miércoles, 17 de julio de 2013

La conversión de san Pablo

 






El famoso biblísta P.Raymond Brown escribió un bellísimo capítulo introductorio a san Pablo en su manual del Nuevo Testamento. Dejó aquí algunos fragmentos y espero en el futuro poderlo transcribir en sus totalidad. 
"¿Que imagen evoca Pablo? Muchas de la pinturas o estatuas de  Pablo bien conocidas son recreaciones imaginativas de momentos dramáticos de los Hechos, que nos presentan a Pablo caído del caballo en el camino de Damasco o debatiendo con los filósofos en los atrios de las escuelas atenienses. (...)
Las propias palabras de Pablo (2 Cor 11,23.29) no parecen haber sido alimento para la fantasía artistica.
Para apreciar el realismo de las descripciones los lectores modernos pueden necesitar que se les expliquen ciertos detalles. Por ejemplo: la frase "viajes frecuentes" nos proporcionaría un vívida imagen mental si uno comprende las dificultades que aquellos comportaban. Se ha afirmado a menudo que la famosa red romana de carreteras facilitó la expansión del cristianismo y las películas de romanos nos pintan las cuadrigas deslizándose a lo largo de esas vías pavimentadas con duras losas. Sin duda alguna Pablo aprovechó tales caminos cuando pudo, pero en muchas regiones no pudo gozar de tal lujo. El Apóstol, además, fue un artesano itinerante que hubo de luchar para conseguir dinero para alimentarse; un vehículo con ruedas habría estado fuera de sus posibilidades. Viajar a caballo era dificultoso, puesto que no se utilizaban estos animales para largas distancias y se necesitaba estar ducho en equitación (dada la ausencia de sillas y arreos tal como hoy los conocemos). Pablo probablemente no tuvo posibilidades o deseos de gastar dinero en un asno que transportara su equipaje, puesto que los soldados se sentían inclinados a requisar tales animales de los viandantes que no podían ofrecer resistencia. De este modo debemos imaginarnos a Pablo marchando a lo largo de los caminos acarreando sus limitadas posesiones en un saco, cubriendo cada día un máximo de treinta kilómetros. 
A veces, cuando podía ganar algún dinero con sus habilidades de guarnicionero su itinerario le llevaba a alguna posada, pudo haber sido capaz de encontrar un sitio donde pasar la noche: un lugar en el suelo, en el patio, cerca del fuego; o gastándose más dinero, una cama (probablemente infestada de gérmenes nocivos) en una habitación lejos del patio. A menudo, sin embargo, debía dormir en cualquier sitio cerca del camino, con frío, lluvia o nieve. Como pobre desprotegido sería víctima fácil de bandidos, especialmente en las zonas rurales poco eficientemente controladas por la policía. Los viajes por mar no eran mucho más seguros.
Las dificultades no desaparecían cuando Pablo alcanzaba su pretendido destino. Pablo era un judio con un zurrón al hombre que albergaba la esperanza de cuestionar toda la cultura imperial en nombre de un criminal crucificado ante quien debía doblarse toda rodilla en el cielo y la tierra. La mofa y el desprecio de esos gentiles tan cultos por ese balbuciente y andrajoso vendedor de ideas tal como no lo pintan Hech 17,18 suena a verdadero. Pablo no tenía un estatus como para exigir un lugar en un edificio público para proclamar su mensaje. Hech 16,13 nos lo presenta predicando en un lugar de oración junto a la ribera de un rio. Según los Hechos encontró ciertas posibilidades en las reuniones sinagogales, aunque muy a menudo no era allí bien recibido; todo ello recibe confirmación de las cinco veces en las que fue sancionado por los judíos con treinta y nueve latigazos, castigo propio de la disciplina sinagogal. 
¿Por que Pablo se sometió a sí mismo a tales penalidades? Antes de un momento dramático acaecido a mediados de los años 30 del siglo I Pablo había estado en paz con su educación, consigo mismo y con su Dios. El estilo griego de sus cartas nos muestra que había sido educado adecuadamente en la cultura grecorromana dominante. ¿Que produjo un cambio tan drástico por el cual todo eso resulto ser "escoria sin valor"? Pablo que ya conocía el amor mostrado por el Dios de sus antepasados israelitas, descubrió otro amor que iba mucho más alla de lo imaginado previamente. Se sintió apresado por Cristo Jesús. "El Hijo de Dios me amó y se entregó por mi".  Aunque el Apóstol ofrece argumentos en pro de su postura acerca de que los paganos no están obligados a aceptar la ley de la circuncisión, su argumento más básico hubo de ser existencial: tenía que caer en la cuenta del amor manifestado en su camino.
Las dificultades con las que se topó en la misión resultaron ser para Pablo más que medios que debían emplearse dolorosamente respecto al fin pretendido. Si el amor de Dios se manifestaba en la propia entrega de Cristo ¿cómo debía mostrarse este amor por otros sino de la misma manera? Entre tanto desánimo el Apóstol se había apoyado en el amor a Cristo para esperar todos los bienes y debía estar seguro de que el amor que en él ardía era el de Cristo, que no busca su propio interés. 
En los capítulos que siguen indagaremos sobre si Pablo escribió cada carta concreta, donde, cuando, su teología, etc. Pero nuestras reflexiones sobre esos temas deben quedar moldeadas por la consciencia subyacente de que Pablo haría rechinar sus dientes si alguien pensara que todo eso era algo más que nada en comparación con la experiencia del amor de Cristo que todo lo colma fin hacia el que orientó cada hora de su vida consciente."

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