jueves, 7 de marzo de 2013

Macario de Jerusalén, Santo


Obispo, 10 Marzo
 
Macario de Jerusalén, Santo
Macario de Jerusalén, Santo
Obispo de Jerusalén (312-34).


La fecha en la que Macario fue consagrado Obispo se encuentra en la versión de San Jerónimo de las “Crónicas” de Eusebio.

Su muerte debe haber acaecido antes del Concilio de Tiro, en el año 335, en el que su sucesor, Máximo, fue aparentemente uno de los obispos participantes.

Macario fue uno de los obispos a quienes San Alejandro de Alejandría escribiera previniéndolos contra Ario.

El vigor de su oposición a la nueva herejía se evidencia en la manera abusiva en la que Ario se refiere a él en su carta a Eusebio de Nicomedia.

Asistió al Concilio de Nicea, y vale mencionar aquí dos conjeturas relacionadas con el papel que desempeñó en dicho concilio. La primera es que hubo un forcejeo entre él y su obispo metropolitano Eusebio de Cesarea, en cuanto a los derechos de sus respectivas sedes. El séptimo canon del concilio (“Debido a que la costumbre y la tradición antigua muestran que el obispo de Elia [Jerusalén] debe ser honrado y debe tener precedencia; sin que esto perjudique, sin embargo, la dignidad que corresponde al obispo de la Metrópolis”), por su vaguedad sugiere que fue el resultado de una prolongada batalla.

La segunda conjetura es que Macario, junto con Eustaquio de Antioquía, tuvo mucho que ver con la redacción del Credo adoptado finalmente por el Concilio de Nicea.

Para mayores datos sobre la base de esta conjetura (expresiones que aparecen en el Credo y que recuerdan las de Jerusalén y Antioquía) el lector puede consultar a Hort, "Two Dissertations", etc., 58 sqq.; Harnack, "Dogmengesch.", II (3a edición), 231; Kattenbusch, "Das Apost. Symbol." (Ver el índice del volumen II.).

De las conjeturas podemos pasar a la ficción. En la “Historia del Concilio de Nicea” atribuida a Gelasio de Cícico hay varias discusiones imaginarias entre los Padres del Concilio y los filósofos al servicio de Ario.

En una de esas discusiones, en donde Macario actúa como vocero de los obispos, éste defiende el Descendimiento a los infiernos.

Este hecho, consecuencia de la incertidumbre de si el Descenso a los infiernos se encontraba en el Credo de Jerusalén, es interesante, sobre todo si se tiene en cuenta que, en otros aspectos, el lenguaje de Macario aparece más conforme al del Credo.

El nombre de Macario ocupa el primer lugar los de los obispos de Palestina que suscribieron el Concilio de Nicea; el de Eusebio aparece en quinto lugar. San Atanasio, en su encíclica a los obispos de Egipto y Libia, incluye el nombre de Macario (quien había muerto ya hacía mucho tiempo) entre los de los obispos reconocidos por su ortodoxia.

San Teofano en su "Cronografía" indica que Constantino, al finalizar el concilio de Nicea, ordenó a Macario buscar los sitios de la Resurrección y de la Pasión y la Verdadera Cruz.

Es muy probable que esto haya sido así, ya que las excavaciones comenzaron muy poco tiempo después del concilio y se realizaron, aparentemente, bajo la superintendencia de Macario.

El gran montículo y las bases de piedra coronadas por el templo de Venus, que se habían construido sobre el Santo Sepulcro en la época de Adriano, se demolieron y “cuando de inmediato apareció la superficie original del suelo, contrario a todas las expectativas, se descubrió el Santo Monumento de la Resurrección de nuestro Salvador”.

Al oír la noticia, Constantino escribió a Macario dándole órdenes y detalladas para la construcción de una Iglesia en ese lugar.

Más tarde escribió otra carta “A Macario y a los demás Obispos de Palestina” ordenando la construcción de una Iglesia en Mambré, que también había sido profanada por un templo pagano. Eusebio, tal vez pensando en su dignidad como Obispo Metropolitano, aunque relata lo antes descrito, se refiere a la carta como “dirigida a mí”.

