lunes, 18 de febrero de 2013

Isabel Picenardi, Beata

Virgen Servita, 19 de febrero
Isabel Picenardi, Beata
Isabel Picenardi, Beata

Virgen Servita

Martirologio Romano: En Mantua, en Lombardía, beata Isabel Picenardi, virgen, la cual, habiendo revestido el hábito de la Orden de los Siervos de María, se consagró a Dios en su casa paterna, recibiendo frecuentemente la comunión eucarística, dedicándose a la celebración de la Liturgia de las Horas, a la meditación de las Sagradas Escrituras y a la devoción a la Santísima Virgen (1468).

Etimologicamente: Isabel = Aquella a quien Dios da la salud, es de origen hebreo.

Fecha de beatificación: Culto confirmado el 10 de noviembre de 1804 por el Papa Pío VII
Isabel, hija de Leonardo Picenardi y de Paula de Nuvaloni, nació probablemente en Cremona hacia el año 1428. Poco después de su nacimiento, su padre se fue a vivir con toda la familia a Mantua para desempeñar el cargo de administrador del Marqués de Gonzaga. Isabel se educó en esta ciudad y vivió cerca de la Iglesia de san Bernabé, que entonces era regida por los Siervos de María de la Congregación de la Observancia, lo que fue motivo de un trato frecuente con los frailes de nuestra Orden; esta circunstancia no dejaría d influir en la formación espiritual de la joven Isabel.

Su padre quiso darla en matrimonio a alguno de los principales de la ciudad, pero ella deseando a toda costa guardar su virginidad, rehusó con firmeza el matrimonio y a la edad de veintiún años se consagró a Dios y vistió el hábito de las “Manteletas”. Primero vivió en la casa paterna a la manera de una religiosa; luego, al morir su padre, se fue a vivir con su hermana Ursina, casada con el aristócrata Bartolomé de Gorno. Allí, en una habitación apartada, pasó el resto de su vida, no lejos de la iglesia de los Siervos.

Las virtudes más destacadas de la beata Isabel fueron el amor a la Virgen, la castidad, la fervorosa penitencia, el espíritu de oración, el amor a la Eucaristía.

Se dedicó con tanto fervor a la Madre de Cristo que, a imitación suya, quiso guardar perpetua virginidad. Cultivó con tanta delicadeza la castidad que, en los últimos instantes de su vida, daba rendidas gracias a Dios y a la santísima Virgen porque moría conservando intacta la flor de la virginidad.

A pesar de las diversas enfermedades que padecía, mortificaba severamente su cuerpo, llevando en todo tiempo un cilicio y un cinturón de hierro.

En penitencia y oración aguardaba a Cristo, su Esposo, Cubría de alabanzas al Señor e intercedía por la salvación de los hombres recitando el oficio divino “según el rito de la Curia romana” difundido por los frailes mendicantes.

Contra la costumbre de su tiempo, recibía con frecuencia el pan eucarístico de manos de fray Bernabé de Mantua. Al final de su vida acudía diariamente al sacramento de la Penitencia.

Esparcida la fama de su santidad, la gente acudía a ella para consultarla, pues la consideraba un oráculo divino; y dado que muchas veces alcanzó para sus conciudadanos los favores celestiales por intercesión de nuestra Señora, recibió el apelativo de “confidente de la Madre de Dios”.

Muchas doncellas siguieron su admirable ejemplo y formaron una fraternidad regular de la Tercera Orden. Un año antes de morir quedó patente el sincero amor que prodigaba a nuestra Orden pues, además de otros detalles, legaba a los frailes del convento de san Bernabé el breviario con el cual cantaba las alabanzas divinas y una suma de trescientos ducados. Antes de ir al encuentro del Señor, en el instante en que arreciaban los cólicos – narra el autor de la “Leyenda”, fue confortada con la presencia visible de Jesús y de su misericordiosa Madre y de una dulce melodía celestial. Murió el 19 de febrero de 1468.

Su cuerpo fue venerado y custodiado en un sepulcro de la iglesia del convento de san Bernabé; luego, al desaparecer éste, fue trasladado al pueblo de “Tor de’ Picenardi”, en a provincia de Cremona. El papa Pío VII en el año 1804 concedió a toda la Orden la facultad de celebrar la Misa y el Oficio propios de la Beata.
Beata Isabel Picenardi, virgen
fecha: 19 de febrero
fecha en el calendario anterior: 20 de febrero
n.: 1428 - †: 1468 - país: Italia
otras formas del nombre: Isabel de Mantua
canonización: Conf. Culto: Pío VII 10 nov 1804
hagiografía: Santi e Beati
En Mantua, en Lombardía, beata Isabel Picenardi, virgen, la cual, habiendo vestido el hábito de la Orden de los Siervos de María, se consagró a Dios en su casa paterna y recibió frecuentemente la comunión eucarística. Se dedicó a la celebración de la Liturgia de las Horas, a la meditación de las Sagradas Escrituras y a la devoción a la Santísima Virgen.

La beata Isabel Picenardi nació en Mantua entre el 1428 y el 1430, del noble cremonense Leonardo y de la mantuana Paola Nuvoloni. El padre estaba al servicio del Marqués de Mantua, Gonzaga, y aspiraba para su hija un matrimonio con algún noble de la ciudad; pero ella, en cambio, había decidido permanecer virgen como María, a quien rendía una intensa devoción. La decisión venía ciertamente influenciada por su frecuentación de los hermanos Siervos de María, del vecino convento de San Bernabé, que en 1448 habían pasado a la reciente Congregación de la Observancia.
Vistió el hábito de los «Mantelados» (como se los llamaba) a los 20 años, los cuales permanecían en sus propias casas, pero manteniendo entre ellos el vínculo de religiosos. Su vida consagrada fue breve e intensa, aunque no presentó exterioridades de relieve.
Llegó a quedar pronto huérfana de madre, y después de la muerte de su padre, ocurrida en 1465, dejó la casa paterna, retirándose a una casa de su hermana Orsina, casada con Bartolomé Gorni, en una celda a ella reservada. Vivía en el barrio de «El Cisne», no lejos de la iglesia de San Bernabé de los Siervos de María, a la cual asistía cada día a recibir la Eucaristía, cosa rarísima para el uso de la época; se confesaba con el padre Bernabé de Mantua y recitaba el Oficio Divino con los religiosos. Por su gran devoción a la Virgen, muchos se dirigían a Isabel para obtener la intercesión de la Madre de Dios.
Un año antes de la muerte, de la cual presagió el momento, hizo testamento dejando el propio breviario y trescientos ducados a los Siervos. Murió el 19 de febrero de 1468; al preparar el cuerpo se vio que llevaba cilicio y una rugosa faja penitencial. Fue sepultada en la tumba de la familia en San Bernabé, y tuvo enseguida fama de santidad y de obrar milagros, entre ellos la salvación de una niña caída en el lago y que había permanecido media hora bajo el agua. Hay un fresco datado en 1475 que la presenta vestida con el hábito de los Siervos. Su cuerpo, debido a las supresiones francesas de 1799, fue trasladado a la iglesia del noble oratorio del castillo de Tor di Pecenardi, en la región de Cremona, y luego fue depositado en la iglesia parroquial del lugar. El Papa Pío VII, el 20 de noviembre de 1804, aprobó el culto, extendido a la Orden de los Siervos y a las diócesis de Mantua y Cremona.

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