miércoles, 10 de abril de 2013

José Moscati, Santo

El médico santo, 12 de abril
 
José Moscati, Santo
José Moscati, Santo

El Médico Santo
(1880-1927)

Martirologio Romano: En Nápoles, en Italia, san José Moscati, médico, entregado total e incansablemente a la cotidiana asistencia a los enfermos, sin reclamar a los pobres paga alguna, y que atendiendo a los cuerpos, curaba, a la vez, las almas con gran amor. ( 1927)

Fecha de canonización: 25 de octubre de 1987 por el Papa Juan Pablo II.
El doctor José Moscati nació en Benevento (Italia), el 25 de julio de 1880. Ingresó a la universidad para estudiar medicina y a los veintidós años de edad se graduó con las mejores calificaciones de su generación. Se levantaba diariamente muy temprano para ir a misa y recibir la comunión. Después se dirigía a las colonias pobres para ver algunos enfermos y a las ocho treinta de la mañana iniciaba el trabajo en el hospital.

Sus pacientes predilectos eran los pobres. Basta narrar un episodio que sucedió en los últimos años de su vida. Desde hacía tiempo atendía a un anciano pobre. Ya que no podía visitarlo en su casa con la frecuencia deseada, le pidió que todos los días fuera a desayunar al café situado junto a la iglesia donde acudía diariamente a misa y así lo podía ver. El día en que el anciano no iba a desayunar, el doctor acudía a su domicilio para asistirlo. De los pobres nunca aceptaba honorarios, antes bien los curaba a sus expensas o los ayudaba sin hacerse notar.

Después de la muerte del doctor, su hermana Ana aseguró que durante su vida, dedicó todas sus ganancias -que no eran pocas- a los pobres, sin quedarse con nada.

Cuando sucedió la erupción del Vesubio en 1906, fue de voluntario a Torre del Greco donde había un gran hospital, con la orden de desalojarlo. Durante más de veinte horas ayudó a trasladar enfermos a un lugar seguro. Cuando todos estaban a salvo, el techo del edificio se derrumbó por el peso de las cenizas. Durante la epidemia de cólera de 1911 en Nápoles, se mantuvo en su puesto a pesar de que los demás médicos se ausentaban, sosteniendo con abnegación heroica las tareas más difíciles en las zonas más afectadas de la ciudad.

En 1911 fue nombrado director del Hospital de Incurables y se le encomedó la formación de los estudiantes de medicina. Son suyas estas palabras dirigidas a uno de ellos: “Ama la verdad; muéstrate cual eres, sin fingimientos, sin miedos, sin miramientos. Y si la verdad te cuesta persecución, acéptala; y si tormento, sopórtalo. Y si por la verdad tuvieras que sacrificarte a ti mismo y a tu vida, sé fuerte en el sacrificio”.

Su densa jornada, llena de ocupaciones en el hospital, la universidad, el consultorio y las visitas domiciliarias, quebrantaron su salud. Murió el 12 de abril de 1927. Aquella mañana, como siempre, asistió al hospital, visitando a numerosos enfermos. Hacia las tres de la tarde se sentó en un sillón, donde murió.

Entre los primeros que acudieron a rezar ante su cadáver estuvo el cardenal Ascalesi, quien ante los presentes, pronunció estas conmovedoras palabras: “El doctor pertenecía a la Iglesia; no a aquella de quienes sanó el cuerpo, sino de la de quienes salvó el alma y que salieron a su encuentro mientras subía al cielo”. Fue beatificado en 1975 por el papa Pablo VI.

En vista de la canonización es examinada la curación de una leucemia (mielosis aguda mieloblástica) del joven Giuseppe Montefusco, ocurrida en 1979.

A este hombre se le consideraba ya desahuciado. Su madre, Rosaria Rumieri, deshecha por el diagnóstico infausto, vio una noche en sueños la foto de un médico en batín blanco. Contó el sueño a su párroco, quien le habló del Beato médico Giuseppe Moscati. La señora fue a la Iglesia del Gesú Nuovo, y enseguida reconoció el rostro de la foto vista en sueños. Desde ese momento empezó a rezar a Moscati, y consiguió que se le unieran parientes y amigos. Su hijo Giuseppe se curó totalmente en pocos días. Retornó a su duro trabajo de herrero y no ha vuelto a sufrir recaídas. Después se casó, y ahora vive felizmente con su mujer e hijos.

