domingo, 17 de febrero de 2013

El demonio, ¿Sólo un mito?

 
Lucas 4, 1-13. Domingo de Cuaresma. El demonio siempre nos pinta las cosas de "color de rosa" y nos engaña.
 
El demonio, ¿Sólo un mito?

Del santo Evangelio según san Lucas 4, 1-13

En aquel tiempo, Jesús lleno del Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le respondió: Esta escrito: No sólo de pan vive el hombre. Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; y le dijo el diablo: Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya. Jesús le respondió: Esta escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto. Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y en sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le respondió: Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios. Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.

Oración introductoria

Padre Santo, si en tu plan de salvación permitiste que Jesús fuera tentado, no puedo pedir que yo no lo sea, pero humilde y confiadamente te suplico que esas posibles tentaciones se conviertan en medios para acercarme más a Ti, porque creo en Ti, confío en tu misericordia y te amo.

Petición

Señor, que esta oración me ilumine y me fortalezca para saber vencer, por amor a Ti, la tentación.

Meditación del Papa

El desierto del que se habla tiene diversos significados. Puede indicar el estado de abandono y de soledad, el "lugar" de la debilidad del hombre, donde no existe apoyo ni seguridad, donde la tentación se hace más fuerte. [...] San León Magno comenta que "el Señor ha querido sufrir el ataque del tentador para defendernos con su ayuda y enseñarnos con su ejemplo".
¿Qué puede enseñarnos este episodio? Como leemos en el libro de la Imitación de Cristo, "el hombre nunca está totalmente libre de la tentación, mientras viva... pero con la paciencia y con la verdadera humildad nos haremos más fuertes que cualquier enemigo"; la paciencia y la humildad para seguir todos los días al Señor, aprendiendo a construir nuestra vida no fuera de él o como si no existiera, sino en Él y con Él, porque es la fuente de la vida verdadera. La tentación de quitar a Dios, de poner orden solos en sí mismos y en el mundo, contando solo con las propias capacidades, ha estado siempre presente en la historia del hombre. (Benedicto XVI, 26 de febrero de 2012).

Reflexión

El año 1926 George Bernanos publicó su primera obra literaria, "Bajo el sol de Satán", que le ganó gran prestigio como novelista. En esta obra, el escritor francés nos presenta una visión dramática de la vida, una lucha trágica entre el bien y el mal, entre el pecado y la gracia. Y en el Evangelio de hoy encontramos reflejada esta lucha.

En este primer domingo de cuaresma, la Iglesia nos ofrece para nuestra meditación el pasaje de las tentaciones de Cristo. "Jesús, lleno del Espíritu Santo –nos cuenta Lucas— volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto y tentado por el diablo durante cuarenta días. Estuvo sin comer y, al final, tuvo hambre". Aquí aparecen los elementos más importantes de la cuaresma: el desierto, los cuarenta días, la oración, el ayuno y la lucha contra la tentación. Hoy quisiera reflexionar un poco en esta última.

"Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan" -le dice el demonio a Jesús-. Ante todo, hemos de notar que las tres tentaciones comienzan con la misma premisa: "Si eres Hijo de Dios...". Pero, ¡qué insolente es el demonio! Se atreve no sólo a tentar al Hijo del Dios bendito, sino que, además, pone en duda su condición divina. O, al menos, trata de "provocarlo" y lo reta con tamaña desfachatez. Así hace siempre Satanás. Su táctica es la mentira insolente, la suspicacia, la insinuación de la duda. Y termina en abierta rebeldía. Así actuó también con Eva en el paraíso, haciéndola dudar de la bondad de Dios y arrastrándola luego a la desobediencia frontal. "Diablo" es un vocablo griego y significa "mentiroso, calumniador". Y "Satán", en hebreo, es el "adversario", el acusador. Por eso nuestro Señor lo llama "padre de la mentira" porque es "mentiroso desde el principio", desde la creación del mundo.

