viernes, 15 de febrero de 2013

Felipa Mareri Virgen, Beata


Religiosa Clarisa, 16 de febrero
 
Felipa Mareri, Beata
Felipa Mareri, Beata

Religiosa Clarisa

Martirologio Romano: En Borgo San Pietro, en el Abruzo, beata Filipa Mareri, virgen, que, despreciando las riquezas y el fasto mundano, abrazó la forma de vida de santa Clara, recientemente establecida en aquella región (1236).

Fecha de beatificación: El 30 de abril de 1806 el Papa Pío VII confirmó su culto.
Felipa nació, a finales del siglo XII, hacia el año 1195, de la noble familia de los Mareri, en el castillo de su propiedad situado en San Pietro de Molito, hoy Borgo San Pietro, provincia de Rieti. La baronía de la familia Mareri se afianzó en el Cicolano a finales del siglo XII desde el castillo del que tomó su nombre. El fundador del linaje fue Felipe, que tuvo al menos cuatro hijos: Tomás, Gentil, Felipa y otra hija cuyo nombre desconocemos. El mayor incremento de la fama y fortuna de la familia se debió a Tomás, que fue un alto funcionario del emperador Federico II.

Orientada hacia la vida de perfección por san Francisco de Asís en los años 1221-1225, cuando el Santo, peregrino por el Valle de Rieti, se hospedaba en casa de sus padres, Felipa tomó de joven la decisión de consagrarse a Dios, y se mantuvo con tal firmeza en su propósito, que no consiguieron doblegar su voluntad ni las presiones de los parientes, ni las amenazas de su hermano Tomás, ni las ofertas y requerimientos de sus pretendientes.

Ante la actitud de sus familiares, Felipa, como años antes Clara de Asís, huyó de la casa paterna, y junto con su hermana y algunas compañeras se refugió en una gruta de los montes cercanos a su castillo, ahora llamada «Gruta de Santa Felipa», que adaptó con austeridad para sus fines y donde permaneció hasta que sus hermanos Tomás y Gentil, con acta notarial de fecha 18 de septiembre de 1228, le dieron el castillo de su propiedad de San Pietro de Molito y la antigua iglesia benedictina aneja. Allí se trasladaron Felipa y sus seguidoras, y en seguida comenzaron a organizar su vida claustral siguiendo la forma de vida y las normas que san Francisco había dado a santa Clara y a sus hermanas del monasterio de San Damián en Asís. El mismo san Francisco encomendó a uno de sus primeros compañeros, el beato Rogerio de Todi, la dirección espiritual de la Beata y de las clarisas del monasterio por ella fundado. A tal fin, Rogerio se trasladó al valle de Rieti, y allí permaneció, cumpliendo su misión, hasta la muerte de la Beata en 1236.

Este monasterio, bajo la guía de la beata Felipa, maestra de vida espiritual, y con el asesoramiento del beato Rogerio, hombre de gran fervor y no menor prudencia, se convirtió pronto en escuela de santidad. Ciertamente, la ocupación principal de la comunidad monástica era el culto y la alabanza de Dios, la vida litúrgica, la lectura y estudio de la Sagrada Escritura, la oración y contemplación. Pero, al mismo tiempo, el trabajo era tenido en gran consideración, lo mismo que el servicio a los pobres y el apostolado. En el monasterio se preparaban medicinas que luego se distribuían gratuitamente a los enfermos pobres. El fervor de la caridad en las palabras y en las obras, así como el estilo de vida de aquellas clarisas, con Felipa a la cabeza y todas siguiendo la estela del Santo de Asís, hicieron revivir la vida evangélica en el Valle de Rieti, como antes había sucedido en el Valle de Espoleto.

La beata Felipa murió en su monasterio el 16 de febrero de 1236. Pronto su tumba se convirtió en meta de peregrinaciones y empezaron a multiplicarse las gracias y los favores extraordinarios de Dios obtenidos por mediación de la Beata. Cuando en 1706 se hizo el reconocimiento de sus restos mortales, se vio que su corazón permanecía incorrupto, y se conserva aún hoy en un relicario de plata. Inocencio IV, en una bula de 1247, da a Felipa el título de "santa". Pero fue Pío VII quien, por bula de 30 de abril de 1806, confirmó su culto inmemorial y aprobó la misa y oficio en su honor.

