, él, su esposa, sus hijos y las esposas de éstos, y los animales
de cada especie, en un frágil madero?
¿Qué significaba también la vara de Moisés? ¿No
era acaso una figura de la cruz? Cuando convirtió el agua en sangre, cuando
devoró a las falsas serpientes de los magos, cuando con su golpe y virtud
dividió las aguas del mar, cuando de nuevo las volvió a su curso, sumergiendo en
ellas al enemigo y preservando al pueblo elegido.
Semejante poder tuvo la vara de Aarón, figura
también de la cruz, que floreció en un solo día, demostrando así quién era el
legítimo sacerdote.
También Abraham anunció la cruz de antemano
cuando puso a su hijo atado sobre el montón de maderos.
Por la cruz fue destruida la muerte, y Adán fue
restituido a la vida. En la cruz se gloriaron todos los apóstoles, por ella
fueron coronados todos los mártires, santificados todos los santos. Por la cruz
nos revestimos de Cristo y nos despojamos del hombre viejo. Por la cruz
nosotros, ovejas de Cristo, hemos sido reunidos en un solo redil y destinados al
aprisco celestial.
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