Es obvio que, después de cuarenta días de ayuno, nuestro Señor tuviera hambre. Y el "adversario", sumamente astuto, se aprovecha de esta coyuntura para tentarlo precisamente por aquí. Satanás siempre nos tienta por nuestra parte más débil. Pero ésta no es una tentación de "gula", como muchos comentaristas del Evangelio han explicado. ¿Qué pecado de gula podía haber en nuestro Señor después de tantos días sin comer? En todo caso, sería aprovecharse de una necesidad de Cristo. Además de mentiroso, es un "aprovechado" y un oportunista.

Pero también es terriblemente insidioso. La verdadera tentación no es el mero hecho de saciar su hambre, sino que lo que pretende Satanás es algo muchísimo más grave: apartar a Cristo de su misión. El Padre había mandado a su Hijo al mundo como Siervo paciente, para redimir a la humanidad a través de la cruz y del sufrimiento. Y el demonio quiere que haga uso de su poder taumatúrgico en provecho propio y que se sirva de su mesianismo para su servicio, comodidad y complacencia personal.

Luego, llevándolo al pináculo del templo, le dice: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo...pues Dios encargará a sus ángeles que cuiden de ti". Tentación de vanagloria. No se trataba de hacer dudar a Cristo de la asistencia de Dios, sino de ponerlo en una situación tal que obligara a Dios a hacer un milagro. Otra vez, lo mismo: quería que Cristo se sirviera de Dios para servirse a sí mismo, y no al revés. Nuesto Señor nos diría que Él había venido "no para ser servido, sino para servir". Debía salvar al mundo por su condición de "Siervo de Yahvé". Y el demonio quiere que tergiverse totalmente su misión.

Y después, llevándolo a la cima de un monte, le muestra todos los reinos de la tierra y le hace esta obscena proposición: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te postras ante mí, todo será tuyo"... ¿Verdad que es insolente este demonio? ¡Vuelve otra vez a lo mismo, y de qué manera! Además de que no es cierto que el mundo es de él y de presentarse como si fuera suyo, vuelve por tercera vez a insistir en su misma estratagema: apartar a Jesús de la misión redentora que le había encomendado el Padre. Pero no sólo. Le promete en un abrir y cerrar de ojos todo el poder y la gloria del mundo. Quiere cambiar el Reino que él traía -un Reino de cruz, de humildad y de servicio- por un reino de dominio, de poder, de fausto, de esplendor. ¡Lo más radicalmente opuesto a lo que Él había venido! Su predicación estaba en total antagonismo con estos criterios... y el demonio quiere vencerlo precisamente por aquí. Y eso sin contar que su propuesta era un pecado de apostasía, de abierta idolatría, de rebelión contra Dios. ¡Ése es Satanás! Pecó por su soberbia y su rebeldía contra el Creador.

Éstas siguen siendo las tentaciones con las que Satanás quiere hacernos sucumbir también a nosotros. Su plan es siempre el mismo: la mentira, la vanagloria, el camino fácil, los triunfos fulminantes y espectaculares, la comodidad, el uso de nuestras cualidades para nuestra propia gloria y honra, para que los demás nos alaben, se "impresionen" y nos sirvan... ¿No son éstos nuestros puntos más flacos? ¡Y cuántas veces el demonio nos derrota por aquí!

Propósito

Aprendamos hoy la lección de Cristo y no le sigamos al juego a ese mentiroso y estafador. El demonio siempre nos pinta las cosas de "color de rosa" y nos engaña, como las sirenas a los navegantes. Nos vamos de bruces contra los acantilados y nos destroza. Ojalá aprendamos de nuestro Señor a afrontar la tentación como Él: con la oración, la vigilancia, el sacrificio -eso es el ayuno-, y la lucha tajante contra la tentación. No juguemos ni dialoguemos con Satanás. No permitamos las dudas ni las insinuaciones. Cortemos enseguida, como Cristo, poniendo por delante la obediencia pronta a la Palabra de Dios y al cumplimiento amoroso de su Voluntad en las pequeñas circunstancias de nuestra vida de todos los días. ¡Éste puede ser un buen propósito para iniciar la Cuaresma!
 
 domingo 17 Febrero 2013
Primer Domingo de Cuaresma

Santos Fundadores Siervos de la Virgen María



Leer el comentario del Evangelio por
San Rafael Arnáiz Barón : El Hijo de Dios rechaza la tentación y obedece  la voluntad de su Padre

Lecturas

Deuteronomio 26,4-10.

El sacerdote tomará la canasta que tú le entregues, la depositará ante el altar,
y tú pronunciarás estas palabras en presencia del Señor, tu Dios: "Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero luego se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa.
Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre.
Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. El vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión,
y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo, en medio de un gran terror, de signos y prodigios.
El nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel.
Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me diste". Tu depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de él.


Salmo 91(90),1-2.10-11.12-13.14-15.

Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: "Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío".
No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,

porque hiciste del Señor tu refugio
y pusiste como defensa al Altísimo
Ellos te llevarán en sus manos
para que no tropieces contra ninguna piedra;
caminarás sobre leones y víboras,
pisotearás cachorros de león y serpientes.

"El se entregó a mí,
por eso, yo lo glorificaré;
lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
me invocará, y yo le responderé.
Estaré con él en el peligro,
lo defenderé y lo glorificaré.



San Pablo a los Romanos 10,8-13.


¿Pero qué es lo que dice la justicia?: La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, es decir la palabra de la fe que nosotros predicamos.
Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado.
Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación.
Así lo afirma la Escritura: El que cree en él, no quedará confundido.
Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan.
Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.


Lucas 4,1-13.

Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto,
donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan".
Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan".
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra
y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero.
Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden.
Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Rafael Arnáiz Barón (1911-1938), monje trapense español
Escritos Espirituales, 15/12/1936

El Hijo de Dios rechaza la tentación y obedece  la voluntad de su Padre

Yo también alguna vez allá en el mundo, corría por las carreteras de
España, ilusionado de poner el marcador del automóvil a 120 km por hora...
¡Qué estupidez! Cuando me di cuenta de que el horizonte se me acababa,
sufrí la decepción del que goza la libertad de la tierra... pues la tierra
es pequeña y, además, se acaba con rapidez. Horizontes pequeños y limitados
rodean al hombre, y para el que tiene un alma sedienta de horizontes
infinitos... los de la tierra no le bastan... le ahogan. No hay mundo
bastante para él, y sólo encuentra lo que busca en la grandeza e inmensidad
de Dios. ¡Hombres libres que recorréis el planeta! No os envidio vuestra
vida sobre el mundo. Encerrado en un convento, y a los pies de un
crucifijo, tengo libertad infinita, tengo un cielo..., tengo a Dios. ¡Qué
suerte tan grande es tener un corazón enamorado de El!... ¡Pobre hermano
Rafael!... Sigue esperando... sigue esperando con esa dulce serenidad que
da la esperanza cierta. Sigue quieto, clavado, prisionero de tu Dios, a los
pies de su Sagrario. Escucha el lejano alboroto que hacen los hombres al
gozar breves días su libertad por el mundo. Escucha de lejos sus voces, sus
risas, sus llantos, sus guerras... Escucha y medita un momento. Medita en
un Dios infinito... en el Dios que hizo la tierra y los hombres, el dueño
absoluto de cielos y tierras, de ríos y mares; el que en un instante, con
sólo quererlo, con sólo pensarlo, creó de la nada todo cuanto existe.
Medita un momento en la vida de Cristo y verás que en ella no hay
libertades, ni ruido, ni voces... Verás al Hijo de Dios, sometido al
hombre. Verás a Jesús obediente, sumiso, y que con serena paz, sólo tiene
por ley de su vida cumplir la voluntad de su Padre. Y, por último,
contempla a Cristo clavado en Cruz... ¡Á qué hablar de libertades!

 

 

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