viernes, 12 de abril de 2013

Margarita de Cittá di Castello, Beata


Laica Dominica, 13 de abril
 
Margarita de Cittá di Castello, Beata
Margarita de Cittá di Castello, Beata

Laica Dominica

Martirologio Romano: En Cittá di Castello, en Umbría, Italia, beata Margarita, virgen de las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, la cual, ciega de nacimiento, deforme y abandonada por sus progenitores, siempre confió en su corazón, sin embargo, en el nombre de Jesús. ( 1320)

También es conocida como: Beata Margarita de Metola.

Fecha de beatificación: 19 de octubre de 1609 por el Papa Pablo V.
Esta chica que nació ciega, coja y jorobada, en Meldola, Vado, Italia en el año 1287.

Ella pasó por muchas horas de contemplación en su vida. Desde la contemplación aprendió a relativizar todo, y ver cualquier acontecimiento como venido de las manos de Dios, aunque sean dolorosos. Cuando los padres vieron que no se lograba el milagro de que su hija viera con sus ojos las maravillas de este mundo, la abandonaron. Pero el Señor hizo que algunas familias de la ciudad se encargaran de cuidarla.

Cuando fue mayor, la llevaron al monasterio. Las religiosas, en el fondo, conocedoras del tema, se sentían culpables de no hacer nada por el bien de la chica. Le permitieron entrar en el monasterio, como laica dominica. En seguida se distinguió por su oración ferviente, su entrega a la penitencia hasta el encuentro definitivo con Cristo. Su gran devoción era la Sagrada Familia.

Cuentan que cuando murió (el 13 de abril de 1320), había tres perlas en su corazón: una de Jesús, otra de la Virgen María y la tercera de san José.

Sus restos mortales se encuentran en la iglesia de santo Domingo. Su cuerpo incorrupto es muy venerado por la gente de esta ciudad.

El obispo de la ciudad, en el año 1988, la declaró patrona diocesana de los no videntes.
Beata Margarita de Cittá di Castello, virgen
fecha: 13 de abril
n.: 1287 - †: 1320 - país: Italia
otras formas del nombre: Margarita de Metola
canonización: Conf. Culto: Pablo V 1609
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Cittá di Castello, de nuevo en Umbría, beata Margarita, virgen de las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, la cual, ciega de nacimiento, deforme y abandonada por sus progenitores, siempre confió en su corazón, sin embargo, en el nombre de Jesús.

Probablemente hacia 1293, algunas mujeres de Citta-di-Castello, en la Umbría, encontraron en su parroquia a una cieguecita de seis o siete años, que había sido abandonada allí. Compadecidas de la pobre niña, las mujeres, que no eran ciertamente ricas, le ofrecieron hospitalidad por turno, de suerte que la chiquilla se convirtió, prácticamente, en hija adoptiva del pueblo. Las caritativas mujeres estuvieron de acuerdo en declarar, más tarde que Margarita, lejos de ser una carga, había sido una fuente de bendiciones para sus bienhechoras. Algunos años después, las monjas de un convento de la localidad se ofrecieron a guardar a la joven, quien se regocijó mucho ante la perspectiva de vivir con las religiosas; pero su alegría duró muy poco, pues se trataba de una comunidad relajada y mundana. El fervor de Margarita era un constante reproche para las religiosas y éstas no habían conseguido las limosnas que esperaban por alojar a la huérfana. Las religiosas, que al principio habían simplemente ignorado a Margarita, empezaron después a perseguirla y llegaron hasta a calumniarla; la joven, cubierta de ignominia, tuvo que volver al mundo.

Pero sus antiguos amigos no la abandonaron. Un matrimonio le ofreció una casita, donde la beata vivió desde entonces. A los quince años, Margarita recibió el hábito de terciaria de Santo Domingo, pues los dominicos se habían establecido recientemente en Citta-di-Castello y, a partir de ese momento, se consagró totalmente al Señor. Dios la bendijo en la misma medida. Margarita curó a otra terciaria de una enfermedad de los ojos, contra la cual los médicos se habían declarado impotentes. Con su manto apagó un incendió en la casa de sus protectores. Deseosa de mostrar su gratitud a sus bienhechores de Citta-di-Castello, la beata se dedicó a cuidar a los niños, en tanto que los padres trabajaban. La escuelita de la beata prosperó, ya que su sencillez la ayudaba a entenderse perfectamente con los niños. Los hacía ejecutar pequeños trabajos, en los que ella misma participaba; los instruía en sus deberes para con Dios y para con el prójimo, los hacía amar al Niño Jesús y les enseñaba los salmos, que había aprendido de memoria en el convento, a pesar de su ceguera. Se cuenta que, cuando estaba en oración, se elevaba frecuentemente un palmo del suelo y permanecía así largo tiempo. Así vivió, ignorada de todos, excepto de sus más próximos vecinos, hasta los treinta y tres años. A esa edad murió, rodeada por sus amigos, quienes consiguieron que fuese sepultada en la iglesia parroquial. En su tumba se obraron muchos milagros. El culto de la beata Margarita fue confirmado en 1609 para Citta-di-Castello, y en 1675 fue extendido a toda la orden dominicana.

El principal documento que poseemos sobre Margarita es un resumen de su vida, escrito en el siglo XIV; se encuentra en Analecta Bollandiana, vol. XIX (1900), pp. 21-36. Ver también Acta Sanctorum, abril, vol. II; Procter, Dominican Saints, pp. 90-93; y Ganay, Les Bienheureuses Dominicaines. Es probable que la nota entusiasta que dedica el franciscano Ubertino di Casale en Arbor Vitae a una mística de Citta-di-Castello se refiera a la beata Margarita. W. R. Bonniwell publicó en 1952, en los Estados Unidos, una interesante biografía de tipo popular, titulada The Story of Margaret of Metola, que se basa en una biografía descubierta por el autor y difiere en algunos detalles de nuestra narración. Cf. Analecta Bollandiana, vol. LXX (1952), p. 456.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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