martes, 5 de marzo de 2013

Faustino Miguez, Beato


Presbítero Escolapio y Fundador, 8 Marzo
 
Faustino Miguez, Beato
Faustino Miguez, Beato

Sacerdote Escolapio y Fundador


Etimológicamente significa “afortunado”. Viene de la lengua latina.

La familia y, en su caso, el mismo lugar montañoso en que vivía, le hicieron un joven trabajador, sensible a la mirada de Dios en la naturaleza y en las personas.

Vino al mundo en un pueblo de Orense, España, en el año 1831. Los padres lo enviaron a que estudiase en el santuario de Nuestra Señora de los Milagros de la capital.

Viendo la rectitud y la felicidad de aquellos profesores, sintió el deseo de ser sacerdote escolapio con el fin de dedicarse por entero a la labor pastoral y educativa en los colegios.

Una vez que lo ordenaron de sacerdote, lo destinaron al colegio de Getafe, Madrid. Y de este centro, como es habitual en los religiosos dedicados ala educación, fue pasando por muchos otros centros.

Le encantaba dar ciencias naturales. Desde pequeño as había apreciado en aquellos parajes de su tierra natal.

No le gustaba figurar en nada. Su placer era la obra a favor de los chicos y jóvenes. Los trataba con mucha amabilidad, respeto y afecto. Sólo buscaba hacerles el bien humano y espiritual.

Era un verdadero maestro amigo de la gente. Sus ratos libres los empleaba escribiendo libros sencillos sobre ciencias naturales. Y como sacerdote, le gustaba mucho echar horas y horas en el confesionario.

Hombre con grandes dotes científicas. No pasó de largo ante el dolor físico de los hombres de su tiempo, sobre ellos quiso derramar el aceite del amor y de la ciencia para aligerar el peso de su sufrimiento.

Fue en Guanabacoa donde observa el uso de los habitantes de las plantas con fines terapéuticos, y se siente atraído por ello. Puso sus estudios y dotes científicas al servicio del que sufre la enfermedad. Como el samaritano que recorre los caminos del mundo, desde su mirada atenta, no pasa de largo ante el dolor físico de sus hermanos, los hombres. Supo derramar sobre el enfermo el aceite del amor y de la ciencia para aligerar el peso de su sufrimiento. Faustino tiene la ocasión de conocer más de cerca y de forma más continuada la utilidad terapéutica de las plantas.

Inicia sus experimentos con la flora del país que continúa a su regreso a la Península. En 1872 el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda le encargan el análisis de las propiedades curativas de las aguas de los manantiales de la ciudad.

Dios le concedió el don de curar a enfermos. Muchos otros acudían a él para hacerle consultas sobre plantas medicinales. Elabora unos preparados medicinales, La Dirección General de la salud registró, en el año 1922, doce de sus preparados a los que se les dió el nombre de "Específicos Miguez", dando origen a unos de los legados del P. Faustino, el "Laboratorio Miguez". Este surge de la conjunción de varios rasgos característicos en él: caminar cercano a las necesidades de los hombres, la preocupación por el que sufre en el cuerpo, el amor a la ciencia y la convicción que tiene que Dios ha puesto en la naturaleza los medios suficientes para curar la enfermedad, y precisamente en las plantas.

El P.Faustino sabe que las niñas de su tiempo son "las esposas y madres del mañana", descubre en ellas "al apóstol de la familia, la parte más interesante de la sociedad, la portadora de paz, y el alma de la familia ". Desde su experiencia, descubre la necesidad que tiene la niñez femenina de alguien que le guíe por el camino de la promoción humano-cristiana. Su respuesta para hacer presente el Reino entre los marginados con un nuevo proyecto de fundación: la Congregación de Hijas de la Divina Pastora cuyo fin es:" formar el corazón e ilustrar la inteligencia del bello sexo para hacerlo culto y civilizado según el espíritu de Jesucristo, a fin de que sea un día el alma de la familia y la salvación de la sociedad".

Ya anciano, a los 94 años murió en Getafe el 8 de marzo de 1925. Juan Pablo II lo beatificó el 23 de Octubre de 1998.
Beato Faustino Míguez, presbítero y fundador
fecha: 8 de marzo
n.: 1831 - †: 1925 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 25 oct 1998
hagiografía: Instituto Calasancio «Hijas de la Divina Pastora»
En la ciudad de Getafe, cerca de Madrid, en España, beato Faustino Mínguez, religioso de la Orden de Clérigos Regulares de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, que, ordenado sacerdote, se entregó por entero a la tarea docente y consiguió gran prestigio como maestro y perito en ciencias naturales. Fue diligente en su actividad pastoral y fundó el Instituto Calasancio de Hijas de la Divina Pastora, para la educación integral de la mujer.

