jueves, 4 de julio de 2013

E L S I L E N C I O en la vida del monje




 
  Los monjes de vida contemplativa pueden ser considerados como “hijos del silencio.”
  El monje se habitúa a vivir con su cuerpo y con un alma en perfecto silencio:

  -Silencio en los labios,
  -Silencio del corazón,
  -Silencio de la mente.

 Los sentidos externos dejan todo apego, toda curiosidad de ojos y oídos. Dejan las cosas materiales y  toda afectividad por todos los seres creados.
  El silencio hace más disponible a todo creyente para vivir en la presencia de Dios y descubrir el Misterio. El silencioso penetra los secretos de la contemplación.

  Con el silencio el hombre va desapareciendo y su ser externo va perdiendo valor y poco a poco va retornando a la primitiva gracia recibida de Dios antes de la primera caída del paraíso terrenal y está ordenada a la visión beatifica.

  El silencioso penetra en el secreto. Permanece en su “yo” profundo: “Calla, islas para que puedas escucharme,” ( Is 41, 1 ). Así vive en un presente que no tiene un mañana. Dios habla en el silencio y por eso el solitario calla.
  La tarea primordial es dejarse formar, martillar, estructurar del silencio que  le da el poder de vivir y de morir.

EL ARTE DE LAS ARTES

  El arte de las artes no está en amar o conocer, está en saber vivir en silencio. Entonces se genera el conocimiento y el amor, la humildad y la virginidad del corazón.
  En esta ciencia espiritual, el silencioso no se olvida de los hombres, Dios a través de él, consuela, vigoriza, guía y acompaña a todo ser viviente.

  Es el arte que permite vivir en estado de oración sin distraerse y elevando cada día a sus hermanos para hacer germinar el grano de trigo, de mostaza, de arroz, de todo esto de que habla la tradición cristiana del Oriente y Occidente. En una palabra el silencio del eremita, sella el compromiso de la vida interior y es la manera perfecta de guardar “el secreto del rey.”

SAN BRUNO EN SU CARTA A RODOLFO
  Afirma San Bruno que “aquello que la soledad y el silencio del desierto ocasiona de utilidad y de gozo divino a cuantos aman, solo saben decirlo aquellos que lo experimentan.”
   La mística del silencio es esencial mente contemplativa y da la gracia de vivir y estar de corazón a corazón con Dios.

MAXIMO BALDINI
  Dice que el tema del silencio puede ser actual o no actual. No obstante se puede pensar, según otros muchos estudiosos que el silencio es indudablemente actual, quizá mucho mas de lo que nunca ha sido.  Este autor traer los siguientes testimonios:
  Sontag, dice que el hablar se ha convertido en una esclavitud como el alcohol. Nuestra civilización es de palabras fantasmas, llenos solo de ruido.
  Las palabras crean confusión, no son la palabra. Es mas bien una alucinación de vientos, de vagas charlatanerías de la vida cotidiana que hace notar la nostalgia del valor del silencio.
  Se ha dicho que “el silencio pertenece a la estructura fundamental del hombre.”

  Para Gandhi el silencio “dilata el espacio de tiempo de nuestra vida.”

  Bossuet ve en el silencio un medio privilegiado para “conseguir la propia salvación.”

ISAAC DE NINIVE
  “Si amas la verdad, sé amante del silencio, a semejanza del sol, este te hará luminoso y te librara de los fantasmas de la ignorancia. El silencio nos une a Dios mismo.
GERHARD TERSTEEGEN
  “Por el selencio son reconocidos los que llevan a Dios en el corazòn.”
IGNACIO SILONE
  En ningún siglo, la palabra ha sido tan tergiversada, como lo es ahora de su fin  natural que es el de comunicarse con los hombres. Hablar es engañar y engañarse que a menudo se hacen sinónimos.
  El poeta de nuestros tiempos, como el místico, ha probado al menos, por una vez en su vida el deseo de “morir de silencio.”
 
  PICARD, escribe: “El silencio pertenece a la esctructura fundamental del hombre.”
  Para Pischari, el tiempo es “un grande maestro de verdad.”
  Lavelle, dice: “el tiempo es la forma más perfecta del pudor.”
  San Pablo de la Cruz trata del silencio como “la llave de oro que conserva el tesoro de la virtud.”
  San JUAN DE JESUS MARIA: El silencio tiene cierta afinidad con la contemplación divina y el rapto del alma en cuanto hace también en ella comprender, sin estrépitos de palabras, cosas superiores a la capacidad del mundo.
  El silencio no es la mera ausencia de ruido, es la paz. No es mutismo. El hombre debe callar, no ser mudo. Sólo la persona puede estar en  aquella recogida calma que se llama silencio.