También se construyeron iglesias en los lugares e la Natividad y la Ascensión.



San Macario I de Jerusalén, obispo
fecha: 10 de marzo
†: c. 335 - país: Israel
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Conmemoración de san Macario, obispo de Jerusalén, que con sus exhortaciones logró que los Santos Lugares fueran restaurados y enriquecidos con basílicas por el emperador Constantino el Grande y por su madre, santa Elena.

En la historia de Ensebio se conserva el texto de una carta de Constantino a Macario, obispo de Jerusalén, en la que el emperador le encarga que construya una iglesia en el sitio en que santa Elena había descubierto el sepulcro de Cristo, dejando al santo mano libre en lo referente al proyecto, los materiales y los obreros. San Macario tuvo el gozo de ver terminada su obra.
San Atanasio dice que San Macario era un hombre sincero y recto, pleno de espíritu apostólico. Había sucedido a Hermón en el gobierno de la sede el año 314, precisamente en la época en que la herejía arriana comenzaba a constituir una seria amenaza para la Iglesia. Según el testimonio de san Atanasio, Macario fue un valiente campeón contra la herejía. En el Concilio de Nicea, su nombre encabeza la lista de los obispos de Palestina que firman las actas.
La leyenda cuenta que Macario estaba presente en el momento en que se descubrió la Santa Cruz y que, gracias a él, fue posible identificarla. En efecto, en las excavaciones se habían encontrado tres cruces y era difícil determinar cuál había sido la de Cristo. Ahora bien, según cuenta Rufino en su Historia Eclesiástica, «sucedió que había en la ciudad una mujer agonizante. Macario era entonces el obispo de esa Iglesia y dijo a la reina [santa Elena] y a los trabajadores: 'Traed las tres cruces, porque Dios va a mostrarnos cuál es la de Cristo'. Entrando con la reina y los obreros en la casa de la enferma, se arrodilló y elevó al Señor la siguiente súplica: 'Oh Dios, que por medio de tu unigénito Hijo has inspirado a tus siervos el deseo de buscar la cruz en la que fuimos redimidos: te rogamos que nos muestres cuál fue la cruz de tu Hijo para que podamos distinguirla de aquellas que fueron de los esclavos. Concédenos que cuando la verdadera cruz toque a esta mujer agonizante, vuelva a la vida desde las puertas de la muerte'. Macario tocó a la mujer con una de las cruces, pero no sucedió nada; lo mismo aconteció con la segunda; pero, en cuanto la tocó con la tercera, la mujer abrió los ojos y poco después volvió plenamente en sí y empezó a alabar a Dios y a andar por la casa con mayor agilidad que antes de la enfermedad. La reina, satisfecha con una indicación tan clara, erigió con real magnificencia un templo maravilloso, en el sitio en que se había descubierto la cruz».
La gran basílica constantiniana fue consagrada el 13 de septiembre de 335; se cree que Macario, realizador de la construcción, murió en ese mismo año.
Existen ciertas diferencias entre los relatos de san Ambrosio y los de otros historiadores de la Iglesia acerca del milagro de la identificación de la cruz. Ver Acta Sanctorum, marzo, vol. II; DCB., vol. III, p. 765; y F. J. Bacchus, en Catholic Encyclopedia, vol. IX, pp. 482-484.
N.ETF: El Matirologio Romano ed. 2007 trae como fecha de muerte el 325, pero parece que sólo es porque el 325 -Concilio de Nicea- es la última fecha cierta; puesto que no hay un testimonio positivo de su año de fallecimiento, debería decir «d. 325» (con posterioridad al 325), que indica que no hay por qué rechazar la tradición que lo hace morir en el año en que fue consagrada la gran basílica constantiniana, de la que fue realizador. Aparantemente la precisión en la fecha es cosa de la edición española, ya que no la he encontrado en otros idiomas que consilté. Abel DC.


fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

No hay comentarios: