Hoy se cumplen seis años de la muerte de Juan
Pablo II, y ya estamos a solo un mes de su beatificación. Con la llegada de
Benedicto XVI, muchos quisieron contraponer la simpatía del papa polaco a la
frialdad del alemán. Juan Pablo II era un papa cercano a la gente, decían, en
cambio Benedicto XVI es un teólogo frío, lejano, el Panzerkardinal, lo
llamaban.
El andar del tiempo puso las cosas en su
lugar.
Ahora, sin embargo, se intenta generar una
nueva contraposición. Juan Pablo II era un modernista, un sincretista, culpable
de todos los males que nos asolan y Benedicto XVI es el salvador que hizo dar un
giro de 180° a la Iglesia.
La realidad es que entre estos dos hombres hubo
mayor afinidad que entre cualquiera de los papas del siglo pasado. Juan Pablo II
llamó al Cardenal Ratzinger a Roma en los primeros años de su pontificado. Lo
sostuvo ante muchas de las críticas que se le hicieron. Muchos de los documentos
pontificios, tenían detrás la pluma del teólogo alemán, el cual era un hombre
influyente. A pesar de que Ratzinger varias veces presentó su renuncia, Juan
Pablo II jamás lo dejo ir.
Benedicto XVI, desde el primer momento de su
pontificado mostró la intención de acelerar el proceso de beatificación de su
predecesor. El mismo le dio el título de "magno". Juzgo su pontificado como una
continuidad con el anterior. En muchas políticas eclesiales, se puede ver esta
continuidad.
Es conocido el afecto mutuo que se
tenían.
Pero no importa. Es que necesitamos tantas
teorías y estamos enceguecidos por nuestras ideologías, que somos capaces de
negar lo obvio.
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