EL SILENCIO COMO FORMA DE COMUNICACION
  El silencio no es mudo;  lo que es mudo no es silencio. Es una forma de comunican (en su significado más profundo, es la comunicación a la segunda potencia); el mudo en cambio, se aisla y nos excluye de toda comunicación.”

EL SILENCIO NO ES ENFERMEDAD
  No se trata de un taciturno por temperamento o enfermedad. Se es silencioso por atención, por concentración, recogimiento, meditación, oración.
  El silencio no se resuelve en el mero callarse de los labios. No es únicamente exterior, es un hecho de todos nuestros miembros y más aun de nuestra alma.

EL MAS SUBLIME SILENCIO

  Donde hay silencio de palabra, de acción, de actitudes, se da el más sublime silencio. Se le podrá llamar “el silencio del silencio.” Es una expresión de un estado interior. Se puede callar y ser todavía bulloso, de hecho si los labios callan, el ánimo puede estar en el tumulto y, al contrario, se puede hablar y ser silencioso, si las palabras que son pronunciadas son palabras salidas de nuestro silencio interior. 

  ABBA POEMEN, de los  padres del desierto, dice que hay quienes parecen en silencio pero en su corazón juzgan a los otros: estos hablan continuamente. En cambio, otros tienen necesidad de hablar todo el día, desde la mañana hasta la noche, pero en realidad, guardan silencio porque nada dicen que no sea de utilidad espiritual.” ( Apotegma ).

RUIDOS QUE HACEN SILENCIO
  No debemos olvidar nunca que “todos los ruidos que nos rodean hacen mucho menos estrépito que nosotros mismos. El verdadero ruido es el eco que las cosas tienen en nosotros. No es el hablar el que rompe inevitablemente el silencio.
  La sede de la palabra de Dios es el silencio,  si cuando hablamos, nos limitamos a repetir aquella palabra, no cesamos de callar.”

EL SILENCIO NO ES UN FENÓMENO SIMPLE

  No existe un sólo tipo de silencio, sino una pluralidad de silencios. El silencio no es un fenómeno simple como podría inicialmente parecer, sino más complejo. El silencio, a ejemplo, no tiene una sola forma de expresión, un sólo significado,  puede asumir, en efecto, múltiples significados.
  LAVELLE, escribe “Hay un silencio de clausura, un silencio reservado, un silencio de mortificaciòn, un silencio de amenaza, un silencio de cólera, un silencio de rencor.
  Hay también un silencio de aceptación, un silencio de promesa, un silencio que lleva el peso de todos los recuerdos sin evocar ninguno, un silencio que toma en elección todas  las posibilidades sin preferir ninguna.
  Hay silencio de pesadez que oprime en tal modo que la más pequeña palabra que sería para mi una liberación, es un silencio frágil del cual temo la ruptura, rige la hostilidad irritada de no encontrar medios suficiente mente fuertes para manifestarse, es un silencio de amistad plena, feliz de haber superado todas las palabras y haberlas dejado inútiles.

Silencio de admiración y de desprecio

  Hay un silencio de admiraciòn y uno de desprecio, hace sentir la presencia del cuerpo como una carga que no se puede llevar; otras veces en cambio, parece abolirlo, como si se hubiera convertido en un espíritu puro.
  Existe un silencio que tiene algo de divino, pero también un silencio que viene del demonio. Existe el silencio auténtico así como existe la palabra inauténtica.


San GREGORIO MAGNO, dice que existe un “silencio rumoroso” que es el silencio de odio, de envidia, que es desesperación. Los taciturnos cuando ven los  males de los otros, y se quedan silenciosos, son como aquellos que ven las heridas y no las quieren curar; se hace responsable de la muerte, porque no quiere echar fuera el veneno, que habría podido curar con sus palabras. Si el mucho silencio no fuera una culpa, el profeta no diría: “Ay de mí, porque he callado.”
  Quien ama el silencio, ama también la palabra esencial. El sabe que “la palabra más bella no expresa el silencio, lo vuelve insensible...las palabras más bellas son las voces del silencio como el “icerberg” sobre el agua, si se acaba se pierde el ligamen; así con el silencio, es “lo esencial de toda palabra.

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