Después de largos exámenes, finalmente en el consistorio del 28 de abril de 1987 el Papa Juan Pablo II fija la fecha de la canonización para el 25 de octubre del mismo año.
ORACION.

OH San José Moscati,
médico y sabio insigne,
que con el ejercicio de la profesión
curabas el cuerpo y el espíritu
de tus pacientes,
mira también por nosotros que ahora acudimos con fe a tu intercesión.

Danos salud física y espiritual
y sé una vez mas el distribuidor de los dones divinos.
Alivia las penas de los que sufren,
conforta a los enfermos,
da consuelo a los afligidos,
esperanza a los extraviados.

Los jóvenes encuentren en ti un modelo,
los trabajadores un ejemplo,
los ancianos un consuelo,
los moribundos la esperanza del premio eterno.

Sé para todos nosotros guía segura de
laboriosidad, honradez y caridad,
para que cumplamos cristianamente
nuestros deberes
y demos gloria a Dios,
nuestro Padre.

Amén.
 
 

Giuseppe Moscati.

San Giuseppe Moscati
San Giuseppe Moscati.jpg
Nacimiento25 de julio de 1880
Benevento, Italia
Fallecimiento12 de abril de 1927
Nápoles, Italia
Venerado enIglesia Católica
BeatificaciónBasílica de San Pedro, 16 de noviembre 1975, por Paulo VI
CanonizaciónBasílica de San Pedro, 25 de octubre 1987, por Papa Juan Pablo II
Festividad12 de abril.
Atributosse lo representa con guardapolvo o traje blanco
PatronazgoPatrón de la Anatomía y Patologías.
Giuseppe Moscati (* Benevento, Italia 25 de julio de 1880 - † Nápoles, Italia 12 de abril de 1927) fue un médico, investigador científico y profesor universitario italiano, reconocido por su trabajo pionero en la bioquímica fisiológica y por su piedad. Canonizado por el papa Juan Pablo II en 1987, es uno de los santos más populares del siglo XX.

 Infancia y Juventud

Hijo de un juez, Francisco, y una aristócrata, Rosa De Luca dei Marchesi di Roseto, y fue el séptimo de nueve hijos.
En 1884, se trasladó con su familia a Nápoles, donde su padre se convirtió en Director de la Corte de Apelaciones, donde el joven Giuseppe recibió la Primera Comunión, cuatro años más tarde, en la iglesia de las Hermanas del Sagrado Corazón. En esta iglesia, Moscati se reúne con los "beatos" Bartolo Longo, fundador de la ermita de Pompeya al lado de la iglesia y conoció a la Caterina Volpicelli.
En 1892 se inició para ayudar a su hermano Alberto, desfortunadamente, el murió tras una caída de su caballo durante el ejercicio de su servicio militar: a partir de este episodio empezó a madurar su pasión por la medicina.
Después de la escuela secundaria, se matriculó en 1897 en la Facultad de Medicina, en el mismo año la muerte de su padre, que sufrió de una hemorragia cerebral.

Médico, Investigador, Profesor

El 4 de agosto de 1903 se graduó con honores con una tesis sobre "Urogénesis de Hígado", los trabajos que se incluyeron en las columnas de la prensa y, después de unos meses se presentó a los concursos para auxiliares y asistentes en la extraordinaria "Ospedali Riuniti de Incurabili", pasando ambas pruebas. Se hizo cargo de los pacientes "incurabili" (incurables) del hospital, donde permaneció por más de 5 años, sus días fueron siempre muy intensos, levantándose temprano en la mañana quedando libre para ir a visitar a los necesitados de los barrios españoles, antes de ir a operar en el hospital durante su trabajo diario, y visitar a los enfermos por la tarde en su estudio privado, y sumado a la dedicación a los enfermos no dejó de lado el tiempo de estudio para la investigación médica persiguiendo la aplicación de un equilibrio entre la ciencia y la fe.
Durante la Primera Guerra Mundial rehusó a alistarse en el ejército, pero en su lugar organizó un hospital para los heridos, donde trató personalmente a cerca de 3.000 soldados.[1]