El antiguo Borgo San Pietro y el monasterio de clarisas fundado por la beata Felipa el año 1228, quedaron sepultados, en 1940, bajo las aguas del nuevo lago artificial del Salto, a orillas del cual se han reconstruido tanto el monasterio como el pueblo. La capilla del siglo XIII, donde se custodiaban los restos de la Beata, se ha restaurado en la nueva iglesia con las mismas piedras medievales, y se ha decorado con los frescos que ya la adornaban en el antiguo monasterio.

Beata Filipa Mareri, virgen
fecha: 16 de febrero
n.: 1190/1200 - †: 1236 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Pío VII 29 abr 1806
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Borgo San Pietro, en el Abruzo, beata Filipa Mareri, virgen, que, despreciando las riquezas y el fasto mundano, abrazó la forma de vida de santa Clara, recientemente establecida en aquella región.
refieren a este santo: Beato Rogerio de Todi

Sobre el nacimiento de la beata se cuentan muchos prodigios, de los que desgraciadamente no existen pruebas suficientes. También se cuentan otras muchas maravillas sobre su belleza, su gravedad sobrenatural y su precoz inteligencia. Felipa nació a fines del siglo XII, en Cícoli, de la diócesis de Rieti. Pertenecía a una familia de grandes propietarios de los Abruzos. Sus padres eran devotos cristianos y se afirma que san Francisco de Asís se hospedaba en su casa cuando iba a predicar en esa región, y que fue el santo quien comunicó a Felipa un gran deseo de compartir los sufrimientos de Jesucristo. Los padres de la beata habían arreglado un matrimonio para ella, pero Felipa se opuso con todas sus fuerzas: se cortó el cabello, se vistió de andrajos y se encerró en un rincón de la casa. Su hermano Tomás, irritado por su actitud, determinó hacerle cambiar de parecer; pero lo único que consiguió fue que Felipa huyese de la casa paterna.

La beata logró reunir a algunas compañeras y estableció la vida eremítica en el Monte Marerio. Según cuenta la leyenda, cuyos fundamentos históricos son bastante débiles, las anacoretas construyeron unas cuantas cabañas rodeadas por un gran muro, y en la soledad se entregaron con el mayor fervor a la devoción y la penitencia. La determinación de Felipa ejerció un profundo efecto sobre su hermano Tomás, quien, tocado por la gracia, le pidió perdón y le ofreció un sitio más apropiado para el retiro en las cercanías de una iglesia. Tomás mandó reparar un convento abandonado, y el beato Rogerio de Todi, que había entrado recientemente en la orden franciscana, se encargó de la dirección espiritual de la comunidad. El convento creció rápidamente, adoptó una regla semejante a la de las Clarisas y Felipa fue elegida abadesa. La más estricta pobreza reinaba en él; las religiosas hubieren perecido de hambre en más de una ocasión, si el repetido milagro de la multiplicación de los panes y los peces no las hubiera salvado. La mano de Dios se mostró igualmente en otros hechos milagrosos. Pero las religiosas no disfrutaron mucho tiempo de la compañía de la fundadora. En 1236, Felipa fue atacada de una penosa enfermedad. Sintiendo que se acercaba su fin, reunió a la comunidad y se despidió de sus hijas en forma conmovedora, exhortándolas sobre todo a mantener la paz en el interior del convento. La beata murió el 13 de febrero de 1236. El Beato Rogerio predicó en sus funerales y manifestó su convicción de que Felipa gozaba ya de la visión divina. El 29 de abril de 1806 Pío VII concedió oficio y misa en su honor, lo que equivale a una confirmación de culto.

Ver Mazzara, Leggendario Francescano (1676), vol. I, pp. 233-235; Léon, Aureole Séraphique, vol. I; y Constantini, Vita e miracoli della b. Philippa Mareri.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 

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