Faustino Míguez nace en el año 1831 en Xamirás, una de las trece aldeas pertenecientes a Acebedo del Río, provincia de Ourense, España. Crece en un ambiente familiar enmarcado por una gran fe en Dios, la oración, la devoción a María, la solidaridad con los más necesitados y el trabajo. En su juventud y sintiéndose llamado al sacerdocio, estudia en el Santuario de Nuestra Señora de los Milagros, en la provincia de Ourense. Allí su vida fue regada con un aguaviva, regalo de Dios, que hizo brotar en su interior valores humano-religiosos y profundas convicciones. Todo ello le modela para acoger la llamada de Dios a entregar su vida.

Conoce allí a un sacerdote escolapio, familiar de uno de los compañeros a los que ayuda en el estudio. Este encuentro supone para Manuel (su nombre de pila) descubrir una nueva dimensión de la elección divina: ser sacerdote y además maestro-educador para identificarse así con Jesús que ama, enseña y acoge a los niños. Y todo según el espíritu de José de Calasanz. La respuesta de Manuel es «Sí, Señor».

Ingresa al Noviciado de las Escuelas Pías de Madrid en diciembre de 1850. Es entonces cuando cambia su nombre de Manuel por el de Faustino de la Encarnación. Hizo su Profesión de Votos Solemnes el día 16 de enero de 1853 y fue ordenado sacerdote el día 8 de marzo de 1856, en la parroquia de San Marcos de Madrid. En 1857 es enviado a la nueva fundación escolapia de Guanabacoa, en Cuba, donde permanece durante casi tres años y allí manifiesta sus dotes de educador y sus inclinaciones a la botánica y al estudio de las propiedades terapéuticas de las plantas.

En 1860 regresa de nuevo a la Península y es destinado a los colegios de San Fernando, Getafe y Celanova. En 1869 llega a Sanlúcar de Barrameda y permanece allí hasta 1873. Sale para desempeñar el cargo de bibliotecario en el Real Monasterio de El Escorial y durante su estancia tiene la posibilidad de seguir investigando sobre las plantas y sus propiedades curativas. Posteriormente es enviado a Monforte de Lemos donde desempeñó el servicio de Rector. En 1879 regresa a Sanlúcar de Barrameda; aquí descubre la situación de abandono en que estaban las niñas, e impulsado por el Espíritu da respuesta e inicia una nueva obra: La Congregación de Hijas de la Divina Pastora dedicada a la educación integral de la infancia y juventud. En el año 1888 es enviado a Getafe, lugar en el que muere el 8 de marzo de 1925.

Faustino Míguez como escolapio, nos dice él mismo, que se siente «consagrado a la educación». Acercarnos a él como educador es acercarnos a alguien enamorado y amante de la educación. Así se percibe en todos sus escritos de carácter pedagógico. Se nos muestra totalmente convencido de la importancia de la educación para que la persona llegue a ser feliz y como medio para renovar la sociedad. Escribe en el discurso pedagógico de Celanova: «renovar la sociedad desde su misma base y hacer la felicidad humana, mediante una educación sincera...» Es un educador fiel a su fundador, José de Calasanz. Su tarea educativa está marcada por el lema calasancio PIEDAD y LETRAS. Luchó siempre por un mundo donde los pequeños fueran los más queridos.

Como educador hay que destacar su entrega diaria, su trato amable, humano y delicado con los alumnos -lo constatan así los propios alumnos en los testimonios que de ellos tenemos, y las personas que le conocieron- el carácter experimental y práctico que da a las asignaturas que imparte; su capacidad de animar y alentar hacia el bien, y su preocupación por los alumnos más atrasados. Son interesantes sus aportaciones a la didáctica de las Ciencias, con los libros que escribió: Nociones de Historia Natural, Nociones de Física Terrestre y Diálogos sobre las Láminas de Historia Natural. Así se reconoce en el Diccionario de Ciencias de la Educación, en el que aparece como pedagogo.

Su acción educativa no se redujo al ámbito de la escuela, sino que saliendo de sí mismo toma contacto con las realidades vitales del pueblo, vive sus problemas y necesidades, su dolor y enfermedad. Está atento a los cambios esenciales de la sociedad de su tiempo, al ambiente familiar, al entorno del niño.

Semblanza que es bueno completar con otros aspectos -como su tarea científica- que están en la misma página de donde hemos tomado estos fragmentos; hay allí mismo un interesante museo fotográfico sobre el beato.
 
 
 

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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