Reliquias y festividad

Sus restos descansan en la Iglesia de Jesús Nuevo (Gesù Nuovo) en Nápoles, centro principal de veneración. Su festividad en la Iglesia católica se celebra el 12 de abril, día de su fallecimiento, mientras que el 16 de noviembre se celebra el traslado de sus reliquias.[1]

Escritos

(en italiano)
  • La salda d'amido iniettata nell'organismo. Effetti sulla coagulazione del sangue, ricerche sperimentali del dott. Giuseppe Moscati, Napoli, Tip. editrice Tocco e Salvietti, 1906, estratto da: “Atti della R. Accademia medico-chirurgica di Napoli”, N. 2., 1906;
  • La salda d'amido iniettata nell'organismo nota 2.: ritenzione dell'amido e trasformazione in glicogeno: ricerche sperimentali del Dott. Giuseppe Moscati, Napoli, Tip. Ed. Tocco e Salvietti, 1906, estratto dagli: "Atti della R. Accademia Medico-Chirurgica di Napoli" n. 2. 1906;
  • Il glicogeno nella placenta muliebre andamento e meccanismo della sua scomparsa dopo l'emissione. Valore medico legale: ricerche sperimentali del Dott. Giuseppe Moscati, Napoli, Tip. A. Tocco e Salviati, 1907, estratti dagli: “Atti della R. Accademia Medico-Chirurgica di Napoli”, n. 2. 1907;
  • Quantita del glicogeno nei muscoli dell'uomo andamento della sua scomparsa dopo la morte: ricerche sperimentali del Dott. Giuseppe Moscati, Napoli, Tip. A. Tocco e Salvietti, 1907, estratti dagli: “Atti della R. Accademia Medico-Chirurgica di Napoli”, n. 2. 1907;
  • Azione della chinina sull'autolisi epatica e splenica. Ricerche sperimentali del dott. Giuseppe Moscati, Napoli, Tip. della Riforma Medica, 1910; estratti da: “Riforma Medica”, anno 26., n. 48;
  • Giuseppe Moscati, il laico santo di oggi, scritti inediti, cura di Alfredo Marranzini, prefazione di Mario Agnes, Roma, AVE, 1985;
  • Scienza e fede, pensieri scelti di Giuseppe Moscati, a cura di Sebastiano Esposito S.I., Messina, Esur, 1991;

 Bibliografía

(en italiano)
  • 12 aprile 1927, [necrologio di Giuseppe Moscati a cura di Gennaro Moscati], Napoli, F. Giannini e Figli, 1927;
  • Santa Sede. Sacra congregazione per le cause dei santi, Il Decreto della eroicità delle virtù del venerabile Giuseppe Moscati professore della Universita di Napoli, Napoli, Giannini, 1973;
  • Alfredo Marranzini, Giuseppe Moscati, un'esponente della scuola medica napoletana, introduzione di Felice D'Onofrio, Roma, Orizzonte medico, 1980;
  • Gianni Infusino, Un santo in corsia. Giuseppe Moscati, Cinisello Balsamo, Edizioni paoline, 1987;
  • Lauro Maio, San Giuseppe Moscati e Benevento sua citta natale, S.l., Comitato per le celebrazioni in onore del novello santo, 1987;
  • Pasquale Scrocca, San Giuseppe Moscati, Napoli, Augustissima Arciconfraternita ed Ospedali della SS. Trinita dei Pellegrini e Convalescenti, 1988;
  • Alfredo Marranzini, Giuseppe Moscati : modello del laico cristiano di oggi, presentazione di Mario Agnes, Nuova ed. riv. e aggiornata, Roma, A.V.E., 1989;
  • Giorgio Papasogli, Giuseppe Moscati, il medico santo, Cinisello Balsamo, edizioni Paoline, 1991;
  • Raffaele Rossiello, L'anatomia patologica di s. Giuseppe Moscati, Messina, ESUR, 1992;
  • Felice D'Onofrio, Giuseppe Moscati, medico, docente, santo, Napoli, Campania Serafica, 1995;
  • Alessandro Doldi, Attività scientifica di san Giuseppe Moscati, Genova, 1998, estratti da: "Atti dell'Accademia ligure di scienze e lettere", Ser. 5., 54., 1997;
  • Alessandro Doldi, La formazione scientifica di Giuseppe Moscati, Genova, 2000, estratto da: "Atti dell'Accademia ligure di scienze e lettere", ser. 6., v. 2., 1999;
  • Antonio Tripodoro, Giuseppe Moscati, il medico dei poveri, Milano, Paoline, 2004;
  • Andrea Jelardi, Giuseppe Moscati e la scuola medica sannita del Novecento, Benevento, Realtà Sannita, 2004

 Referencias

  1. a b SQPN. «Saint Joseph Moscati» (en inglés). Patron Saints Index. Consultado el 4 de abril de 2012.

 Enlaces externos


Biografía de San Guiseppe Moscati

Moscati era un médico pobre. Parece un contrasentido hablar de pobreza en la vida de un hombre que por sus capacidades, ingenio, renombre y posición social, podía permitirse todo lo que deseaba. ¡Sin embargo es así! Moscati era muy pobre. Todos los que han conocido el futuro santo lo afirman y citan muchos particulares de esta pobreza. Moscati no era metalizado y siempre daba lo que tenía a los pobres; llevaba trajes decorosos y su hermana Nina se ocupaba de su vestuario. Mesurado en la comida, no amaba los refinamientos y no tenía carrozas, coches o caballos a diferencia de sus colegas.
El Doct. Domenico Galdi, que durante los años 1925/27, era un estudiante de medicina y encontraba a menudo Moscati en la clínica Lettieri, escribe que muchos directores de clínicas como Castellino, Boeri, D’Amato, Bossa, De Carli, Brutti, iban a la Clínica Lettieri para asistir sus enfermos privados. Galdi dice que Moscati también iba a la Clínica y “nosotros los estudiantes le preguntábamos porque no tenía un coche como sus colegas (en efecto Moscati siempre llegaba a pie). Esta pregunta lo fastidiaba y decía: yo soy pobre; ¡no tengo la posibilidad, por mis compromisos, de afrontar semejante gasto! ¡Os juro que digo la verdad!” El Doct. Galdi continua: “Lo que recibía estaba dirigido a los pobres que asistía gratuitamente y afectuosamente dándoles medicinas y todo lo que era necesario para vivir.”
Doscientas liras por cuatro consultas
El Doct. Francesco Brancaccio,
cuenta que un día Moscati fue de urgencia a Portici para reconocer un joven que tenía un ataque de apendicitis y tenía que ser operado. El Profesor se oponió a machamartillo a la intervención y mandó poner de continuo una bolsa de hielo sobre el abdomen del enfermo. Durante unos quince días, el profesor visitó el joven cuatro veces hasta que curó el paciente completamente. El padre del enfermo le dio un sobre como honorario.
“Yendose (cuenta el doct. Brancaccio), lo asalta una duda y exclama: “¡Quién sabe cuanto me han dado!…”. Abre el sobre: mil liras. El Maestro vuelve atrás, sube a la casa del joven y con una actitud huraña dice: “¡Ustedes son locos o piensan que yo soy un ladrón!” Todos se quedan estupefactos y el padre, creyendo que el honorario no haya sido bastante, toma un otro billete de a mil y lo da al Maestro que lo rehusa. Además, el Maestro saca de la cartera ochocientos liras y les deja sobre la mesa yendose de carrera.
Así un médico tan famoso – conclue – ¡recibía como honorario solamente doscientas liras!”
Cincuenta liras por tres reconocimientos y tres personas
Cuenta el Prof. Mario Mazzeo:
“Un día, un médico que era un amigo mío, mandó a su estudio tres malados de la misma familia provenientes de Montorsi (Benevento). Después del tercero reconocimiento, áquel que les acompañaba, dejó sobre el escritorio un billete de 100 y un otro de 50 porque no había sido posible saber la retribución por boca del Siervo de Dios. Moscati, que de ordinario no ponía atención en lo que los enfermos dejaban sobre su escritorio, se quedó sorprendido y sin muchas palabras tomó el billete de 100 liras y lo devolvió diciendo:
“Cincuenta liras por tres personas son demasiado; ir en paz de Dios y presentáis mis respectos al doctor.”.
El médico de los pobres
“Una vez – testimonia el Dr. Brancaccio – mandé al profesor una joven enferma de tuberculosis con una nota en la que le explicaba sus pobres condiciones económicas. El prof. Moscati la reconoce, le prescribe un tratamiento, no le cobra nada y despide a la enferma; pero ésta, con gran sorpresa, se da cuenta de que junto a la receta había un billete de 50 liras, que el profesor había añadido sin decir nada. Cuando yo le di las gracias de todo corazón por su pietad, me contestó: – “¡Por el amor de Dios! No lo diga a nadie.”.”
Cuenta el jesuita P.Antonio de Pergola que, a la vuelta de Vico Equense en compañía de Moscati, se detuvieron en Castellammare di Stabia y se dirigieron al “pobre y miserable domicilio de un ferroviario enfermo, alrededor de cuya cabecera se hallaban los compañeros del enfermo y quienes, en el mismo tren, habían rogado al profesor que fuera a visitarlo.” Moscati dio inicio al reconocimiento y el Padre, al notar que los ferroviarios recolectaban dinero para pagarle, intentó disuadirles.
