jueves, 11 de abril de 2013

El que cree en el Hijo tiene vida eterna

Juan 3, 31-36, Pascua. El hombre no se contenta con las cosas de este mundo porque es el único ser que está abierto a lo infinito.
 
El que cree en el Hijo tiene vida eterna
Del santo Evangelio según san Juan 3, 31-36


En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.

Oración introductoria

Padre mío, creo en tu Hijo Jesucristo, creo en su testimonio y sé que me amas, por eso confío en que me darás tu gracia para que esta oración me lleve a crecer en la fe y en la esperanza para así poder, también, corresponder a tu amor amando a los demás.

Petición

Señor y Dios mío, que la gracia de Cristo resucitado me haga creer con una fe viva y operante.

Meditación del Papa

En la reflexión sobre la vida eterna, es neta la diferencia entre quien cree y quien no cree, o, se podría igualmente decir, entre quien espera y quien no espera. San Pablo escribe a los tesalonicenses: No queremos dejaros en la ignorancia sobre aquellos que murieron, para que no estéis tristes como quienes no tienen esperanza. La fe en la muerte y la resurrección de Jesucristo marca, también en este campo, un antes y un después decisivo. También san Pablo recuerda a los cristianos de Éfeso que, antes de acoger la Buena Noticia, estaban en el mundo sin esperanza y sin Dios. De hecho, la religión de los griegos, los cultos y los mitos paganos, no podían iluminar el misterio de la muerte, tanto que una antigua inscripción decía: ¡Qué pronto recaemos de la nada a la nada!. Si quitamos a Dios, si quitamos a Cristo, el mundo recae en el vacío y en la oscuridad. Y esto encuentra eco también en las expresiones del nihilismo contemporáneo, un nihilismo a menudo inconsciente que contagia lamentablemente a muchos jóvenes. (Benedicto XVI, 6 de noviembre de 2011).

Reflexión

El hombre no se contenta con las cosas de este mundo. Si ha ganado un millón, quiere más. Si consigue un puesto, busca otro mejor. ¿Por qué nunca quedamos saciados de nada? Porque el hombre es el único ser sobre la tierra que está abierto a lo infinito: puede conocerlo todo y siempre le quedará algo, puede tenerlo todo y siempre habrá algo que le falte.

Este deseo tan profundo sólo se colma definitivamente en la vida eterna. Y, ¿en qué consiste la vida eterna? Dice el evangelista San Juan: Padre, ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo. El cielo es el conocimiento total de Dios. Dios es infinito, por eso, al conocerle a Él nuestra inteligencia alcanza su plenitud y posesión. Y al consistir también en la posesión de Dios, como es el "Ser" por excelencia, rebasa a todos los pequeños "seres" o cosas que tanto nos llaman la atención.

Si es así, queremos esa vida eterna. ¿Cómo podemos alcanzarla? El que haya perseverado en la fe hasta el fin (cf. Mt 10,22; 24,13), obtendrá la vida eterna. Y esa fe, que ahora es oscura, después de la muerte, será luz eterna.

Propósito

Rezar tres padrenuestros para que toda mi familia crezca en la fe y amor a Cristo.

Diálogo con Cristo

Jesús, gracias por el don de la fe. Ayúdame a ejercitarme en esta virtud a través de todos los acontecimientos ordinarios de la vida y a manifestar en mis palabras y obras mi fe en Ti. Porque quien ha encontrado algo verdadero, hermoso y bueno para su vida, corre a compartirlo por doquier, lo hace sin temor alguno, porque sabe que, así como ha recibido un gran regalo, recibirá también los medios para compartir este don con los demás. 

jueves 11 Abril 2013
Jueves de la segunda semana de Pascua

San Estanilao Cracovia,  San Antipas



Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín : “El que ha venido del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído.” (Jn 3,32)

Lecturas

Hechos 5,27-33.

Los trajeron y los presentaron ante el Consejo. El sumo sacerdote los interrogó diciendo:
«Les ha bíamos advertido y prohibido enseñar en nombre de ése. Pero ahora en Jerusalén no se oye más que su predicación y quieren echarnos la culpa por la muerte de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles respondieron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de un madero.
Dios lo exaltó y lo puso a su derecha como Jefe y Salvador, para dar a Israel la conversión y el perdón de los pecados.
Nosotros somos testigos de esto y lo es también el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen.»
Ellos escuchaban rechinando los dientes de rabia y querían matarlos.


Salmo 34(33),2.9.17-18.19-20.

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
no cesará mi boca de alabarlo.
Gusten y vean cuán bueno es el Señor
¡dichoso aquel que busca en él asilo!

El Señor aparta su cara de los malos
y borra de la tierra su recuerdo.
En cuanto gritan, el Señor escucha,
y los libra de todas sus angustias.

El Señor está cerca del corazón deshecho
y salva a los de espíritu abatido.
Aunque el justo padezca muchos males,
de todos los librará el Señor.



Juan 3,31-36.

El que viene de arriba está por encima de todos. El que viene de la tierra pertenece a la tierra y sus pa la bras son terrenales. El que viene del Cielo,
por más que dé testimonio de lo que allí ha visto y oído, nadie acepta su testimonio.
Pero aceptar su testimonio es como reconocer que Dios es veraz.
Aquel que Dios ha enviado hab la las palabras de Dios, y da el Es píritu sin medida,
porque el Pa dre ama al Hijo y ha puesto to das las cosas en sus manos.
El que cree en el Hijo vive de vida eter na; en cambio, el que no cree en el Hijo tendrá que enfrentar un juicio de Dios; nunca conocerá la vida.»


Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Las Confesiones IX, 10

“El que ha venido del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído.” (Jn 3,32)

Si hubiese alguno para quien callase el tumulto de la carne; y callasen
los fantasmas de la tierra y de las aguas y del aire; y callase el cielo, y
hasta su propia alma callase y saliese fuera de sí, no pensando en sí; y
callasen los sueños y las imaginarias revelaciones; y callase toda lengua y
todo signo y todo cuanto nace para desaparecer; si hubiese alguno para
quien todo esto callase --porque para quien tiene oídos, todas estas cosas
dicen “no nos hicimos nosotros, sino que nos hizo El, que permanece para
siempre.” (cf Sal 99,3-5) Y si dicho esto todas las cosas enmudeciesen
porque elevaron su oído hacia Aquel que las creó. Y si luego hablase El
solo, no por ellas, sino por Sí mismo, para que oyésemos su palabra, no ya
por lengua de carne, ni por voz de ángel, ni por tronido de nube (Ex 19,16)
ni por enigma de parábola, sino directamente a El mismo, a quien amamos en
estas cosas...a El mismo, a quien sin estas cosas oímos, a la manera que
ahora extendemos las alas de nuestro pensamiento y en su vuelo nos elevamos
hasta tocar la sabiduría eterna...Por ventura, todo este cúmulo de cosas,
¿no es realización de aquellas palabras evangélicas que dicen: “Entra en el
gozo de tu Señor.” (Mt 25,21)  
 

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