Moscati se dio cuenta y entonces “se acercó y con elocuente sencillez les dirigió estas palabras: ‘Ya que vosotros, renunciando a una parte de vuestro duro trabajo, habéis acudido en auxilio de vuestro amigo enfermo, yo me asocio a vuestro sentido humanitario y contribuyo a la colecta con un cuota, para que el enfermo pueda conseguir, con el total acumulado, los medios necesarios para curar la enfermedad’, y les entregó tres billetes de 10 liras.”
El Doct. G. Ponsiglionecuenta que: “Un día se presentó en su estudio un hombre muy distinguido de la aristocracia de Nápoles. Estaba muy preocupado por su madre enferma y pedía una intervención veloz pero el Profesor dijo que no. El hombre pidió cuentas de su negativa. “No hay problema – contestó el Prof. Moscati – Usted tiene riquezas y puede llamar a un otro médico. Yo tengo que ir a San Giovanni a Teduccio para examinar un pobre sacerdote.” El hombre se quedó de piedra y dijo: “¿Puedo acompañar a Usted a San Giovanni a Teduccio y después a mi casa?” “Con mucho gusto. Usted quiere concurrir a una obra pía.” Dicho y hecho.”
Una monja del Sagrado Corazón ha contado que Moscati, al visitar a una enferma, le recetó un tratamiento, pero durante su segunda visita vio que no había seguido dicho tratamiento. Al darse cuenta de que, a pesar de que era espaciosa, la casa no podía disimular la pobreza, “halló enseguida el modo de remediar discretamente la situación: usó palabras de reprensión, diciéndoles que cuando se llama al médico, hay que seguir sus consejos, tras de lo cual se marchó.
La familia se quedó apesadumbrada, pero más tarde, al retirar los almohadones de la enferma, encontraron un billete de 500 liras. El Dr. Moscati, para evitar reacciones de admiración ante su caridad, prefirió asumir una actitud de reprensión y aspereza.”
La muerte improvisa
El 12 de abril de 1927, un martes santo, el Dr. Moscati participa de la Santa Misa y comulga, como cada día. Pasa la mañana en el Hospital y luego regresa a casa. Almuerza frugalmente, como siempre, y se dedica luego a atender los enfermos que venían a visitarlo.
En torno a las tres de la tarde se siente mal, se recuesta en el sillón, cruza los brazos sobre el pecho y expira serenamente. Tenía 46 años y 8 meses.
La noticia de su muerte se difunde inmediatamente y el dolor fue unánime. Los pobres, sobre todo, lo lloran sinceramente porque habían perdido a su benefactor.
El Cardenal de Nápoles, Alessio Ascalesi, después de haber orado delante del cádaver, dirigiéndose a los familiares, dijo: «El Profesor no les pertenecía a ustedes sino a la Iglesia. No son aquellos a quienes ha sanado el cuerpo, sino aquellos a quienes ha salvado el alma los que han salido a su encuentro cuando ha subido allá arriba».
En el registro de las firmas puesto al ingreso de la casa se encontró una frase muy significativa: «No has querido flores, ni siquiera lágrimas: pero nosotros te lloramos porque el mundo ha perdido un santo, Nápoles un ejemplar de todas las virtudes, los enfermos pobres han perdido todo»
El cuerpo es sepultado en el cementerio de Poggioreale. Tres años más tarde, el 16 de noviembre de 1930, como consecuencia de los pedidos de varias personalidades del clero y del laicado, el Arzobispo de Nápoles, Card. Alessio Ascalesi, concede el translado del cuerpo del cementerio a la Iglesia del Gesù Nuovo, acompañado por una muchedumbre impresionante.
En aquella ocasión la más feliz de todos es Nina Moscati, hermana del Doctor. Ella le fue siempre cercana durante su vida, ayudándolo en el ejercicio de la caridad. Tuvo el gesto de donar a la Iglesia del Gesù Nuovo los enseres, el mobiliario y el vestuario del hermano difunto.
El cuerpo es colocado en una sala detrás del altar de san Francisco Javier. La lápida a la derecha de este altar lo recuerda todavía.
La beatificación (Paulo VI)
La estima y la veneración que habían rodeado al Dr. Moscati durante su vida dieron fruto después de su muerte. Rápidamente el dolor y el llanto de quienes lo habían conocido se transformó en conmoción, entusiasmo, oración. Se recurría a él en toda ocasión.
El 16 de julio de 1931 dieron comienzo los Procesos informativos en el Obispado de Nápoles. El 10 de mayo de 1973, la Congregación para las Causas de los Santos, en Roma, promulgó un decreto sobre sus virtudes heroicas, por lo que Giuseppe Moscati fue declarado Venerable.
Mientras tanto se abrían los procesos para examinar dos milagros: dos curaciones imprevistas atribuidas a la intercesión del Siervo de Dios.
Entre tanto, se formalizaban los procesos para el examen de dos milagros: dos curaciones inexplicables atribuidas a Moscati. Un suboficial de prisiones, Costantino Nazzaro, de Avellino, padecía la enfermedad de Addison. Los médicos no le concedían esperanzas, pero éste, junto con su familia, siguió rezando intensamente a Giuseppe Moscati. Una noche vio en sueños que Moscati lo operaba y, al despertar, se encontró completamente restablecido.
El segundo milagro aprobado por la Congregación para las Causas de los Santos es el de Raffaele Perrotta, de Calvi Risorta (Caserta), que se recuperó de una meningitis cerebroespinal por meningococos. Sus familiares ya habían preparado el traje con que iba a ser enterrado cuando, entre el 7 y el 8 de febrero de 1941, experimentó una instantánea y definitiva curación.
El 16 de noviembre de 1975 el Papa Pablo VI declara Beato a Giuseppe Moscati durante una solemne celebración en la Plaza de san Pedro.
Ese día la lluvia se presentó varias veces durante la celebración, pero la multitud che llenaba la plaza siguió con conmoción el rito sagrado hasta su conclusión.
La Canonización (Juan Pablo II)
En 1977, dos años después de la beatificación, se hace el reconocimiento canónico del cuerpo: los huesos son recompuestos y el cuerpo del Dr. Moscati es colocado en una urna de bronce, bajo el altar de la Visitación, obra del Prof. Amedeo Garufi.
La devoción hacia Moscati crece continuamente. El recurso a su intercesión es frecuente y son también numerosas las gracias atribuidas a su intercesión. En vista de la canonización es examinada la curación de una leucemia (mielosis aguda mieloblástica) del joven Giuseppe Montefusco, ocurrida en 1979.
A este hombre se le consideraba ya desahuciado. Su madre, Rosaria Rumieri, deshecha por el diagnóstico infausto, vio una noche en sueños la foto de un médico en batín blanco. Contó el sueño a su párroco, quien le habló del Beato médico Giuseppe Moscati. La señora fue a la Iglesia del Gesú Nuovo, y enseguida reconoció el rostro de la foto vista en sueños. Desde ese momento empezó a rezar a Moscati, y consiguió que se le unieran parientes y amigos. Su hijo Giuseppe se curó totalmente en pocos días. Retornó a su duro trabajo de herrero y no ha vuelto a sufrir recaídas. Después se casó, y ahora vive felizmente con su mujer e hijos.
Después de largos exámenes, finalmente en el consistorio del 28 de abril de 1987 el Papa Juan Pablo II fija la fecha de la canonización para el 25 de octubre del mismo año.
Del 1 al 30 de octubre se realizaba en Roma la VII Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que trataba de la “Vocación y Misión de los laicos en la Iglesia en el mundo, a 20 años del Concilio Vaticano II”.
No podía darse una coincidencia mejor: Giuseppe Moscati es un laico che había desarrollado su misión en la Iglesia y en el mundo. Su canonización era vivamente deseada por estudiosos, médicos y estudiantes universitarios, que recordaban su figura de científico y de hombre de fe, empeñado en paliar los sufrimientos de los enfermos para conducirlos a Cristo.
A las 10 del 25 de octubre de 1987, en la Plaza de San Pedro, el Papa Juan Pablo II, ante unas 100.000 personas, declaraba Santo a Giuseppe Moscati, a 60 años de su muerte.
En la Misa de Canonización se hallaba presente, junto con su madre, Giuseppe Fusco, el herrero milagrosamente curado, de 29 años, quien regaló al Papa un rostro de Cristo en hierro forjado, que él mismo había realizado en su taller de Somma Vesuviana (Nápoles).
La fiesta litúrgica de San José Moscati se fijó seguidamente en el 16 de noviembre de todos los años.


San José Moscati, laico
fecha: 12 de abril
n.: 1880 - †: 1927 - país: Italia
canonización: B: Pablo VI 16 nov 1975 - C: Juan Pablo II 25 oct 1987
hagiografía: Servicato
En Nápoles, en Italia, san José Moscati, médico, entregado total e incansablemente a la cotidiana asistencia a los enfermos, sin reclamar a los pobres paga alguna, y que atendiendo a los cuerpos, curaba, a la vez, las almas con gran amor.

Moscati nace en Benevento el 1880 y muere en Napoles el 1927. A los ocho años, el dia de la Inmaculada, recibe por vez primera a Jesus en su corazon. Desde entonces siempre que pueda lo recibira cada dia. Si alguna vez por causa grave no puede hacerlo se lamentara con estas palabras de su Diario: «¡Oh Señor, hoy he permanecido lejos de Ti! ;Tampoco hoy, Jesus mio, has entrado en mi corazon!»

Moscati se entrega de lleno a su formacion cientifica y moral. En ambos caminos corre para poder llegar a tiempo. Alguien le pregunta si no sera sacerdote. El piensa que no, que el Señor lo quiere laico cristiano. Aqui, piensa él, puedo hacer tanto bien o mas que de sacerdote: «éste es mi sacerdocio».

Escribiendo a una persona que lloraba la muerte de su hija, le dice Moscati: «Pasa la belleza, encanto de la vida. Solo el amor permanece siempre, el amor que es origen de toda obra buena, el amor que nos sobrevive, que es esperanza y religión, porque el amor es Dios. Satanás trato de malear el amor terreno; pero Dios lo purificó a través de la muerte. Grandiosa muerte, que no es fin, sino principio de lo sublime y de lo divino, y en comparacion con lo cual ni las flores ni la belleza son nada».

Despues de unos brillantes examenes en los que llamo la atencion por sus vastos conocimientos de medicina, alcanzo una plaza en Napoles y se entrego de lleno al cuidado de los cuerpos. A la vez que curaba estos, se preocupaba mas aun si cabe, de las almas. Curaba ambos a la vez. Tomó parte en varios congresos nacionales e internacionales de medicina, como el de Budapest en 1911 y de Edimburgo el 1923. Publicó varios estudios muy apreciados sobre temas medicos.

Todos los pobres acudian a ser visitados y atendidos por él porque sabían que bastaba decirle que eran pobres para que les hiciera los servicios siempre gratis. Y lo que más buscaban los enfermos no era solo el regalo del trabajo, sino el modo, el cariño que en el mismo ponía y con la gran pericia que les curaba.

Amo tiernamente a la Virgen Maria bajo la advocacion del Carmen. La "Bruna" tan amada por todo buen napolitano, la llevaba siempre en su corazon, cuyo escapulario vestía con gran afecto. Este apostol vestido de blanco partia a la eternidad el 12 de abril de 1927. Fue canonizado por SS Juan Pablo II el 25 de octubre de 1987 en la Plaza de San Pedro.



 
 
 
 
 
 

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